EL ARTE DE LA FELICIDAD
La felicidad no es un don, sino un arte que exige voluntad y práctica.
Dalai
Lama
El
propósito de la vida
El derecho a la felicidad:
El propósito de la vida es buscar
la felicidad, entonces porque muchos no la encuentran, porque primero debes
entrenar y educar la mente. El concepto de felicidad siempre ha parecido estar
mal definido en Occidente, siempre ha sido exclusivo e inasible. «Feliz», en
inglés, deriva de la palabra Islandesa happ, que significa suerte o azar. Al
parecer, este punto de vista sobre la naturaleza misteriosa de la felicidad
está muy extendido., En los momentos de alegría que trae la vida, la felicidad
parece llovida del cielo. Debemos identificar los factores que conducen a la
felicidad y los que conducen al sufrimiento.
Una vez hecho eso, es necesario
eliminar gradualmente los factores que llevan al sufrimiento mediante el
cultivo de los que llevan a la felicidad. Ése es el camino. Es como una
sencilla voluntad de abrirse a los demás, de crear un clima de afinidad y de
buena voluntad.
¿Cuál
es el propósito de nuestra vida?
«El propósito de nuestra existencia
es buscar la felicidad» Las personas desdichadas las que tienden a estar más
centradas en sí mismas; son a menudo retraídas, melancólicas e incluso propensas
a la enemistad. Las personas felices, por el contrario, son generalmente más
sociables, flexibles y creativas, más capaces de tolerar las frustraciones
cotidianas y, lo que es más importante, son más cariñosas y compasivas que las
personas desdichadas.
Supongamos, por ejemplo, que nos
encontramos en un atasco de tráfico. Después de veinte minutos de espera, los
vehículos empiezan a moverse con lentitud. Vemos entonces a otro coche que nos
hace señales para que le permitamos entrar en nuestro carril y situarse delante
de nosotros. Si nos sentimos de buen humor, lo más probable es que frenemos y
le cedamos el paso.
Pero si nos sentimos irritados,
nuestra respuesta consiste en acelerar y ocupar rápidamente el hueco. Yo llevo
tanta prisa como los demás. Empezamos, pues, con la premisa básica de que el
propósito de nuestra vida consiste en buscar la felicidad. Es una visión de
ella como un objetivo real, hacia cuya consecución podemos dar pasos positivos.
Al empezar a identificar los factores que conducen a una vida más feliz,
aprenderemos que la búsqueda de la felicidad produce beneficios, no sólo para
el individuo, sino también para la familia de éste y para el conjunto de la
sociedad.
Las
fuentes de la felicidad
La felicidad está determinada más
por el estado mental que por los acontecimientos externos. El éxito puede dar
como resultado una sensación temporal de regocijo, o la tragedia puede
arrojamos a un período de depresión, pero nuestro estado de ánimo tiende a
recuperar tarde o temprano un cierto tono normal.
Los psicólogos llaman «adaptación»
a este proceso, y todos podemos observar cómo actúa en nuestra vida cotidiana:
un aumento de sueldo, un coche nuevo o el reconocimiento por parte de nuestros
semejantes pueden levantar nuestro ánimo durante un tiempo, pero no tardamos en
regresar a nuestro nivel habitual. Del mismo modo, la discusión con un amigo,
el tener que dejar el coche en el taller o algún contratiempo nos deja
abatidos, pero nos volvemos a animar en cuestión de días.
Podemos trabajar con el «factor
mental» e intensificar las sensaciones que tenemos de felicidad. Ello se debe a
que nuestra felicidad cotidiana está determinada en buena medida por nuestra
perspectiva. De hecho, que nos sintamos felices o desdichados en un momento
determinado frecuentemente tiene que ver sobre todo con la forma de percibir
nuestra situación, con lo satisfechos que nos sintamos con lo que tenemos
actualmente.
La comparación constante con
quienes son más listos, más atractivos y obtienen más triunfos que nosotros tiende
a alimentar la envidia, la frustración y la infelicidad. Pero también podemos
utilizar esta actitud de una forma positiva; es posible intensificar nuestra
sensación de satisfacción vital paragonándonos con aquellos que son menos
afortunados y apreciando lo que poseemos.
Los investigadores han llevado a
cabo una serie de experimentos que demuestran que el nivel de satisfacción
vital se eleva al cambiar simplemente la perspectiva y considerar situaciones
peores.
Prueba
responder:
Me siento contento por no ser
un………………… Desearía ser………………………………
Estos experimentos, que muestran
que podemos aumentar o disminuir nuestra sensación de satisfacción cambiando
nuestra perspectiva, indican con claridad el papel de la actitud mental.
Satisfacción
interior
A veces parece como si toda nuestra
cultura, la cultura occidental, se basara en la compra; nos hallamos rodeados,
bombardeados por anuncios referidos a los objetos que deberíamos comprar, el
último modelo de coche, etcétera. Resulta difícil no dejarse influir por eso.
Hay muchas cosas que deseamos.
El Dalai Lama explica: -Aunque es
posible alcanzar la felicidad, ésta no es algo simple. Existen muchos niveles en
el budismo, por ejemplo, se hace referencia a los cuatro factores de la
realización o felicidad: riqueza, satisfacción mundana, espiritualidad e
iluminación. Juntos, abarcan la totalidad de las expectativas de felicidad de un individuo.
Dejemos de lado por un momento las más altas aspiraciones religiosas o espirituales,
como la perfección y la iluminación, y abordemos la alegría y la felicidad tal
como las entendemos desde una perspectiva mundana.
Dentro de este contexto, hay
ciertos elementos clave que contribuyen a la alegría y la felicidad. La buena
salud, por ejemplo, se considera un elemento necesario de una vida feliz. Otra
fuente de felicidad son nuestras posesiones materiales o el grado de riqueza
que acumulamos. Y también tener amistades o compañeros. Todos reconocemos que,
para disfrutar de una vida plena, necesitamos de un círculo de amigos con los
que podamos relacionamos emocionalmente y en los que podamos confiar. Pero para
que un individuo pueda utilizarlos plenamente con el propósito de disfrutar de
una vida feliz y realizada, la clave se encuentra en el estado de ánimo. Es lo
esencial. Si utilizamos de forma positiva nuestras circunstancias favorables,
como la riqueza o la buena salud.
Éstas pueden transformarse en
factores que contribuyan a alcanzar una vida más feliz. Y naturalmente,
disfrutamos de nuestras posesiones materiales, éxito, etcétera. Pero sin la
actitud mental correcta, sin atención a ese factor, esas cosas tienen muy poco
impacto sobre nuestros sentimientos a largo plazo. Si, por ejemplo, se abrigan
sentimientos de odio o de intensa cólera se quebranta la salud, destruyendo así
una de las circunstancias favorables.
Cuando uno se siente infeliz o
frustrado, el bienestar físico no sirve de mucha ayuda. Por otro lado, si se
logra mantener un estado mental sereno y pacífico, se puede ser una persona
feliz aunque se tenga una salud deficiente. Todo esto muestra la tremenda
influencia que tiene el estado mental sobre nuestra experiencia cotidiana. Por
tanto, debemos tomar ese factor muy seriamente. Así pues, dejando aparte la
perspectiva de la práctica espiritual, incluso en los términos mundanos del
disfrute de la existencia, cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente,
tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz.
Debería señalar que cuando hablamos
de un estado mental sereno, de paz mental: no debiéramos confundir con un
estado mental insensible y apático. Tener un estado mental sereno o pacífico no
significa permanecer distanciado o vacío. La paz mental o el estado de
serenidad de la mente tiene sus raíces en el afecto y la compasión supone un
elevado nivel de sensibilidad y sentimiento.
Luego, a modo de síntesis, el Dalai
Lama concluyó: Cuando se carece de la disciplina interna que produce la
serenidad mental no importan las posesiones o condiciones externas, ya que
estas nunca proporcionarán a la persona la sensación de alegría y felicidad que
busca. Por otro lado, si se posee esta cualidad interna la serenidad mental y
estabilidad interior, es posible tener una vida gozosa, aunque falten las
posesiones materiales que uno consideraría normalmente necesarias para alcanzar
la felicidad.
Ciertos deseos son positivos. El
deseo de felicidad, por ejemplo, es algo absolutamente correcto. El deseo de
paz, de vivir en un mundo más armonioso, más acogedor. Ciertos deseos son muy
útiles. Pero se llega a un punto en que los deseos pueden ser insensatos. Eso
suele producir problemas. Ahora, por ejemplo, voy a veces al supermercado.
Realmente, me encanta ir al supermercado, porque hay muchas cosas hermosas. Así
que cuando miro todos esos artículos se despierta en mí el deseo y me digo:
".Quiero esto, quiero aquello". Y es entonces cuando surge un segundo
impulso y me pregunto: Pero ¿lo necesito realmente?
Habitualmente, la respuesta es
negativa. Si uno se deja llevar por el primer deseo, por ese impulso inicial,
los bolsillos no tardan en quedar vacíos. No obstante, el otro, nivel de deseo,
basado en las necesidades esenciales de alimento, vestido y cobijo, es
razonable. La frontera entre lo negativo y lo positivo de un deseo o acción no
viene determinada por la satisfacción inmediata, sino por los resultados
finales, por las consecuencias positivas o negativas. En el caso de desear
posesiones más caras, por ejemplo, si eso se basa en una actitud mental que
sólo desea más y más, llegarás finalmente al límite de lo que puedes tener, te
encontrarás con la realidad. Y una vez que llegues a ese límite te hundirás en
la depresión. Ese es uno de los peligros inherentes a semejantes deseos.
Valor
interior
Ya hemos visto que trabajar en
nuestra perspectiva mental es un medio más efectivo para alcanzar la felicidad
que buscarla en fuentes externas, como la riqueza, la posición y hasta la
salud. Otra fuente interna de felicidad, estrechamente relacionada con un
sentimiento de satisfacción, es la conciencia del propio valor, existe otra
fuente de valor y dignidad a partir de la cual puede uno relacionarse con otros
seres humanos. Puedes relacionarte con ellos porque perteneces a la comunidad
humana. Compartes ese vínculo con todos.
Y ese vínculo es suficiente para
crear una conciencia de valor y dignidad y puede convertirse en un consuelo en
el caso de que pierdas todo lo demás. Creo que la vida resulta muy dura sin ese
sentimiento de afecto y conexión con los demás seres humanos.
Felicidad
frente a placer
Hay veces en que la gente confunde
felicidad con placer. Hace no mucho tiempo, por ejemplo, pronuncié una
conferencia ante un público indio en Rajpur. Dije que el propósito de la vida
era la felicidad; un miembro del público señaló que Rajneesch enseña que
nuestro momento más feliz se produce durante la actividad sexual, de modo que
uno debe ser más feliz a través del sexo. -El Dalai Lama se echó a reír
cordialmente-. Quería saber qué pensaba yo de esa idea. Le contesté que, desde
mi punto de vista, la felicidad más alta se produce al llegar a la fase de
liberación, en la que ya no existe más sufrimiento. Eso sí que es felicidad
duradera. La auténtica felicidad se relaciona más con la mente que con el
corazón. La felicidad que depende principalmente del placer físico es
inestable; un día existe y al día siguiente puede haber desaparecido, la
felicidad y el placer eran dos cosas diferentes. Sin embargo, los seres humanos
tenemos tendencia a confundirlas.
Todos los días nos enfrentamos con
numerosas alternativas y, por mucho que lo intentemos, a menudo no elegimos lo
que es «bueno para nosotros». Ello está relacionado en parte con el hecho de
que la «elección correcta» a menudo supone sacrificar nuestro placer.
Los hombres siempre se han
esforzado por tratar de definir el papel del placer en nuestras vidas, y toda
una legión de filósofos, teólogos y psicólogos han explorado nuestra relación
con él. En realidad, ninguno de nosotros necesita de filósofos, psicoanalistas
o científicos para que nos ayuden a comprender qué es el placer. Lo sabemos
cuándo lo sentimos. Lo reconocemos en el contacto o la sonrisa de un ser
querido, en el lujo de un baño caliente una tarde lluviosa y fría, en la
belleza de una puesta de sol. Pero muchos de nosotros también experimentamos placer
en la frenética rapsodia de la cocaína, en el éxtasis de un «viaje» de heroína,
en la diversión tumultuosa de una juerga llena de alcohol, en el arrobamiento
de los excesos sexuales, en el entusiasmo de un acierto en el juego. Ésos
también son placeres muy reales, con los que muchos de nosotros aprendemos a
convivir.
Aunque no hay formas fáciles de
evitar estos placeres destructivos, disponemos afortunadamente de una certeza
como punto de partida: el simple hecho de recordar que lo que buscamos en la vida
es la felicidad. Tal como señala el Dalai Lama, ése es un hecho incontestable.
Si afrontamos la vida teniéndolo en cuenta, nos será más fácil renunciar a las
cosas que, en último término, son nocivas, aunque nos proporcionen un placer
momentáneo.
La razón por la que suele ser tan
difícil decir «no» se encuentra en la misma palabra «no», asociada a ideas de
rechazo, de renuncia, de negación de nosotros mismos. Pero existe un enfoque
que puede ayudamos: enmarcar cualquier decisión que afrontemos preguntándonos:
¿Me producirá felicidad? Esa simple pregunta puede ser una poderosa ayuda en
todas las circunstancias: no sólo en la decisión sobre consumir drogas o tomar
esa tercera ración de pastel de plátanos con crema; contribuye a enfocarlo todo
desde un ángulo distinto. Al afrontar nuestras decisiones cotidianas teniendo
esto en cuenta, desplazamos el centro de atención, de aquello a lo que
renunciamos a la búsqueda de la felicidad definitiva.
Una clase de felicidad que, como
definió el Dalai Lama, sea estable y persistente. Un estado de felicidad que
permanezca, a pesar de los altibajos de la vida y de las fluctuaciones de
nuestro estado de ánimo, como parte de la matriz misma de nuestro ser. Desde
esa perspectiva nos resultará más fácil tomar la «decisión correcta» porque
estaremos actuando para dotarnos de algo permanente, con una actitud que supone
moverse hacia algo, en lugar de alejarse, que significa abrazar la vida en
lugar de rechazada. Este movimiento hacia la felicidad puede tener un efecto
muy profundo: puede hacemos más receptivos, más abiertos a la alegría de vivir.
Entrenar
la mente para la felicidad.
El camino hacia la felicidad
El hecho de señalar el estado
mental como el factor fundamental para alcanzar la felicidad no significa negar
que debemos satisfacer nuestras necesidades físicas básicas de alimentación,
vestidlo y cobijo. Pero, una vez satisfechas esas necesidades, el mensaje es
claro: no necesitamos más dinero, ni más éxito o fama, no necesitamos tener un
cuerpo perfecto ni una pareja perfecta... en este momento tenemos ya una mente
con todo lo imprescindible para alcanzar la completa felicidad.
Al presentar este enfoque para
trabajar con la mente, el Dalai Lama dijo: -Al referirnos a la «mente» o
«conciencia», no debemos olvidar que hay muchas variedades de ella. Tal como
sucede con las condiciones externas o los objetos, unos son muy útiles, otros
nocivos y algunos neutros; al tratar con la materia exterior solemos
identificar primero las sustancias útiles, para cultivarlas y beneficiarnos, y
nos libramos de las nocivas. De modo similar, hay miles de «mentalidades»
diferentes. Entre ellas, algunas son muy útiles y deberíamos fomentarlas. Otras
son negativas, muy nocivas, y deberíamos intentar desecharlas.
Así pues, el primer paso en la búsqueda
de la felicidad es aprender. Primero tenemos que aprender cómo las emociones y
los comportamientos negativos son nocivos y cómo son útiles las emociones
positivas. Tenemos que darnos cuenta de que dichas emociones no sólo son malas
para cada uno de nosotros, personalmente, sino también para la sociedad y el
futuro del mundo. Saberlo fortalece nuestra determinación de afrontarlas y
superarlas.
Por otra parte, debemos ser
conscientes de los efectos beneficiosos de las emociones y comportamientos positivos;
ello nos llevará a cultivar, desarrollar y aumentar esas emociones, por difícil
que sea: tenemos una fuerza interior espontánea. A través de este proceso de
aprendizaje, del análisis de pensamientos y emociones, desarrollamos
gradualmente la firme determinación de cambiar, con la certidumbre de que
tenemos en nuestras manos el secreto de nuestra felicidad, de nuestro futuro, y
de que no debemos desperdiciarlo.
Si se desea la felicidad, se
deberían buscar las causas que en otras ocasiones la han producido, y si no se
desea el sufrimiento, debería procurarse que no vuelvan a presentarse las
causas y condiciones que dieron lugar al mismo. Es muy importante aprender a
apreciar este principio. Hemos hablado de la importancia suprema del factor
mental para alcanzar la felicidad. Nuestra siguiente tarea, por tanto, consiste
en examinar la variedad de estados mentales que experimentamos. Necesitamos
identificarlos con claridad y clasificarlos en función de que nos conduzcan o
no a la felicidad.
Por ejemplo, el odio, los celos, la
cólera, son nocivos -explicó el Dalai Lama-. Los consideramos estados negativos
de la mente porque destruyen nuestro bienestar mental; cuando se abrigan
sentimientos de odio o de animadversión hacia alguien, cuando la persona se siente
llena de odio o de emociones negativas, todo nos parece hostil. La consecuencia
es que hay más temor, una mayor inhibición e indecisión una sensación de
inseguridad. Estas cosas, al igual que la soledad se desarrollan en un mundo
que se considera hostil.
Todos estos sentimientos negativos
se desarrollan debido al odio. Por otro lado los estados mentales como la
afabilidad y la compasión son definitivamente muy positivos. Son muy útiles yo
considero saludable a una persona compasiva, cálida y de corazón bondadoso. «Si
tienes sentimientos de compasión y deseas ser amable, hay algo que abre
automáticamente tu puerta interior y puedes comunicarte mucho más fácilmente
con otras personas. Ese sentimiento de cordialidad ayuda a abrirse a los demás.
Se descubre entonces que todos los
seres humanos son como uno mismo, de modo que puedes relacionarte más
fácilmente con ellos.» Eso genera un espíritu de amistad. Entonces hay menos
necesidad de ocultar las cosas y, como resultado, desaparecen los sentimientos
de temor, las dudas sobre uno mismo y la inseguridad. Eso inspira también
confianza en torno a ti. Podría pasar, por ejemplo, que encontraras a alguien
muy competente, y supieras que puedes confiar en sus aptitudes, pero si esa
persona no es amable, surgen en ti algunas reservas. Piensas: Bueno sé que es
capaz, pero ¿Puedo confiar realmente en él?». El recelo siempre te distanciará.
En cualquier caso, creo que cultivar los estados mentales positivos, como la
amabilidad y la compasión, conduce decididamente a una mejor salud psicológica
y a la felicidad.
Disciplina
mental
Mientras él hablaba, encontré algo
muy atractivo en su enfoque para alcanzar la felicidad. Era absolutamente
práctico y racional: había que identificar y cultivar los estados mentales
positivos, así como identificar y eliminar los estados mentales negativos.
Clasifica las emociones simplemente sobre la base de si conducen o no a la
felicidad última. Para alcanzar la felicidad hay que utilizar una variedad de
enfoques y métodos, superar los variados y complejos estados negativos. Si
tratas de superar ciertas formas negativas de pensar, no podrás conseguirlo
practicando una técnica una o dos veces. El cambio requiere tiempo. Hasta el
cambio físico lo exige.
Si la felicidad depende simplemente
del cultivo de estados mentales positivos, como por ejemplo la afabilidad, ¿por
qué hay tanta gente desdichada?
Alcanzar la verdadera felicidad
exige producir una transformación en las perspectivas, en la forma de pensar, y
eso no es tan sencillo -contestó-. Para ello es preciso aplicar muchos factores
diferentes desde distintas direcciones. No se debería tener-, por ejemplo, la
idea de que sólo existe una clave, un secreto que, si se llega a desvelar, hará
que todo marche bien. Es como cuidar adecuadamente del propio cuerpo; se
necesitan diversas vitaminas y nutrientes, no sólo uno o dos. Del mismo modo,
para alcanzar la felicidad hay que utilizar una variedad de enfoques y métodos,
superar los variados y complejos estados negativos. Si tratas de superar
ciertas formas negativas de pensar, no podrás conseguirlo practicando una
técnica una o dos veces. El cambio requiere tiempo. Hasta el cambio físico lo
exige.
Si te trasladas de un clima a otro,
por ejemplo, el cuerpo necesita tiempo para adaptarse. Hay muchos rasgos
mentales negativos, de modo que afrontarlos y contraatacar no es fácil.
Requiere la reiterada aplicación de diversas técnicas y tomarse el tiempo
necesario para familiarizarse con ellas. Se trata de un proceso de aprendizaje.
A medida que pasa el tiempo, se van
acumulando los cambios positivos. Cada día, al levantarte, puedes desarrollar
una sincera motivación positiva al pensar: "Utilizaré este día de una
forma más positiva. No desperdiciaré este día". Luego, por la noche, antes
de acostarte, analiza lo que has hecho y pregúntate: "¿Utilicé este día
como lo tenía previsto?". Si todo se desarrolló tal como lo habías
pensado, deberías alegrarte por ello. Si alguna cosa salió mal, lamenta lo que
hiciste y examínalo críticamente. Gracias a métodos como éste, puedes ir
fortaleciendo los aspectos positivos de la mente.
Primero se debe aprender el valor
positivo de las prácticas, luego incrementar mi determinación y finalmente
tratar de ponerlas en práctica. Al principio, la utilización de las prácticas
positivas es muy débil, porque las influencias negativas siguen siendo muy
poderosas. Finalmente, sin embargo, a medida que intensificas las prácticas
positivas, disminuyen los comportamientos negativos. Así que, en realidad, la
práctica del Dharma es una batalla constante dentro de nosotros, en lo que se
trata de sustituir el condicionamiento o la costumbre negativa por un
condicionamiento positivo.
No hay actividad que no se torne
más fácil gracias al entrenamiento constante. Podemos cambiar, transformarnos a
través del entrenamiento. En la práctica budista existen varios métodos para
mantener una mente serena cuando sucede algo perturbador. La práctica repetida
de ellos nos permite llegar a un punto en el que los efectos negativos de una
perturbación no pasen más allá del nivel superficial de nuestra mente, como las
olas que agitan la superficie del océano pero que no tienen gran efecto en sus
profundidades y aunque mi experiencia sea escasa, he descubierto que eso es
cierto. Por tanto, si recibo una noticia trágica, es posible que experimente
alguna perturbación en la mente, pero ésta desaparece muy rápidamente. O quizá
me sienta irritado y manifieste enfado, pero siempre se disipa con rapidez. Eso
es lo que se logra mediante la práctica gradual. No olvidemos que no es algo
que se consiga de la noche a la mañana. Desde luego que no. El Dalai Lama lleva
ejercitando su mente desde que tenía cuatro años.
El cerebro parece constituir la
base fisiológica de la posibilidad de transformar nuestras mentes. Al movilizar
nuestros pensamientos y practicar nuevas formas de pensar, podemos reconfigurar
nuestras células nerviosas y cambiar la forma en que funciona nuestro cerebro.
También constituye la base para la idea de que la transformación interna se
inicia con el aprendizaje (nueva información) e implica la disciplina de
sustituir gradualmente nuestro «condicionamiento negativo» (que se corresponde
con nuestra característica actual de pautas de activación celular nerviosa).
Por un «condicionamiento positivo»
(formar nuevos circuitos neuronales). Así pues, la idea de entrenar a la mente
para alcanzar la felicidad se convierte en una posibilidad real.
El término Dharma tiene muchas
connotaciones; no existe un equivalente exacto en el léxico español. Se utiliza
con frecuencia para referirse a las enseñanzas y doctrina de Buda, incluido el
cuerpo tradicional de escrituras, así como el estilo de vida y la conciencia
que se derivan de la aplicación de las enseñanzas. A veces, los budistas
utilizan la palabra en un sentido general, para referirse a prácticas
espirituales o religiosas, a la ley espiritual universal o a la verdadera
naturaleza de los, fenómenos, y el término Buddhadharma, más específico, para
los principios y prácticas del camino budista. La palabra sánscrita Dharma deriva
de una raíz que significa "sostener» y, en este sentido, tiene un
significado más amplio, al referirse a cualquier comportamiento o comprensión
que sirva para «sostener» al individuo y protegerlo del sufrimiento y sus
causas.
Recuperar
nuestro estado innato de felicidad.
Nuestra naturaleza fundamental
-Estamos hechos para buscar la
felicidad. Y está claro que los sentimientos de amor, afecto, intimidad y
compasión traen consigo la felicidad. Estoy convencido de que todos poseemos la
base para ser felices, para acceder a esos estados cálidos y compasivos de la
mente que aportan felicidad -afirmó el Dalai Lama-. De hecho, una de mis
convicciones fundamentales es que no sólo poseemos el potencial necesario para
la compasión, sino que la naturaleza básica o fundamental de los seres humanos
es la benevolencia.
-¿En qué funda esa convicción?
-La doctrina de la «naturaleza de
Buda» aporta fundamentos para creer que la naturaleza de todos los seres
sensibles es esencialmente benévola y no agresiva. Pero ese punto de vista
también se puede adoptar sin necesidad de recurrir a la «naturaleza de Buda».
En la filosofía budista, la
«naturaleza de Buda» se refiere a la naturaleza fundamental, básica y más sutil
de la mente. Presente en todos los seres humanos, no puede alcanzarse cuando
hay emociones o pensamientos negativos. También baso esta convicción en otros
motivos. Creo que la cuestión del afecto y la compasión no pertenece
exclusivamente a la esfera religiosa, sino que es indispensable en las
consideraciones cotidianas.
Si analizamos la existencia, vemos
que estamos fundamentalmente alentados por el afecto de los demás. Eso es algo
que se inicia ya en el momento de nacer. Nuestro primer acto después de nacer
es mamar de nuestra madre, o de alguna otra mujer. Hay en ello afecto y
compasión. Sin eso no podríamos sobrevivir, está claro. Y esa acción no puede
realizarse a menos que exista un sentimiento mutuo de afecto. El niño, si no
nota sentimientos de afecto, si no tiene vinculación con la persona que le da
la leche, es posible que rechace el alimento. Y si no hay afecto por parte de
la madre o de alguna otra persona, es posible que no se le ofrezca libremente
la leche. Así es la vida. Ésa es la realidad.
-Naturalmente, no podemos pasar por
alto el hecho de que los conflictos y las tensiones existen, no sólo dentro del
individuo, sino también en la familia, en nuestras relaciones, nuestro país y
el mundo. Así pues, al abordar esta situación, algunas personas llegan a la
conclusión de que la naturaleza humana es básicamente agresiva. Quizá miren la
historia humana y sugieran que, en comparación con otros mamíferos, el
comportamiento humano es mucho más agresivo. O quizá admitan: «Sí, la compasión
forma parte de nosotros, pero la cólera también. Ambas constituyen una parte de
nuestra naturaleza, ambas se encuentran más o menos al mismo nivel». A pesar de
todo -siguió diciendo con firmeza, adelantando la cabeza, tenso y alerta-, sigo
estando convencido de que la naturaleza humana es esencialmente compasiva y
bondadosa. Ésa es la característica predominante. La cólera, la violencia y la
agresividad pueden surgir, ciertamente, pero creo que se producen en un nivel
secundario y más superficial; en cierto modo brotan cuando nos sentimos
frustrados en nuestros esfuerzos por lograr amor y afecto. No forman parte de
nuestra naturaleza básica.
Así que, por mucha violencia que
exista y a pesar de las penalidades por las que tengamos que pasar, estoy
convencido de que la solución definitiva de nuestros conflictos, tanto internos
como externos; consiste en volver a nuestra naturaleza humana básica, que es
bondadosa y compasiva. Miró de nuevo su reloj y empezó a reír de un modo
afable.-y ahora... creo que es mejor que lo dejemos aquí. ¡Ha sido un día muy
largo! Recogió los zapatos que se había quitado durante la conversación y se
retiró a su habitación.
La cuestión de la naturaleza humana
Durante las últimas décadas, la
visión del Dalai Lama sobre la naturaleza compasiva de los seres humanos parece
estar ganando terreno en Occidente, fruto de un gran esfuerzo. En el
pensamiento occidental se halla profundamente arraigada la idea de que el
comportamiento humano es esencialmente egoísta. Nuestra cultura se ha visto
dominada durante siglos por la convicción de que no sólo somos congénitamente
egoístas, sino también agresivos. Claro que asimismo son muchas las personas
que han mantenido el punto de vista opuesto.
A mediados del siglo XVIII, por
ejemplo, David Hume escribió mucho sobre la «benevolencia natural» de los seres
humanos. Un siglo más tarde, incluso Charles Darwin atribuyó a nuestra especie
un «instinto de simpatía». Pero, por alguna razón, en nuestra cultura ha echado
raíces el punto de vista más pesimista sobre la humanidad, al menos desde el
siglo XVII, bajo la influencia de filósofos como Thomas Hobbes, quien tuvo una
visión bastante pesimista de la especie humana, a la que consideraba violenta,
competitiva y en conflicto continuo, únicamente preocupada por el interés
propio. Hobbes, que se hizo famoso por descartar cualquier atisbo de bondad
humana básica, fue descubierto en cierta ocasión dándole dinero a un mendigo en
la calle. Al ser interrogado acerca de este impulso de generosidad, afirmó: «No
lo hago para ayudarle, sino para aliviar mi propia angustia al ver su pobreza».
Están descubriendo que las personas sin estrechos lazos sociales tienen una
salud deficiente, niveles más elevados de infelicidad y son más vulnerables al
estrés.
Abrirse para ayudar a los demás
puede ser tan fundamental para nuestra naturaleza como la comunicación. Podría
establecerse una analogía con el desarrollo del lenguaje, que, como la
capacidad para la compasión y el altruismo, es una de las magníficas
características de la raza humana. Hay zonas del cerebro específicamente
dotadas para el desarrollo del lenguaje. Si nos vemos expuestos a unas
condiciones ambientales correctas, como por ejemplo una sociedad en la que se
habla, esas zonas del cerebro empiezan a desarrollarse y a madurar y aumenta
nuestra capacidad para el lenguaje. Del mismo modo, todos los seres humanos
pueden poseer la «semilla de la compasión», que florecerá en condiciones
adecuadas, en el hogar, en el conjunto de la sociedad quizá, más tarde, gracias
a nuestros propios y decididos esfuerzos.
Animados por esta idea, los
investigadores tratan de descubrir ahora cuáles son las condiciones ambientales
óptimas para la maduración de esa semilla en los niños. Por el momento han
identificado varios factores: tener padres capaces de regular sus propias
emociones, con un comportamiento altruista que los niños puedan imitar, que
establezcan límites apropiados para el comportamiento del niño, que infundan en
él responsabilidad y que utilicen el razonamiento para dirigir su atención
hacia estados afectivos y hacia las consecuencias que puede tener su
comportamiento sobre los demás. Una vez que llegamos a la conclusión de que la
naturaleza básica de la humanidad es compasiva en lugar de agresiva, nuestra
relación con el mundo que nos rodea cambia inmediatamente. Ver a los demás como
básicamente compasivos en lugar de hostiles y egoístas nos ayuda a relajamos, a
confiar, a sentimos a gusto. Nos hace más felices.
Meditación sobre el propósito de la
vida.
El propósito de nuestra vida es la
felicidad. Esa simple afirmación puede utilizarse como una poderosa herramienta
para navegar a través de los problemas cotidianos. Desde esa perspectiva,
nuestra tarea consiste en descartar las que conducen al sufrimiento y acumular
aquellas otras que conducen a la felicidad. El método, la práctica diaria,
supone incrementar nuestra comprensión de lo que conduce verdaderamente a la felicidad.
Cuando la vida se hace demasiado
complicada y nos sentimos abrumados, a menudo resulta muy útil retroceder un
poco y recordar cuál es nuestro propósito, nuestro objetivo esencial. Al
afrontar la sensación de estancamiento y confusión, puede sernos útil tomar una
hora, una tarde o incluso varios días para reflexionar y determinar qué es lo
que nos aportará verdaderamente felicidad, para luego organizar nuestras
prioridades. Eso puede resituar nuestra vida en el contexto adecuado, permitir
una nueva perspectiva y ver el camino correcto. De vez en cuando, tenemos que
afrontar decisiones fundamentales que pueden afectar al curso de nuestras
vidas. Quizá decidamos, por ejemplo, contraer matrimonio, tener hijos o
estudiar para ser abogados, artistas o electricistas.
Una de dichas decisiones puede ser
también la firme resolución de ser felices, de conocer los factores que
conciernen a la consecución de la felicidad y dar pasos en esa dirección.
Volverse hacia la felicidad como un objetivo alcanzable y tomar la decisión de
buscarla de manera sistemática, puede cambiar profundamente nuestra vida. El
conocimiento que tiene el Dalai Lama de los factores que, en último término,
conducen a la felicidad, proviene de toda una vida de observación metódica de
su propia mente, de exploración de la condición humana, dentro del marco
establecido por Buda hace veinticinco siglos. Así, el Dalai Lama ha llegado a
algunas conclusiones definitivas sobre qué actividades y pensamientos son más
valiosos.
Sintetizó sus convicciones en las
siguientes palabras, sobre las que se
debe meditar.
-A veces, al encontrarme con viejos
amigos, recuerdo lo rápidamente que pasa el tiempo. Y eso hace que me pregunte
si lo utilizamos adecuadamente. La utilización adecuada del tiempo es muy importante.
Con este cuerpo y especialmente con este extraordinario cerebro humano, cada
minuto es precioso. Nuestra existencia cotidiana está llena de esperanza, a
pesar de que nada garantiza nuestro futuro. Nada nos asegura que mañana, a esta
misma hora, estaremos aquí. A pesar de ello, trabajamos esperanzados. Así pues,
necesitamos hacer el mejor uso posible de él. Estoy convencido de que la
utilización adecuada del tiempo consiste en servir a otras personas, a otros
seres sensibles. Si no pudiera ser así, evitemos al menos causarles daño. Creo
que ésa es toda la base de mi filosofía.
»Así pues, reflexionemos sobre cuál
es el verdadero valor en la vida, qué da significado a nuestras vidas, y
establezcamos nuestras prioridades sobre esa base. El propósito de nuestra vida
ha de ser positivo. No nacimos con el propósito de causar problemas, de hacer
daño a los demás. Para que nuestra vida sea valiosa, tenemos que desarrollar
buenas cualidades, como cordialidad, afabilidad y compasión. Entonces, nuestra
vida podrá ser más significativa y pacífica, más feliz.
Compasión
y calidez humanas
¿Se siente solo alguna vez? -No -se
limitó a contestar. ¿A qué lo atribuye?
Se quedó un momento pensativo antes
de contestar. -Creo que una de las razones es que suelo mirar a todo ser humano
desde un ángulo positivo, intento buscar sus aspectos positivos. Esa actitud
crea inmediatamente una sensación de afinidad, una especie de conexión. »Quizá
se deba a que existe por mi parte menos recelo, menos temor a que si actúo de
determinada manera quizá la persona me pierda el respeto o piense que soy un
extraño. Como ese temor no existe provoco una especie de apertura.
Creo que ése es el factor
principal. Mientras me esforzaba por captar el alcance de lo que decía,
pregunté: -Pero ¿cómo se llega a esa actitud, a no temer ser juzgado por los
demás, a despertar su antipatía? ¿Existen métodos específicos al alcance de una
persona corriente para desarrollar esa cualidad?
Primero hay que darse cuenta de la
utilidad de la compasión -me contestó con un tono de profunda convicción-. Ese
es el factor clave. Una vez que se ha aceptado que la compasión no es algo
infantil o sentimental, una vez que has comprendido su valor más profundo,
desarrollas inmediatamente el deseo de cultivarla. Y en cuanto estimulas la
actitud compasiva en tu mente, en cuanto se hace activa, tu actitud hacia los
demás cambia automáticamente. Si te acercas a los demás con disposición
compasiva, reducirás tus temores, lo que te permitirá una mayor apertura. Creas
un ambiente positivo y amistoso. Con esa actitud abres la posibilidad de
recibir afecto o de obtener una respuesta positiva de la otra persona. Y,
aunque el otro no se muestre afable o no responda de una forma positiva, al
menos te habrás aproximado a él con una actitud abierta, que te proporciona
flexibilidad y libertad para cambiar tu enfoque cuando sea necesario. Esa clase
de apertura facilita al menos la posibilidad de tener una conversación
significativa con el otro. Pero sin esa actitud de compasión, si estás cerrado,
irritado o indiferente, te sentirás incómodo aunque seas abordado por tu mejor
amigo.
»Creo que en muchos casos la gente
espera que sean los otros quienes actúen primero de forma positiva, en lugar de
tomar la iniciativa de crear esa posibilidad. Tengo la impresión de que eso es
un error, que provoca problemas y que puede actuar como una barrera que
únicamente sirve para promover el aislamiento. Así pues, si deseas superar ese
sentimiento, creo que la actitud que se adopte establece una diferencia
tremenda. Y la mejor forma es acercarse a los demás con el pensamiento de la
compasión en la propia mente.
Un
nuevo modelo de relación íntima.
Compasión y calidez humanas
Pregunta al Dalai Lama: ¿Se siente
solo alguna vez? -No -se limitó a contestar. No estaba preparado para esta
respuesta. Imaginé que diría más o menos: «Desde luego... De vez en cuando,
todo el mundo se siente algo solo». Y luego yo le preguntaría cómo afrontaba la
soledad. Yo no esperaba que alguien me contestara que nunca se sentía solo.
-¿No? -le pregunté de nuevo,
incrédulo. -No. -¿A qué lo atribuye?
Se quedó un momento pensativo antes
de contestar. -Creo que una de las razones es que suelo mirar a todo ser humano
desde un ángulo positivo, intento buscar sus aspectos positivos. Esa actitud
crea inmediatamente una sensación de afinidad, una especie de conexión. Quizá
se deba a que existe por mi parte menos recelo, menos temor a que si actúo de
determinada manera quizá la persona me pierda el respeto o piense que soy un
extraño. Como ese temor no existe provoco una especie de apertura. Creo que ése
es el factor principal. Mientras me esforzaba por captar el alcance de lo que
decía, pregunté:
-Pero ¿cómo se llega a esa actitud,
a no temer ser juzgado por los demás, a despertar su antipatía? ¿Existen
métodos específicos al alcance de una persona corriente para desarrollar esa
cualidad?
-Primero hay que darse cuenta de la
utilidad de la compasión -me contestó con un tono de profunda convicción-. Ese
es el factor clave. Una vez que se ha aceptado que la compasión no es algo
infantil o sentimental, una vez que has comprendido su valor más profundo,
desarrollas inmediatamente el deseo de cultivarla. Y en cuanto estimulas la
actitud compasiva en tu mente, en cuanto se hace activa, tu actitud hacia los
demás cambia automáticamente. Si te acercas a los demás con disposición
compasiva, reducirás tus temores, lo que te permitirá una mayor apertura.
Creas un ambiente positivo y
amistoso. Con esa actitud abres la posibilidad de recibir afecto o de obtener
una respuesta positiva de la otra persona. Y, aunque el otro no se muestre
afable o no responda de una forma positiva, al menos te habrás aproximado a él con
una actitud abierta, que te proporciona flexibilidad y libertad para cambiar tu
enfoque cuando sea necesario. Esa clase de apertura facilita al menos la
posibilidad de tener una conversación significativa con el otro. Pero sin esa
actitud de compasión, si estás cerrado, irritado o indiferente, te sentirás
incómodo aunque seas abordado por tu mejor amigo.
Creo que en muchos casos la gente
espera que sean los otros quienes actúen primero de forma positiva, en lugar de
tomar la iniciativa de crear esa posibilidad. Tengo la impresión de que eso es
un error, que provoca problemas y que puede actuar como una barrera que
únicamente sirve para promover el aislamiento. Así pues, si deseas superar ese
sentimiento, creo que la actitud que se adopte establece una diferencia
tremenda. Y la mejor forma es acercarse a los demás con el pensamiento de la
compasión en la propia mente.
Mi sorpresa ante la afirmación del
Dalai Lama de que nunca se sentía solo era proporcional a mi convicción de la
omnipresencia de la soledad en nuestra sociedad, que no nacía simplemente de mi
propia sensación de soledad, o del omnipresente paso por ella que revelaba mi
práctica psiquiátrica. Durante los últimos veinte años, los psicólogos han
empezado a estudiar la soledad de una forma científica y han realizado
numerosas investigaciones. Uno de los descubrimientos más notables es que casi
todas las personas manifiestan haber padecido en algún momento soledad. En una
amplia encuesta realizada en Estados Unidos, una cuarta parte de los adultos dijeron
que se habían sentido muy solos al menos una vez durante las dos semanas
anteriores. Aunque a menudo pensamos en la soledad crónica como un padecimiento
particularmente difundido solamente entre los ancianos, aislados en viviendas
vacías o en los patios traseros de las residencias, la investigación revela que
los adolescentes y los adultos jóvenes se sienten solos con la misma frecuencia
que los ancianos.
Debido al aumento de la soledad,
los investigadores han empezado a examinar las complejas variables que pueden
contribuir a fomentarla. Así han descubierto, por ejemplo, que los individuos
solitarios tienen problemas para abrirse hacia los demás, dificultades para
comunicarse y para escuchar y les faltan ciertas habilidades sociales como
saber mantener una conversación (cuándo asentir con un gesto, cómo responder
apropiadamente o cuándo callarse). Esta investigación sugiere que una
estrategia para superar la soledad sería la de trabajar en la mejora de estas
habilidades sociales. La estrategia del Dalai Lama, sin embargo, parecía
soslayar la cuestión de las habilidades sociales o de los comportamientos
externos, para dirigirse directamente al corazón, al valor de la compasión y el
cultivo de la misma.
A pesar de mi sorpresa inicial,
mientras le oía hablar tuve el firme convencimiento de que, efectivamente,
nunca se sentía solo. Había pruebas que apoyaban su afirmación. Yo mismo había
sido testigo con frecuencia de su primera interacción con alguien totalmente
extraño para él, y el resultado era invariablemente positivo. Empezó a quedar
claro que estas interacciones positivas no eran accidentales o simplemente el
resultado de una personalidad afable. Percibí que había dedicado mucho tiempo a
pensar en la importancia de la compasión, a cultivarla cuidadosamente y a
utilizarla para preparar el terreno de su experiencia cotidiana, haciéndolo
fértil para las interacciones positivas con las demás personas, un método que
puede utilizar cualquiera que sufra de soledad.
Dependencia
de los demás frente a independencia
-La semilla de la perfección está
presente en el interior de todos los seres. No obstante, se necesita compasión
para activarla. El Dalai Lama introdujo con estas palabras el tema de la
compasión ante un público silencioso, compuesto por unas mil quinientas
personas, buena parte de las cuales estaban consagradas al estudio del budismo.
A continuación empezó a hablar de la doctrina budista del campo de mérito. En
el sentido budista, el mérito son las huellas positivas en la mente, o
«continuum mental», como resultado de acciones positivas. El Dalai Lama explicó
que un campo de mérito es una fuente de la que se puede extraer mérito.
Según la teoría budista, son los
méritos acumulados los que determinan las condiciones de los renacimientos
futuros. La doctrina budista especifica dos campos de mérito: el de los budas y
el de otros seres sensibles. Una forma de acumular mérito consiste en generar
respeto, fe y confianza en los budas, en los seres iluminados. La otra supone
practicar la amabilidad, la generosidad, la tolerancia, y evitar acciones
negativas, como matar, robar y mentir. Esta forma exige interacción con los
demás, en lugar de interacción con los budas. Por eso, señaló el Dalai Lama,
los otros pueden sernos de gran ayuda para acumular mérito.
La descripción que hace el Dalai
Lama de otras personas como un campo de mérito posee una hermosa calidad
lírica, producto de una gran imaginación.
- ... el otro día hablé sobre los
factores necesarios para disfrutar de una vida feliz y gozosa, como la buena
salud, los bienes materiales, los amigos, etcétera. Y todos ellos dependen de
nuestros semejantes. Para mantener una buena salud se necesitan los
medicamentos fabricados por otros y servicios de atención sanitaria ofrecidos
por otros. Si examinan todas las cosas que les proporcionan bienestar,
descubrirán que no existe ningún objeto que no tenga conexión con otras
personas. Si lo piensan cuidadosamente, verán que en la fabricación de esos
objetos intervienen muchas personas, ya sea directa o indirectamente. No hace
falta decir que cuando hablamos de buenos amigos y compañeros como otro factor
necesario para llevar una vida feliz, hablamos de interacción con otros seres
sensibles, con otros seres humanos.
Como pueden ver, todos esos
factores se hallan inextricablemente unidos con los esfuerzos y la cooperación
de otras personas. Los otros seres son indispensables. Así que, a pesar de que
el proceso de relacionarse con los demás suponga a veces momentos difíciles,
disputas, debemos intentar mantener una actitud de amistad y cordialidad, de
modo que la interacción con ellos nos proporcione una vida feliz. Mientras él
hablaba, experimenté una resistencia instintiva. A pesar de que siempre he
valorado y disfrutado de mis amigos y mi familia, siempre me he considerado una
persona independiente. De hecho, me enorgullezco de esta cualidad.
Secretamente, tiendo a considerar con cierto desprecio a las personas
dependientes, lo que no deja de ser una señal de debilidad.
Relaciones
íntimas
Nuestra necesidad de los demás es
paradójica. Al mismo tiempo que en nuestra cultura exaltamos la más feroz
independencia, también anhelamos la intimidad y la conexión con una persona
especial y querida. Centramos toda nuestra energía en encontrar a esa persona
que pueda curar nuestra soledad y que, sin embargo, intensifique nuestra
ilusión de seguir siendo independientes. Aunque resulta difícil alcanzar esa
conexión con una persona, descubrí que el Dalai Lama mantiene relaciones con
tantas personas como le es posible y que eso es lo que nos recomienda a todos.
De hecho, su objetivo es conectarse con todos.
Una tarde, al reunirme con él en la
suite de su hotel en Arizona, empecé diciéndole:
-En su charla de ayer por la tarde
habló de la importancia de los demás, describiéndolos como un campo de mérito.
Pero hay realmente tantas formas diferentes de relacionamos con los demás...
-Eso es muy cierto -dijo el Dalai
Lama.
-Existe, por ejemplo, una clase de
relación que es muy valorada en Occidente -observé-. Me refiero a la que se
caracteriza por una profunda intimidad entre dos personas, compartiendo los
sentimientos más profundos. La gente cree que si no se mantiene una relación
semejante es como si algo faltara en sus vidas... De hecho, la psicoterapia
occidental trata de ayudar a menudo a las personas a que desarrollen ese tipo
de relación íntima...
-Sí, creo que esa intimidad puede
verse como algo positivo -asintió el Dalai Lama-. Si alguien se ve privado de
esa clase de intimidad, puede sufrir trastornos.
-Me preguntaba entonces... -seguí
diciendo-. Mientras estaba en el Tíbet usted no sólo fue considerado un rey,
sino también una divinidad. Supongo que la gente le respetaba e incluso se
sentía un poco nerviosa o asustada en su presencia.
¿No creaba eso una distancia
emocional con los demás, una sensación de aislamiento? El hecho de estar
separado de su familia, de haber sido educado Como monje desde una tierna edad
y de no haberse casado nunca...,
¿No contribuyeron todas estas cosas
a crear una sensación de aislamiento? ¿Ha tenido alguna vez la sensación de
haberse perdido la experiencia de una profunda intimidad personal con los
demás, o con una persona especial, como una esposa?
-No -me contestó sin vacilación-.
Nunca he experimentado falta de intimidad. Mi padre falleció hace muchos años,
pero me sentí muy cerca de mi madre, de mis maestros, tutores y otras personas
y con muchos de ellos pude compartir mis sentimientos, temores y preocupaciones
más profundas. Cuando estaba en el Tíbet, en las ceremonias de Estado y en los
actos públicos se observaba una cierta formalidad, un cierto protocolo, pero
eso no siempre era así. En otras ocasiones, por ejemplo, solía pasar bastante
tiempo en la cocina y estuve cerca de algunas personas que trabajaban allí, y
bromeábamos, cuchicheábamos y compartíamos cosas de un modo bastante relajado,
sin formalidad o distancia.
Así que ni en el Tíbet ni fuera de
él, cuando me he convertido en un refugiado, me han faltado personas con las
que compartir cosas. Creo que buena parte de esto tiene que ver con mi naturaleza.
Me resulta fácil compartir. ¡Simplemente, no sé guardar secretos! -Se echó a
reír-. Claro que eso puede ser a veces un rasgo negativo, como por ejemplo si
después de una discusión en el Kashag':- acerca de asuntos confidenciales, yo
hablara abiertamente sobre ellos. Pero ser abierto y compartir cosas puede ser
muy útil. Debido precisamente a esta característica de mi naturaleza, puedo
hacer amigos con facilidad; no se trata únicamente de conocer a alguien y
mantener una conversación superficial, sino de compartir realmente mis más
profundos problemas y sufrimientos.
Sucede lo mismo cuando recibo
buenas noticias; las comento inmediatamente con los demás. De ese modo,
experimento un sentimiento de intimidad y conexión con mis amigos. Claro que en
general me resulta fácil establecer una conexión porque mis interlocutores se
sienten muy felices de compartir el sufrimiento o el gozo con el Dalai Lama,
con" Su Santidad el Dalai Lama". -Se echó a reír de nuevo-. En
cualquier caso, disfruto de esa intimidad. En el pasado, por ejemplo, si me
sentía decepcionado por la política del gobierno tibetano, o si estaba
preocupado por otros problemas, incluso por la amenaza de una invasión china,
me retiraba a mis habitaciones y compartía mis sentimientos con la persona que
barría el suelo. Desde cierto punto de vista, a algunos les puede parecer
bastante estúpido que el Dalai
Lama, jefe del estado tibetano,
enfrentado con problemas de rango nacional e internacional, quiera compartir
sus preocupaciones con un barrendero. -Se echó a reír de nuevo-. Pero
personalmente me parece que es muy útil, porque la otra persona participa y
entonces podemos afrontar juntos el problema.
Expandir
nuestra definición de intimidad
Prácticamente todos los
investigadores de las relaciones humanas están de acuerdo en que la relación
íntima es fundamental para nuestra existencia. El muy influyente psicoanalista
británico John Bowlby escribió que «las vinculaciones íntimas con otros seres
humanos son el centro alrededor del cual gira la vida de una persona... Estas
vinculaciones fortalecen a las personas y favorecen el disfrute de la vida.
Sobre esto la Ciencia actual y la sabiduría tradicional están de acuerdo». Está
claro que la intimidad promueve tanto el bienestar físico como el psicológico.
Al observar los beneficios de las
relaciones íntimas, los investigadores médicos han descubierto que las personas
que tienen amigos íntimos, a los que pueden dirigirse para buscar seguridad,
empatía, afecto, son las que más probabilidades tienen de sobrevivir a
desafíos, como ataques al corazón y operaciones quirúrgicas, y las menos
propensas a padecer enfermedades como cáncer e infecciones respiratorias. Un
estudio de más de mil pacientes cardíacos del Centro Medico de la Universidad
de Duke descubrió que entre aquellos que no tenían cónyuge o confidente íntimo,
se verificaba un índice de mortalidad, en los cinco años posteriores al
diagnóstico de enfermedad cardiaca, tres veces mayor que el registrado entre
aquellos que estaban casados o tenían un amigo íntimo.
Otro estudio efectuado sobre miles
de residentes del condado de Alameda, en California a lo largo de un período de
nueve años, demostró que quienes contaban con mayor apoyo social y relaciones
íntimas tenían índices más bajos de mortalidad y de cáncer. Y un estudio de la
Escuela de Medicina de la Universidad de Nebraska, sobre ancianos estableció
que a quienes mantenían una relación íntima les funcionaba mejor el sistema
inmunológico y tenían niveles de colesterol más bajos. Durante el transcurso de
los últimos años se han realizado por lo menos media docena de grandes
investigaciones, dirigidas por grupos científicos diferentes, que examinaron la
relación entre intimidad y salud.
Después de entrevistar a miles de
personas, todos los investigadores parecen haber llegado a la misma conclusión:
las relaciones íntimas benefician la salud. La intimidad es igualmente
importante para mantener una buena salud emocional. El psicoanalista y filósofo
social Erich Fromm afirmó que el temor básico de la humanidad es verse separado
de otros seres humanos. Estaba convencido de que la experiencia de la
separación, si se producía por primera vez en la infancia, constituía la fuente
de toda ansiedad. John Bowlby se mostró de acuerdo y citó una buena cantidad de
pruebas experimentales en apoyo de la idea de que la separación de las personas
que nos cuidan, habitualmente la madre o el padre, durante la última parte del
primer año de vida, crea inevitablemente temor y tristeza en los bebés.
En su opinión, la pérdida de
relación interpersonal se encuentra en las raíces mismas de las experiencias
humanas de temor, tristeza y pena. Así pues, dada la importancia vital de la
intimidad, ¿Cómo nos las arreglamos para alcanzarla en nuestra vida? Siguiendo
el enfoque del Dalai Lama, expuesto en la sección anterior, parecería razonable
empezar por el estudio de la intimidad, buscando una definición funcional y un
modelo. Pero al buscar la respuesta en la ciencia, nos encontramos con que
todos los investigadores están de acuerdo en la importancia de la intimidad, y
que ahí termina la coincidencia. Quizá el resultado más notable de una revisión
incluso rápida de los diversos estudios sobre el tema sea comprobar que existe
una amplia diversidad de opiniones y teorías sobre qué es exactamente la
intimidad. En un extremo del espectro está Desmond Morris, que escribe desde la
perspectiva de un zoólogo con formación en etología. En su libro Comportamiento
íntimo, Morris define así la relación íntima: «Intimar significa acercarse...
La intimidad se produce cuando dos
personas entran en contacto físico». Tras definir la intimidad en términos de
puro contacto físico, pasa a explorar las innumerables formas de contacto
físico entre los seres humanos, desde una simple palmada en la espalda hasta el
abrazo sexual. Considera el tacto, desde un estrecho abrazo hasta modos
indirectos de contacto físico, como la manicura, una forma de confortar a
otros. Llega a decir incluso que los contactos físicos que mantenemos con los
objetos de nuestro entorno, desde los cigarrillos hasta las joyas o las camas
de agua, actúan como sustitutos de la intimidad.
La intimidad nos rodea por todas
partes.
Muchos de nosotros nos sentimos
oprimidos por la sensación de que algo falta en nuestras vidas, y sufrimos a
causa de la ausencia de una relación íntima. Esto es particularmente cierto
cuando pasamos por los inevitables períodos en los que no tenemos una relación
sentimental, o cuando la pasión se ha desvanecido.
En nuestra cultura se ha difundido
la creencia de que la intimidad se alcanza mejor con una relación romántica y
apasionada, al lado de esa persona que singularizamos entre todas las demás.
Éste puede ser un punto de vista muy limitador, que nos aleja de otras fuentes
potenciales de intimidad y causa mucha desdicha e infelicidad cuando ese
alguien especial no está presente. Pero tenemos a nuestro alcance los medios
para evitarlo; sólo tenemos que expandir valerosamente nuestro concepto de
intimidad para incluir a todas las personas que nos rodean. Al ampliar nuestra
definición de intimidad, descubrimos muchas formas nuevas e igualmente
satisfactorias de conectarnos con los demás.
Eso nos conduce de nuevo a mi
discusión sobre la soledad con el Dalai Lama, que se inició gracias a la
sección de anuncios personales de un periódico. La situación me extrañó. Cuando
aquellas personas redactaban sus anuncios, esforzándose por encontrar las
palabras adecuadas para introducir pasión en sus vidas y desterrar la soledad,
¿Cuántas de ellas estaban ya rodeadas de amigos, familiares o conocidos, con
vínculos que podían cultivarse fácilmente hasta convertirlos en relaciones
íntimas, genuinas y profundamente satisfactorias? Yo diría que muchas.
Si lo que buscamos en la vida es la
felicidad, y la relación es un ingrediente importante de una vida más feliz,
está claro que tiene sentido orientarnos con arreglo a un modelo que incluya
tantas formas de conexión con los demás como sea posible. El modelo del Dalai
Lama se basa en la voluntad de abrirnos a todos nuestros semejantes, a la
familia, los amigos y hasta los extraños, creando así vínculos genuinos y
profundos basados en nuestra común humanidad.
Ahondar en nuestra conexión con los
demás una tarde después de su conferencia llegué a la suite del hotel del Dalai
Lama para nuestra cita diaria con unos minutos de antelación. Un ayudante me
hizo salir discretamente al pasillo y me dijo que Su Santidad tenía una
audiencia privada. Permanecí en ese lugar con el que ya estaba familiarizado,
frente a la puerta de la suite, y utilicé el tiempo de que disponía para
revisar mis notas para nuestra sesión, al tiempo que trataba de evitar la
mirada recelosa de un guardia de seguridad, la misma mirada con la que los
empleados de las tiendas observan a los estudiantes de escuela superior que merodean
alrededor de las estanterías de las revistas.
Pocos momentos más tarde se abrió
la puerta y salió una pareja muy bien vestida, de mediana edad. Me pareció
reconocerlos. Recordé entonces que había sido brevemente presentado a ellos
unos días antes. Me habían dicho que la mujer era una conocida heredera y el
marido un abogado de Manhattan, extremadamente rico y poderoso. Sólo habíamos
intercambiado unas pocas palabras, pero ambos me impresionaron por su increíble
arrogancia. Ahora, al verlos salir de la suite del Dalai Lama, observé un
cambio asombroso en los dos. Habían desaparecido por completo las expresiones
de suficiencia y la actitud arrogante, sustituidas por expresiones de ternura y
emoción. Parecían dos niños. Las lágrimas corrían por las mejillas de ambos.
Aunque el efecto que ejerce el Dalai Lama no siempre es tan espectacular, he
observado que la gente responde invariablemente con algún cambio emocional. Me
había maravillado desde hacía tiempo su capacidad para forjar vínculos y
establecer un intercambio emocional profundo y significativo.
Establecer
empatía
Aunque durante nuestras
conversaciones en Arizona habíamos hablado de la importancia de la cordialidad
y la compasión humanas, no fue hasta unos meses más tarde, en su hogar de
Dharamsala, cuando tuve la oportunidad de explorar más detalladamente con él el
tema de las relaciones humanas. Para entonces, ansiaba descubrir los principios
de sus interacciones con los demás susceptibles de ser aplicados a mejorar
cualquier relación, ya fuese con extraños o con familiares, amigos y amantes.
Ávido por empezar, abordé el tema de inmediato.
-Y ahora, sobre las relaciones
humanas..., ¿Cuál diría que es el método o la técnica más efectiva para
conectar con los demás de una forma significativa y reducir los conflictos?
Me miró fijamente por un momento.
No fue una mirada de enojo, pero hizo que me sintiera como si acabara de
pedirle que me diera la composición química del polvo lunar. Tras una breve
pausa, respondió: -Bueno, el trato con los demás es un tema muy complejo. No
hay manera de encontrar una fórmula con la que se puedan solucionar todos los
problemas. Es un poco como cocinar. Si se prepara una comida deliciosa, el
proceso pasa por diversas fases.
Quizá haya que hervir las verduras
por separado, para luego sofreírlas y cocinarlas de forma especial,
mezclándolas con especias, y así sucesivamente; el resultado final es un
producto delicioso. Lo mismo sucede en las relaciones; existen muchos factores.
No se puede decir: «Este es el método» o «Ésta es la técnica».
No era exactamente la clase de
respuesta que yo buscaba. Pensé que se mostraba evasivo y tuve la impresión de
que, seguramente, tendría algo más concreto que ofrecerme, así que seguí
presionándolo. -Bueno si no hay un método único para mejorar nuestras relaciones,
¿Hay quizá algunas normas generales que puedan ser útiles? El Dalai Lama pensó
un momento antes de contestar. -Sí. Antes hablamos de la importancia de
acercarse a los demás con actitud compasiva. Eso es crucial.
Claro que no es suficiente con
decirle a alguien: «Es muy importante ser compasivo; hay que tener más amor».
Una receta tan sencilla no sería provechosa. Pero un medio efectivo para
inducir a ser más cálido y compasivo consiste, en razonar acerca del valor y
los beneficios prácticos de la compasión, así como hacer reflexionar a las
personas sobre sus sentimientos cuando los otros son amables con ellas. Eso en
cierto modo los prepara, de tal manera que se producirá más de un efecto a
medida que sigan realizando esfuerzos por ser más compasivos.
Al considerar los diversos medios
para desarrollar más compasión, creo que la empatía es un factor importante. La
capacidad para apreciar el sufrimiento del otro. Tradicionalmente una, de las
técnicas budistas para acrecentar la compasión consiste en imaginar una
situación en la que sufre un ser sensible, por ejemplo una oveja a punto de ser
sacrificada y luego tratar de imaginar el sufrimiento de esa oveja. El Dalai
Lama se detuvo un momento para reflexionar, mientras pasaba entre los dedos con
expresión ausente las cuentas de una especie de rosario.
-Pienso -siguió diciendo- que si
tratáramos con alguien que se mostrara muy frío e indiferente, esta técnica de
visualización no sería muy efectiva. Sería como si se lo pidiera al carnicero
dispuesto a sacrificar una oveja; está tan endurecido, tan acostumbrado, que
eso no haría mella en él. Así que sería muy difícil explicar esa técnica y
utilizarla con algunos occidentales acostumbrados a cazar y pescar por simple
diversión, como una forma de distracción...
-En ese caso -le sugerí-, quizá no
sea una técnica efectiva pedirle a un cazador que se imagine el sufrimiento de
su presa, pero se pueden despertar sus sentimientos pidiéndole que se imagine a
su perro de caza favorito atrapado en una trampa y gañendo de dolor.
-Sí, exactamente -asintió el Dalai
Lama-. Creo que se podría ajustar esa técnica a las circunstancias. Por
ejemplo, es posible que la persona en cuestión no experimente fuerte empatía
con los animales, pero puede sentirla con un miembro de su familia o un amigo.
En tal caso, podría visualizar una situación en que la persona querida sufriera
o pasara por una situación trágica para luego imaginar cómo respondería. Así
que se puede intentar acrecentar la compasión tratando de establecer empatía
con el sentimiento o la experiencia de otro.
Creo que la empatía es importante,
no sólo como medio para aumentar la compasión, sino que en términos generales,
al tratar con los demás cuando están en dificultades, resulta extremadamente
útil para situarse en el lugar del otro y ver cómo reaccionaría uno ante la
situación. Aunque no se tengan experiencias comunes con la otra persona o su
estilo de vida sea muy diferente, siempre puede intentarse con la imaginación.
Quizá haya que ser algo creativo. Esta técnica supone la capacidad para
suspender temporalmente el propio punto de vista y buscar la perspectiva de la
otra persona, imaginar cuál sería la situación si uno estuviera en su lugar, y
cómo la afrontaría. Eso ayuda a desarrollar una conciencia de los sentimientos
del otro y a respetar dichos sentimientos, algo importante para reducir los
conflictos y problemas con los demás.
Esa tarde nuestra entrevista fue
breve. Se me había incluido con dificultad y en el último momento en la poblada
agenda del Dalai Lama y mantuvimos la conversación a últimas horas del día,
como había sucedido en varias ocasiones. Fuera, el sol empezaba a ponerse,
llenando la estancia de una luz crepuscular agridulce, convirtiendo el amarillo
pálido de las paredes en un ámbar más profundo y sembrando de ricos matices
dorados las imágenes budistas. El ayudante del Dalai Lama entró silenciosamente
en la estancia, indicando el final de nuestra sesión.
Enfrascado en la conversación,
pregunté: -Sé que tenemos que terminar, pero ¿Tiene otros consejos para ayudar
a crear empatía con los demás?
Haciéndose eco de las palabras que
había pronunciado muchos meses antes en Arizona, contestó con una afable
simplicidad: -Siempre me acerco a los demás en el terreno básico que nos es
común. Todos tenemos una estructura física, una mente, emociones. Todos hemos
nacido del mismo modo y todos moriremos. Todos deseamos alcanzar la felicidad y
no sufrir. Al mirar a los demás desde esa perspectiva, en lugar de percibir
diferencias secundarias, como el hecho de que yo sea tibetano y tenga una
religión y unos antecedentes culturales diferentes, experimento la sensación de
hallarme ante alguien que es exactamente igual que yo. Creo que relacionarse
con una persona en ese nivel facilita el intercambio y la comunicación.
Y tras decir esto se levantó,
sonrió, me estrechó la mano y se retiró. A la mañana siguiente continuamos
nuestra discusión en el hogar del Dalai Lama. -En Arizona hablamos mucho sobre
la importancia de la compasión en las relaciones humanas y ayer abordamos el
papel de la empatía para mejorar nuestra capacidad para relacionamos...
-Sí -dijo el Dalai Lama. -Además de
eso, ¿puede sugerir algún método o técnica adicional?
-Bueno, como ya le comenté ayer, no
hay una o dos técnicas sencillas capaces de resolver todos los problemas. Sin
embargo, creo que hay algunas cosas que pueden ayudar. En primer lugar, es útil
conocer y valorar los antecedentes de la persona con la que estamos tratando.
Mantener una actitud mental abierta y honrada también nos ayuda.
Esperé, pero él no añadió nada más.
-¿Puede sugerir algún otro método para mejorar nuestras relaciones? El Dalai
Lama pensó un momento. -No -contestó, echándose a reír. Consideré que esos
consejos eran demasiado simplistas. Sin embargo, y puesto que eso parecía ser todo
lo que él tenía que decir por el momento, abordamos otros temas. Aquella tarde
fui invitado a cenar en casa de unos amigos tibetanos en Dharamsala.
Organizaron una velada muy animada. La comida fue excelente, con un
deslumbrante despliegue de platos especiales cuya estrella fue el Mo Mas
tibetano, a base de sabrosas albóndigas de carne. A medida que transcurría la
cena, se animó la conversación.
Los invitados no tardaron en contar
historias subidas de tono sobre las situaciones embarazosas en que se habían
visto durante una borrachera. Entre los invitados se encontraba una conocida
pareja alemana, ella arquitecta y él autor de una docena de libros.
Como estaba interesado en sus
libros me acerqué al escritor y entablé conversación con él. Sus respuestas eran
breves y superficiales; su actitud, abrupta y distante. Convencido de que era
un hosco esnob me resultó inmediatamente antipático. Me consolé pensando que al
menos había intentando conectar con él y entablé conversación con otros
invitados más amistosos. Al día siguiente estaba con un amigo en un café del
pueblo y, mientras tomábamos el té, le conté lo ocurrido la noche anterior.
-Realmente, disfruté con todos, excepto con Rolf, ese escritor... Parecía tan
arrogante y..., bueno, poco amistoso, -Lo conozco, desde hace varios años -dijo
mi amigo-, y sé que esa es la impresión que causa, pero sólo porque al
principio es un poco tímido y reservado.
En realidad, es una persona
maravillosa si se le llega a conocer un poco... -Yo no me dejaba convencer y mi
amigo siguió diciendo-; A pesar de ser un escritor de éxito, ha tenido en su
vida más dificultades de las que se merecía. Su familia sufrió tremendamente a
manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Rolf tiene dos hijos, a
los que está muy entregado, que han nacido con un extraño trastorno genético
que los discapacita física y mentalmente. En lugar de amargarse por ello o
pasarse el resto de la vida representando el papel de mártir, afrontó sus
problemas con abnegación y dedicó muchos años a trabajar como voluntario en
favor de los discapacitados. Realmente, es una persona muy especial.
En realidad, me sentía asombrado
ante lo poco que yo había absorbido del Dalai Lama. Para entonces ya había
empezado a apreciar el valor de «comprender al otro» y sus ejemplos acercan de
cómo poner en práctica los principios. Pensé de nuevo en nuestras
conversaciones, iniciadas en Arizona y continuadas ahora en la India, y me di
cuenta de que, ya desde el principio, habían adquirido un tono clínico, como si
yo le hiciera preguntas sobre anatomía humana sólo que, en este caso, era la
anatomía de la mente y el espíritu humanos. Hasta ese momento, sin embargo, no
se me había ocurrido aplicar plenamente sus ideas a mi propia vida; siempre
había tenido la vaga intención de tratar de ponerlas en práctica en el futuro,
cuando dispusiera de más tiempo.
Examen
de la base fundamental de una relación
Mis conversaciones con el Dalai
Lama en Arizona se habían iniciado con un análisis de las fuentes de la
felicidad. A pesar de que él había elegido vivir como un monje, se ha
demostrado que el matrimonio puede traer la felicidad, al aportar estrechos
vínculos que proporcionan satisfacción. Entre estadounidenses y europeos se han
llevado a cabo muchos estudios que demuestran que en general la gente casada es
más feliz y se siente más satisfecha con la vida que las personas solteras o
viudas, por no hablar de los divorciados o separados. Una encuesta descubrió
que seis de cada diez estadounidenses que califican su matrimonio de «muy feliz»
también consideran su vida, en conjunto, como «muy feliz». Al analizar el tema
de las relaciones humanas, me pareció importante sacar a relucir esa fuente de
felicidad.
Minutos antes de una de las
entrevistas programadas con el Dalai Lama, me encontraba sentado con un amigo
en el patio exterior del hotel, en Tucson, tomando un refresco. Tras mencionar
el tema del idilio amoroso y el matrimonio, que deseaba plantear en mi
entrevista, mi amigo y yo no tardamos en lamentarnos de ser solteros. Mientras
hablábamos, una pareja joven, de aspecto saludable, de vacaciones y quizá
golfistas, se sentaron a una mesa, cerca de nosotros. Ofrecían el aspecto de un
matrimonio de tipo medio; no en luna de miel, pero jóvenes y sin duda
enamorados. «Tiene que ser agradable», pensé. Apenas se hubieron sentado
empezaron a discutir.
-¡Te dije que llegaríamos tarde!
-acusó con acidez la mujer, con una voz sorprendentemente ronca, fruto sin duda
de años de tabaco y alcohol-. Ahora apenas si tendremos tiempo para estar un
momento sentados. ¡Ni siquiera puedo disfrutar de la comida! -Si no hubieras
tardado tanto tiempo en prepararte... -replicó el hombre, can tono más sereno,
pero cargado de hostilidad. -Ya estaba preparada hace media hora -refutó ella-.
Pero tú tenías que terminar de leer el periódico... Y continuaron de ese modo.
La discusión no acababa. Tal como dijo Eurípides: «Cásate; es posible que salga
bien. Pero cuando un matrimonio fracasa, se vive un verdadero infierno en el
hogar.
Aquella discusión, cuya acritud
aumentó rápidamente, terminó con nuestros lamentos de solteros. Mi amigo alzó
los ojos y citó una frase de Seinfeld: -¡Oh, sí! ¡Deseo casarme muy pronto!
Apenas unos momentos antes tenía la intención de conocer la opinión del Dalai
Lama sobre las alegrías y virtudes del idilio amoroso y el matrimonio. En lugar
de eso, en cuanto entré en la suite de su hotel y casi antes de sentarme,
pregunté:
-¿Por qué surgen conflictos con
tanta frecuencia en los matrimonios?
-Cuando se trata de conflictos, las
cosas pueden ser bastante complejas -explicó el Dalai Lama-. Hay muchos
factores implicados. Así que cuando tratamos de comprender los problemas de
relación, es preciso reflexionar primero sobre la naturaleza fundamental y la
base de esa relación. Así que, antes que nada, hay que reconocer que existen
diferentes clases de relación y examinar esas diferencias.
Por ejemplo, dejando de lado por el
momento el tema del matrimonio y centrándonos en las amistades corrientes,
observamos que hay diferentes clases de amistad. Algunas se basan en la
riqueza, el poder o la posición. En esos casos, la amistad continúa mientras
tengas poder, riqueza o posición. En cuanto desaparecen, la amistad se
desvanece. Por otro lado, hay una amistad basada no en consideraciones de
riqueza, poder y posición, sino más bien en el verdadero sentimiento humano, en
un sentimiento de proximidad, en el que existe la sensación de compartir, de
estar conectado. Ésa es la amistad que yo llamaría genuina, porque no la
mediatiza la riqueza, la posición o el poder.
Lo fundamental para una amistad
genuina es un sentimiento de afecto. Si falta, no se puede mantener una
verdadera amistad. Lo hemos mencionado antes y es bastante evidente, pero si se
tienen problemas de relación a menudo resulta muy útil retroceder un poco y
reflexionar sobre la base de ella. Del mismo modo, si alguien tiene problemas
con su cónyuge, quizá sea útil examinar la base de la relación. A menudo, por
ejemplo, hay relaciones cimentadas por una atracción sexual inmediata. Cuando
una pareja acaba de conocerse es posible que se sientan locamente enamorados y
muy felices. -Se echó a reír-. Pero cualquier decisión tomada en ese momento
sería muy inestable.
Del mismo modo que uno puede
enloquecer a causa de una cólera u odio muy intensos, también es posible que un
individuo enloquezca impulsado por la intensidad de la pasión o el placer.
Incluso situaciones en las que el individuo piensa: "Bueno, mi novio o mi
novia no es en realidad una buena persona, pero a pesar de todo me sigue
atrayendo". Así pues, una relación basada en esa atracción inicial es muy
poco fiable, muy inestable, porque se apoya en algo pasajero. Ese sentimiento
dura muy poco, desaparecerá al cabo de poco tiempo. -Hizo chascar los dedos-.
En consecuencia, no debería sorprender a nadie que la relación empezara a tener
problemas, y todo matrimonio basado en ella tuviera conflictos...
Pero ¿Usted qué piensa? -Sí, estoy
de acuerdo con usted en eso -admití-. Parece ser-que en toda relación, incluso
en las más ardientes, la pasión termina por enfriarse. Algunas investigaciones
han demostrado que quienes consideran la pasión y el romanticismo esenciales
para su relación, suelen desilusionarse y divorciarse. Ellen Berscheid,
psicóloga social de la Universidad de Minnesota, lo estudió y llegó a la
conclusión de que la incapacidad para percatarse de la limitada vida media del
amor apasionado puede acabar con una relación. Ella y sus colegas creen que el
aumento de los índices de divorcio durante los últimos veinte años se halla en
parte relacionado con la creciente importancia que concede la gente a
experiencias emocionales intensas en sus vidas, como es el caso del amor
romántico. Porque es difícil mantener esas experiencias durante mucho tiempo...
-Eso parece muy cierto -asintió-.
Al abordar esos problemas, se da uno cuenta de la tremenda importancia que
tienen el examen y la comprensión de la naturaleza fundamental de las
relaciones. »Ahora bien, aunque muchas relaciones se basan en la atracción
sexual inmediata, en otras la persona juzga con serenidad que desde el punto de
vista físico el otro no es demasiado atractivo, pero es una persona buena y
amable. Una relación como ésta es mucho más duradera, porque genera una
verdadera comunicación entre los dos...
El Dalai Lama se detuvo un momento,
como si meditara, antes de añadir: -Conviene dejar claro que también se puede
tener una relación buena y saludable que incluya la atracción sexual.
Parece ser, por tanto, que existen
dos clases de relación basadas en la atracción sexual. Una de ellas obedece al
puro deseo sexual. En ese caso, la motivación o el impulso que hay tras el
vínculo es realmente la satisfacción temporal, la gratificación inmediata. Los
individuos se relacionan entre si no tanto como personas, sino más bien como
objetos. Ese vínculo no es muy sano, porque sin ningún componente de respeto
mutuo termina por convertirse casi en prostitución, como una casa construida
sobre cimientos de hielo: el edificio se desploma en cuanto se funde el hielo.
No obstante, hay relaciones en que
la atracción sexual, si bien es poderosa, no es fundamental. Existe un aprecio
de valores relacionados con la cordialidad. Estas relaciones son, por lo
general, más duraderas y fiables. Y para establecer una relación semejante es
preciso dedicar tiempo suficiente a conocer las características del otro.
En consecuencia, cuando mis amigos
me preguntan sobre el matrimonio, suelo preguntarles desde cuándo conocen a su
pareja. Si me contestan que desde hace sólo unos meses, suelo decirles:
"Oh, eso es demasiado poco". Si me hablan de unos años, ya me parece
mejor porque sé que entonces no sólo conocen el aspecto físico del otro, sino
también su naturaleza más profunda...
-Eso me recuerda la afirmación de
Mark Twain: -Ningún hombre o mujer sabe realmente qué es el amor perfecto hasta
que no lleva casado un cuarto de siglo. El Dalai Lama asintió con un gesto y
continuó: -Sí... Creo que muchos problemas aparecen sencillamente porque las
personas no se conceden tiempo suficiente para conocerse unas a otras. En
cualquier caso, creo que si alguien trata de construir una relación
verdaderamente satisfactoria, la mejor forma de conseguirlo es conociendo la
naturaleza profunda del otro, y relacionándose con él en ese nivel, en lugar de
hacerlo simplemente a través de las características superficiales. Y en esas
relaciones también juega un papel la verdadera compasión.
He oído decir a muchas personas que
su matrimonio tiene un sentido más profundo que la simple relación sexual, que
el matrimonio implica a dos personas que tratan de enlazar sus vidas, compartir
sus vicisitudes y la intimidad. Si esa afirmación es honesta, la relación es
sana. Toda relación sana implica responsabilidad y compromiso. Claro que el
contacto físico, la relación sexual de la pareja, puede tener un efecto calmante
sobre la mente. Pero, después de todo, desde el punto de vista biológico, el
propósito principal de la relación sexual es la reproducción. Y para realizado
con éxito, hay que tener una actitud de compromiso hacia la descendencia, para
que ésta pueda sobrevivir y desarrollarse. Por eso es tan importante potenciar
la capacidad para la responsabilidad y el compromiso. Sin ella, la relación
únicamente ofrece una satisfacción temporal. Es simple diversión. Se echó a
reír, con una risa que parecía maravillada por el comportamiento humano.
Relaciones basadas en el
romanticismo
Me resultaba extraño estar hablando
de sexo y matrimonio con un hombre de más de sesenta años y célibe. No parecía
reacio a hablar de estos temas, aunque sí pude observar un cierto distanciamiento
en sus comentarios. Esa misma noche, algo más tarde, al pensar en nuestra
conversación, se me ocurrió que aún quedaba un componente importante de las
relaciones del que no habíamos hablado, y sentía curiosidad por saber cuál era
su postura. Se lo planteé al día siguiente.
-Ayer hablamos de las relaciones y
de la importancia de basar una relación íntima o matrimonial en algo más que en
el sexo -empecé a decir-. Pero, en la cultura occidental, lo que se considera
muy deseable no es únicamente el acto sexual físico, sino el clima de
romanticismo, estar profundamente enamorado del otro. En las películas, la
literatura y la cultura popular encontramos una exaltación de este amor
romántico. ¿Cuál es su punto de vista?
El Dalai Lama me contestó sin vacilación.
-Creo que, dejando aparte hasta qué punto la búsqueda continua del amor
romántico puede afectar a nuestro desarrollo espiritual más profundo, incluso
desde la perspectiva de un estilo de vida convencional habría que considerar la
idealización de ese amor romántico como un caso extremo. A diferencia de las
relaciones en que hay atención hacia el otro y afecto genuino, no puede verse
como algo positivo -afirmó con decisión-. Se trata de algo basado en la
fantasía, inalcanzable; por lo tanto, puede ser una fuente de frustración. Así
pues, no debería ser considerado como algo positivo.
El tono taxativo del Dalai Lama
parecía indicar que no tenía nada más que decir al respecto. A la vista del
tremendo énfasis que pone nuestra sociedad en el romanticismo, tuve la
impresión de que él desechaba demasiado a la ligera su atractivo. Dada la
educación monástica del Dalai Lama, imaginé que no lo comprendía y que
preguntarle sobre temas relacionados con el amor romántico era como pedirle que
acudiera al aparcamiento para echarle un vistazo a mi coche por un problema que
tenía con la transmisión. Ligeramente decepcionado, me apresuré a consultar mis
notas y me dispuse a plantear otros temas.
¿Qué hace que el amor romántico sea
tan atractivo? Al examinar esta cuestión se descubre que eros, el amor
romántico, sexual, apasionado, el éxtasis definitivo, es un potente cóctel de
ingredientes culturales, biológicos y psicológicos. En la cultura occidental,
la idea ha florecido durante los últimos doscientos años bajo la influencia del
romanticismo, un movimiento que ha contribuido mucho a configurar nuestra
percepción del mundo y que surgió como un rechazo del período anterior, la
Ilustración, con su énfasis en la razón humana.
El nuevo movimiento exaltaba la
intuición, la emoción, el sentimiento, la pasión. Subrayaba la importancia del
mundo sensorial, de la experiencia subjetiva del individuo, y tendía hacia el
mundo de la imaginación, de la fantasía, de la búsqueda de un ámbito que no
existe, de un pasado idealizado o de un futuro utópico. Esta idea ha ejercido
una profunda influencia no sólo en el arte y la literatura, sino también en la
política y en todos los aspectos de la cultura occidental moderna. El impulso
romántico persigue el enamoramiento. En nosotros funcionan poderosas fuerzas
que nos llevan a buscar este sentimiento; aquí no se trata simplemente de la
glorificación del amor romántico, que hemos recogido de nuestra cultura. Muchos
investigadores creen que estas fuerzas se hallan en nuestros genes.
El enamoramiento, invariablemente
mezclado con la atracción sexual, quizá sea un componente genéticamente
determinado del instinto de apareamiento. Desde una perspectiva evolutiva, la
tarea principal del organismo es la de sobrevivir, reproducirse y asegurar la
supervivencia de la especie. Redunda por tanto en interés de las especies el
que estemos programados para enamorarnos; eso aumenta, ciertamente, las
probabilidades de apareamiento y reproducción. Disponemos por lo tanto de
mecanismos innatos que nos ayudan a que eso suceda; así, en respuesta a ciertos
estímulos, nuestros cerebros fabrican y bombean sustancias químicas capaces de
crear una sensación eufórica, el «entusiasmo» asociado con el enamoramiento que
a veces nos abruma y bloquea otros sentimientos.
Las fuerzas psicológicas que nos
impulsan a buscar el enamoramiento son tan compulsivas como las fuerzas
biológicas. En el Simposium de Platón, Sócrates cuenta la historia del mito de
Aristófanes sobre el origen del amor sexual. Según este mito, los habitantes originales
de la Tierra eran criaturas de tronco esférico, cuatro manos y Cuatro pies.
Estos seres asexuados y autosuficientes eran muy arrogantes y atacaron
repetidamente a los dioses. Para castigarlos, Zeus los dividió con sus rayos.
Cada criatura quedó entonces convertida en dos, y las mitades anhelaban volver
a unirse.
Eros, el impulso hacia el amor
apasionado y romántico, puede verse como este antiguo deseo de fusión con la
otra mitad. Parece ser una necesidad humana, universal e inconsciente; fundirse
con el otro, derribar las fronteras, llegar a ser uno solo con el ser querido.
Los psicólogos llaman a esto el hundimiento de las fronteras del ego.
Algunos creen que este proceso
tiene sus raíces en nuestras primeras experiencias, las que tenemos en un estado
primigenio en el que el niño se funde por completo con el progenitor o con la
persona que lo cuida. Las pruebas sugieren que los recién nacidos no distinguen
entre sí y el resto del universo. No poseen sentido de la identidad personal o,
al menos, su identidad incluye a la madre, a otras personas y a todos los
objetos de su entorno.
No saben dónde terminan ellos
mismos y empieza lo «otro». Les falta lo que se conoce como permanencia del
objeto: los objetos no tienen existencia independiente; si los niños no
interactúan con un objeto, éste no existe. Si, por ejemplo, un niño sostiene un
sonajero en la mano, lo reconoce como parte de sí mismo, pero en cuanto se lo
quitan y lo esconden a su vista, el sonajero deja de existir.
En el momento de nacer, el cerebro
todavía no está plenamente «conectado». A medida que el bebé crece y el cerebro
madura, su interacción con el mundo que le rodea se hace más compleja y el
pequeño va adquiriendo gradualmente sentido de la identidad personal, del «yo»,
en contraposición con el «otro». Al mismo tiempo, se desarrolla una sensación
de aislamiento y una conciencia de las propias limitaciones. Naturalmente, la
formación de la identidad continúa durante la infancia y la adolescencia, a
medida que el individuo entra en contacto con el mundo.
Somos el resultado del desarrollo
de representaciones internas, formadas en buena parte por reflejos de las
primeras interacciones con las personas importantes de nuestra historia
personal y por reflejos del papel que tenemos en el conjunto de la sociedad.
Poco a poco, la identidad personal y la estructura intrapsíquica se hacen más
complejas.
Pero es muy probable que una parte
de nosotros siga tratando de regresar a un estado anterior, un estado
bienaventurado en el que no existía sentimiento de aislamiento o separación.
Muchos psicólogos contemporáneos creen que la primera experiencia de «unicidad»
queda incorporada a nuestra mente subconsciente y en la edad adulta impregna
nuestro inconsciente Y nuestras fantasías íntimas. "Están convencidos de
que la fusión con la persona amada cuando se está enamorado es como un eco de
la que hubo con la madre en la infancia.
Parece claro que, como fuente de
felicidad, el amor romántico deja mucho que desear. Y quizá el Dalai Lama no
andaba tan descaminado al rechazar el amor romántico como base para una
relación y al describirlo como una simple «fantasía... inalcanzable», algo que
no merecía nuestros esfuerzos. Considerándolo más atentamente, tal vez él hacía
una descripción objetiva de la naturaleza del amor romántico y no, como yo
creía, un juicio negativo, promovido por sus muchos años de formación monacal.
Hasta los diccionarios, que ofrecen numerosas definiciones de «idilio» y
«romántico», emplean profusamente expresiones como «historia ficticia», «exageración»,
«falsedad», «fantasioso o imaginativo», «no práctico», «sin base en los
hechos», «característico o preocupado por el acto amoroso o el cortejo
idealizado», «obsesionado por hechos amatorios idealizados», etcétera. Es
evidente que en algún momento de la civilización occidental se ha producido un
cambio. El concepto antiguo de eros, Con su componente de fusión con el otro,
ha adquirido un nuevo significado. El idilio romántico adopta así una cualidad
artificial, con matices de fraude y engaño, lo que indujo a Oscar Wilde a
observar crudamente: «Cuando uno está enamorado, empieza siempre por engañarse
a sí mismo y acaba siempre engañando a los demás. Eso es lo que el mundo
considera un idilio romántico».
Antes exploramos el papel de la
proximidad y la intimidad en la felicidad humana. No cabe la menor duda de que
es importante. Pero si buscamos una satisfacción duradera en una relación, el
fundamento de la misma tiene que ser sólido. Por esa razón el Dalai Lama nos
anima a examinar la base de nuestros vínculos. La atracción sexual, e incluso
la intensa sensación de enamoramiento, pueden tener un papel en la creación del
vínculo inicial entre dos personas, pero lo mismo que sucede con el pegamento,
este factor tiene que mezclarse con otros ingredientes para formar una unión
duradera.
Al tratar de identificarlos, nos
volvemos una vez más hacia lo que aconseja el Dalai Lama para construir una
relación sólida: afecto, compasión y respeto mutuo. Esas cualidades nos
permiten alcanzar una vinculación más profunda y significativa, no sólo con
nuestro amante o cónyuge, sino también con amigos, conocidos e incluso personas
totalmente extrañas; es decir, virtualmente con todos los seres humanos. Nos
abre posibilidades y oportunidades ilimitadas para la conexión.
El valor y los
beneficios de la compasión
Definición de la
compasión
A medida que avanzaban
nuestras conversaciones, descubrí que la compasión en la vida del Dalai Lama es
mucho más que el mero cultivo de la benevolencia para mejorar la relación con
los demás: como budista practicante, la compasión era indispensable para su
desarrollo espiritual. -Dada la importancia que le concede el budismo, como
parte esencial del desarrollo espiritual-pregunté-, ¿Podría definirme con mayor
claridad qué quiere decir al hablar de compasión?
El Dalai Lama contestó:
-La compasión puede definirse como un estado mental que no es violento, no
causa daño y no es agresivo. Se trata de una actitud mental basada en el deseo
de que los demás se liberen de su sufrimiento, y está asociada con un sentido
del compromiso, la responsabilidad y el respeto a los demás. En la definición
de compasión, la palabra tibetana Tse-wa denota también un estado mental que
implica el deseo de cosas buenas para uno mismo. Para desarrollar el sentimiento
de compasión, puede empezarse por el deseo de liberarse uno mismo del
sufrimiento, para luego cultivarlo, incrementarlo y dirigirlo hacia los demás.
Ahora bien, cuando la
gente habla de compasión, creo que la confunde a menudo con el apego. Así que
tenemos que establecer primero una distinción entre dos clases de amor o
compasión. La primera se halla matizada por el apego, se ama a otro esperando
que el otro nos ame a su vez. Esta compasión es bastante parcial y sesgada, y
una relación basada exclusivamente en ella es inestable. Una relación apoyada
en la percepción e identificación de la persona como un amigo puede conducir a
un cierto apego emocional y a una sensación de proximidad. Pero si se produce
un cambio en la situación, un desacuerdo quizá, o que el otro haga algo que nos
enoje, cambia la perspectiva y desaparece el otro como "amigo". El
apego emocional se evapora entonces y, en lugar de amor y preocupación, quizá
se experimente odio. Así pues, ese amor basado en el apego puede hallarse
estrechamente vinculado con el odio.
Pero existe una
compasión libre de tal apego. Ésa es la verdadera compasión. No obedece tanto a
que tal o cual persona me sea querida como al reconocimiento de que todos los
seres humanos desean, como yo, ser felices y superar el sufrimiento. Y también,
como me sucede a mí, tienen el derecho natural de satisfacer esta aspiración
fundamental.
Sobre la base del
reconocimiento de esta igualdad, se desarrolla un sentido de afinidad. Tomando
eso como fundamento, se puede sentir compasión por el otro, al margen de
considerarlo amigo o enemigo. Tal compasión se basa en los derechos
fundamentales del otro y no en nuestra proyección mental. De ese modo, se
genera amor y compasión, la verdadera compasión.
Vemos entonces que
establecer la distinción entre estas dos clases de compasión y cultivar la
verdadera puede ser algo muy importante en nuestra vida cotidiana. En el
matrimonio, por ejemplo, existe generalmente un componente de apego emocional.
Pero si interviene también la verdadera compasión, basada en el respeto mutuo
como seres humanos, el matrimonio tiende a durar mucho tiempo. En el caso del
apego emocional sin compasión, en cambio, el matrimonio es más inestable, con
tendencia a fracasar.
Esa compasión
universal, divorciada del sentimiento personal me parecía una exigencia
excesiva. -Pero el amor o la compasión es un sentimiento subjetivo. Creo que el
tono del sentimiento sería el mismo, tanto si se «matiza con apego» como si es
«verdadero».
¿Por qué es importante
hacer una distinción?
El Dalai Lama me
contestó con firmeza. -En primer lugar, creo que hay diferencias entre el amor
genuino, o compasión, y el amor basado en el apego. No es el mismo sentimiento.
La verdadera compasión es mucho más fuerte, amplia y profunda. El amor y la compasión
verdaderos también son más estables, más fiables. Por ejemplo, ves a un animal
sufriendo intensamente, como un pez que se debate con el anzuelo en la boca, y
no puedes soportar su dolor. No se debe a ninguna conexión especial con ese
animal un sentimiento que se expresaría con: «Ese animal es mi amigo». En este
caso, tu compasión surge simplemente del reconocimiento de que ese otro ser
también tiene sentimientos, también experimenta dolor y tiene derecho a no
sufrir. Así pues, esa compasión, no mezclada con el deseo o el apego, es mucho
más sana y perdurable.
-En su ejemplo de ver
sufrir intensamente a un pez, plantea una cuestión vital, asociada Con la
incapacidad de soportar su dolor. -Sí -contestó el Dalai Lama- En cierto
sentido, podría definirse la compasión como el sentimiento de no poder soportar
el sufrimiento de otros seres sensibles y para generar ese sentimiento se tiene
que haber apreciado antes la gravedad o la intensidad del sufrimiento del otro.
Así pues, creo que cuanto más plenamente comprendamos el sufrimiento, tanto más
profunda será nuestra capacidad de compasión.
-Bien -dije, dispuesto
a abordar lo esencial-, sin duda una mayor conciencia del sufrimiento del otro
puede intensificar nuestra capacidad para la compasión. De hecho, la compasión
supone, por definición, abrirse al sufrimiento del otro, compartirlo. Pero hay
una cuestión más básica: ¿Por qué deseamos asumir el sufrimiento del otro
cuando ni siquiera queremos soportar el propio? La mayoría de nosotros hace
todo lo posible para evitar el dolor, hasta el punto de tomar drogas, por
ejemplo. Entonces, ¿Por qué asumir deliberadamente el sufrimiento de otro?
El Dalai Lama me
contestó sin vacilación. -Creo que hay una diferencia cualitativa. -Hizo una
pausa y luego, como si se hubiera percatado sin esfuerzo de mis sentimientos,
continuó: Al pensar en nuestro sufrimiento, nos sentimos abrumados, como si
soportáramos una pesada carga, e impotentes. Hay un cierto desánimo, como si
nuestras facultades se debilitaran.
Al generar compasión,
en cambio, al asumir el sufrimiento de otro, también se puede experimentar
inicialmente un cierto grado de incomodidad, una sensación de que aquello es
insoportable. Pero, el sentimiento es muy diferente porque, por debajo de la
incomodidad, hay un grado muy alto de alerta y determinación, ya que se asume
voluntaria y deliberadamente el sufrimiento del otro con un propósito elevado.
Aparece un sentimiento de conexión y compromiso, la voluntad de abrirse a los
demás, una sensación de frescura en lugar de desánimo.
Recuerda la situación
de un atleta. Mientras se halla sometido a un entrenamiento riguroso, el atleta
sufre mucho, trabaja, suda, se esfuerza. Puede ser una experiencia dolorosa y
agotadora. Pero él no la ve como tal, sino que la asume como una experiencia
asociada con un sentido: el goce. Si esa persona, sin embargo, se viera
sometida a cualquier otro trabajo físico que no formara parte de su
entrenamiento - pensaría: "¿Por qué tengo que someterme a este
suplicio?". Así pues, en la actitud mental radica la gran diferencia.
Estas palabras,
pronunciadas con tanta convicción, me elevaron desde un sentimiento de agobio
hasta otro relacionado con la posibilidad de la resolución del sufrimiento o de
su trascendencia. -Ha dicho que el primer paso para generar esa clase de
compasión era la apreciación del sufrimiento. Pero ¿No existe alguna otra
técnica budista para aumentar la compasión?
-Sí. En la tradición
del budismo Mahayana, por ejemplo, encontramos dos. Se las conoce como el
«método de los siete puntos de causa-efecto» y el «intercambio e igualdad de
uno mismo con los demás». Esta última se encuentra en el octavo capítulo de
Guía del estilo de vida del Bodhisattva, de Shantideva. -Miró el reloj, dándose
cuenta de que se nos acababa el tiempo-. A finales de esta semana, durante las
charlas, practicaremos algunos ejercicios o meditaciones sobre la compasión.
El verdadero valor de la vida humana
-Hemos estado hablando
sobre la importancia de la compasión -empecé a decir-, acerca de su convicción
de que el afecto y la cordialidad son absolutamente necesarios para la
felicidad. Pero supongamos que un rico hombre de negocios se le acerca y le
dice: «Su Santidad, decís que la benevolencia y la compasión son actitudes
decisivas en la búsqueda de la felicidad. Pero resulta que no soy por
naturaleza una persona muy cálida o afectuosa. Para ser francos, no me siento
particularmente compasivo o altruista. Tiendo a ser más bien racional, práctico
y quizá intelectual, no experimento emociones de aquella clase. No obstante, me
siento a gusto y feliz con mi vida. Tengo un negocio de mucho éxito, buenos
amigos, me ocupo de mi esposa y de mis hijos y creo mantener buenas relaciones
con ellos. No tengo la impresión de que me falte nada. Desarrollar compasión y
altruismo me parece muy bien, pero ¿De qué me sirve? Todo eso me parece
demasiado sentimental».
-En primer lugar
-replicó el Dalai Lama-, si una persona me dijera eso dudaría que fuera
realmente feliz en lo más profundo de sí. Estoy convencido de que la compasión
constituye la base de la supervivencia humana, el verdadero valor de la vida
humana y que, sin ella, nos falta una pieza fundamental.
Una fuerte sensibilidad
ante los sentimientos de los demás es producto del amor y la compasión, y sin
ella el hombre de su ejemplo tendría problemas para relacionarse con su esposa.
Si mantuviera realmente esa actitud de indiferencia ante el sufrimiento y los
sentimientos de los demás, aunque fuera multimillonario, tuviera una buena
educación, una familia y se hallara rodeado de amigos ricos y poderosos, lo
positivo en su vida sería sólo superficial.
Pero si continuara
ajeno a la compasión, y creyendo que no le falta nada..., resultaría un tanto
difícil ayudarle a comprender la importancia de ella...
El Dalai Lama se
interrumpió para reflexionar. Sus pausas a lo largo de nuestra conversación no
creaban un silencio incómodo entre nosotros, pues parecían dar más peso y
significado a sus palabras cuando se reanudaba la conversación.
-Volviendo a su
ejemplo, puedo señalar varias cosas. En primer lugar, le sugeriría a ese hombre
que reflexionara sobre su propia experiencia. Se daría cuenta de que si alguien
lo trata con compasión y afecto le hace feliz. Así pues, y sobre la base de esa
experiencia, podría darse cuenta de que los demás también se sienten felices
cuando se les demuestra afecto y compasión. En consecuencia, reconocer este
hecho contribuiría a que fuera más respetuoso con la sensibilidad de los demás
y a inclinarlo hacia la compasión. Al mismo tiempo, descubriría que cuanto más
afecto se ofrece a los demás, tanto más afecto se recibe. No creo que tardara
mucho en darse cuenta de eso. Y como consecuencia, en su vida la confianza
mutua y la amistad tendrían bases sólidas.
No obstante la
compasión es algo con lo que se puede contar, y aunque se tengan problemas
económicos o la buena fortuna disminuya, se seguiría teniendo algo que
compartir con los semejantes. Las economías mundiales son siempre poco sólidas,
y estamos expuestos a muchas pérdidas en la vida, pero la actitud compasiva es
algo que siempre podemos llevar con nosotros. Entró un asistente vestido con
una túnica marrón y sirvió silenciosamente el té, mientras el Dalai Lama seguía
hablando. -Claro que al intentar explicarle a alguien la importancia de la
compasión podemos encontrarnos con una persona muy endurecida, individualista y
egoísta, alguien preocupado únicamente por sus intereses. Y hasta es posible
que haya personas incapaces de experimentar empatía. No obstante, incluso a
esas personas es posible señalarles la importancia de la compasión y el amor,
argumentando que es la mejor forma de satisfacer sus propios intereses. Esas
personas desean disfrutar de buena salud, vivir mucho tiempo y tener paz
mental, felicidad y alegría. Y tengo entendido que hay pruebas científicas de
que se pueden alcanzar mediante el amor y la compasión... Pero, como médico,
como psiquiatra, quizá sepa usted más que yo sobre eso.
-Sí -asentí-. Creo que
hay pruebas científicas que apoyan las afirmaciones sobre los beneficios
físicos y emocionales de los estados mentales compasivos.
-En tal caso, creo que
eso animaría ciertamente a algunas personas a cultivar dicho estado
mental-comentó el Dalai Lama-.
Pero dejando al margen
esos estudios científicos, hay argumentos que la gente podría extraer de sus
experiencias cotidianas. Se podría seña lar, por ejemplo, que la falta de
compasión conduce a una cierta crueldad.
Muchos ejemplos revelan
que en el fondo las personas crueles son infelices, como Stalin y Hitler.
Sufren una angustiosa sensación de inseguridad y temor, incluso mientras
duermen... Les falta algo que sí puede encontrarse en una persona compasiva,
como la sensación de libertad, de abandono, que les permite relajarse cuando
duermen.
La gente cruel no tiene
nunca esa experiencia. Están siempre agobiadas por algo, no pueden dejarse
llevar, no se sienten libres. Aunque no hago sino especular -siguió diciendo-,
yo diría que si se le preguntara a esas personas crueles: "¿Cuándo se
sintió más feliz, durante la infancia, mientras su madre le cuidaba, y estaba
íntimamente unido a su familia, o ahora que tiene más poder, influencia y
posición?", contestarían que su infancia fue más agradable. Creo que hasta
Stalin fue querido por su madre durante su infancia.
-Stalin -observé- ha
sido un ejemplo perfecto de las consecuencias de vivir sin compasión. Es sabido
que los dos rasgos principales que caracterizaron su personalidad fueron la
crueldad y el recelo. El consideraba la crueldad una virtud y se puso el apodo
de Stalin, que significa «hombre de acero». Con los años se tornó cada vez más
cruel. Su actitud recelosa llegó a ser legendaria. Ordenó purgas masivas y
campañas contra diversos grupos, con el resultado de millones de personas
recluidas en campos de concentración. A pesar de todo, él seguía viendo
enemigos por todas partes.
Poco antes de su muerte
le dijo a Nikita Jruschev: «No confío en nadie, ni siquiera en mí mismo». Al
final, se revolvió incluso contra su personal más fiel y está claro que cuanto
más cruel y poderoso era, más desdichado se sentía. Un amigo dijo que al final
el único rasgo humano que le quedaba era la infelicidad y su hija Svetlana
describió cómo se veía agobiado por la soledad y el vacío interior, hasta el
punto de que ya no creía que los demás fueran capaces de ser sinceros o de
tener un corazón cálido.
En cualquier caso, sé
que sería muy difícil comprender a personas como Stalin y por qué hicieron
cosas terribles. Pero vemos que incluso estas personas extremadamente crueles
miran hacia atrás con nostalgia, al recordar los aspectos más agradables de su
infancia, como el amor que recibieron de sus madres. Y sin embargo, ¿Dónde deja
eso a las personas que no vivieron infancias agradables ni tuvieron madres
cariñosas? ¿Qué decir entonces de las personas que fueron maltratadas? Estamos
hablando de la compasión, así que para que la gente desarrolle capacidad para
ella, ¿No le parece necesario que hayan sido criados por personas que les
demostraran calor y afecto?
-Sí, creo que eso es
importante -convino el Dalai Lama. Hizo girar el rosario entre los dedos, con
movimientos ágiles- Hay algunas personas que, ya desde el principio, han
sufrido mucho y les ha faltado el afecto de los demás, y más tarde parecen no
tener capacidad para la compasión y el afecto; son personas cuyo corazón se ha
endurecido y son brutales...
El Dalai Lama se detuvo
de nuevo y, durante un rato, pareció reflexionar profundamente sobre el tema.
Al inclinarse sobre el té, los contornos de sus hombros sugirieron que se
hallaba profundamente sumido en sus pensamientos. Tomó el té en silencio.
Finalmente, se encogió de hombros, como si reconociera que no había encontrado
la solución. -¿Cree entonces que las técnicas para aumentar la empatía y
desarrollar la compasión no serían útiles en personas con tales antecedentes?
-le pregunté.
-En general esas
técnicas siempre han tenido efectos beneficiosos, pero es posible que en
algunos casos sean ineficaces... -¿Las técnicas específicas que aumentan la
compasión, a las que antes se refería? -le interrumpí, tratando de clarificar
las cosas. -Precisamente de eso es de lo que estábamos hablando. En primer
lugar, el aprendizaje y la comprensión clara del valor de la compasión permiten
alcanzar sentimientos de estar convencidos y decididos a practicarla. A
continuación se emplean los métodos para aumentar la empatía, como la
imaginación, la creatividad, imaginarse en la situación del otro. Esta semana,
en las charlas, hablaremos de ciertas prácticas, como el Tong-Len, que sirven
para fortalecer la compasión. Pero creo que es importante recordar que nunca se
esperó que estas técnicas pudieran ayudar a todos sin excepción.
Lo que importa es que
la gente realice un esfuerzo sincero por desarrollar su capacidad de compasión.
El grado de desarrollo que alcancen depende, desde luego, de muchas variables.
Pero si se esfuerzan por ser amables, por cultivar la compasión y conseguir que
el mundo sea un lugar mejor, al final del día podrán decirse: "¡Al menos
he hecho lo que he podido!".
Afrontar
el sufrimiento.
EN TIEMPOS DE BUDA, murió
el único hijo de una mujer llamada Kisagotami. Incapaz de aceptar aquello, la
mujer corrió de una persona a otra en busca de una medicina que devolviera la
vida a su hijo. Le dijeron que Buda la tenía. Kisagotami fue a ver a Buda, le
rindió homenaje y preguntó: -¿Puedes preparar una medicina que resucite a mi
hijo? -Conozco esa medicina -contestó Buda-. Pero para prepararla necesito
ciertos ingredientes.
-¿Qué ingredientes?
-preguntó la mujer, aliviada. - Tráeme un puñado de semillas de mostaza -le dijo
Buda. La mujer le prometió que se las procuraría, pero antes de que se
marchase, Buda añadió: -Necesito que las semillas de mostaza procedan de un
hogar donde no haya muerto ningún niño, cónyuge, padre o sirviente. La mujer
asintió y empezó a ir de casa en casa, en busca de las semillas. En todas las
casas que visitó, la gente se mostró dispuesta a darle las semillas, pero al
preguntar ella si en la casa había muerto alguien, se encontró con que todas
las casas habían sido visitadas por la muerte; en una había muerto una hija, en
otra un sirviente, en otras el marido, o uno de los padres. Kisagotami no pudo
hallar un hogar donde no se hubiera experimentado el sufrimiento de la muerte.
Al darse cuenta de que no estaba sola en su dolor, la madre se desprendió del
cuerpo sin vida de su hijo y fue a ver a Buda, quien le dijo con gran
compasión: -Creíste que sólo tú habías perdido un hijo; la ley de la muerte es
que no hay permanencia entre las criaturas vivas.
Sufrimiento
autoinfligido.
EN SU VISITA INICIAL, el
caballero de mediana edad, elegantemente vestido con un austero traje negro, se
sentó con una actitud amable pero reservada y empezó a relatar lo que le había
traído a mi consulta. Habló con bastante suavidad, con voz controlada y medida.
Le hice las preguntas habituales: motivo de la consulta, edad, antecedentes, estado
civil...
-¡Esa bruja! -gritó de
repente, con la voz alterada por la cólera-. ¡Mi maldita esposa! Mi ex, ahora.
¡Mantenía relaciones extramatrimoniales a mis espaldas! Después de todo lo que
había hecho por ella. Su voz se hizo más fuerte, más colérica y venenosa
mientras, durante los veinte minutos siguientes, fue narrando agravio tras
agravio. La hora se acercaba a su final. Al darme cuenta de que él no había
hecho sino empezar y que aquello podía durar fácilmente varias horas, intenté
corregir la situación.
-Bueno, la mayoría de
la gente tiene dificultades para adaptarse después de un divorcio; por tanto
abordaremos ese problema en las próximas sesiones. -Luego, le pregunté con voz
tranquilizadora-: Y a propósito, ¿Cuánto tiempo hace que se ha divorciado?
-Diecisiete años en el
pasado mes de mayo. En el capítulo anterior vimos la importancia de aceptar el
sufrimiento como un hecho natural de la existencia humana. Muchos sufrimientos
son inevitables, pero otros tienen su causa en nosotros mismos. Hemos visto que
la negativa a aceptar el sufrimiento como algo natural puede conducimos a
consideramos víctimas y a echar a los demás la culpa de nuestros problemas, una
receta segura para llevar una vida desdichada.
Pero también aumentamos
nuestro sufrimiento de otras formas. Sucede con demasiada frecuencia que
perpetuamos nuestro dolor, lo mantenemos vivo cuando repasamos mentalmente una
y otra vez nuestras heridas, al tiempo que exageramos las injusticias. Volvemos
una y otra vez sobre los recuerdos dolorosos, quizá con el deseo inconsciente de
que cambie la situación; pero no cambia. Claro que a veces este interminable
repaso de nuestros infortunios puede servir para exagerar el drama y proporcionar
cierto romanticismo a nuestras vidas, o para despertar la atención y la simpatía
de los demás. Pero esas supuestas «ventajas» son demasiado pobres frente a la
infelicidad que soportamos.
Sobre ello, dijo el
Dalai Lama: -Hay muchas formas de contribuir activamente a experimentar
inquietud mental y sufrimiento. Aunque en general las aflicciones mentales y
emocionales tienen causas externas somos nosotros quienes las empeoramos. Por
ejemplo, cuando sentimos cólera u odio hacia una persona, es poco probable que
el sentimiento se exacerbe si no lo alimentamos. No obstante, si pensamos en
las presuntas injusticias de que hemos sido objeto y seguimos pensando en ellas
una y otra vez, avivamos el odio, convirtiéndolo en algo muy intenso. Lo mismo
puede decirse cuando sentimos apego por alguien; podemos alimentar el
sentimiento pensando continuamente en lo hermosa o atractiva que es esa
persona, y así el apego se hace más y más fuerte. Eso demuestra que podemos
cultivar nuestras emociones.
A menudo también incrementamos
nuestro dolor con una sensibilidad excesiva, al reaccionar con exageración ante
cosas nimias. Tendemos a tomarnos las cosas pequeñas demasiado seriamente, a
sacarlas de quicio mientras por otro lado seguimos indiferentes a cosas
realmente importantes, a aquellas que tienen efectos profundos sobre nuestras
vidas y consecuencias sobre ellas a largo plazo. »Así pues, creo que en buena
medida el sufrimiento depende de cómo se responda ante una situación dada.
Por ejemplo,
descubrimos que alguien habla mal de nosotros a nuestras espaldas. Si se
reacciona ante este conocimiento, ante esta negatividad, con un sentimiento de
cólera o de dolor, es uno mismo el que destruye su propia paz mental. El dolor
no es sino una creación personal. Por otro lado, si uno se contiene y evita
reaccionar de manera negativa y deja pasar la difamación como un viento
silencioso al que no se hace caso, se está protegiendo de sentirse herido, de
esa sensación de agonía. Así pues, y aunque no siempre se puedan evitar las situaciones
difíciles, sí se puede modificar la extensión del propio sufrimiento.
¡Pero eso no es justo! Los
problemas surgen a menudo en nuestra vida. Pero los problemas, por sí solos, no
provocan automáticamente el sufrimiento. Si logramos abordar con decisión
nuestros problemas y centrar nuestras energías en encontrar una solución, el
problema puede transformarse en un desafío. No obstante, si consideramos
«injusto» ese contratiempo, añadimos un ingrediente que puede crear inquietud
mental y sufrimiento. Entonces no sólo tenemos dos problemas, en lugar de uno,
sino que ese sentimiento de «injusticia» nos distrae, nos consume, nos priva de
la energía necesaria para solucionar el problema original.
Una mañana, al
plantearle este tema al Dalai Lama, le pregunté: -¿Cómo podemos afrontar el
sentimiento de injusticia que con tanta frecuencia nos tortura cuando surgen
los problemas?
-Hay muchas maneras de
encararlo -contestó el Dalai Lama. Ya he hablado de la importancia de aceptar
el sufrimiento como un hecho natural de la existencia humana. Creo que, en
cierto modo, los tibetanos están más capacitados para aceptar estas situaciones
difíciles, ya que dicen: «Quizá se deba a mi karma en el pasado». Lo atribuirán
a las acciones negativas cometidas en esta vida o en una vida anterior, de modo
que hay mayor grado de aceptación. He visto a algunas familias, en nuestros
asentamientos en la India, en situaciones muy difíciles, viviendo en
condiciones muy pobres y, además de eso, con hijos ciegos o con alguna deficiencia.
De algún modo, esas pobres mujeres se las arreglan, limitándose a decir: «Esto
se debe a su karma; es su destino».
A propósito del karma
es importante señalar que, debido a una mala interpretación de la doctrina, hay
una tendencia a echarle la culpa de todo lo que sucede al karma, en un intento
por sacudirse la responsabilidad o la necesidad de tomar iniciativas. Resulta
muy fácil decir: "Esto se debe a mi karma pasado, a mi karma negativo
anterior, así que ¿qué puedo hacer? Soy impotente". Esa es una interpretación
errónea del karma, pues aunque las experiencias son una consecuencia de los
hechos del pasado, eso no quiere decir que los individuos no tengamos
alternativas o que no haya posibilidad de producir un cambio positivo.
Uno no debe ser pasivo
y tratar de excusarse para no tomar la iniciativa atribuyéndolo todo al karma,
porque si uno comprende correctamente el concepto de karma, sabrá que karma
significa "acción". El karma es un proceso muy activo, y el futuro
que nos está reservado viene determinado en buena medida por lo que hacemos en
el presente, por las iniciativas que tomemos ahora.
Así pues, no debería
entenderse el karma en términos de una fuerza pasiva y estática, sino de un
proceso activo. Eso indica que el agente individual tiene un papel importante
en la determinación del proceso kármico. Por ejemplo, hasta el sencillo
propósito de satisfacer nuestras necesidades de alimentación... Para alcanzar
ese objetivo necesitamos actuar. Tenemos que buscar alimento y luego comerlo;
eso demuestra que hasta el objetivo más simple se alcanza por medio de la
acción....,..
-Está bien -asentí-,
reducir el sentimiento de injusticia aceptando que es resultado del karma puede
ser efectivo para los budistas, pero ¿qué me dice de quienes no creen en la doctrina
del karma? En Occidente, por ejemplo, son muchos los que...
-Muchas de las personas
que creen en un creador, en Dios, pueden aceptar las circunstancias difíciles
con mayor facilidad, al considerarlas parte de la creación o el plan de Dios.
Aunque la situación parezca muy negativa, Dios es todopoderoso y
misericordioso, de modo que tiene que haber algún significado en la situación
que ellas desconocen. Creo que esa clase de fe puede ayudarlas en sus momentos
de sufrimiento.
Un análisis objetivo de
situaciones difíciles o problemáticas puede ser bastante importante, porque se
descubre a menudo que detrás de las apariencias hay otros factores. Por
ejemplo, si el jefe le ha tratado a uno injustamente en el trabajo, es posible
que esté detrás, por ejemplo una discusión con su esposa por la mañana.
Naturalmente, uno tiene que seguir afrontando las cosas según están, pero al
menos con ese enfoque no se experimentará la ansiedad adicional que provoca.
-¿Es posible que el
análisis objetivo de la situación nos ayude a descubrir que estamos
contribuyendo a crear el problema y debilite el sentimiento de injusticia?
-¡Sí! -respondió con
entusiasmo-. Ahí está la gran diferencia. En general, si examinamos cualquier
situación de una forma imparcial y honesta, nos daremos cuenta de hasta qué
punto somos también responsables de los acontecimientos.
-Siguió diciendo el
Dalai Lama-, nuestra tendencia normal consiste en achacar nuestros problemas a
los demás o bien a factores externos. Además, solemos buscar una sola causa,
para luego tratar de exoneramos de toda responsabilidad. Parece que cada vez
que hay implicadas emociones intensas, tiende a producirse una disparidad entre
apariencia y la realidad.
Culpabilidad
Como productos de un
mundo imperfecto, todos somos imperfectos. Reconocer nuestros errores con
genuino remordimiento nos sirve para mantenemos en el camino correcto en la
vida, nos anima a rectificar nuestros errores si ello fuera posible. Pero si
permitimos que nuestro pesar degenere hasta una culpabilidad excesiva y nos
aferramos a nuestros errores del pasado, culpándonos y odiándonos por ellos, lo
único que conseguiremos es flagelamos inútilmente.
Durante una
conversación anterior en la que hablamos brevemente de la muerte de su hermano,
el Dalai Lama había expresado cierto pesar relacionado con ella. Era
interesante ver cómo afrontaba aquellos sentimientos de pesar y quizá de
culpabilidad, por lo que en una conversación posterior le pregunté: -Cuando
hablamos de la muerte de Lobsang mencionó usted su pesar. ¿Ha habido alguna
otra situación en su vida en que se haya arrepentido de algo?
-Oh, sí. Un anciano
monje que vivía como un ermitaño solía ir a verme para recibir enseñanzas,
aunque creo que era más versado que yo y aquellas visitas no eran más que una
formalidad. En cualquier caso, vino a verme un día y me preguntó acerca de una
complicada práctica esotérica que quería realizar. Le comenté que era una
práctica muy difícil y que quizá fuera mejor que la emprendiera alguien más
joven, ya que tradicionalmente se inicia en la adolescencia.
Más tarde me enteré de
que el monje se había suicidado para renacer en un cuerpo más joven y poder
entregarse a esos ejercicios...
-¡Eso es terrible!
-exclamé, sorprendido por esta historia-. Tuvo que haber sido muy duro para
usted cuando se enteró... -El Dalai Lama asintió con una expresión de
tristeza-. ¿Cómo afrontó ese sentimiento de pesar? ¿Cómo se libró finalmente de
él?
Permaneció en silencio
durante un rato antes de contestar. --No me libré de él. Sigue ahí, presente. -Hizo
una nueva pausa, antes de añadir-: Pero ya no se halla asociado con una
opresión. No sería útil para nadie que yo permitiera que ese sentimiento me
abrumara, fuera una fuente de desánimo y depresión. En ese momento y de un modo
muy visceral, quedé asombrado una vez más ante el ser humano que afronta plenamente
las tragedias de la vida y responde, incluso con profundo pesar, pero sin
permitirse caer en una culpa excesiva o en el autodesprecio; que se acepta
plenamente a sí mismo, con sus limitaciones, debilidades y errores de juicio.
El Dalai Lama
experimentaba un sincero pesar por los hechos que acababa de relatarme, pero
llevaba su pesar con dignidad y elegancia. Y no permitía que ese sentimiento lo
hundiera, prefería seguir adelante y dedicar sus facultades a la ayuda a los
demás...
A veces me pregunto si
la capacidad para vivir sin caer en la culpabilidad destructiva no será
parcialmente cultural. Al contarle a un erudito amigo tibetano mi conversación
con el Dalai Lama sobre el pesar, éste me dijo que la lengua tibetana no tiene
siquiera una palabra equivalente a «culpa», aunque tiene otras que equivalen a
«remordimiento» o «arrepentimiento» o «lamentación», con el sentido de
«rectificar las cosas en el futuro». Sea cual fuere el componente cultural,
estoy convencido de que al cuestionar nuestras formas habituales de pensar y
cultivar una perspectiva mental diferente, basada en los principios descritos
por el Dalai Lama, cualquiera de nosotros puede aprender a vivir sin la marca
de la culpabilidad, que no hace otra cosa que causarnos un sufrimiento
innecesario.
Resistencia al cambio
La culpabilidad surge
cuando nos convencemos de que hemos cometido un error irreparable. La tortura
del que se culpa reside en pensar que cualquier problema es permanente. Pero,
puesto que no hay nada que no cambie, el dolor también disminuye, ya que ningún
problema es perpetuo. Éste es el aspecto positivo del cambio. Pero por lo
general nos resistimos a él en casi todos los ámbitos de la vida. El primer
paso para liberamos del sufrimiento es conocer su causa fundamental: la
resistencia al cambio. Al describir la naturaleza siempre cambiante de la vida,
el Dalai Lama explicó: -Es extremadamente importante investigar los orígenes
del sufrimiento, saber cómo surge. Para iniciar ese proceso se ha de ser
consciente de la naturaleza cambiante de nuestra existencia. Todas las cosas,
acontecimientos y fenómenos son dinámicos, cambian a cada momento; nada
permanece estático. Meditar sobre la circulación sanguínea puede servimos para reforzar
esta idea: la sangre está fluyendo constantemente, nunca se está quieta. Y puesto
que es propio de la naturaleza de todos los fenómenos el cambiar continuamente,
concluimos que a las cosas les falta capacidad para perdurar, para seguir
siendo lo mismo. Y si todas las cosas se hallan sujetas al cambio, nada existe
en un estado permanente, nada es capaz de programarse para permanecer. Por
tanto, todas las cosas se encuentran bajo el poder o la influencia de otros
factores. Nada durará, al margen de lo agradable o placentera que pueda ser la
experiencia. Esto se convierte en la base de una categoría de sufrimiento
conocida en el budismo como el «sufrimiento del cambio».
El concepto de
transitoriedad tiene un papel central en el pensamiento budista y su
consideración es una práctica clave. La contemplación de la no permanencia
tiene dos funciones vitales en el camino budista. En un plano convencional, en
un sentido cotidiano, el practicante budista contempla su propia
transitoriedad, el hecho de que la vida es tenue y de que nunca sabemos cuándo
moriremos. Al combinar esta reflexión con la singularidad de la existencia
humana y la posibilidad de alcanzar un estado de liberación espiritual, de
liberación del sufrimiento y de interminables ciclos de reencarnaciones esta
contemplación sirve para fortalecer la resolución de sacarle el mejor partido
posible a la existencia, participando en las prácticas espirituales que
producirán la liberación en un nivel más profundo, la contemplación de los
aspectos más sutiles de la transitoriedad es el primer paso para comprender la verdadera
naturaleza de la realidad y disipar la ignorancia, que es la fuente última de
nuestro sufrimiento.
Así pues, aunque la
contemplación de la transitoriedad tiene una tremenda importancia dentro de un
contexto budista, surge la pregunta: ¿tiene también alguna aplicación práctica
en las vidas cotidianas de los no budistas? Si vemos el concepto de
«transitoriedad» desde el punto de vista del «cambio», entonces la respuesta es
afirmativa. Después de todo, tanto si se contempla la vida desde una
perspectiva budista como desde una perspectiva occidental, queda el hecho de
que la vida es cambio. En la medida en que nos neguemos a aceptar este hecho y
nos resistamos a los cambios de la existencia, seguiremos perpetuando nuestro
sufrimiento.
La aceptación del
cambio puede ser un factor importante para reducir en buena medida nuestro
sufrimiento. A menudo nos causamos sufrimiento al negarnos a renunciar al
pasado. Si definimos nuestra imagen por el aspecto que teníamos o por lo que
solíamos hacer y no podemos hacer ahora, es muy probable que nos sintamos más
infelices a medida que envejecemos. En ocasiones, cuanto más tratamos de
aferrarnos a algo, tanto más grotesca y distorsionada se hace la vida.
La aceptación de la
inevitabilidad del cambio como principio general nos ayuda a afrontar muchos
problemas y a asumir un papel más activo; conocer y comprender los cambios
puede evitarnos la ansiedad, que es la causa de muchos de nuestros problemas. Una
mujer que acababa de ser madre me habló de una visita que había hecho con su
bebé a la sala de urgencias del hospital a las dos de la madrugada. -¿Qué le
ocurre? –le preguntó el pediatra.
-¡Mi bebé! ¡Le pasa
algo! -gritó ella frenéticamente-. ¡Creo que se ahoga! No hace más que sacar la
lengua una y otra y otra vez, como si tratara de quitarse algo de ella, pero no
tiene nada en la boca... Después de unas pocas preguntas y un breve examen, el
médico la tranquilizó.
-No hay por qué
preocuparse. A medida que se hace mayor, el bebé cobra una mayor conciencia de
su cuerpo y de lo que es capaz de hacer. Su bebé acaba de descubrirse la
lengua.
Cambio
de perspectiva.
HABÍA UNA VEZ UN
DISCÍPULO de un filósofo griego al que el maestro le ordenó entregar dinero durante
tres años a todo aquel que le insultara. Una vez superado ese período de
prueba, el maestro le dijo: -Ahora puedes ir a Atenas y aprender sabiduría.
Cuando el discípulo llegó a Atenas vio a un sabio sentado a las puertas de
entrada de la ciudad que se dedicaba a insultar a todo el que entraba y salía.
También insultó al discípulo, que se echó a reír.
¿Por qué te ríes cuando
te insulto? Le preguntó el sabio. «Porque durante tres años he tenido que pagar
por esto mismo y ahora tú me lo ofreces gratuitamente», contestó el discípulo.
«Entra en la ciudad -le dijo el sabio- Es toda tuya...»
En el siglo IV, los
padres del desierto, un grupo de personas excéntricos que se retiraron al
desierto, en los alrededores de Scete, para llevar una vida de sacrificio y
oración, contaban esta historia para ilustrar el valor del sufrimiento y la
resistencia. Sin embargo, no fue ésta la que abrió la «ciudad de la sabiduría»
al discípulo. Lo que le permitió afrontar de un modo tan efectivo una situación
difícil fue su capacidad para cambiar de perspectiva, para ver su situación
desde una atalaya diferente.
La capacidad para
cambiar de perspectiva puede ser una de las herramientas más efectivas de que
disponemos para afrontar los problemas de la vida cotidiana. El Dalai Lama
explicó: -La capacidad de ver los acontecimientos desde perspectivas diferentes
puede ser muy útil. Al practicarla, podemos utilizar ciertas experiencias,
tragedias próximas para desarrollar la serenidad de la mente. Tenemos que damos
cuenta de que cada fenómeno, cada acontecimiento, tiene aspectos diferentes.
Todo tiene una naturaleza relativa. En mi caso, por ejemplo, he perdido mi
país. Desde ese punto de vista, es muy trágico... y todavía hay cosas peores.
En nuestro país se ha producido mucha destrucción. Eso es algo muy negativo.
Pero cuando abordo el mismo acontecimiento desde otro ángulo, me doy cuenta de
que, como refugiado, hay otra perspectiva.
Como refugiado no tengo
necesidad de formalidades, ceremonia, protocolo. Si todo fuera como antes habría
multitud de ocasiones en las que únicamente haríamos los movimientos,
fingiríamos. Pero cuando se pasa por situaciones desesperadas, no hay tiempo
para fingir. Así que, desde ese ángulo, esta trágica experiencia ha sido muy
útil para mí. El hecho de ser un refugiado también crea numerosas oportunidades
para encontrarme con mucha gente. Gente de otras confesiones diferentes, de
distintos ámbitos de la vida, a las que muy probablemente no habría conocido si
hubiera permanecido en mi país. Así que, en ese sentido, todo esto ha sido muy,
muy útil.
A menudo, cuando surgen
los problemas, nuestra perspectiva se estrecha. Quizá tengamos concentrada toda
nuestra atención en preocuparnos por el problema y abriguemos la sensación de
que únicamente nosotros pasamos por tales dificultades. Eso puede conducir a
una especie de ensimismamiento que hace que el problema parezca muy grave.
Cuando sucede eso, creo que puede ayudar mucho el ver las cosas desde una
perspectiva más amplia, dándonos cuenta, por ejemplo, de que hay muchas
personas que han pasado por experiencias similares e incluso peores.
Este cambio de
perspectiva puede ser muy útil incluso en ciertas enfermedades o cuando se
sufre. Claro que cuando aparece el dolor resulta muy difícil practicar la meditación
para serenar la mente. Pero si se hacen comparaciones, si se ve la situación
desde una perspectiva diferente, algo ocurre. Si sólo se observa el
acontecimiento, en cambio, éste parece cada vez más y más importante. Si se
fija la atención intensamente en un problema, éste termina por parecer
incontrolable. Pero si se compara con otro de mayor envergadura, entonces parece
más pequeño y menos abrumador.
¿Cómo se puede afrontar
esta situación? El Dalai Lama me miró con expresión reflexiva. Me pregunté si
percibiría que planteaba el tema no sólo por razones puramente académicas.
-Si examina la
situación desde un ángulo diferente -contestó-, seguramente se dará cuenta de
que la persona que provocó esa cólera tiene también cualidades positivas. Si
observa cuidadosamente descubrirá también que aquello que le había molestado le
proporcionó ciertas oportunidades que, de otro modo, no habría tenido. Así que
podrá ver desde un ángulo diferente el acontecimiento. Eso ayuda.
-Pero ¿Qué hacer si se
buscan los aspectos positivos de una persona o acontecimiento y no se puede
encontrar ninguno?
-En tal caso, la
situación requeriría un esfuerzo. Dedique algún tiempo a buscar seriamente una
perspectiva diferente. Necesitará utilizar toda su capacidad de razonamiento y
examinar la situación del modo más objetivo posible. Por ejemplo, puede
reflexionar sobre el hecho de que cuando está realmente enojado con alguien,
tiende a percibir en el otro sólo cualidades negativas, del mismo modo que al
sentirse fuertemente atraído por alguien, suele ver únicamente sus cualidades
positivas. Si su amigo, al que considera una persona excelente, le causara
deliberadamente daño, de repente usted se percataría de que no sólo tiene
buenas cualidades.
De modo similar, si su
enemigo, al que detesta, le pidiera sinceramente perdón y se mostrara amable,
es poco probable que siguiera considerándolo totalmente malo. Así pues, aunque
esté enojado con alguien y crea que esa persona no posee cualidades positivas,
recuerde que nadie es totalmente malo. Si busca lo suficiente, seguro que
encontrará algunas cualidades positivas. En consecuencia, su visión de un
individuo como absolutamente negativo se debe a su propia proyección mental,
más que a la verdadera naturaleza de ese individuo.
Una
nueva perspectiva del enemigo
El método fundamental utilizado por
el Dalai Lama para transformar la actitud ante los enemigos supone llevar a
cabo Un análisis sistemático y racional de nuestra respuesta habitual cuando
nos causan daño.
-Empecemos por examinar la actitud
característica hacia nuestros enemigos -explicó-. En términos generales, es evidente
que no les deseamos lo mejor. Pero aunque nuestro adversario se hunda a
consecuencia de nuestras acciones, ¿a qué viene alegrarse por ello? ¿Puede
haber algo más lamentable que esos sentimientos de animadversión? ¿Desea uno
ser realmente tan mezquino?
Vengarse no hace sino crear un
círculo vicioso. La otra persona no lo va a aceptar y, entonces, la cadena de venganzas
es interminable. En ciertas sociedades, esa dinámica, puede transmitirse de una
generación a otra. El resultado es que ambas partes sufren y la vida se
envenena; puede comprobarse en los campos de refugiados, donde se cultiva el
odio hacia el enemigo desde la infancia. Es muy triste. La cólera o el odio son
como el anzuelo de un pescador. Es de vital importancia no morder ese anzuelo.
Algunas personas consideran que el
odio es bueno para el interés nacional, lo cual me parece muy negativo y de miras
muy estrechas. Contrarrestar esta forma de pensar constituye la base del
espíritu de la no violencia y la comprensión. Tras haber rechazado nuestra
actitud característica frente al enemigo, el Dalai Lama ofreció otra opción,
una nueva perspectiva que podría revolucionar nuestra vida.
-En el budismo -explicó- se presta
mucha atención a las actitudes que adoptamos ante nuestros enemigos. Ello se debe
a que el odio puede ser nuestro mayor obstáculo para el desarrollo de la
compasión y la felicidad. Si se aprende a ser paciente y tolerante con los
enemigos, todo lo demás resulta mucho más fácil, y la compasión fluye con naturalidad.
Así pues, para alguien que practica
la espiritualidad, los enemigos juegan un papel crucial. Tal como veo las
cosas, la compasión es la esencia de la vida espiritual y para alcanzar una
práctica cabal del amor y la compasión, es indispensable la práctica de la
paciencia y la tolerancia. No hay fortaleza similar a la paciencia, no hay peor
aflicción que el odio. En consecuencia, no debemos ahorrar esfuerzos en la
erradicación del odio al enemigo, y aprovechar el enfrentamiento como una
oportunidad para intensificar la práctica de la paciencia y la tolerancia.
De hecho, el enemigo es el elemento
necesario para practicar la paciencia. Sin su oposición no pueden surgir la paciencia
o la tolerancia. Normalmente, nuestros amigos no nos ponen a prueba ni nos
ofrecen la oportunidad de cultivar la paciencia; eso es algo que sólo hacen
nuestros enemigos. Así que, desde este punto de vista, podemos considerar a
nuestro enemigo un gran maestro, y reverenciado incluso por habernos
proporcionado esa preciosa oportunidad.
En el mundo son relativamente pocas
las personas con las que interactuamos, y todavía menos las que nos causan problemas.
Por tanto, encontrarse ante la oportunidad de practicar la paciencia y la
tolerancia debería suscitar nuestra gratitud, porque se da raras veces. Del
mismo modo que si hubiéramos tropezado con un tesoro en nuestra propia casa,
deberíamos sentirnos felices y agradecidos al enemigo por proporcionarnos esa
preciosa oportunidad. Porque para alcanzar éxito en la práctica de la paciencia
y la tolerancia, que son factores esenciales para contrarrestar las emociones
negativas, además de nuestros esfuerzos hemos de tener la oportunidad aportada
por un enemigo.
Mucho, argumentarán, "¿Por qué
debo venerar a mi enemigo, reconocer sus aportaciones, si él no tuvo intención
de ofrecerme esa oportunidad para practicar la paciencia, ni tampoco de
ayudarme? Y no sólo no tuvo intención, alguna de ayudarme, sino que tuvo el
propósito deliberado y malicioso de causarme daño. Es apropiado detestarlo,
porque no merece mi respeto".
En realidad, es precisamente esta
animosidad del enemigo, su intención de causarnos daño, lo específico: si sólo
se trata del daño, deberíamos odiar a todos los médicos y considerarlos
enemigos, porque a veces adoptan métodos que pueden ser dolorosos. Sin embargo,
no juzgamos esos actos dañinos ni propios de un enemigo, porque, la intención
del médico ha sido la de ayudarnos. En consecuencia, es precisamente la intención
de causarnos daño lo que singulariza al enemigo; y nos ofrece una preciosa
oportunidad de practicar la paciencia.
¿Es práctica esta actitud?
Ciertamente, me pareció que valía
la pena enfocar nuestros problemas racionalmente y aprender a considerarlos, al
igual que a nuestros enemigos, desde perspectivas distintas, aunque me
preguntaba hasta qué punto podría suponer eso una transformación fundamental de
actitudes. Recordé entonces haber leído en una entrevista que una de las prácticas
espirituales diarias del Dalai Lama era recitar una oración, Ocho versículos
sobre la educación de la mente, escrita en el siglo XI por el santo tibetano
Langri Thangpa.
He aquí un fragmento, Cuando me acerque a alguien, en el fondo de
mi corazón me consideraré el más bajo de todos y al otro el más alto... Cuando
vea a seres de naturaleza malvada, oprimidos por el pecado de la violencia y
por la aflicción, los consideraré tan raros como un precioso tesoro... Cuando
otros, por envidia, me traten mal, abusen de mí, me difamen o me causen daños
similares, aceptaré la derrota y a ellos ofreceré la victoria... Aquel que tras
haberle otorgado yo toda mi confianza me cause un grave daño, será mi supremo
maestro. En suma, que pueda yo dispensar beneficio y felicidad, directa e
indirectamente a todos los seres, que pueda asumir en secreto el daño y el
sufrimiento de todos los seres...
Descubrimiento de nuevas perspectivas
Al tratar de poner en
práctica el cambio de perspectiva con respecto al «enemigo» preconizado por el
Dalai Lama, me encontré una tarde con otra técnica. Mientras preparaba este
libro, asistí a unos seminarios del Dalai Lama en la costa este. Para regresar
a casa tomé un vuelo sin escalas a Phoenix. Había reservado un asiento junto al
pasillo, como siempre. A pesar de que acababa de recibir enseñanzas
espirituales, me sentía bastante malhumorado cuando subí al atestado avión.
Descubrí entonces que me habían asignado erróneamente un asiento en el centro,
embutido entre un hombre de generosas proporciones, cuyo grueso antebrazo invadía
mi asiento, y una mujer de mediana edad que me resultó inmediatamente
antipática porque, a mi juicio, había usurpado el asiento junto al pasillo que
me correspondía. Había algo en aquella mujer que me molestaba: quizá su voz
chillona, o su actitud un tanto imperiosa. Después del despegue, la mujer
empezó a hablar sin parar con un hombre sentado al otro lado del pasillo, que
resultó ser su marido, y yo le ofrecí «gentilmente» cambiar de asiento.
Pero no quisieron
aceptarlo; por lo visto los dos querían asientos de pasillo. Eso me molestó más
aún. La perspectiva de pasar cinco horas sentado junto a aquella mujer me
parecía insoportable. Al darme cuenta de la intensidad de mi reacción ante una
mujer a la que ni siquiera conocía, decidí que tenía que tratarse de una
«transferencia» (seguramente me recordaba, subconscientemente, a alguien de mi
infancia), un viejo sentimiento de odio no resuelto hacia mi madre u otra
mujer. Me estrujé el cerebro, pero aquella mujer no me recordaba a nadie de mi
pasado. Se me ocurrió pensar entonces que era una excelente oportunidad para
practicar el desarrollo de la paciencia. Así pues, imaginé a mi vecina como una
querida benefactora, situada a mi lado para enseñarme paciencia y tolerancia.
Al cabo de unos veinte minutos de esfuerzos imaginativos, abandoné el intento.
¡La mujer seguía
fastidiándome! Me resigné a continuar irritado durante todo el resto del vuelo.
Mohíno, miré una de sus manos, con la que se aferraba furtivamente al brazo de
su butaca. Detestaba todo lo que tuviera que ver con esa mujer. Miraba con
expresión ausente la uña de su pulgar cuando de repente me pregunté: ¿odio
acaso esa uña? No, en realidad no. Era una uña corriente, sin ninguna
característica peculiar. A continuación, fijé la mirada en uno de sus ojos y me
pregunté: ¿odio realmente ese ojo? Sí, lo odio (y sin ninguna buena razón, que
es la forma más pura del odio). Miré más atentamente. ¿Odio esa pupila? No.
¿Odio esa córnea, ese iris, esa esclerótica? No, de modo que ¿odio realmente
ese ojo? Tuve que admitir que no lo odiaba. Tuve la impresión de que estaba
haciendo progresos. Pasé a uno de los nudillos, a un dedo, a la mandíbula, a un
codo. Con sorpresa, me di cuenta de que había partes de esa mujer que no
odiaba. Al centrar la atención en los detalles, en lo concreto, en lugar de la
imagen global, permitía que se produjera un cambio interno sutil, un
ablandamiento. Este cambio de perspectiva producía un desgarro en mi prejuicio,
lo bastante amplio como para percibir la humanidad básica de la mujer. Mientras
me percataba de todo esto, ella se volvió hacia mí e inició una conversación.
No recuerdo de qué hablamos, algo superficial, pero mi cólera había
desaparecido cuando terminó el vuelo. Aquella mujer, por supuesto, no se había
transformado en la mejor de mis amigas, pero tampoco era ya la maldita
usurpadora de mi asiento junto al pasillo; simplemente un humano como yo, que
llevaba su vida lo mejor que podía.
Una mente flexible
La capacidad para
cambiar de perspectiva, para ver los problemas «desde ángulos diferentes»,
guarda relación con la flexibilidad de la mente. El beneficio fundamental de
esta flexibilidad es que nos permite abarcar toda la existencia, sentimos
plenamente vivos, experimentar toda la dimensión de nuestra humanidad. Una
tarde, después de una larga jornada de charlas en Tucson, cuando el Dalai Lama
regresaba andando a su hotel, un banco de nubes de color magenta se extendió
sobre el cielo, absorbiendo la luz de últimas horas de la tarde y realzando el
relieve de las montañas Catalina, convirtiendo el paisaje en una sinfonía de
matices purpúreos. El aire era cálido, cargado con la fragancia de las plantas
del desierto, de la salvia, y lleno de humedad; una inquieta brisa prometía
tormenta. El Dalai Lama se detuvo. Durante unos momentos, contempló en silencio
el horizonte, y finalmente hizo un comentario sobre la belleza del paisaje.
Siguió caminando pero, tras unos pasos, se detuvo de nuevo, se inclinó para
examinar un diminuto ramillete de espliego. Lo tocó con suavidad, observó su
delicada forma y se preguntó en voz alta cuál sería el nombre de aquella
planta. Me sentí impresionado por la agilidad de su mente. Pareció pasar del
paisaje a la pequeña planta con una percepción simultánea de la totalidad y de
los detalles, con una asombrosa capacidad para abarcar todas las facetas del
espectro de la vida.
Todos podemos
desarrollar esa misma flexibilidad mental. Surge, al menos en parte, de
nuestros esfuerzos por extender nuestra perspectiva y probar nuevos puntos de vista.
El resultado es la conciencia simultánea del macrocosmos y el microcosmos, que
nos ayuda a separar lo que es importante de aquello que no lo es.
-Adoptar una perspectiva más amplia
supone trabajar solidariamente con otras personas. Cuando se producen
catástrofes gigantescas, medio ambientales o económicas, por ejemplo, se
necesita un esfuerzo coordinado de mucha gente, con un sentido de la
responsabilidad y de los compromisos globales, no meramente individuales.
Me sentí molesto por el hecho de
que él introdujera el mundo cuando yo trataba de concentrarme en el individuo. -Pero
esta misma semana -insistí-, en nuestras conversaciones y en sus charlas ante
el público, ha hablado mucho sobre la importancia del cambio personal desde
dentro, de la transformación interna. Ha hablado, por ejemplo, de la importancia
de desarrollar compasión, de superar la cólera y el odio, de cultivar la
paciencia y la tolerancia... -Sí. Naturalmente, el cambio debe proceder de
dentro del individuo. Pero cuando se buscan soluciones a los problemas
globales, se necesita abordar esos problemas desde los puntos de vista del
individuo y del conjunto de la sociedad. Ser flexible, tener una perspectiva
más amplia, exige capacidad para abordar los problemas desde varios niveles: el
individual, el de la comunidad y el global.
La importancia del pensamiento flexible
Hay una relación
estrecha entre una mente flexible y la capacidad para cambiar de perspectiva.
La mente flexible nos ayuda a abordar nuestros problemas desde varias perspectivas;
por tanto, tratar de examinar los problemas con objetividad multiplicando las
perspectivas puede considerarse una manera de formar la mente en la
flexibilidad. En el mundo actual, el intento de desarrollar un pensamiento
flexible no es un simple ejercicio para intelectuales ociosos, sino una
cuestión de supervivencia. Desde un punto de vista evolutivo, son las especies
más flexibles las que se han adaptado mejor a los cambios ambientales, las que
han sobrevivido y prosperado. Hoy en día, la vida se caracteriza por el cambio
repentino, inesperado y, en ocasiones, violento. Una mente flexible puede
ayudar a reconciliamos con los cambios externos, y también a amortiguar
nuestros conflictos internos, inconsistencias y ambivalencias. Si no cultivamos
una mente adaptable, nuestra mirada se enturbia y nuestra relación con el mundo
se guía por el temor. Al adoptar un enfoque flexible y dúctil ante la vida
podemos mantener nuestra compostura incluso en las situaciones más turbulentas.
Es gracias a nuestros esfuerzos por alcanzar una mente flexible como podemos
reforzar la capacidad de resistencia del espíritu humano.
A medida que iba
conociendo al Dalai Lama, más me asombraba ante su flexibilidad, su capacidad
para adoptar numerosos puntos de vista. Cabría esperar que en su condición de
jefe religioso se erigiera en defensor de la fe, así que le pregunté: -¿Se ha
considerado alguna vez demasiado rígido, demasiado estrecho de miras?
-Hmm... -murmuró
reflexivo durante un momento, antes de contestar con decisión-: No, no lo creo.
De hecho, sucede precisamente lo contrario. En ocasiones soy tan flexible que
se me acusa incluso de no seguir una línea coherente. -Se echó a reír
sonoramente-. Alguien se me acerca y me presenta determinada idea; examino las
razones que aduce y exclamo: ¡Eso es magnífico! Después se me acerca otra
persona con un punto de vista opuesto y también encuentro acertada sus razones.
Me han criticado por eso; me recuerdan: «Nos hemos comprometido a seguir este camino,
así que, por el momento, sigámoslo».
El Dalai Lama tiene
unas convicciones básicas que guían todas sus acciones: la bondad fundamental
de todos los seres humanos, el valor de la compasión, la benevolencia y la
generosidad, atributos comunes a todas las criaturas vivas. -Al hablar de la
importancia de ser flexible, dúctil y adaptable no pretendo sugerir que seamos
como camaleones, y que absorbamos cualquier nuevo sistema de creencias con el
que nos encontremos, que cambiemos de identidad, que adoptemos pasivamente
cualquier idea. Las fases superiores del crecimiento y el desarrollo dependen
del conjunto de valores que nos guían. Un sistema de valores capaz de
proporcionar continuidad y coherencia a nuestras vidas, mediante el que podamos
medir nuestras experiencias. Un sistema de valores que nos ayude a decidir qué
objetivos merecen realmente perseguirse y cuáles son irrelevantes.
La cuestión es: ¿cómo
podemos mantener de un modo coherente y firme este conjunto de valores
fundamentales y ser flexibles al mismo tiempo? El Dalai Lama parece haberlo
conseguido al reducir su sistema de creencias a unas cuantas verdades
fundamentales: 1) Soy un ser humano; 2) deseo ser feliz y no quiero sufrir; 3)
otros seres humanos como yo también desean ser felices y no quieren sufrir. Al
destacar el terreno que comparte con los demás, en lugar de fijarse en las
diferencias, genera un sentimiento de unión que conduce a la convicción
profunda del valor de la compasión y el altruismo. Utilizando este enfoque,
puede ser muy gratificante el simple hecho de dedicar un poco de tiempo a
reflexionar sobre nuestro propio sistema de valores y reducido a sus principios
fundamentales, lo que nos proporcionará mayor libertad y flexibilidad para
afrontar los problemas.
Encontrar el equilibrio
El enfoque flexible de
la vida no es sólo un instrumento para abordar conflictos, sino también para
alcanzar el estado indispensable para una vida feliz: el equilibrio. Una
mañana, cómodamente instalado en su silla, el Dalai Lama aclaró el valor de
llevar una vida equilibrada. -Asumir equilibradamente la vida, evitando los
extremos, es de capital importancia en todos los aspectos de la vida.
Por ejemplo, con una
planta hay que ser muy habilidoso y delicado cuando se encuentra en sus
primeras fases de crecimiento. Demasiada o poca humedad o luz solar la
destruirá. Lo que se necesita por tanto es un medio muy equilibrado, para que
pueda disfrutar de un crecimiento saludable. Por lo que se refiere a la salud
física de una persona, el exceso o la escasez de algunos elementos pueden tener
efectos destructivos.
Esto se aplica también
al desarrollo mental y emocional. Si observamos que somos arrogantes, por
ejemplo, que nos hinchamos dándonos importancia, basándonos en supuestos o
reales logros o cualidades, el antídoto consiste en pensar un poco más en
nuestros problemas y padecimientos, en contemplar los aspectos insatisfactorios
de la existencia. Eso nos ayuda a rebajar nuestra soberbia y a ponernos más en
contacto con la realidad. Por el contrario, si uno se da cuenta de que
reflexiona sobre la naturaleza insatisfactoria de la existencia hasta el punto
de sentirse abrumado e impotente, es aconsejable reflexionar sobre el progreso
que se ha hecho hasta el momento y sobre las cualidades positivas que se
posean, lo que nos ayudará a abandonar ese estado mental de desánimo. Es
preciso buscar el equilibrio.
Superar
los obstáculos.
Encontrar significado en el
sufrimiento.
VÍCTOR FRANKL, un
psiquiatra judío detenido por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, dijo
en cierta ocasión: «El hombre está dispuesto y preparado para soportar
cualquier sufrimiento siempre y cuando pueda encontrarle un significado».
Frankl utilizó su brutal e inhumana experiencia en los campos de concentración
para tratar de comprender cómo pudieron sobrevivir algunos a tantas
atrocidades, y determinó que la supervivencia no se apoyaba en la juventud o en
la fortaleza física, sino en la fortaleza derivada de hallar un significado a
esa experiencia. Descubrir el significado del sufrimiento constituye una
poderosa ayuda para afrontar las situaciones, incluso las más difíciles. Pero
no resulta tarea fácil encontrar significado en nuestro sufrimiento. A menudo,
el sufrimiento parece fortuito, sin significado. Y, aunque nos encontramos en
medio de nuestro dolor y sufrimiento, toda nuestra energía se centra en
alejamos del mismo. Durante los períodos de crisis aguda parece imposible
reflexionar sobre cualquier significado que pueda esconder nuestro sufrimiento.
A menudo, lo único que podemos hacer es soportarlo. Y es natural considerarlo
una injusticia y preguntarnos: ¿Por qué a mí? Afortunadamente, sin embargo, en
los momentos de alivio o en los períodos posteriores a experiencias de
sufrimiento agudo, podemos reflexionar sobre él y buscar su significado. El
tiempo y el esfuerzo dedicados a buscar significado al sufrimiento aportarán
muchos beneficios cuando ocurran las desgracias. Pero para ello tenemos que
iniciar nuestra búsqueda cuando las cosas nos van bien. Un árbol con raíces
fuertes puede resistir la tormenta más violenta, pero no puede desarrollar sus
raíces cuando la tormenta aparece ya en el horizonte.
Así pues, ¿por dónde
empezar nuestra búsqueda del significado del sufrimiento? Para muchas personas,
esa búsqueda se inicia con su fe religiosa. Aunque las religiones difieren
sobre el significado que dan al sufrimiento, todas ofrecen estrategias para
responder a él, basadas en sus creencias fundamentales. Para el budismo y el
hinduismo, por ejemplo, es el resultado de nuestras acciones negativas y se le
considera un catalizador para la búsqueda de la liberación espiritual.
En la tradición
judeocristiana, el universo fue creado por un Dios bueno y justo y aunque su
plan sea misterioso e indescifrable a veces, nuestra fe y confianza en sus
designios nos permiten tolerar más fácilmente nuestro sufrimiento, confiar,
como dice el Talmud, en que «todo lo que hace Dios, lo hace para bien». La vida
seguirá siendo sin duda dolorosa, pero como el dolor que experimenta la mujer
al dar a luz, confiamos en que será superado por el bien que trae. El reto en
estas confesiones religiosas estriba en que, con frecuencia, no se nos revela
el bien último. No obstante, aquellos que tienen una fe firme se ven apoyados
por la convicción de que en el sufrimiento se expresa un propósito divino, como
aconseja un sabio hasídico: «Cuando un hombre sufre, no debería decir:
"¡Esto es muy malo!", ya que nada de lo que Dios le impone al hombre
es malo. Pero es correcto exclamar: "j Esto es amargo" pues entre las
medicinas hay algunas que están hechas con hierbas amargas». Así pues, desde
una perspectiva judeocristiana, el sufrimiento puede servir para muchos
propósitos: ponernos a prueba y fortalecer nuestra fe, acercarnos íntimamente a
Dios debilitar los lazos con el mundo material e inducirnos a acudir a Dios
como nuestro refugio.
Aunque la fe puede
ofrecer una valiosa ayuda para encontrar significado, aquellos que no poseen
creencias religiosas también pueden encontrado en su sufrimiento después de una
cuidadosa reflexión. A pesar del universal rechazo del sufrimiento, caben pocas
dudas de que fortalece y ahonda la comprensión de la vida. En cierta ocasión,
el doctor Martin Luther King, Jr. dijo: «Aquello que no me destruye, me hace
más fuerte». Y aunque es natural encogerse ante el sufrimiento, éste puede
contribuir a sacar lo mejor de nosotros. En El tercer hombre, de Graham Greene,
se lee: «Los treinta años bajo los Borgia trajeron a Italia guerras, terror,
asesinatos, pero también a Miguel Ángel, a Leonardo da Vinci, el Renacimiento.
Suiza, donde predominaba el amor fraternal, ¿qué ha producido durante
quinientos años de democracia y paz? El reloj de cuco».
Aunque el sufrimiento
sirva a veces para endurecernos, para fortalecernos, en otras ocasiones llega a
ser valioso por lo contrario, por ablandarnos haciéndonos más sensibles. La
vulnerabilidad que experimentamos en nuestro sufrimiento suele producir una
apertura y profundiza nuestra conexión con los demás. El poeta William
Wordsworth exclamó: «Una profunda angustia ha humanizado mi alma». Al ilustrar
este efecto humanizador del sufrimiento, se me ocurre pensar en Robert, un
conocido mío. Era presidente ejecutivo de una gran empresa de mucho éxito.
Varios años antes había sufrido un grave revés financiero que le provocó una
profunda depresión. Nos conocimos cuando se encontraba sumido en lo más
profundo de ella. Siempre había considerado a Robert un modelo de confianza en
sí mismo y de entusiasmo, y me alarmé al verlo tan abatido. Con una intensa
angustia en la voz, Robert me dijo: -Esto es lo peor que he experimentado en
toda mi vida. No puedo sacármelo de encima. No sabía que fuera posible sentirse
tan abrumado, desesperanzado e impotente.
Después de conversar un
rato sobre sus dificultades, le aconsejé que acudiera a un colega para tratar
la depresión. Varias semanas más tarde me encontré con Karen, la esposa de
Robert, y le pregunté cómo estaba su marido. –Ha mejorado mucho. El psiquiatra
que le recomendaste le recetó una medicación antidepresiva que ha ayudado
mucho. Claro que todavía tardaremos un tiempo en solucionar todos los problemas
con el negocio pero ahora se siente mejor y creo que todo marchará bien...
Cómo afrontar el dolor físico
Al reflexionar sobre el
sufrimiento durante los momentos de bienestar, descubrimos a menudo un valor y
un significado profundo en él. En ocasiones, sin embargo, nos vemos enfrentados
a padecimientos que no parecen tener ninguna cualidad redentora. El dolor
físico pertenece a esa categoría. Pero hay una diferencia entre el dolor
físico, que es un proceso fisiológico, y el sufrimiento, que es nuestra
respuesta mental y emocional al mismo. Así pues, se nos plantea la pregunta:
¿podemos encontrar una finalidad detrás de nuestro dolor, capaz de modificar
nuestra actitud hacia el mismo? Y si cambiamos de actitud, ¿disminuiría el
grado de sufrimiento?
En su libro Dolor: el
dolor que nadie quiere, el doctor Paul Brand explora el valor del dolor físico.
Brand, un cirujano de prestigio mundial y especialista en lepra, pasó los
primeros años de su vida en la India, donde, como hijo de misioneros, se vio
rodeado de personas que vivían en condiciones de extremada pobreza y
sufrimiento. Al observar en ellos una mayor tolerancia al dolor físico que en
Occidente, se interesó por el fenómeno del dolor y efectuó un notable descubrimiento:
la putrefacción de la carne se debía a la pérdida de la sensación de dolor en
las extremidades. Al no contar con la protección del dolor, los pacientes de
lepra no disponían de un sistema que les advirtiera del daño en los tejidos. El
doctor Brand vio a pacientes que caminaban o corrían sobre extremidades cuya piel
estaba desgarrada o incluso con los huesos al descubierto, lo que causaba su
rápida destrucción. A veces incluso introducían la mano en el fuego para
retirar algo sin sentir dolor. Observó también en ellos una actitud de lo más indiferente
hacia la autodestrucción. En su libro, Brand presenta muchos ejemplos de los
efectos destructivos de vivir sin sensación de dolor, las heridas recurrentes,
las ratas que roían los dedos de manos y pies mientras el paciente dormía
tranquilamente.
Después de una larga
experiencia con pacientes que sufrían dolores agudos y con otros insensibles,
Brand llegó a considerar el dolor no como el enemigo que es en Occidente, sino
como un sistema biológico complejo que nos advierte para protegemos.
Pero ¿por qué entonces
la experiencia del dolor tiene que ser tan desagradable? Brand afirma que
precisamente en eso reside su efectividad, pues obliga al organismo a afrontar
el problema. Aunque el cuerpo cuenta con movimientos reflejos de protección, es
la sensación de dolor la que impulsa a todo el organismo a prestar atención y
actuar. También graba la experiencia en la memoria y nos sirve para protegemos
en el futuro.
Así como encontrar
significado a nuestro sufrimiento nos ayuda a afrontar los problemas, para
Brand la comprensión de la finalidad del dolor físico contribuye a disminuir el
sufrimiento. Si nos preparamos para el dolor, si comprendemos su naturaleza y
reflexionamos sobre lo que sería la vida sin esa sensación, invertiremos en lo
que Brand llama un «seguro para el dolor». No obstante, y como quiera que el
dolor agudo es capaz de acabar con toda objetividad, tenemos que reflexionar
sobre él antes de que aparezca. Si somos capaces de pensar en el dolor como «un
discurso que pronuncia nuestro cuerpo sobre un tema de importancia vital, de
una intensidad tal que llama inevitablemente nuestra atención», entonces
empezará a cambiar nuestra actitud, y en consecuencia disminuirá nuestro
sufrimiento.
«Estoy convencido
-afirma Brand- de que la actitud que hayamos cultivado puede determinar el
grado de sufrimiento cuando el dolor nos llegue.» Incluso cree que podemos
desarrollar un sentimiento de gratitud ante el dolor. No cabe la menor duda de
que nuestra, actitud y perspectiva mentales determinan el grado de sufrimiento.
Supongamos que dos individuos, un trabajador de la construcción y un pianista,
sufren la misma herida en un dedo. Aunque el dolor sea el mismo para ambos, el
obrero de la construcción sufre menos y hasta se alegra si la herida le procura
ese mes de vacaciones pagadas que tanto necesitaba, mientras que esa misma
lesión causa un intenso sufrimiento en el otro al impedirle tocar el piano,
fuente fundamental de alegría en su vida.
Esto ha sido demostrado
por numerosos estudios y experimentos científicos. Los investigadores han
explorado las vías mediante las que se percibe el dolor: se inicia con una
señal sensorial, una alarma que se dispara en cuanto las terminaciones
nerviosas son estimuladas. Millones de señales viajan por la médula espinal
hasta la base del cerebro, que las clasifica y envía un mensaje a las zonas
superiores, donde se elabora una respuesta.
Es en esta fase en la que
se le asigna valor al dolor; es decir, es en la mente donde convertimos el
dolor en sufrimiento. Para disminuir éste, tenemos que efectuar una distinción
entre el dolor que percibimos y el que creamos mediante nuestros pensamientos.
El temor, la cólera, la culpabilidad, la soledad y la impotencia son respuestas
capaces de intensificar el dolor. Así que, al afrontar el dolor, debemos
trabajar en los niveles más bajos de percepción del mismo, utilizar las herramientas
de la medicina moderna, como los medicamentos por ejemplo, pero también podemos
trabajar en los niveles superiores mediante la modificación de nuestra
perspectiva y nuestra actitud.
Muchos investigadores
han examinado el papel de la mente en la percepción del dolor. Pavlov entrenó
incluso a perros para que superaran el dolor al asociar una descarga eléctrica
con una recompensa en forma de alimento. Ronald Melzak fue más lejos. Crio
cachorros de terrier escocés en un ambiente protegido, sin los problemas
propios del crecimiento. Estos perros no consiguieron aprender las respuestas
básicas al dolor; no reaccionaban, por ejemplo, cuando se les pinchaba las
patas con un alfiler, en contraposición con sus compañeros de camada, que
gañían de dolor cuando se los pinchaba. Sobre la base de experimentos como
éstos, Melzak llegó a la conclusión de que buena parte de lo que llamamos
dolor, incluida la respuesta emocional de displacer, era algo aprendido, no
instintivo.
Otros experimentos
realizados con seres humanos, en los que se aplicó la hipnosis y se utilizaron
placebos, han demostrado también que, en muchos casos, las funciones superiores
del cerebro pueden aceptar o descartar las señales de dolor que reciben. Esto
indica que la mente puede determinar a menudo cómo percibimos el dolor y ayuda a
explicar los interesantes descubrimientos de investigadores como Richard
Sternback y Bernard Tursky, de la Escuela de Medicina de Harvard (más tarde
confirmados por un estudio de Maryann Bates y colaboradores), quienes observaron
diferencias significativas entre los diferentes grupos étnico s en cuanto a
capacidad para percibir y resistir el dolor.
Parece, por tanto, que
la afirmación de que nuestra actitud puede influir en el grado de sufrimiento
no es una especulación, sino que está apoyada en pruebas científicas. En sus
investigaciones, Brand hace otra observación fundamental. Sus pacientes de
lepra declaran: «Claro que puedo verme las manos y los pies, pero no los
percibo como si fueran parte de mí. Es como si fueran simples herramientas».
Así Pues, el dolor no sólo nos advierte y nos protege, sino que unifica nuestro
cuerpo. Sin la sensación de dolor en manos o pies, estos miembros parecen no pertenecer
a él y así como el dolor físico unifica nuestro cuerpo, la experiencia general
del sufrimiento nos conecta a los demás. Quizá sea ése el significado principal
del sufrimiento, una condición que compartimos con los demás, que une a todas
las criaturas vivas.
Concluimos nuestro
análisis del sufrimiento humano con la enseñanza por parte del Dalai Lama de la
práctica del Tong-len, a la que se refirió en nuestra conversación anterior.
Según explicaría él mismo, el propósito de esta meditación es fortalecer la
compasión. Pero también podemos veda como una potente herramienta para
transmutar nuestro sufrimiento. Podemos utilizar estas prácticas para aumentar
nuestra compasión, al visualizar a otros que pasan por un sufrimiento similar,
al absorber y disolver su sufrimiento en el propio, como un sufrimiento por delegación.
El Dalai Lama impartió
esta enseñanza ante un numeroso público en una tarde particularmente calurosa
de septiembre, en Tucson. El aire acondicionado del local, que luchaba contra
la alta temperatura del desierto, se vio finalmente superado por el calor
generado por mil seiscientos cuerpos. El calor reinante fue particularmente
apropiado para una meditación sobre el sufrimiento.
La práctica del
Tong-len -Esta tarde meditaremos sobre el Tong-len, el «dar y recibir». Esta
práctica está destinada a entrenar la mente, a fortalecer el poder natural y la
fuerza de la compasión, porque la meditación Tong-len ayuda a contrarrestar
nuestro egoísmo. Aumenta el poder y la fortaleza de nuestra mente al
intensificar nuestra capacidad para abrimos al sufrimiento de otros. Para
empezar este ejercicio primero hay que visualizar a nuestro lado a un grupo de
personas que necesitan ayuda, sumidas en el sufrimiento y en un estado de
extrema pobreza. Visualicen a este grupo de personas con claridad.
Luego, al lado de
ellas, visualícense a sí mismos como egocéntricos, con una arraigada actitud
egoísta, indiferentes a las necesidades de los demás. Entre este grupo de
personas que sufren y esta representación egoísta de sí mismos, véanse en el
centro, como un observador neutral.
A continuación,
observen hacia cuál de los dos lados se inclinan ustedes de modo natural. ¿Se
inclinan más hacia ese individuo singular, la personificación del egoísmo? ¿O
sus sentimientos naturales de empatía fluyen hacia el grupo de personas
necesitadas? Si piensan con objetividad, concluirán que el bienestar de un
grupo es más importante que el de un individuo. Después, dirijan su atención a
las personas necesitadas y desesperadas. Dirijan toda su energía positiva hacia
ellas.
Ofrézcanles mentalmente
sus éxitos, sus recursos, sus virtudes. Una vez hecho eso, asuman el
sufrimiento de esas personas, sus problemas y todas sus dificultades. Se puede
imaginar, por ejemplo, a un niño hambriento de Somaha. En este caso, el
profundo sentimiento de empatía no se basa en consideraciones como "Es mi
pariente" o "Es mi amigo". Ni siquiera conoce usted a esa
persona. Pero el hecho de que usted y el otro sean seres humanos permite que
surja su capacidad natural para la empatía y que pueda usted abrirse al otro.
Piense entonces: "Este niño no tiene capacidad para aliviar su
infortunio". Entonces, mentalmente, asuma sobre sí mismo todo el
sufrimiento de la pobreza, el hambre y la privación de este niño y ofrézcale
mentalmente sus posesiones, riqueza y éxitos. Así puede entrenar su mente,
mediante esta clase de visualización de "dar y recibir".
A veces resulta útil
empezar esta práctica imaginándose en el futuro como una persona que sufre y,
con una actitud de compasión, asumir ese sufrimiento en el presente, con el
sincero deseo de liberarse de todo sufrimiento futuro. Una vez haya adquirido
algo de práctica para generar un estado mental de compasión hacia sí mismo,
puede ampliar su compasión para incluir a los demás. Al "asumir sobre
sí", es útil visualizar los infortunios bajo aspecto de sustancias
venenosas, armas peligrosas o animales terroríficos, cosas ante las que
normalmente se estremecería. Visualice el sufrimiento como si hubiera adquirido
estas formas y luego absórbalas directamente en su corazón.
Producir
un cambio.
El proceso de cambio -Hemos
analizado la posibilidad de alcanzar la felicidad eliminando nuestros
comportamientos y estados mentales negativos. En general, ¿cómo se consigue
superar los comportamientos negativos e introducir cambios positivos?
-pregunté.
-El primer paso es el
aprendizaje, la educación -contestó el Dalai Lama-. Creo que ya he mencionado
con anterioridad la importancia del aprendizaje... -¿Cuando habló de la
importancia de comprender por qué son nocivas las emociones negativas?
-Sí. Pero para producir
cambios positivos, el aprendizaje sólo es el primer paso. También hay otros
factores, como la convicción, la determinación, la acción y el esfuerzo. Así
pues, el siguiente paso consiste en desarrollar nuestra convicción. El
aprendizaje y la educación son importantes porque nos ayudan a desarrollar el
convencimiento de que necesitamos cambiar, y aumentan nuestro compromiso. Y la
convicción ha de cultivarse para convertirla en determinación. A continuación,
la determinación se transforma en acción; una determinación firme nos permite
realizar un esfuerzo continuado para poner en marcha los verdaderos cambios.
Este factor es decisivo.
Así, por ejemplo, si se
quiere dejar de fumar, lo primero es ser consciente de que fumar es nocivo para
el cuerpo. Por tanto, tienes que educarte. Tengo entendido, por ejemplo, que la
información sobre los efectos nocivos del tabaco ha permitido modificar el
comportamiento de mucha gente; ahora se fuma menos en los países occidentales
que en un país comunista como China, debido precisamente a la disponibilidad de
información. Pero, a menudo, ese aprendizaje por sí solo no es suficiente.
Tienes que incrementar esa conciencia hasta que te lleve a una firme convicción
sobre los efectos nocivos del tabaco. Eso fortalece a su vez tu determinación
de cambiar. Finalmente, tienes que realizar un esfuerzo para establecer nuevos
hábitos. Ése es el proceso de cambio, cualquiera que sea su objetivo.
Ahora bien, al margen
del comportamiento que intentes cambiar, del objetivo hacia el que dirijas tus
esfuerzos, necesitas desarrollar una fuerte voluntad o deseo de hacerlo.
Necesitas gran entusiasmo. En este aspecto el sentido de la urgencia es un
factor clave que ayuda a superar los problemas. Por ejemplo, el conocimiento
que se posee sobre los graves efectos del sida ha creado en muchas personas la
necesidad perentoria de modificar el comportamiento sexual. Con frecuencia, una
vez que se ha obtenido la información adecuada, surge la seriedad y el compromiso.
Así pues, la urgencia puede impulsar enérgicamente el cambio. En un movimiento
político, la desesperación puede originarla hasta el punto de que la gente
llega a olvidar incluso su hambre y su cansancio en la busca de sus objetivos.
El sentido de lo
perentorio no sólo ayuda a superar los problemas personales, sino también los
comunitarios. Cuando estuve en St. Louis, por ejemplo, hablé con el gobernador.
Allí habían sufrido recientemente unas graves inundaciones. El gobernador me
dijo que cuando Se produjeron temió que, dada la naturaleza individualista de
la sociedad, la gente no cooperara, no se comprometiera.
Pero hubo tanta
cooperación que quedó muy impresionado. Para mí, eso demuestra que para
alcanzar objetivos importantes necesitamos desarrollar el sentido de lo
perentorio. "Desgraciadamente -añadió con tristeza-, sucede a menudo que
no percibimos que una situación requiere una solución con urgencia."
Me sorprendió oírle
subrayar esto porque en Occidente creemos que una actitud característica de los
asiáticos es dejar que las cosas sigan su curso, derivada de su creencia de que
se viven muchas vidas, de modo que si algo no sucede ahora, ya sucederá la
próxima vez... -Pero ¿cómo se desarrolla en la vida cotidiana ese entusiasmo y
esa decisión de cambiar? -pregunté.
-Para un budista
practicante hay varias técnicas para generar entusiasmo. Buda habló sobre lo
preciosa que es la existencia humana. Nosotros discutimos acerca del potencial
que hay dentro de nuestro cuerpo, de los buenos propósitos a los que puede
servir, de los beneficios y ventajas de tener una forma humana, etcétera. Esas
discusiones nos instilan confianza, nos incitan a utilizar nuestro cuerpo de
forma positiva.
Después, para dar
conciencia de la urgencia, que impulse a prácticas espirituales, recordamos
nuestra transitoriedad, es decir, la muerte, interpretada en términos muy
convencionales y no en los aspectos más sutiles del concepto de transitoriedad.
En otras palabras, se nos recuerda que algún día ya no estaremos aquí. Se
estimula esa conciencia, de modo que cuando se conjunta con la comprensión del
enorme potencial de nuestra existencia surge en nosotros la urgente necesidad
de utilizar provechosamente todos los preciosos momentos de nuestra vida. -Esa
contemplación de nuestra transitoriedad parece una gran ayuda para desarrollar
la urgencia de cambios positivos -comenté-. ¿No podrían utilizada también los
no budistas?
-Creo que los no
budistas deberían tener cuidado con algunas técnicas -contestó reflexivamente-.
Porque -añadió echándose a reír- cabría utilizar la misma contemplación para el
propósito opuesto Y decirse: «No hay garantía de que vaya a estar vivo mañana,
así que será mejor que hoy me divierta».
-¿Tiene alguna
sugerencia acerca de cómo podrían desarrollar ese sentido de la urgencia los
que no son budistas? -Bueno, como ya he señalado, aquí es donde intervienen la
educación y la información. Antes de conocer a ciertos expertos, por ejemplo,
yo sabía muy poco sobre la crisis del medio ambiente. Pero ellos me explicaron
el problema al que nos enfrentamos, y fui consciente de la gravedad de la
situación. Eso mismo puede aplicarse a otros problemas que afrontamos. -Pero,
en ocasiones, incluso disponiendo de información, quizá no tengamos energía
para efectuar el cambio. ¿Cómo podemos superar eso? -le pregunté. El Dalai Lama
reflexionó antes de contestar.
-Creo que tenemos que
establecer una distinción. La apatía obedece en ocasiones a factores
biológicos, y entonces hay que trabajar para cambiar el estilo de vida. Así,
por ejemplo, dormir lo suficiente, seguir una dieta saludable, abstenerse de
tomar alcohol, etcétera, ayuda a mantener la mente más alerta. En algunos casos
quizá haya que recurrir incluso a medicamentos u otros remedios si la causa es
una enfermedad. Pero también hay otra clase de apatía o pereza, la que Surge de
la debilidad de la mente...
-Sí, a eso me estaba
refiriendo. -Para superar esta apatía y generar compromiso y entusiasmo que
permitan cambiar comportamientos o estados mentales negativos, creo que el
método más efectivo y quizá la única solución es ser siempre conscientes de los
efectos destructivo s del comportamiento negativo. Quizá haya que recordar
repetidas veces dichos efectos. Las observaciones del Dalai Lama me parecían
acertadas. Como psiquiatra, sin embargo, sabía que algunos comportamientos
negativos y formas de pensar están fuertemente arraigados, así como lo difícil
que le resulta cambiar a la gente. Me he pasado muchas horas examinando y
diseccionando la resistencia de los pacientes al cambio cuando hay en juego
complejos factores psicodinámicos; así que pregunté: -A menudo, la gente desea
introducir cambios positivos en su vida, tener comportamientos más sanos...,
pero en ocasiones parece producirse una especie de inercia o resistencia...
¿Cómo lo explicaría? -Es bastante fácil-dijo con naturalidad.
-¿Fácil? -Eso ocurre
porque nos habituamos a hacer las cosas de cierta manera. Nos malcriamos y
repetimos conductas que nos son familiares. -Pero ¿cómo podemos superar eso? -Utilizando
el hábito en beneficio propio. Al familiarizamos constantemente con nuevas
pautas de comportamiento, podemos establecerlas de modo definitivo. Le vaya dar
un ejemplo: en Dharamsala solía iniciar la jornada a las tres y media de la
mañana, aunque aquí, en Arizona, me estoy levantando a las cuatro y media.
Duermo una hora más -dijo, sonriente-. Al principio se necesita un poco de
esfuerzo para acostumbrarse, pero al cabo de unos meses se convierte en una
rutina y ya no hay necesidad de ningún esfuerzo. Así, si uno se acostara un
poco más tarde, se podría tener una tendencia a querer unos minutos más de
sueño, pero uno se seguiría levantando a las tres y media sin esforzarse. Ello
se debe al poder de la costumbre.
Del mismo modo, podemos
superar cualquier condicionamiento negativo y efectuar cambios positivos en
nuestra vida. Pero hay que tener en cuenta que el cambio genuino no se produce
de la noche a la mañana. En mi caso, por ejemplo, si comparo mi estado mental
actual con el de, por ejemplo, hace veinte o treinta años, observo una gran diferencia.
Pero a eso he llegado paso a paso. Empecé a estudiar el budismo aproximadamente
a la edad de cinco o seis años, pero en aquella época no estaba interesado en
los estudios -se echó a reír-, a pesar de que me llamaban la más alta
reencarnación. Creo que hasta que no tuve unos dieciséis años no empecé a
pensar seriamente en el budismo. Fue entonces cuando inicié prácticas serias.
Luego, con el transcurso de los años, desarrollé un profundo aprecio por los
principios y prácticas budistas, que al comienzo me habían parecido casi
antinaturales. Todo me vino a través de la familiarización gradual. Claro que
el proceso duró más de cuarenta años.
Como ve, en lo más
profundo, el desarrollo mental requiere tiempo. Si alguien dice: "Las
cosas han mejorado después de pasar por muchos años de dificultades", me
tomo esa afirmación muy seriamente y es muy probable que los cambios sean
genuinos y duraderos. Pero si alguien dice: "En muy poco tiempo he tenido
un gran cambio", dudo mucho de esa afirmación. Aunque el análisis del
Dalai Lama era irreprochable, había una cuestión que parecía quedar pendiente.
–Ha mencionado la necesidad
de un alto nivel de entusiasmo y determinación para transformar la mente, para
efectuar cambios positivos. Al mismo tiempo, sin embargo, reconocemos que el
verdadero cambio sólo se produce con lentitud y puede exigir mucho tiempo
-continué-. En consecuencia, es fácil desanimarse. ¿No se ha sentido nunca desanimado
por el lento progreso en su práctica espiritual o por algún otro aspecto de su
vida?
-Sí, desde luego
-contestó. -¿Cómo afronta eso? -Por lo que se refiere a mi práctica espiritual,
si encuentro obstáculos o problemas, me resulta útil detenerme y echar una
mirada a largo plazo. Existen unos versos que en esas circunstancias me
transmiten valor y me ayudan a mantener mi determinación. Son éstos: Mientras
el espacio perdure, mientras queden seres sensibles, viva también yo para
disipar las miserias del mundo.
Ahora bien, por lo que
se refiere a la lucha por la libertad del Tíbet, si con la convicción expresada
en esos versos estuviera dispuesto a esperar eones y eones... mientras el
espacio perdure... bueno, creo que tendría una actitud estúpida. Hemos de
implicamos activa e inmediatamente. Claro que, en esta lucha por la libertad,
al pensar en los catorce o quince años de esfuerzos negociadores, sin
resultados, al pensar en casi quince años de fracasos, se despierta en mí un
sentimiento de impaciencia o frustración. Pero ese sentimiento no me desanima
hasta el punto de perder la esperanza.
Insistí: -Pero ¿qué es
exactamente lo que le impide perder la esperanza? -Creo que me ayuda la
amplitud de mi perspectiva. Por ejemplo, si observamos la situación del Tíbet
desde una perspectiva estrecha, nos sentiremos impotentes. No obstante, si lo
hacemos desde una perspectiva más amplia, vemos una situación internacional en
la que se están derrumbando los sistemas comunistas y totalitarios, en la que incluso
existe en China un movimiento favorable a la democracia, en la que el ánimo de
los tibetanos sigue siendo alto. Así que no abandono.
Expectativas
realistas
Para una verdadera transformación
interna -afirma el Dalai Lama es preciso realizar un esfuerzo continuado. Se
trata de un proceso gradual. Esto contrasta agudamente con la proliferación de
técnicas y terapias de autoayuda para soluciones rápidas que tanto se han
popularizado en las últimas décadas en la cultura occidental, técnicas que van desde
las «afirmaciones positivas» hasta el «descubrimiento del niño interior».
El Dalai Lama está convencido del
tremendo e ilimitado poder de la mente, pero de una mente que haya sido sistemáticamente
entrenada y atemperada por años de experiencia y de sano razonamiento. Se
necesita mucho tiempo para desarrollar el comportamiento y los hábitos mentales
capaces de contribuir a solucionar nuestros problemas, así como para establecer
los nuevos hábitos que trae consigo la felicidad. No hay forma de soslayar
estos factores esenciales: determinación, esfuerzo y tiempo son las auténticas
claves de la felicidad.
Al emprender el camino del cambio,
es importante establecer expectativas razonables. Si fueran demasiado elevadas,
nos estaríamos encaminando a una desilusión. Si son demasiado bajas pueden
desalentar nuestra voluntad de enfrentamos a las limitaciones y desarrollar
todo nuestro potencial. Después de nuestra conversación sobre el proceso de
cambio, el Dalai Lama añadió: -No debería perderse nunca de vista la
importancia de mantener una actitud realista, de ser sensible y respetuoso ante
la realidad de la situación a medida que se avanza por el camino de la
transformación. Se deben reconocer las dificultades que se encuentren y que
quizá se necesite tiempo y un esfuerzo coherente para superarlas. Es importante
establecer una clara distinción entre los propios ideales y los métodos
mediante los que se juzga el progreso. Para un budista, por ejemplo, el fin
último es muy elevado: la plena iluminación. Pero esperar alcanzarla con
rapidez es una expectativa desmesurada, que te lleva al desánimo y la
desesperanza. Así pues, necesitas 'un enfoque realista. Por otro lado, si dices
«Me voy a concentrar en el aquí y el ahora; esto es lo práctico, debo olvidarme
del futuro y la iluminación», estás en otra actitud extremada. Necesitamos una
actitud intermedia. Necesitamos encontrar equilibrio.
El tema de las expectativas es
complicado. Las excesivas, sin fundamentos adecuados, acarrean problemas. Por otro
lado, si no tienes expectativas y esperanza, si no tienes aspiraciones, no
puede haber progreso. Por tanto, no resulta fácil encontrar el equilibrio
adecuado, Yo seguía abrigando dudas; aunque pudiéramos modificar algunos comportamientos
y actitudes negativos con suficiente tiempo y esfuerzo, ¿hasta qué punto era
realmente posible erradicar las emociones negativas?
Decidí abordar el tema con el Dalai
Lama. -Para acercamos a una felicidad duradera, ha dicho usted, debemos
eliminar nuestros comportamientos y estados mentales negativos, como la cólera,
el odio, la avaricia... -El Dalai Lama asintió con un gesto-. Pero esas
emociones son inherentes a nuestra constitución psíquica. Al parecer, todos los
seres humanos experimentamos en mayor o menor grado esas oscuras emociones. Si
eso es así, ¿Es razonable detestar, negar y combatir a una parte de nosotros
mismos? ¿Es correcto tratar de erradicar alguna parte de nuestra naturaleza?
-Sí, algunas personas sugieren que
la cólera, el odio y otras emociones negativas son naturales e inamovibles.
Pero eso es erróneo. Todos nosotros nacemos en un estado de ignorancia. La
ignorancia, por lo tanto, también es natural. Pero, a medida que crecemos,
adquirimos conocimientos a través de la educación y el aprendizaje, disipamos
la ignorancia. Sin embargo, si permaneciéramos en un estado de ignorancia, sin
desarrollar nuestro aprendizaje, no seríamos capaces de disipar la ignorancia.
Del mismo modo, mediante una formación adecuada podemos reducir gradualmente
nuestras emociones negativas y ampliar nuestros estados mentales positivos,
como el amor, la compasión y el perdón.
-Pero si esas emociones forman
parte de la psique, ¿Cómo podemos tener éxito a la hora de luchar contra ellas?
-Para ello es útil saber cómo funciona la mente humana -contestó el Dalai
Lama-. La mente es muy compleja y muy habilidosa. Es capaz de encontrar muchas
formas de afrontar una gran -variedad de situaciones. Para empezar, tiene capacidad
de adoptar diferentes perspectivas.
Cómo
afrontar la cólera y el odio.
Si uno se encuentra con una persona a la que le han disparado una
flecha, no dedica el tiempo a preguntarse de dónde ha venido la flecha, o la
casta del individuo que la disparó, o a analizar de qué tipo de madera está hecho
el astil o la manera en que está hecha la punta de la flecha, sino que se
centra en extraer inmediatamente ésta. (Shakiyamuni, el Buda)
DIRIGIMOS AHORA NUESTRA
atención a algunas de las «flechas», los estados negativos de la mente que
pueden destruir nuestra así como; sus correspondientes antídotos, Todos los
estados mentales negativos, actúan como obstáculos a nuestra felicidad, pero
empezaremos por la cólera, que parece producir uno de los bloqueos grandes. El filósofo
estoico Séneca la describió como la más horrible y frenética de todas las
emociones. Los efectos destructivos la cólera y el odio, han sido bien
documentados en recientes estudios científicos. Naturalmente, no necesitamos
pruebas científicas para darnos cuenta de cómo estas emociones pueden nublar
nuestro juicio, causar sentimientos de extrema incomodidad o provocar estragos
en nuestras relaciones personales. Eso lo sabemos por experiencia personal. En
los últimos años, sin embargo, se han logrado grandes progresos en la
descripción de los efectos físicos nocivos de la cólera y la hostilidad.
Docenas de estudios han demostrado que estas emociones son una causa
significativa de enfermedad y muerte prematura. Investigadores como el doctor
Redford Williams, de la Universidad de Duke, o el doctor Robert Sapolsky, de la
Universidad de Stanford, han realizado estudios que demuestran que la cólera,
el enojo y la hostilidad son particularmente nocivos para el sistema
cardiovascular.
De hecho, se han
acumulado tantas pruebas acerca de los efectos nocivos de la hostilidad que se
la considera ahora un gran factor de riesgo en las enfermedades cardíacas, a la
misma altura o quizá mayor que otros factores tradicionalmente reconocidos,
como el colesterol o la presión sanguínea elevadas. Una vez aceptamos los
efectos nocivos de la cólera y el odio, la siguiente pregunta es: ¿Cómo
superarlos?
El primer día de mi
trabajo como asesor psiquiátrico de una clínica, un miembro del personal me
mostraba mi nueva consulta cuando escuché que por la sala reverberaban unos
gritos capaces de helarle la sangre a cualquiera. -Estoy enfadada... -Más
fuerte.
-¡Estoy enfadada! -¡Mas
fuerte! ¡Demuéstremelo! ¡Que yo lo vea!
-¡Estoy enfadada!
¡¡Estoy enfadada!! ¡Le odio! ¡Le odio!! Fue algo verdaderamente terrorífico. Le
comenté al miembro del personal que aquello parecía una crisis necesitada de
tratamiento urgente. -No se preocupe -me dijo, echándose a reír-. En estos
momentos tienen una sesión de terapia de grupo en el vestíbulo. Ese método
ayuda a la paciente a entrar en contacto con su cólera. Más tarde, ese mismo
día, tuve oportunidad de reunirme con la paciente en cuestión, en privado.
Parecía agotada.
-Me siento muy relajada
-dijo-. Esa sesión de terapia realmente ha funcionado. Tengo la sensación de
haberme desprendido de toda mi cólera. En nuestra siguiente sesión, sin
embargo, la paciente me informó: -Bueno, Supongo que, después de todo, no me desprendí
de toda mi cólera. Ayer, justo después de marcharme, cuando salía del
aparcamiento, un imbécil estuvo a punto de arrollarme... ¡Me puse furiosa! Y
durante todo el trayecto de regreso a casa no hice sino maldecir por lo bajo a
aquel imbécil. Supongo que aún necesito unas pocas sesiones más de expresión de
la cólera para quitármela del todo.
Al prepararse para
conquistar la cólera y el odio, el Dalai Lama empieza por investigar la
naturaleza de estas emociones destructivas. -En términos generales -explicó-,
hay muchas clases diferentes de emociones perversas o negativas, como el
engreimiento, la arrogancia, los celos, el deseo, la lascivia, la estrechez de
miras, etcétera. Pero, de entre todas ellas, el odio y la cólera se consideran
los mayores males debido a que son los principales obstáculos que impiden el
desarrollo de la compasión y el altruismo y porque destruyen la virtud y la
serenidad mental.
Hablo de cólera, pero
puede haberla de dos tipos. Uno de ellos puede ser positivo, dependiendo
principalmente de la propia motivación. Es posible que haya una cólera motivada
por la compasión o por el sentido de la responsabilidad. En los casos en que la
cólera está motivada por la compasión, puede ser utilizada como un impulso o
catalizador para una acción positiva. Bajo tales circunstancias, Una emoción
humana como la cólera actúa como una fuerza capaz de provocar una acción rápida.
Se crea así una energía que permite al individuo actuar con rapidez y decisión.
Puede ser un potente factor motivador. De modo que esa clase de cólera puede
ser positiva a veces. Sucede con demasiada frecuencia, sin embargo, que la
energía también es ciega, aunque esa clase de cólera actúe como una especie de protector,
de modo que no se puede estar seguro de que al final sea constructiva o
destructiva.
De modo que, aunque
bajo ciertas circunstancias algunas clases de cólera pueden ser positivas, esta
pasión conduce, en términos generales, a sentimientos negativos y al odio. Y,
por lo que se refiere al odio, nunca es positivo. No proporciona ningún
beneficio. Siempre es totalmente negativo. No podemos Superar la cólera y el odio
simplemente suprimiéndolos.
Necesitamos cultivar
activamente los antídotos contra ellos: la paciencia y la tolerancia. Siguiendo
el modelo del que hemos hablado antes, para cultivar con éxito la paciencia y
la tolerancia se necesita generar entusiasmo, tener un intenso deseo de él.
Cuanto más grande sea su entusiasmo, tanto mayor será su posibilidad de
resistir las dificultades que encuentre en el proceso. Proponiéndose la práctica
de la paciencia y la tolerancia, lo que sucede en realidad es que se participa
en un combate contra el odio y la cólera. Puesto que se trata de un combate, lo
que se busca es la victoria, pero también se ha de estar preparado para una
posible derrota. Así pues, mientras se combate, no debería perderse de vista el
hecho de que a lo largo de él habrá que afrontar numerosos problemas. Se debe
tener habilidad para resistir esas dificultades. Alguien que alcanza la
victoria sobre el odio y la cólera a través de un proceso tan arduo, es un
verdadero héroe.
El intenso entusiasmo del
que hablamos se genera teniendo esto en cuenta. El entusiasmo es el resultado
de aprender y reflexionar sobre los efectos beneficiosos de la tolerancia y la
paciencia y sobre los efectos destructivos y negativos de la cólera y el odio.
Ese mismo acto, esa misma realización creará por sí misma una inclinación hacia
los sentimientos de tolerancia y paciencia, hará que se sienta más prudente y
esté más atento a los pensamientos de cólera y odio. Habitualmente, no nos
preocupamos mucho por la cólera y el odio, de modo que estas emociones
simplemente aparecen. Pero una vez que desarrollamos una actitud prudente
frente a ellas, el mismo cuidado puede actuar por sí mismo como una prevención.
Los efectos
destructivos del odio son muy visibles, muy evidentes e inmediatos. Por
ejemplo: en su interior surge un pensamiento de odio muy fuerte o enérgico; en
ese mismo instante le abruma por completo y destruye su paz mental, su
presencia de ánimo desaparece completamente. Cuando surge una cólera y un odio
tan intensos, se obnubila la mejor parte de su cerebro, la capacidad para
juzgar lo que es correcto y lo equivocado, así como la visión de las consecuencias
a largo y a corto plazo de sus acciones. Su capacidad de juicio se atasca, ya
no es capaz de funcionar. Es casi como si se hubiera vuelto loco. Así pues,
esta cólera y este odio tienden a producir un estado de confusión que no sirve
sino para empeorar sus problemas y dificultades.
Meditaciones sobre la cólera
En muchas de estas
entrevistas, el principal método del Dalai Lama para superar la cólera y el
odio suponía el uso del razonamiento y el análisis para investigar sus causas,
así como la comprensión para combatir estos estados mentales nocivos. En cierto
sentido, este enfoque puede considerarse como el uso de la lógica para
neutralizar la cólera y el odio por un lado y para cultivar los antídotos de la
paciencia y la tolerancia por el otro. Pero ésta no es su única técnica. En sus
charlas públicas complementó su análisis ofreciendo instrucciones sobre cómo
realizar las dos meditaciones siguientes, sencillas pero que resultan efectivas
como ayuda.
Meditación sobre la
cólera: ejercicio 1
-Imaginemos una
situación en la que alguien a quien se conoce muy bien, alguien que está cerca
de nosotros o nos es muy querido, pierde el control de sí mismo. Supongamos
también que ocurre durante una relación muy enojosa o en una situación en la
que sucede algo que nos altera personalmente. La persona está tan enfadada que
pierde la compostura, emite vibraciones muy negativas y hasta llega a golpearse
a sí misma o a romper objetos.
Reflexionemos sobre los
efectos inmediatos de la cólera sobre dicha persona. Se observará que se
produce una transformación física. Esa persona a la que usted se siente
próximo, que le gusta, la misma que le proporcionó placer en el pasado, se
transforma ahora en alguien feo, incluso físicamente hablando. La razón por la
que creo que se debe visualizar esta situación con alguna otra persona es
porque resulta más fácil ver los defectos de los demás que los propios. Así
pues, utilizando su imaginación, efectúese esta visualización durante unos
minutos.
Al final de ella,
analice la situación y enumere sus aplicaciones a su propia experiencia.
Comprenda que en muchas ocasiones usted también se ha encontrado en esta misma
situación. Tome la resolución de no permitirse jamás caer en un estado tan
intenso de cólera y odio porque, si lo hace, se encontrará en la misma
situación. También sufrirá las consecuencias: perderá la paz mental y la
compostura, adoptará ese aspecto físico tan feo, etcétera. Así que, una vez que
haya tomado la decisión, y durante los últimos minutos de la meditación,
concentre la atención de la mente sobre esa conclusión; entonces, sin analizar
nada más, deje que su mente mantenga la resolución de no caer nunca bajo la influencia
de la cólera y el odio.
Meditación sobre la
cólera: ejercicio 2
-Realicemos otra
meditación utilizando la visualización. Empiece por visualizar a alguien a
quien deteste, alguien que le moleste, que le cause multitud de problemas o que
le ponga los nervios de punta. A continuación, imagínese una situación en la
que la persona le irrite, haga algo que le ofenda o le moleste. En su
imaginación, al visualizarlo, permitirá que surja su respuesta natural;
limítese a dejarla fluir con naturalidad. Perciba entonces cómo se siente, observe
si eso acelera los latidos de su corazón, etcétera. Examine si se siente cómodo
o incómodo; vea si puede sentirse inmediatamente más pacífico o si desarrolla
una actitud mental de incomodidad. Juzgue por sí mismo, investigue.
Así, durante unos
minutos, tres o cuatro quizá, juzgue y experimente. Y luego, al final de su
investigación, si descubre que «Sí, no sirve de nada permitir que se desarrolle
la irritación, porque pierdo inmediatamente mi paz mental», dígase a sí mismo:
«Nunca volveré a hacerlo en el futuro». Consolide esa determinación.
Finalmente, y durante los últimos minutos del ejercicio, centre por completo la
mente en esa conclusión o determinación. Esa es la meditación.
El Dalai Lama se detuvo
por un momento y observó al público que llenaba la sala, compuesto por sinceros
estudiantes que se preparaban para practicar esta meditación. Entonces, se echó
a reír y añadió: -Creo que si tuviera la facultad cognitiva, la habilidad o la
clara conciencia necesaria para leer las mentes de las personas, se produciría
aquí un gran espectáculo. Hubo una oleada de risas que se extendieron por la
sala y que se apagaron con rapidez, mientras los presentes iniciábamos la
meditación, empezando por el serio asunto de batallar contra la cólera.
Cómo afrontar la
ansiedad y aumentar la autoestima
SE HA CALCULADO QUE,
durante el transcurso de una vida, al menos uno de cada cuatro estadounidense padecerá
un grado de ansiedad o preocupación lo bastante grave como para confirmar los diagnósticos
sobre trastornos de este tipo. Pero incluso aquellos que no sufran nunca un
estado patológico o incapacitador de ansiedad, experimentarán en uno u otro
momento niveles excesivos de preocupación que no sirven a ningún propósito útil
y que no hacen sino resquebrajar su felicidad e interferir en su capacidad para
alcanzar objetivos. El cerebro humano está equipado con un complicado sistema
de registro de emociones como temor y preocupación. Este sistema cumple una
función importante: nos moviliza para responder al peligro, poniendo en
movimiento una compleja secuencia de acontecimientos bioquímicos y
fisiológicos. La faceta adaptativa de la preocupación es que nos permite
anticiparnos al peligro y tomar medidas. Por tanto, algunos tipos de temor y un
razonable nivel de preocupación pueden ser saludables. No obstante, estos
sentimientos pueden persistir y hasta experimentar una escalada sin que haya
una auténtica amenaza; cuando llegan a ser desproporcionadamente intensos
respecto a cualquier peligro real, terminan por perder su cualidad.
Lo mismo que la cólera
y el odio, la ansiedad y la preocupación excesivas pueden tener efectos
devastadores sobre la mente y el cuerpo, convertirse en fuente de mucho
sufrimiento psicológico e incluso de enfermedades físicas. Al llegar a cierto
nivel, la ansiedad crónica puede dificultar el juicio, aumentar la
irritabilidad y obstaculizar la eficacia. También puede conducir a problemas
físicos, incluido el debilitamiento del sistema inmunológico ante enfermedades
cardíacas, trastornos gastrointestinales, fatiga, tensión y dolor muscular. Se
ha demostrado, por ejemplo que los trastornos de ansiedad provocaban atrofia
del crecimiento en las niñas adolescentes.
Al buscar estrategias
para afrontar la ansiedad debemos considerar que, como señala el Dalai Lama,
hay muchos factores que contribuyen a ella. En algunos casos puede tener un
fuerte componente biológico. Algunas personas parecen sufrir una cierta
vulnerabilidad neurológica que les inclina a este estado. Recientemente, los
científicos han descubierto un gen vinculado a personas con tendencia a la
ansiedad y el pensamiento negativo, aunque no todos los casos de preocupación
enfermiza son de origen genético, y hay pocas dudas de que el aprendizaje y el condicionamiento
tienen un papel importante en su etiología. Pero, al margen de que nuestra
ansiedad sea predominantemente de origen físico o psicológico, lo cierto es que
podemos hacer algo. En los casos más graves de ansiedad, la medicación suele
ser una parte del tratamiento eficaz. Pero la mayoría de nosotros, acuciados
por preocupaciones y ansiedades cotidianas, no necesitamos medicación.
Generalmente, los
expertos en el campo del control de la ansiedad tienen la sensación, de que lo
mejor es un enfoque multidimensional. Eso incluiría, en primer lugar, descartar
una patología subyacente como causa de nuestra ansiedad. También resulta útil
mejorar nuestra salud física, mediante dieta y ejercicio adecuados. Tal como ha
resaltado el Dalai Lama, cultivar la compasión y profundizar nuestra conexión
con los demás puede promover una buena higiene mental y ayudar a combatir los
estados de ansiedad.
No obstante, en la
búsqueda de estrategias para superar la ansiedad, hay una técnica que destaca
como particularmente efectiva: la intervención cognitiva. Se trata de uno de
los principales métodos utilizados por el Dalai Lama para superar las
preocupaciones y ansiedades diarias. Esta técnica, en la que se aplica el mismo
procedimiento utilizado para la cólera y el odio, supone enfrentarse
activamente a los pensamientos generadores de ansiedad y sustituidos con
pensamientos y actitudes positivas y bien razonadas.
Debido a la
omnipresencia de la ansiedad en nuestra cultura, sentía verdaderas ganas de
plantearle el tema al Dalai Lama para saber cómo lo afrontaba. Precisamente
aquel día tuvo un programa particularmente apretado y noté cómo aumentaba mi
propio nivel de ansiedad cuando, momentos antes de nuestra entrevista, fui
informado por su secretario de que nuestra conversación tendría que ser breve.
Presionado por el tiempo y preocupado por no poder abordar todos los temas que
deseaba discutir, me senté rápidamente y empecé a preguntar, volviendo a mi
tendencia de tratar de obtener respuestas sencillas por su parte.
-Como sabe, el temor y
la ansiedad pueden ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos, tanto si
son externos como si son de mejora interior. En psiquiatría tenemos varios
métodos para abordar estos problemas, pero siento curiosidad por saber cuál es,
desde su punto de vista, la mejor forma de superarlos. Resistiéndose a mi
invitación de simplificar en exceso la cuestión, el Dalai Lama contestó con su
característico enfoque meticuloso.
-Al enfrentarnos al
miedo, creo que lo primero que tenemos que hacer es reconocer que hay muchos
tipos distintos de él. Algunas clases de temor son muy genuinas y se basan en
razones sólidas, como el temor a la violencia o al derramamiento de sangre. Es
evidente que esas cosas son temibles. También existe el temor a las consecuencias
a largo plazo de nuestras acciones negativas, el temor al sufrimiento, a
nuestras emociones negativas, como el odio.
Creo que estas son
clases correctas de temor, ya que contribuyen a situamos en el camino correcto
y nos ayudan a convertirnos en personas de corazón cálido. -Se detuvo un
momento para reflexionar y musitó-; Aunque en cierto sentido estas son clases
de temor, creo que quizá haya alguna diferencia entre temer estas cosas y el
hecho de que la mente perciba la naturaleza destructiva de ellas...
De nuevo calló un
momento, como si deliberase algo consigo mismo, mientras yo lanzaba miradas
furtivas hacia mi reloj. Estaba claro que él no se sentía presionado por el
tiempo como yo. Finalmente, siguió hablando con una actitud pausada. -Por otro
lado, algunas clases de temor son subjetivas; se basan principalmente en
proyecciones mentales; por ejemplo, los temores infantiles -se echó a reír-;
cuando yo era joven y pasaba por un lugar oscuro, especialmente por algunos de
los salones oscuros del Potala, sentía miedo; éste era consecuencia de una
proyección mental. O como cuando era joven y los barrenderos y las personas que
me cuidaban me advertían siempre que había un búho que atrapaba a los niños
pequeños y se los comía -el Dalai Lama se echó a reír todavía más-. ¡Y yo me lo
creía!
Hay otros tipos de
temor basados en la subjetividad -siguió diciendo-. Cuando, por ejemplo, se
tienen sentimientos negativos debido a la propia situación psicológica, se
pueden proyectar tales sentimientos sobre otro, que entonces se nos muestra
como negativo y hostil. Como consecuencia de ello, se experimenta miedo. Creo
que esa clase de temor está relacionada con el odio y surge como creación
mental. Así que, al tratar con el temor, hay que utilizar primero la facultad
de razonar y tratar de descubrir si tiene una base lógica.
-Bueno -le dije-, en
lugar de un temor intenso o concentrado en un individuo o situación específica,
muchos de nosotros nos sentimos agobiados por una preocupación más difusa
acerca de una amplia variedad de problemas cotidianos. ¿Tiene alguna sugerencia
acerca de cómo tratar eso? El Dalai Lama asintió con la cabeza, antes de
responder.
-Uno de los métodos que
personalmente me parecen útiles para reducir esa clase de preocupación consiste
en cultivar el siguiente pensamiento: si la situación o problema puede
remediarse, no hay necesidad de preocuparse. En otras palabras, si existe una
solución o una forma de salir de la dificultad, no habría necesidad de sentirse
abrumado por ella. La acción apropiada, por tanto, es la de buscar su solución.
Es más sensato dedicar la energía a concentrarse en la solución que preocuparse
por el problema. Por otro lado, si no hay forma de encontrar una solución, si
no hay posibilidad de resolverla, tampoco sirve de nada preocuparnos por ella,
puesto que, de todos modos, tampoco podemos hacer nada. En tal caso, cuanto
antes se acepte ese hecho, tanto más fáciles serán las cosas. Esta fórmula,
claro está, supone abordar directamente el problema. De otro modo, no podremos
descubrir si hay una solución o no.
La honradez como
antídoto contra el bajo nivel de autoestima o la exagerada seguridad en sí
mismo una saludable seguridad en uno mismo es un factor esencial para alcanzar
nuestros objetivos. Esto se aplica tanto si nuestro objetivo consiste en lograr
un título universitario como si se trata de crear un negocio con éxito,
disfrutar de una relación satisfactoria o disponer la mente para ser más feliz.
Un bajo nivel de confianza en nosotros mismos inhibe nuestros esfuerzos para
seguir adelante, afrontar los desafíos y hasta para asumir algunos riesgos
cuando sea necesario para la consecución de nuestros objetivos. La seguridad
exagerada en uno mismo también es igualmente peligrosa. Quienes tienen un
sentido desmesurado de sus propias capacidades y logros se hallan sometidos continuamente
a la frustración, la desilusión y la rabia cuando la realidad se entromete y el
mundo no avala la visión idealizada que tienen de sí mismos.
Estas personas siempre
se encuentran a un paso de hundirse en la depresión cuando no logran estar a la
altura de su imagen idealizada. Además, su megalomanía les conduce a menudo a
experimentar una sensación de tener derecho a todo y a una especie de
arrogancia que les distancia de los demás y les impide establecer relaciones
emocionalmente satisfactorias. Finalmente, el hecho de sobrestimar sus
capacidades puede conducirles a correr riesgos peligrosos. Según nos dice el
inspector Callahan, en vena filosófica en la película Harry el sucio, mientras
observa cómo el malo de la película, exageradamente seguro de sí mismo, termina
por volarse la tapa de los sesos: «Un hombre tiene que conocer sus
limitaciones».
En la tradición
psicoterapéutica occidental, los teóricos han relacionado tanto el bajo como el
alto nivel de seguridad en uno mismo con perturbaciones en la imagen propia y
han investigado para descubrir las raíces de estas perturbaciones en la
educación que se recibe durante la infancia. Muchos teóricos consideran la
imagen, tanto deficiente como exagerada, como una moneda de dos caras, de las
que la exagerada, por ejemplo, es una defensa inconsciente contra las
inseguridades y sentimientos negativos sobre uno mismo. Los psicoterapeutas de
orientación psicoanalítica han formulado complejas teorías acerca de cómo se
producen las distorsiones de la imagen. Explican cómo se forma a medida que la
persona interioriza la información que recibe de su ambiente. Describen cómo
las personas desarrollan sus conceptos sobre ellas mismas al incorporar
mensajes explícitos e implícitos de sus padres, y cómo pueden ocurrir
distorsiones cuando las primeras interacciones con quienes las cuidan no son ni
saludables ni formativas.
Cuando las
perturbaciones en la propia imagen son lo bastante graves como para causar
problemas significativos en su vida, muchas de esas personas recurren a la
psicoterapia. Los psicoterapeutas orientados hacia la percepción interior se
concentran en ayudar a los pacientes a comprender las disfunciones de sus
relaciones infantiles en las que se encuentra el origen del problema, y en
proporcionar información apropiada y un ambiente terapéutico en el que los pacientes
reestructuren y reparen paulatinamente su imagen negativa. Por otro lado, el
Dalai Lama centra la atención en «extraer la flecha», más que en dedicar tiempo
a preguntarse quién la disparó. En lugar de plantearse por qué la gente tiene
un nivel de auto estima bajo o elevado, nos plantea un método para combatir
directamente estos estados negativos de la mente.
Reflexión
sobre nuestro potencial como antídoto contra el odio hacia uno mismo
Durante un viaje que hice a la
India en 1991, dos años antes de la visita del Dalai Lama a Arizona, me reuní brevemente
con él en su casa de Dharamsala. Aquella semana él había mantenido reuniones
diarias con un distinguido grupo de científicos occidentales, físicos,
psicólogos y maestros de meditación, en un intento por explorar la conexión
entre la mente y el cuerpo, por comprender la relación entre la experiencia
emocional y la salud física. Me reuní con el Dalai Lama a última hora de la
tarde, después de una de sus sesiones con los científicos. Hacia el final de nuestra
entrevista, el Dalai Lama preguntó: -¿Sabe que durante esta semana he tenido
varias reuniones con esos científicos? -Sí. -A lo largo de ellas ha surgido
algo que me ha parecido muy sorprendente. Me refiero al concepto de odio hacia
uno mismo. ¿Está usted familiarizado con ese concepto? -Desde luego que sí. Lo
sufre una proporción bastante alta de mis pacientes.
-Cuando los científicos empezaron a hablar del
tema, al principio no estuve seguro de comprender correctamente el concepto.
-Se echó a reír-. Pensé: ¿Odiarse a uno mismo? ¡Pero si nos queremos! ¿Cómo
puede una persona odiarse a sí misma? A pesar de que creía tener cierto
conocimiento sobre cómo funciona la mente humana, esa idea del odio dirigido
contra uno mismo me resultó completamente nueva. La razón por la que me pareció
totalmente inconcebible es porque los budistas practicantes trabajamos mucho
para superar nuestra actitud egocéntrica, nuestros pensamientos y motivaciones
egoístas. Desde este punto de vista creo que nos queremos y apreciamos
demasiado. Así que pensar en la posibilidad de que alguien no se apreciara e
incluso se odiara a sí mismo, era bastante inconcebible. Como psiquiatra,
¿puede explicarme ese concepto y por qué ocurre?
Le describí brevemente mi visión
profesional del origen del odio contra uno mismo. Le expliqué cómo la imagen
que tenemos de nosotros está configurada por nuestros padres y nuestra
educación, cómo captamos de ellos mensajes implícitos sobre nosotros a medida
que crecemos y nos desarrollamos, y le perfilé las condiciones específicas en
las que se desarrolla una imagen negativa. Entré en detalles sobre los factores
que exacerban el odio contra uno mismo, como cuando nuestro comportamiento no
logra estar a la altura de la imagen idealizada que tenemos de nosotros, y le describí
algunas de las formas mediante las que el odio contra sí puede verse reforzado
culturalmente, sobre todo entre algunas mujeres y las minorías. Mientras le
explicaba estas cosas, el Dalai Lama siguió asintiendo reflexivamente, con una
expresión burlona en el rostro, como si tuviera alguna dificultad para captar
este concepto extraño para él.
Reflexiones finales
para vivir una vida espiritual
Valores espirituales
básicos
EL ARTE DE LA FELICIDAD
tiene muchos componentes. Como hemos visto, empieza con la comprensión de
cuáles son las verdaderas fuentes de ella, así como por establecer nuestras
prioridades en la vida, que han de basarse en el cultivo de dichas fuentes.
Supone aplicar una disciplina interna, un proceso gradual de desarraigo de
nuestros estados mentales destructivos para sustituirlos por los positivos y
constructivos, como la amabilidad, la tolerancia y el perdón.
Al identificar los
factores que conducen a una vida plena y satisfactoria, concluimos con un
análisis del componente final: la espiritualidad. Hay una tendencia natural a
asociar espiritualidad con religión. El enfoque del Dalai Lama sobre el logro
de la felicidad está condicionado por sus años de formación de monje budista.
Por otra parte, se le considera un erudito respetado.
Para muchos, sin
embargo, no es la comprensión de los complejos problemas filosóficos su mayor
atractivo, sino su calor personal, humor y enfoque práctico de la vida. Durante
nuestras conversaciones, su humanidad básica pareció desbordar incluso su
condición de monje. A pesar de llevar la cabeza rapada y de su llamativa túnica
marrón, a pesar de ser una de las figuras religiosas más destacadas del mundo,
el tono de nuestras conversaciones fue simplemente el de un ser humano con
otro, ambos dedicados a discutir sobre los problemas que compartíamos.
Para ayudamos a
comprender el verdadero significado de la espiritualidad, el Dalai Lama empezó
por distinguir entre ésta y la religión. -Estoy convencido de que es esencial
apreciar nuestro potencial como seres humanos y reconocer la importancia de la
transformación interior. Esto debería conseguirse a través de lo que llamo un
proceso de desarrollo mental. En ocasiones, digo que es como tener una
dimensión espiritual en nuestra vida.
Puede haber dos niveles
de espiritualidad. Uno tiene que ver con nuestras convicciones religiosas. En
este mundo hay muchas personas diferentes, muchas actitudes diferentes. Somos
cinco mil millones de seres humanos y, en cierto modo, creo que necesitamos
cinco mil millones de religiones, tanta es la variedad de actitudes que encontramos.
Estoy convencido de que cada individuo debería embarcarse en el camino
espiritual más adecuado a su disposición mental, su inclinación natural,
temperamento, convicciones o antecedentes familiares y culturales. Por mis
convicciones, el budismo me parece lo más adecuado. Así que, por lo que a mí se
refiere, he descubierto que el budismo es lo mejor. Pero eso no significa que
lo sea para todo el mundo. Esto está claro y es definitivo. Estar convencido de
que el budismo es lo mejor para todo el mundo sería una estupidez, porque las
distintas personas tienen diferentes disposiciones mentales. La variedad de
gentes exige una variedad de religiones.
El propósito de éstas
es beneficiar a los seres humanos y creo que si sólo tuviéramos una religión,
al cabo de un tiempo ésta dejaría de ser beneficiosa. Si sólo hubiera un
restaurante, por ejemplo, y allí sólo se sirviera un plato día tras día, serían
muchísimos los clientes que dejarían de ir a él. La gente necesita y aprecia la
diversidad en la comida porque hay gustos diferentes. Del mismo modo, las
religiones tienen la intención de nutrir el espíritu humano. Creo que podemos celebrar
esa diversidad de religiones y desarrollar un aprecio profundo por ella.
Ciertas personas están convencidas de que el judaísmo, la fe cristiana o la fe
islámica son las más efectivas para ellas. En consecuencia, tenemos que respetar
y apreciar el valor de todas las confesiones religiosas del mundo.
Todas las religiones
pueden aportar una contribución efectiva al beneficio de la humanidad. Todas
han sido diseñadas para que la persona sea más feliz y para que el mundo sea un
lugar mejor. No obstante, para que la religión pueda ejercer un efecto que
contribuya a hacer del mundo un lugar mejor, creo que es importante que la persona
practique con sinceridad sus enseñanzas. Uno tiene que integrar las enseñanzas
religiosas en su propia vida, esté donde esté, para poder utilizarlas como una
fuente de fuerza interior. Hay que lograr una comprensión más profunda de las
ideas religiosas, no sólo a nivel intelectual, sino también sentimental, para
poder convertirlas en parte de la propia experiencia interior.
Estoy convencido de que
se puede cultivar un profundo respeto por todas las confesiones religiosas. Una
de las razones es que todas ellas aportan una estructura ética capaz de guiar
el comportamiento y producir efectos positivos. En las confesiones cristianas,
por ejemplo, la fe en Dios puede proporcionar un enfoque muy eficaz, porque hay
una cierta intimidad en la relación de la persona con Él y la forma de
demostrar el amor a Dios, al Dios que te ha creado, es mostrar amor y compasión
hacia nuestros semejantes. Creo que hay muchas razones similares para respetar
a las otras confesiones religiosas. Todas las grandes religiones han aportado
tremendos beneficios a millones de seres humanos a lo largo de los tiempos.
Incluso en este momento, millones de personas siguen obteniéndolos. Y, en el futuro,
también aportarán inspiración a millones de seres de las generaciones
venideras.
Creo que una forma de
fortalecer el respeto mutuo es a través de un estrecho contacto personal entre
esas confesiones religiosas. Durante los últimos años he realizado esfuerzos
por reunirme y mantener diálogos con, por ejemplo, la comunidad cristiana y la
comunidad judía, y creo que de ello se han derivado algunos resultados realmente
positivos. Gracias a esta clase de contactos, podemos aprender a utilizar las
aportaciones que las religiones han hecho a la humanidad, encontrar aspectos de
ellas de los que podemos aprender. Hasta es posible que descubramos métodos y
técnicas adaptables a nuestra práctica.
Así pues, es esencial
que desarrollemos lazos más estrechos entre las diversas religiones; de ese
modo podremos realizar un esfuerzo común para beneficio de la humanidad. Hay
tantas cosas que dividen a la humanidad, tantos problemas en el mundo... La religión
debería ser un medio para reducir el sufrimiento en el mundo, y no otra fuente
de conflicto.
A menudo hemos oído que
todos los seres humanos somos iguales. Queremos decir con ello que todo el
mundo tiene el evidente deseo de alcanzar la felicidad. Toda persona tiene
derecho a ser feliz. Y toda persona tiene derecho a superar el sufrimiento. Por
lo tanto, si alguien saca felicidad o beneficio de una confesión religiosa, es
necesario respetar sus derechos; tenemos que aprender, pues, a respetar todas
esas grandes tradiciones religiosas.
-Creo que, en su mayor parte, la
oración es un simple recordatorio cotidiano de nuestros principios y
convicciones. Yo mismo repito cada mañana ciertos versos budistas. Los versos
pueden parecer oraciones pero en realidad son recordatorios. Recordatorios de
cómo hablar con los demás, de cómo relacionarse con los demás, de cómo afrontar
los problemas en la vida cotidiana y cosas así. Así que, en su mayor parte, mi
práctica religiosa se compone de recordatorios, en los que reviso la
importancia de la compasión, del perdón, de todas estas cosas. Y, naturalmente,
también incluyo ciertas meditaciones sobre la naturaleza de la realidad y
ciertas prácticas de visualización. Así pues, en mi propia práctica diaria, en
mis oraciones cotidianas si las realizo pausadamente, puedo tardar unas cuatro
horas.
Es bastante tiempo. La idea de
dedicar cuatro horas al día a la oración impulsó a otra oyente a preguntar: -Soy
una madre que trabaja, tengo niños pequeños y muy poco tiempo libre. Alguien
que está tan ocupado como yo, ¿Cómo puede encontrar el tiempo necesario para
realizar esas oraciones y prácticas de meditación?
-Incluso en mi caso, si deseara
quejarme por la falta de tiempo siempre podría hacerlo -comentó el Dalai Lama- Siempre
estoy muy ocupado. No obstante, si se hace un esfuerzo, siempre se encuentra
tiempo, por ejemplo a primeras horas de la mañana. Hay también otros momentos,
como en los fines de semana. Se puede sacrificar algo del tiempo de diversión.
-Se echó a reír-. Así, por lo menos, puede encontrar media hora diaria. O si se
esfuerza aún más, quizá treinta minutos por la mañana y otros tantos por la
noche. Si lo planifica, le será posible encontrar tiempo.
No obstante, si piensa seriamente
en el verdadero significado de las prácticas espirituales, verá que están relacionadas
con el desarrollo y el entrenamiento de su mente, de sus actitudes, estado
psicológico y emocional y bienestar. No debería limitar su práctica espiritual
a ciertas actividades físicas o verbales, como recitar oraciones y cantar. Si
su práctica espiritual se limitara únicamente a estas actividades necesitaría,
naturalmente, disponer de un tiempo específico, de un tiempo especialmente
asignado para ello, porque no puede pasarse el día realizando sus actividades
habituales mientras recita mantras. Eso sería bastante molesto para la gente
que la rodea. No obstante, si comprende la práctica espiritual en su verdadero
sentido, puede utilizar las veinticuatro horas del día para ella. La verdadera
espiritualidad es una actitud mental que se tiene en cualquier momento. Por
ejemplo, si se siente tentada de insultar a alguien, debe tomar inmediatamente
precauciones y contenerse para no hacerlo. De modo similar, si cree que va a
perder los estribos, debe decirse inmediata y reflexivamente: "No, esta no
es la forma apropiada". Eso es una verdadera práctica espiritual. Visto
desde ese ángulo, siempre dispondrá de tiempo.
Esto me hace pensar en uno de los
maestros tibetanos Kadampa, Potowa, quien dijo que para un meditador que ha alcanzado
un cierto grado de estabilidad y realización interior, cada acontecimiento, cada
experiencia es una especie de aprendizaje. Es una experiencia de aprendizaje.
Creo que esto es muy cierto. Desde esta perspectiva, por tanto, hasta cuando se
ve expuesta, por ejemplo, a escenas perturbadoras de violencia y sexo en la
televisión o en las películas, existe la posibilidad de abordarlas con la
conciencia de que causan efectos dañinos y, en lugar de sentirse totalmente
abrumada por lo que ve, puede tomar tales escenas como una especie de indicador
de la naturaleza nociva de las emociones negativas no controladas.
Meditación sobre la naturaleza de la mente
Tras observar a los
reunidos, empezó a hablar en su forma peculiar, como si en lugar de dirigirse a
un grupo estuviera transmitiendo enseñanzas a cada individuo presente. En
algunos momentos se mostraba quieto y concentrado, en otro más animado;
acompañaba sus instrucciones con ligeros movimientos de cabeza, gestos con las
manos y suaves balanceos. -El propósito de este ejercicio es empezar a
reconocer y percibir la naturaleza de nuestra mente -empezó a decir-, al menos
a un nivel convencional. Generalmente, al referimos a nuestra mente, expresamos
un concepto abstracto. Si no tenemos una experiencia directa de nuestra mente,
por ejemplo, si se nos pidiera que la identificáramos, nos sentiríamos
impulsados a señalar simplemente el cerebro. Si se nos pidiera que definiésemos
la mente, diríamos que es algo que tiene capacidad para saber», algo que es
«claro» y «cognitivo». Pero si no hemos captado directamente la mente a través
de prácticas de meditación, estas definiciones no son más que palabras.
Es importante poder identificar
la mente a través de la experiencia directa y no sólo como un concepto
abstracto. Por tanto, el propósito de este ejercicio es sentir o captar
directamente la naturaleza convencional de la mente, de modo que cuando se diga
que la mente tiene cualidades de «claridad» y «cognición», seamos capaces de
identificarla de forma experimental. Este ejercicio nos ayuda a detener
deliberadamente los pensamientos y a permanecer gradualmente en ese estado durante
un tiempo cada vez más prolongado. Cuando se domina este ejercicio se llega a
tener la sensación de que no hay nada, sólo vacío. Pero si se profundiza más,
se empieza a reconocer la naturaleza fundamental de la mente, sus cualidades de
"claridad" y de "conocimiento". Es como un vaso de cristal
puro lleno de agua. Si el agua también es pura, se puede ver el fondo del vaso,
aun sabiendo que el agua está ahí.
Así que hoy meditaremos
sobre la no conceptualidad. No es este un simple estado de abulia o de dejar en
blanco nuestra mente. En lugar de eso, lo que hay que hacer es decidir
"anular los pensamientos conceptuales". La forma de hacerla es la
siguiente: En términos generales, nuestra mente está dirigida predominantemente
hacia los objetos externos. Nuestra atención sigue el sentido de las
experiencias. Se mantiene en un nivel predominantemente sensorial y conceptual.
En otras palabras, nuestra conciencia se dirige normalmente hacia las
experiencias sensoriales y los conceptos mentales. En este ejercicio lo que hay
que hacer es retirar la mente hacia el interior; no lanzarla a la caza de
objetos sensoriales.
Pero, al tiempo, no debe
retirarse hasta el extremo de provocar un estado de estupor. Ha de estarse en
un estado consciente de alerta y atención, para desde él asumir la conciencia,
de modo que ésta no se vea afectada por los pensamientos del pasado, las cosas
que han ocurrido, sus recuerdos o ideas sobre el futuro, como planes, expectativas,
temores y esperanzas. Intente más bien permanecer en un estado relajado y
neutral.
Esto es un poco como un
río que fluye con fuerza, por lo que su lecho no se puede ver con claridad. Si
hubiera algún modo de detener el flujo de ambas direcciones, es decir, desde
donde llega el agua y hacia dónde va, se podría mantener el agua quieta. Eso
permitiría ver el lecho del río. De modo similar, cuando se es capaz de detener
la mente de modo que deje de cazar objetos sensoriales y pensar en el pasado y
en el futuro, si se puede liberar la mente por completo, dejándola totalmente
"en blanco", podría empezarse a mirar debajo de la turbulencia de los
procesos de pensamiento. Allí reina una quietud subyacente, una claridad
fundamental de la mente. Debería tratarse de observar y experimentar eso...
Quizá sea difícil de
conseguir en una fase inicial, así que iniciaremos la práctica desde esta misma
sesión. En la fase inicial, cuando se empieza a experimentar este estado
natural subyacente" de conciencia, se siente como una "ausencia".
Eso ocurre porque estamos muy habituados a comprender nuestra mente en términos
de objetos externos; tendemos a mirar el mundo a través de nuestros conceptos,
imágenes, etcétera. Así que, al retirar la mente de los objetos externos es
casi como si no pudiéramos reconocer nuestra propia mente. De ahí proviene la
ausencia, la vacuidad. No obstante, a medida que se progresa y se acostumbra
uno a ella, se empieza a notar una claridad subyacente, una luminosidad. Es
entonces cuando se comienza a apreciar el estado natural de la mente.
Muchas de las
experiencias meditativas realmente profundas tienen que alcanzarse sobre la
base de la quietud de la mente... Oh -exclamó el Dalai Lama echándose a reír-,
debería advertirles que en este tipo de meditación se corre el peligro de
quedarse dormido, puesto que no hay objeto específico sobre el que concentrar
la atención.
Así que, ahora,
meditemos... Para empezar, realicemos antes tres rondas de respiración profunda
y centremos la atención simplemente en la respiración. Concéntrese en la
inspiración, la espiración, la inspiración, la espiración... hasta tres veces.
Luego, empiecen la meditación.
El Dalai Lama se quitó
las gafas, cruzó las manos sobre su regazo y permaneció inmóvil, sumido en la
meditación. Un silencio total se extendió por la sala, al tiempo que mil
quinientas personas efectuaban una introspección, en la soledad de mil
quinientos mundos privados, tratando de acallar sus pensamientos y quizá de
echar un vistazo fugaz a la verdadera naturaleza de su propia mente. Al cabo de
cinco minutos, el silencio crujió, aunque no se rompió, cuando el Dalai Lama
empezó a cantar suavemente, con voz baja y melódica, sacando suavemente a sus
oyentes de la meditación.
Ese día, al concluir la
sesión, el Dalai Lama juntó las manos, como hacía siempre, se inclinó ante el
público en demostración de afecto y respeto, se levantó y se abrió paso entre
la gente que lo rodeaba. Mantuvo las manos juntas y siguió inclinándose a uno y
otro lado mientras abandonaba la sala. Al cruzar por entre la multitud se
inclinó tanto que habría sido imposible verlo para cualquiera que estuviera a
más de unos pocos pasos de distancia. Parecía perdido entre un mar de cabezas.
Desde la distancia, sin embargo, aún podía detectarse el camino que seguía por
el sutil desplazamiento del movimiento de la multitud al pasar él. Era como si
hubiese dejado de ser un objeto visible y se hubiera convertido, simplemente,
en una presencia que se siente.
Dalai Lama con Howard C. Cutler, M.
D.
EL ARTE DE LA FELICIDAD
Traducción de José Manuel Pomares grijalbo
mondadori
Al lector.
Que encuentre usted la felicidad.
Bodhisattvacharyavatara
de Shantideva Según traducción francesa de la bikshuni Thupten Chödron {Ineke
Beretty} Texto tomado del libro Sobre el océano del Mahayâna Comentario.
[«El
barco que navega el océano del Mahayana» de Togmé Zangpo] al Bodhisattvacharyavatara
del Acharya Shantideva según enseñanza oral del Gueshé Lobsang Tengyé Å (c)
1993 Institut Vajra Yogini, Marzens, Fr. L.C.Duverran, translator in Heredia,
1998 Introducción Biografía de Shantideva Shantideva nació en 685, en una
familia real del noroeste de la India.
El
rey, su padre, portaba el nombre de Kusalavarnam, «Armadura de la virtud»; su
madre había sido reconocida como una emanación de la deidad tántrica Vajra
Yogini. Es voluntariamente que había escogido un renacimiento principesco y no
bajo el imperio de las perturbaciones [klesha] y los karmas. Se le llamó
«Armadura de la Paz»: Shantivarnam.
Desde
su niñez Shantivarnam se mostró verdaderamente apto para comprender la
filosofía y las disciplinas espirituales. Es así como, a los seis años, recibió
-de un yogui y maestro cualificado- iniciaciones y enseñanzas relacionadas con
la deidad de meditación [ishtadevatta] Manjushri. Mientras aliaba práctica y
contemplación, durante un retiro, tuvo la visión directa de Manjushri y recibió
de él las instrucciones que le permitieron obtener una buena comprensión de los
sûtras y los tantras.
A la
muerte del rey, los ministros y el pueblo rogaron, con insistencia, al príncipe
tomar su sucesión. Shantivarnam, aunque desprovisto de apego hacia la realeza y
las riquezas, aceptó con el fin de satisfacer a sus anhelos. Pero la noche que
precedía a su sucesión al trono, Manjushri le apareció en sueños y le dijo:
«-Soy tu maestro, ¡oh hijo espiritual! y tú, mi discípulo. Ahora bien, este
asiento mi trono es. ¿Cómo podrás pretender ocuparlo?-» Shantivarman comprendió
entonces que debía dejar la vida familiar y real y recibir la ordenación
monástica: se despertó, decidió renunciar al trono y, al alba, escapó de
palacio. Fue en la gran universidad monástica de Nalanda -término de su viaje-
donde recibió la ordenación, de [manos de] Arya Sayadeva, «Dios de la
victoria», y fue, entonces, llamado «Dios de la paz». Por su renuncia a las
distracciones y su aplicación en seguir las instrucciones de su maestro
espiritual, profundizó rápidamente sus conocimientos de los sûtras y los
tantras. Pero como practicaba intensamente y secretamente, durante su sueño,
daba la impresión de no darse a tres actividades diarias: dormir, comer y
defecar. Así [pues], se le apodaba «Tres realizaciones» [bhusuku]. A ojos de
los monjes, no era sino una irresponsable persona, sin poder de clarividencia,
no conformándose siquiera a los tres compromisos de los monjes completamente
ordenados [bikshu]: escucha y contemplación, concentración y trabajos
comunitarios. Decidieron, pues, expulsarlo del monasterio. Con esta intención
arreglaron un nuevo reglamento, que estipulaba que cada monje debía hacer una
exposición ante la congregación. Pensaban que, así, Shantideva, avergonzado por
su incompetencia, dejaría por sí mismo el monasterio. Después de haber opuesto
varias negativas a sus peticiones, Shantideva acabó por aceptar el desafío.
Aunque que, para la ocasión, los monjes hubieran erigido, el día asignado, un
trono particularmente elevado, Shantideva no tuvo más que tocarlo para
encontrarse instalado en él, para maravilla de la asamblea monástica. Propuso
[entonces] una elección: hacer una exposición inédita o retomar un tema ya
comentado. Tras haber optado los monjes por la primera propuesta, expuso una
enseñanza que, tras [su] transcripción recibió el título de
«Bodhisattvacharyavatara» {o Bodhicaryavatara}, literalmente «Entrada en las
prácticas del Bodhisattva». La total exposición debía comprender nueve
capítulos: Shantideva trató ocho. Al abordar el noveno, cuyo tema era la
sabiduría que aprehende el verdadero modo de existir de los fenómenos, llegó a
pronunciar el primer verso de la estrofa siguiente: Cuando ni (la base) ni su
ausencia (de verdadera existencia) Moran ante el espíritu, Puesto que no existe
ninguna otra alternativa, El espíritu, al ser sin objeto[s], será totalmente
pacificado. En ese momento se elevó por los aires y subió tal alto que sólo los
monjes que estaban dotados de especial poder de la escucha y una potente
capacidad de memoria, pudieron recibir el final de la enseñanza. Dejó el
monasterio para instalarse, en el interior de un stupa, en el sur de la India.
Poco tiempo después, una diferencia estalló en el seno de los eruditos: unos
afirmaban que el Bodhisattvacharyavatara no comprendía más que ocho capítulos;
otros, sostenían que tenía nueve. Además, según algunos Shantideva habría
compuesto, igualmente, el «Compendio del adiestramiento» (Shikshasamuccaya) y
el «Compendio de los sûtras» (Sutrasamuccaya), pero subsistía duda en cuanto a
la existencia de esos textos y su contenido permanecía desconocido. Entonces,
dos monjes partieron, para invitar a Shantideva a volver. Este declinó la
invitación, pero disipó las dudas en cuanto al número de los capítulos del
Bodhisattvacharyavatara e invitó a los monjes a tomar conocimiento de los
compendios, legibles en las vigas de su stupa. Manifestó, además, numerosos
poderes milagrosos. Gracias a las instrucciones recibidas de Manjushri,
Shantideva realizó el Espíritu de Despertar a través de las dos prácticas de
«Ver a los demás como sus iguales» y la «Intervención de uno con [el] otro». El
Bodhisattvacharyavatara sigue [siendo] considerado como el mejor acopio de
instrucciones para acceder al estado de Bodhisattva. Muy afamado, tanto en la
India como en el Tíbet, es la fuente de numerosos comentarios, uno de los
mejores de los cuales es el de Gyaltsab Djé, muy cercano discípulo de Lama
Tsongkapa. Dakpa Gyaltsan redactó uno, igualmente, similar en cuanto al sentido
pero diferente en presentación (más condensado y contiene partes de «La vía
graduada hacia el Despertar» {Lam-Rim}). El primer capítulo nos alienta,
exponiendo sus beneficios, a desarrollar el espíritu de Despertar. A este
efecto debemos purificar las negatividades que le obstaculizan y acumular
energías positivas. Estas dos prácticas serán el objeto de los dos siguientes
capítulos. Después de haber desarrollado el espíritu de Despertar es necesario
adiestrarse en la vía del Bodhisattva: hay que desarrollar la atención, tema
abordado en el cuarto capítulo. El quinto [capítulo] revela cómo adiestrarse en
la ética, manteniendo la atención y la vigilancia mentales. Del sexto al noveno
capítulo, se trata la paciencia, el esfuerzo gozoso, la concentración y luego
la sabiduría. El décimo capítulo trata, en conjunto con la dedicatoria, del
adiestrar el espíritu a la generosidad por el don de su [propio] cuerpo, sus
bienes y sus méritos de los tres tiempos. Este texto comprende cuatro grandes
divisiones: 1. Significado del título. 2. Homenaje de los traductores. 3.
Explicación del significado del texto. 287. Conclusión 1. Significado del
título. En sánscrito, Bodhisattvacharyavatara. En tibetano,
Byang-chub.semsdpaï.spyod-pa.la'jug-pa. En castellano, Entrada en las prácticas
del Bodhisattva. La razón por la cual el título se menciona en sánscrito en el
principio de la obra, es por el hecho que el Buda enseñara en sánscrito. Por
consiguiente, es benéfico recibir una «huella» en esa lengua; igualmente, ello
permite recibir bendiciones. Bodhi significa «espíritu totalmente purificado y
totalmente abierto». Sattva significa «gran espíritu». Avatara significa
«involucrarse». Charya significa «Conducta o práctica». 2. Homenaje de los
traductores. Antes de comenzar una obra, los traductores tienen [la] costumbre
de rendir homenaje a los Budas y a los Bodhisattvas, con el fin de eliminar los
obstáculos que pueden surgir en el transcurso de la traducción del sánscrito al
tibetano y poder [así] llevar a término su trabajo. Otrora, los grandes reyes
del Dharma habían instaurado, en efecto, ciertas reglas de principio: cuando un
texto pertenecía al Sûtrapitaka -que concierne principalmente el adiestramiento
en la concentración- los homenajes de los traductores debían ser dirigidos a
los Budas y Bodhisattvas; cuando se trataba de un texto que se revelaba
[perteneciente] al Abhidharmapitaka -que concierne el adiestramiento en la
sabiduría-, debían ir hacia Manjushri y cuando trataba del Vinayapitaka -que
concierne el adiestramiento en la disciplina superior- los elogios eran
destinados al Ser Omnisciente, el Buddha. Gracias a este método era holgado
reconocer la categoría de «Cesta» (Pitaka) al que pertenecía el texto. Aunque
el Bodhisattvacharyavatara se refiera a las «Tres Cestas» [Tripitaka], el autor
insiste, aquí, sobre un punto del Sûtrapitaka y, entonces, los homenajes de los
traductores son rendidos a los Budas y [los] Bodhisattvas. [3. Explicación del
significado del texto.] I Los beneficios del espíritu de despertamiento El
primer capítulo del Bodhisattvacharyavatara trata del desarrollo del espíritu
de Despertar en exponiendo sus beneficios. La exposición del significado del
texto, que forma el cuerpo principal de esta obra, comporta dos grandes
divisiones: 4. Explicación preliminar. 8. Explicación propiamente dicha de la
Vía graduada hacia el Despertar (LamRim). [4. Explicación preliminar.] La
explicación preliminar se divide en tres secciones: 5. Expresión de veneración.
6. Promesa de composición de este texto. 7. Razones de esta composición. 5.
Expresión de veneración. Bodhisattvacharyavatara Homenaje a los Budas y los
Bodhisattvas. I Los beneficios del espíritu de despertamiento. [1a]
Respetuosamente me inclino ante el Cuerpo de Verdad de los Sugatas; ante sus
Hijos, los Bodhisattvas y ante todos aquellos dignos de homenajes. [1b] Aquí
presentaré una síntesis de las vías de involucramiento en los votos de los
Bodhisattvas, conforme a las Enseñanzas. [2] Nada se expone aquí que no lo haya
sido antes y no soy yo hábil en el arte de componer. También, he emprendido
esto con la meta de impregnar con ello a mi propio espíritu y no para alumbrar
a los demás. [3] Habituándome así a lo que es virtuoso la potencia de mi fe irá
creciendo [por] un tiempo; si otros, igual de dichosos que yo, leen estas
líneas, ellos también se impregnarán con su sentido. [4] Las libertades y las
riquezas son difíciles de obtener; dan a la condición humana toda su valía,
pero, si no saco provecho de ellas, ¿cómo en el porvenir obtener condiciones
que sean tan perfectas? [5] Así como en una noche ensombrecida por las nubes un
relámpago ilumina todo el espacio un instante, [así,] en este mundo, por el
poder de los Budas, un pensamiento positivo aparece, fugazmente. [6a] Por esta
razón, la virtud es siempre débil y las fuerzas del mal, intensas e
inagotables. [6b] ¿Qué otra virtud podría vérselas con ellas, fuera del
perfecto espíritu de Despertar? [7] Tras haberlo contemplado durante edades
[enteras] Todos los Munis han visto de él los beneficios; es por él que la masa
ilimitada de los seres alcanzará, rápidamente, el estado de felicidad suprema.
[8] Quienquiera desee vencer la inmensa alarma del mundo, alejar el sufrimiento
de los seres y gozar de infinita dicha, no debe jamás desviarse del pensamiento
de Despertar. [9] Desde que hayan producido el pensamiento de Despertar, los
desgraciados aprisionados en la existencia cíclica serán llamados los «Hijos de
los Sugatas»; serán venerados en el mundo por los humanos y los dioses. [10]
Como el elixir supremo que todo transforma en oro, transformará él este cuerpo
impuro que hemos tomado En cuerpo de Vencedor, joya infinitamente preciosa.
Guardad pues, firmemente, este pensamiento de Despertar. [11] Puesto que el
único Guía de los seres, tras haber, por su espíritu ilimitado llevado una
investigación excelente y completa, lo ha reconocido [como] precioso, que
aquellos que deseen liberarse de las moradas mundanas Guarden resueltamente
este precioso espíritu de Despertamiento. [12] Todas las demás virtudes son
como el bananero: fructifica y de seguido se agota. El celestial árbol del
pensamiento de Despertar, fructificando sin cese, jamás se agota. [13]
Reposándome en él como cuando movido por el miedo me reposaría en un valeroso
ser, seré librado en un instante, incluso si he cometido crímenes
inmensurables. ¿Por qué, entonces, los seres vigilantes no se consagran a él?
[14] Es él como el fuego al final de una era, que consume todo el mal en un
instante. El Protector Maitreya, el Sabio, a Sudhana sus innumerables
beneficios enseñó. [15] En breve, hemos de saber que el espíritu de Despertar
tiene dos aspectos: uno es el espíritu de aspiración y el otro, el espíritu de
involucramiento. [16] Así como es bien conocida la diferencia entre el deseo de
partir y el acto de ir, igual, los sabios han de conocer la diferencia entre la
aspiración y el involucramiento. [17] Aunque el espíritu de aspiración al Despertar,
porta muchos frutos en la existencia condicionada, no produce una incesante
oleada de beneficios, como el espíritu de involucramiento. [18] Para aquel que
despierta en sí, perfectamente, este espíritu determinado a nunca renunciar a
liberar, completamente, todas suertes de seres, en su infinitud, [19] Desde ese
momento, incluso si está dormido o despreocupado, surgirá, continuamente, una
fuerza de méritos vastos como el espacio. [20] Para aquellos que aspiran al
vehículo inferior, todas estas razones han sido dadas por el Tathagata mismo,
en el Discurso requerido por Subahu. [21] Si el pensamiento de librar a los
seres de un dolor de cabeza, simplemente, es un pensamiento tan salutífero que
hace amasar méritos inconcebibles, [22] ¿Qué decir, entonces, de ese anhelo de
liberar a cada uno de su infinito sufrimiento y de ese voto de que todos los
seres obtengan calidades ilimitadas? [23] ¿Quién es capaz del deseo de hacer el
bien a un grado tal? ¿Nuestros padre y madre, los dioses, los ermitaños, o el
grande Brahma mismo? [24] Si nunca han podido, ni siquiera en sueños, tener
este deseo para consigo mismos, ¿cómo los seres lo podrían desarrollar para
[con] otro? [25] Un pensamiento tal, ser benéfico para los otros, que los demás
no han concebido ni siquiera para sí mismos, es un pensamiento infinitamente
precioso: su nacimiento en el espíritu es de un resplandor sin precedente. [26]
¿Cómo tomar la cabal medida de los méritos que guarda este espíritu precioso,
causa de todas las dichas del mundo, elixir que apacigua los sufrimientos de
los seres? [27] Si el simple pensamiento de ser benéfico es superior a la
ofrenda a los Budas, ¿qué decir del esfuerzo que tiende a establecer a todos
los seres en la dicha, sin excepción? [28] Aunque deseosos de escapar del sufrimiento,
en realidad se precipitan hacia él; Aunque buscan la dicha, en su ignorancia,
la destruyen como si fuese un enemigo. [29] Pero quienquiera que esté privado
de dicha y por múltiples tormentos abrumado, el espíritu de Despertar lo colma
con todos los gozos, y lo libera de todos los dolores. [30] Disipa él incluso
la ignorancia. ¿Dónde encontrar una virtud tal? ¿Dónde encontrar un amigo tal?
¿Dónde encontrar méritos tales? [31] Si el acto de devolver una buena acción es
digno de algunos elogios, ¿qué decir del Bodhisattva, que hace el bien sin
hacerse [de] rogar? [32] Aquél que da, a veces, a algunas personas, con
desprecio, un poco de magro alimento suficiente, apenas, para medio día, es
alabado por el mundo como un virtuoso ser. [33] ¿Qué decir, entonces, de la
generosidad de aquel que por largas duraciones [de tiempo] lleva a innumerables
seres hacia la insuperable felicidad de los Sugatas, y que, así, satisface sus
esperanzas todas? [34] Quienquiera alimente pensamientos malévolos hacia tales
benefactores, los Hijos de los Vencedores, morará en los infiernos por tantas
eras como haya tenido pensamientos, ha dicho el Muni. [35a] Por el contrario,
al hacer nacer un estado de espíritu elevado los frutos de este se
multiplicarán más aún. [35b] Cuando los Bodhisattvas encuentran importantes
obstáculos en su espíritu no surge ningún mal; sus virtudes crecen,
naturalmente. [36] Ante el cuerpo de aquél en donde ha nacido esta sagrada joya
del espíritu, me prosterno. Trae el bienestar incluso a aquellos que lo perjudican;
en esa fuente de dicha tomo refugio. II Revelamiento del mal [1] Para mantener
este precioso espíritu, con todo mi corazón hago ofrendas a los Tathagatas, al
Santo Dharma, a las Tres Joyas sin mancha y a los Hijos de los Vencedores,
océanos de calidades. [2] Todas las flores y todos los frutos, todas los tipos
de medicinas, todas las joyas que existan en el mundo y aguas puras y
refrescantes. [3] Montañas hechas con piedras preciosas, verdes boscajes,
sitios tranquilos y gozosos, árboles celestiales ataviados con flores frutales
plegándose bajo el peso de los frutos; [4] Inciensos, perfumes de los reinos
celestiales, árboles de pedrerías y los que atienden los anhelos, lagos y
estanques ornados por lotos, donde resuena el melodioso canto de los cisnes.
[5] Cosechas espontáneas y todos los ornamentos que son dignos de ser
ofrendados, todo lo que contienen las ilimitadas esferas del espacio; todo lo
que no pertenece a nadie. [6] Creo todo ello en mi espíritu y lo ofrendo, a los
Budas y sus Hijos, supremos entre los seres. Vosotros, Todos Compasivos, fuente
de todas las calidades, Miradme con bondad y aceptad estas ofrendas. [7] Siendo
pobre y desprovisto de méritos, no tengo nada más para ofreceros. Vosotros,
Protectores, que anheláis el bien de los seres, aceptad esto para mi bien,
gracias a vuestros poderes. [8] A los Vencedores y a sus Hijos siempre
ofrendaré todos mis cuerpos. Vosotros, héroes supremos, aceptádme;
respetuosamente a vosotros me someto. [9] Al estar bajo vuestra protección,
perfectamente, sin temer la existencia, seré útil para los seres. Superaré
todos mis antiguos actos negativos y no cometeré más. [10] A cuartos de baños
perfumados deliciosamente, con pisos de cristal de titilante brillo, con
pilares resplandecientes de joyas y con baldaquines ataviados con centelleantes
perlas, [11] Ruego a los Tathagatas y sus Hijos venir, al son de músicas y de
cánticos; lavar sus cuerpos con aguas perfumadas y puras, vertidas desde
numerosos cántaros preciosos. [12] Seco sus cuerpos con incomparables tejidos,
inmaculados e impregnados de perfumes; ofrendo a estos sublimes seres vestidos
de colores encantadores y perfumados con deliciosas fragancias. [13] Con telas
variadas, finas, suaves y celestiales y cientos de supremos ornamentos atavío a
los Aryas Samantabhadra, Manjugosha, Avalokiteshvara y los demás. [14] Con
exquisitos perfumes, cuyo olor se difunde en millares de millones de mundos,
igual como se pule el oro puro y refinado, unjo el radiante cuerpo de los todos
los Munis. [15] A estos Budas, altamente dignos de ofrendas, ofrendo las flores
odorantes, cual el mandara, el utpala y el loto, guirnaldas encantadoras y
agradablemente dispuestas. [16] Les ofrendo inciensos, cuyo perfume embargante,
se difunde en una masa de nubes; así como alimentos celestiales compuestos por
variados manjares y bebidas. [17] Ofrendo, igualmente, preciosas lámparas
sublimes, dispuestas sobre flores de dorados lotos; sobre el suelo rociado con
agua perfumada disemino pétalos de delicadas flores. [18] A aquellos que son de
la naturaleza de la compasión ofrendo incomparables palacios, resonantes de
elogios, titilantes con perlas y gemas suspendidas, que ornan las extensiones
del espacio sin límites. [19] Bellas sombrillas preciosas, de dorado mango, de
contorno[s] ornamentado[s] de manera exquisita, elegantes, rectas y cuya vista
encanta al espíritu, ofrendo siempre a los potentes Munis. [20] Que además,
puedan masas de ofrendas, que resuenan dulces y melodiosas músicas, permanecer,
cada una, como nubes, apaciguando la miseria de los seres. [21] Que sobre las
joyas del Dharma perfecto, [sobre] los relicarios y las estatuas, una lluvia de
flores y de piedras preciosas, caer pueda, sin cesar jamás. [22] Al igual que
Manyugosha y los demás han hecho ofrendas a los Victoriosos, hago ofrendas,
también, a los Tathagatas, Protectores y Bodhisattvas. [23] A la gloria de este
océano de calidades canto un océano de melodiosas alabanzas: que puedan estos
dulces nubarrones de elogiosos cantos, sin cese, subir hacia ellos. [24] Ante
todos los Budas de los tres tiempos, ante el Dharma y a la asamblea suprema.
con tantos cuerpos como haya partículas en este universo, me prosterno. [25a]
Ante las bases del espíritu de Despertar, ante todos los relicarios, me
prosterno; [25b] Ante los abades y los grandes preceptores, y ante los nobles
practicantes, me prosterno. [26] Hasta que haya alcanzado el Despertar, en
todos los Budas tomo refugio. En el Santo Dharma y la asamblea de los
Bodhisattvas, tomo, igualmente, refugio. [27] Con las manos juntas [en actitud]
de plegaria, suplico a los Budas y Bodhisattvas que residen en las diez
direcciones y que poseen la gran compasión. [28] En el transcurso de la
existencia cíclica sin comienzo, en esta vida, como en todas las demás, contra
mi agrado he hecho tanto mal, o lo he hecho cometer por otros. [29] Abrumado
por la confusión y la ceguedad, me he regocijado de todo aquello. Ahora que
percibo estos errores, desde el fondo del corazón los confieso a los
Protectores. [30] Todo el mal cometido hacia las Tres Joyas, hacia mis padres,
mis maestros y demás, por mi cuerpo, mi habla o mi espíritu, bajo la influencia
de las perturbaciones, [31] todas las insoportables fechorías que he cometido,
manchado como estoy por todos estos múltiples vicios, los confieso a los Guías
de todos los seres. [32] Puede ser, sin embargo, que me alcance la muerte antes
de haber purificado mis faltas. Protejédme, os ruego, para que sea liberado
rápidamente y seguramente. [33] El Señor de la muerte, indigno de confianza,
[ya sea] que mi trabajo esté hecho o no, no esperará; [ya sea] que esté enfermo
o saludable, esta efímera vida no es de fiar. [34] Dejándo[lo] todo, debo solo
partir. Pero, al no haber comprendido esto, por aquellos que son mis amigos, o
los que no lo son, he cometido todo tipo de fechorías. [35] Los que no son mis
amigos, [ya] no serán nada más y aquellos que son mis amigos, tampoco. Yo mismo
no seré nada más; igual, nada será más. [36] Como una experiencia en sueño,
todas las cosas en las que me solazo no serán más que del dominio de los
recuerdos: no volveré a ver más lo que pasado es. [37] Incluso en esta vida tan
breve muchos enemigos o amigos forman parte del pasado. Sin embargo, me quedan
por afrontar todas las fechorías insostenibles hacia ellos cometidas. [38] Así,
al no haber comprendido que no soy más que pasajero, he cometido numerosas
fechorías bajo el imperio de la ignorancia, el apego y la aversión. [39] No
deteniéndose ni de noche ni de día, continuamente esta vida se agota y no se
prolonga. ¿Por qué escaparía a la muerte? [40] En mi lecho recostado, aunque
rodeado por la familia y los amigos, debo hacer, solo, la experiencia de sentir
la vida dejarme. [41] Cuando me aprehendan los mensajeros de la muerte, ¿para
qué los amigos, para qué la familia? Entonces, sólo los méritos me protegen,
pero no los he acumulado. [42] ¡Oh Protectores!, yo que soy tan negligente,
inconsciente de tales terrores, he cometido tantas fechorías por esta
impermanente vida. [43] Si el condenado que se lleva para cortarle un miembro,
en ese mismo momento se aterroriza, si su boca se seca, sus ojos [son]
espantosos, cavados en sus órbitas, y si se ha vuelto irreconocible, [44] ¿qué
decir, entonces, de aquel, completamente aterrado por la enfermedad del gran
pavor, cuando sea asido por las encarnadas formas de los horrorosos mensajeros
de la muerte? [45] «-¿Quién podría protegerme, realmente, de este gran
espanto?-». Aterrorizado, con los ojos desorbitados, buscaré un refugio en las
cuatro direcciones. [46] Al no ver ningún socorro, me sumiré en una total
aflicción. Si no hay, ahí, protección ninguna, entonces, ¿qué bien hacer
podría? [47] Es por lo que tomo refugio, desde hoy, en los Victoriosos, los
Protectores, aquellos que se esfuerzan en proteger a los seres y que por cuyo
gran poder aniquilan todos los miedos. [48] Tomo refugio, también, con todo mi
corazón, en el Dharma que ellos han comprendido y que suprime los miedos de la
existencia cíclica, así como en la asamblea de los Bodhisattvas. [49] Animado
por un profundo miedo, me ofrendo a Samantabhadra; igualmente, a Manjugosha
hago ofrenda de mi cuerpo. [50] Al Protector Avalokiteshvara, a él, quien actúa
con una infalible compasión, dirijo un lamento, exclamando: «¡Proteged al
desalmado que soy!». [51] Buscando una protección, con todo mi corazón imploro
a los Aryas Akashagarbha, Ksitigarbha y todos los demás protectores compasivos.
[52] Tomo refugio en Vajrapani, a la vista de quien los mensajeros de la muerte
y los otros, aterrorizados, en las cuatro direcciones, huyen. [53] En el pasado
no he observado vuestros consejos; pero ahora, a la vista de este tormento,
tomando refugio en vos con todo mi corazón ruego por que el miedo sea
aniquilado prestamente. [54] Si, ya espantado por una ordinaria enfermedad, hay
que seguir los consejos del médico, ¿qué decir tiene, entonces, que lo hay,
cuando, perpetuamente, soy alcanzado por centenares de males, tal como el
deseo? [55] Si todos los seres vivientes en este mundo, podrían ser aniquilados
por uno sólo de esos males, y si, para curarlos, ninguna otra medicina pudiere
ser encontrada en todos los rincones del universo, [56] entonces, la intención
de no seguir los consejos dados por los médicos omniscientes para curar todas
las tribulaciones, daría testimonio de una enorme y despreciable ignorancia.
[57] Si hay ya lugar para tener cuidado al abordar un pequeño precipicio
ordinario, ¿qué decir, entonces, de ese precipicio insondable, abierto con una
profundidad de millares de leguas? [58] Es inconveniente que me divierta,
diciéndome: «Hoy no moriré», pues el momento en que [ya] no seré más vendrá,
indudablemente. [59] ¿Quién puede concederme los estados sin miedo? ¿Cómo
librarme de todo esto con certeza? Si es certero que no seré más, ¿cómo puedo
tener tranquilo el espíritu? [60] Las experiencias del pasado, están acabadas:
¿Qué me queda de ellas, ahora? A causa de mi apasionado apego a todo ello, he
ido en contra de los consejos del maestro. [61] Si, tras haber abandonado a mis
parientes, mis amigos e incluso mi vida, debo hacer frente, sin compañía, a un
destino incierto, ¿para qué pueden servirnos aquellos que son nuestros amigos y
aquellos que no lo son? [62] «¿Cómo librarme, de manera certera, de las
acciones negativas, fuente del sufrimiento?» De este modo, noche y día, no debo
reflexionar más que en ello. [63] Todas las acciones negativas que bien he
podido cometer, por equivocación y ceguedad, [ya] sean acciones negativas por
naturaleza o verdaderas transgresiones, [64] Todo ello lo confieso en presencia
de los Protectores; prosternándome una vez y otra vez, [con] las manos juntas,
con el espíritu aterrorizado por los sufrimientos. [65] ¡Que todos los Guías
del mundo escuchen, claramente, mis errores y mis faltas. Como esas acciones no
son -en absoluto- positivas, en el porvenir no las cometeré más. III Adopción
del espíritu de Despertar [1] Me regocijo de todo corazón en la virtud que
apacigua los suplicios de los habitantes de los reinos inferiores, que
establecen en la dicha a todos los seres que padecen sufrimiento. [2] Me
regocijo en las virtudes acumuladas, causa del Despertar. me regocijo en el que
los encarnados seres sean definitivamente liberados de las miserias de la
existencia cíclica. [3] Me regocijo en la Vigilia de aquellos que nos protegen
y en los niveles espirituales de los Hijos del Vencedor. [4] En el océano de
virtudes que crea la generación del espíritu de Despertamiento, fuente de
beneficios para todos los seres, y también en las obras que les son
provechosas, con un gran gozo, me regocijo. [5] [Con] las manos juntas suplico
a los Budas de todas las direcciones: «-Que pueda la tea de la Doctrina
alumbrar a los seres que van a tientas en las tinieblas del sufrimiento-». [6]
[Con] las manos juntas suplico a los Budas que deseen pasar al nirvana: «-No
dejéis a los seres errar cual ciegos, pero quered permanecer por edades sin
número-». [7] Así, que puedan las virtudes que he reunido aquí, elimiinar
enteramente el sufrimiento de todos los seres. [8] Que sea yo el médico y la
medicina, que sea el enfermero también, por tanto [tiempo] como los seres estén
enfermos y hasta que sean todos curados. [9] Que pueda caer una lluvia de
alimentos y bebidas, para eliminar los estragos del hambre y la sed. Y que
durante la era de la hambruna, que devenga yo mismo en bebida y alimento. [10]
Que pueda yo devenir en un inagotable tesoro para los pobres y los desvalidos.
pueda devenir en todo lo que necesitan y que ello les sea accesible fácilmente.
[11] Mi cuerpo, mis bienes e igualmente todas mis virtudes de los tres tiempos
los daré, sin ningún reparo, para cumplir el bien de todos los seres. [12] Todo
donar lleva más allá del sufrimiento; mi espíritu alcanzará ese estado más allá
[.] Como de todas maneras deberé abandonar todo, más vale darlo a los seres.
[13] Tras haber hecho ofrenda de mi cuerpo a todos los seres encarnados, que
hagan con él, siempre, lo que quieran: que lo maten, lo golpeen o lo maldigan.
[14] Que se diviertan, incluso, con mi cuerpo, o que hagan de él un objeto de
escarnio; puesto que se lo he regalado, ¿para qué protegerlo? [15a] Que
dispongan de mi cuerpo según su voluntad con tal que no sea fuente de
perjuicio. [15b] Que nunca les sea inútil. [16] Que la cólera o la falta de
confianza sentidos por algunos contra mí pueda siempre convertirse, para ellos,
en la causa para realizar todos sus designios! [17] Que aquellos que se burlan
de mí, me hacen daño o me insultan, puedan tener la buena fortuna de alcanzar
la Iluminación. [18] Que devenga en un protector para aquellos que no lo
tienen, en un guía para aquellos que caminan. Para todos los que anhelan
cruzar, que devenga yo en barca, navío o puente. [19] Que devenga en una isla
para quien busca una isla, en una luz para quien desea una luz; que devenga en
una morada para quien busca una morada y en un esclavo para quien desee un
esclavo. [20] Que me convierta en gema que cumple los anhelos, jarrón precioso,
medicina potente, o mantra eficaz. Que me convierta en el árbol que atiende los
anhelos o en una vaca que satisfaga los deseos de los seres. [21] Como los
grandes elementos, cuales la tierra y el espacio, que siempre pueda yo ser una
variedad de soportes para la vida de los innumerables seres. [22] Y hasta que
pasen más allá de las penas, que pueda, por todas las maneras, ser una fuente
de vida para el conjunto de los mundos de los seres que alcanzan [hasta] los
confines del espacio. [@] [23] Así como los Sugatas de antaño han dado
nacimiento al espíritu de Despertamiento y han recorrido las etapas de las
prácticas de los Bodhisattvas, [24] Así, por el bien de los seres, haré nacer
el espíritu de Despertar; como ellos, me aplicaré a estas prácticas Y recorreré
sus etapas. [25] He aquí pues, cómo los Sabios que han asido firmemente este
espíritu, para desarrollarlo más aún, deben glorificar el espíritu de
Despertar: [26] Presentemente mi vida ha fructificado; he obtenido una preciosa
existencia humana. Hoy he nacido en la familia de los Budas, he devenido en un
Hijo de los Budas. [27] A partir de ahora, que no haga nada que no esté en
concordancia con mi familia; no debo alterar este noble y puro linaje. [28]
Como un ciego que ha encontrado una gema dentro de un montón de polvo, igual ha
nacido en mí este espíritu de Despertar: un extremadamente raro acontecimiento.
[29] Es él el supremo néctar que triunfa sobre la muerte en la transmigración,
es él el inagotable tesoro que elimina la pobreza de los seres. [30] Es él la
medicina suprema que apacigua las enfermedades del mundo; el árbol que invita a
reposo [par]a aquellos que erran, cansados, sobre los caminos de la existencia.
[31a] Es el puente universal que deja escapar a todos los seres de los reinos
inferiores; [31b] Es la luna creciente del espíritu que calma la tormenta de
las perturbaciones. [32a] Es el gran sol que pone un fin a las equivocaciones y
las vastas turbaciones de este mundo. [32b] Es la quintaescencial mantequilla
producida cuando la leche de la Santa Doctrina es batida. [33] Puesto que para
aquellos que recorren los caminos de la existencia, los transmigrantes,
huéspedes que desean gozar la dicha, esto es el medio supremo conducente a la
felicidad, por él estos huéspedes de honor serán completamente satisfechos.
[34] Hoy, en presencia de todos los Protectores, invito a los seres a la
felicidad última y, mientras tanto, a la dicha temporal. Que dioses, semidioses,
todos, sean felices. IV La atención [1] Los Hijos de los Vencedores, tras haber
asimilado bien el espíritu de Despertar, deben siempre hacer esfuerzos, sin
indolencia, por no apartarse del adiestramiento. [2] Es preferible verificar si
hay que ejecutar o no, lo que se emprende a la ligera o sin haber sido bien
examinado, incluso si una promesa ha sido hecha. [3] Pero, ¿cómo podría yo
volver nunca a lo que, en su gran sabiduría, ha sido examinado por los Budas y
sus Hijos, así como por mí mismo, tantas y tantas veces? [4] Si acaso, tras
haber hecho una promesa tal, no pusiese todo en obra para cumplirla, al haber
así engañado a todos los seres, ¿qué género de renacimiento tomaré? [5] Si,
como lo ha dicho el Buda, aquel que ha decidido dar la más mínima cosa
ordinaria pero no hace ese don, devendrá en espíritu famélico, [6] Entonces, si
engañase a todos los seres tras haberlos invitado sinceramente a la felicidad
insuperable, ¿cómo tendré un renacimiento dichoso? [7] Sólo los Omniscientes
pueden conocer las impenetrables vías de los karmas, que hacen que aquellos que
han abandonado el pensamiento de Despertar alcancen, sin embargo, la
liberación. [8] Para los Bodhisattvas, de todas las caídas bien es esta la más
pesada, pues, si llega a producirse, se comprometería el bien de los seres. [9]
Alguien más que, ya fuera por un instante, obstruyese o impidiese sus acciones
virtuosas, al afectar la dicha de los seres, a sus renacimientos desdichados no
vería un final. [10] Si al destruir la dicha más que de un sólo ser, afecto a
mi ser mismo, entonces, ¿qué decir, si destruyo la dicha de todas las criaturas
encarnadas, infinitas como el espacio? [11] Entonces, aquellos que alternan la
fuerza de la caída y la fuerza del espíritu de Despertar, Permanecen, así, implicados
en la existencia cíclica y serán impedidos, por mucho tiempo, de alcanzar las
tierras. [12] Así, según la promesa que he hecho, debo resolverme a actuar,
respetuosamente. Si, desde ahora en adelante, no hago ningún esfuerzo, caeré
más bajo cada vez. [13] Aunque hayan pasado innúmeros Budas que han obrado por
el bien de todos, no me he aventajado con sus cuidados, a causa de mis propios
yerros. [14] Y si, con todo, continúo así, todavía y siempre, en los
renacimientos miserables experimentaré la enfermedad, la servidumbre, la
mutilación y el desmembramiento. [15] Si es raro [el hecho] que aparezca un
Buda, [el] que obtenga yo la fe y un cuerpo humano, y [el] que sea capaz de
cultivar la virtud, ¿cuándo, pues, los encontraré de nuevo? [16] Hoy estoy con
buena salud, tengo qué comer y no enfrento daño alguno, pero la vida es
momentánea y engañosa; este cuerpo no me ha sido prestado más que por un sólo
instante. [17] Teniendo en cuenta esta conducta, no obtendré [ya] más un cuerpo
humano. Pero fuera del estado humano, no son efectuadas más que fechorías.
Ninguna virtud. [18] Si en el momento en que tengo la oportunidad ni siquiera
actúo de manera virtuosa, ¿qué podría bien hacer, cuando seré obnubilado por
los sufrimientos de los reinos inferiores? [19] Si en vez de acumular virtudes
no acumulo más que negatividades, durante mil millones de eras cósmicas no
escucharé ni siquiera las palabras «renacimiento dichoso». [20] Por esta razón,
el Victorioso ha dicho: «-Es tan arduo obtener una vida humana, como para una
tortuga marina pasar su cuello dentro de un yugo que flote sobre el gran
océano-». [21] Si el extravío de un instante suscita los peores infiernos,
durante eras, con respecto a fechorías amasadas, desde siempre, en el samsara,
inútil [es] decir que no tendré renacimientos dichosos. [22] Ahora [bien],
haber sido zambullido en este sufrimiento total no suscita la Liberación, pues
en el transcurso de esta experiencia nacen todo tipo de otras negatividades.
[23] Entonces, si tras haber encontrado una libertad tal no me aplicara al
bien, no habría peor engaño, ni mayor locura, tampoco. [24] Y si, tras haber
comprendido eso, en mi locura continúo siendo holgazán, en el mismo momento de
mi muerte una inmensa turbación se elevará en mí. [25] Entonces, si durante mucho
tiempo mi cuerpo es quemado por los fuegos de los infiernos, tan difíciles de
soportar, el ardiente fuego de un inagotable arrepentimiento ciertamente
atormentará mi espíritu. [26] Si, tras haber alcanzado por un concurso de
circunstancias este estado benéfico, tan difícil de obtener, me encuentro
llevado a los infiernos otra vez, cuando poseo la capacidad de comprender, [27]
es que estoy como enceguecido por un embrujo, y que mi espíritu ha dejado de
funcionar. Ni siquiera yo comprendo esta locura: ¿qué ocurre, pues, dentro de
mí? [28] Mis enemigos, tales [como] el odio y el apego no poseen ni brazos ni
piernas; no son ni valerosos, ni sabios. ¿Cómo han podido hacer de mí un
esclavo? [29] Mientras habitan mi espíritu, complaciéndose en hacerme daño, los
soporto sin enfadarme. Pero esta paciencia es inconveniente y menospreciable.
[30] Incluso si todos los dioses y semidioses, como enemigos, se volviesen
contra mí, serían incapaces de conducirme a los infiernos Avici, o a ellos
hacerme entrar. [31] Pero las perturbaciones potentes, esas enemigas, son
capaces de lanzarme, en un instante, en un fuego de infierno, al contacto del
cual del monte supremo, el Meru, no quedaría[n] ni las cenizas. [32] Mis
enemigas, las perturbaciones, están en mí desde tiempos sin comienzo. Ningún
otro enemigo habría sido capaz de perdurar por tan largo tiempo. [33] Si me
remito a los demás y los honro agradablemente, me ayudarán, todos, y me harán
dichoso; pero si me remito a mis perturbaciones, en lo futuro me harán sufrir y
me dañarán. [34] ¿Cómo vivir en el samsara dichoso y sin miedo, cuando en mi
corazón están instaladas tan sólidamente estas enemigas de siempre, que por sí
solas hacen crecer el amontonamiento de mis desdichas? [35] ¿Cómo encontrar la
dicha, si en mi espíritu viven, dentro de una red del apego, los guardianes de
la prisión de la cíclica existencia, que en los infiernos serán mis asesinos y
carniceros? [36] Entonces, no aflojaré mis esfuerzos más que en el momento en
que estas enemigas hayan perecido ante mis ojos, igual como los orgullosos,
rabiantes, no duermen en tanto que no hayan lavado la [más] mínima afrenta.
[37] Si durante una batalla, deseando ardientemente vencer, todos aquellos
cuyas pasiones llevan de todas maneras al dolor de la muerte, algunos soportan
el dolor de ser traspasados por lanzas y flechas y no ceden antes de haber
vencido su resistencia, [38] inútil decir que, incluso a costa de cantidad de
sufrimientos, no debo desalentarme o descansar, ahora que me esfuerzo por
vencer definitivamente a mis naturales enemigas, desde siempre fuente[s] de mis
dedichas. [39] Si cicatrices infligidas por enemigos insignificantes son
exhibidas sobre el cuerpo como ornamentos, ¿cómo el sufrimiento me dañaría, a
mí que con rigor me esfuerzo por realizar lo que tiene un profundo significado?
[40] Si los pescadores, los cazadores, los granjeros y demás, no tienendo en
mente más que sus propios medios de subsistencia, soportan los males del calor
y el frío; por la dicha de los seres, ¿por qué carecería de aguante? [41]
Cuando he prometido liberar de sus perturbaciones a los seres que ocupan las
diez direcciones hasta los confines del espacio, no estaba librado, yo mismo,
de ellas. [42] Como no sabía si era capaz de ello, ¿una era acaso locura haber
así hablado? Así, debo renunciar jamás a triunfar sobre mis perturbaciones.
[43] Me ataré a ello firmemente, y como les guardo rencor, les daré guerra. Son
perturbaciones en apariencia, pero triunfan sobre las otras perturbaciones.
[44] Sería para mí mejor el ser quemado vivo, cortado en pedazos o asesinado,
que doblegarme jamás ante mis enemigas, las omnipresentes perturbaciones. [45]
Enemigos ordinarios, [al ser] expulsados de un país, se van para instalarse en
otro [lugar], luego vuelven tras haber repuesto fuerzas. Las perturbaciones,
esas enemigas, no actúan de esta manera. [46] ¡Vosotras, pasiones! devueltas
por el ojo de la sabiduría, expulsadas de mi espíritu, ¿adónde iríais? ¿Desde
qué lugar volveríais para dañarme? Por tener débil el espíritu, no he podido
hacer ningún esfuerzo. [47] Si las perturbaciones no residen ni en el objeto,
ni en los sentidos, ni entre estos dos, ni en otro lado, ¿dónde moran, para
dañar a los seres? Son como una ilusión; debo, entonces, ahuyentar el miedo de
mi corazón, y para abandonar las perturbaciones, debo esforzarme por
desarrollar la sabiduría. ¿Por qué sufrir los infiernos, sin razón? [48] Tras
haber reflexionado bien, debo esforzarme por poner en práctica los consejos,
tal como han sido dados; pues si el paciente no escucha al médico, ¿cómo los
remedios podrían curarlo? V La vigilancia [1] Aquellos que deseen observar las
instrucciones deben vigilar muy atentamente su espíritu. pues si no controlan
sus pensamientos no podrán mantener la ética, tampoco. [2] El elefante del
espíritu, abandonado a sí mismo, nos traerá los peores tormentos. Un simple
elefante salvaje, incluso loco e indómito no causará nunca tales destrozos. [3]
Pero si el elefante del espíritu es sólidamente atado con la cuerda de la
memoria perfecta, todos los miedos desaparecerán y todas las virtudes vendrán a
nuestras manos. [4] Los tigres, los leones, los elefantes y los osos; las
serpientes y todos los enemigos; los guardianes de los seres que viven en los
infiernos, los espíritus malhechores y los caníbales también, [5] Encadenando
nuestro espíritu los encadenamos a todos. Que nuestro espíritu sea domado, y
todos lo serán igualmente. [6] De esta manera todos los miedos y sufrimientos
inmensurables vienen del espíritu: esto es demostrado por el Enseñante perfecto
mismo. [7] ¿Quién ha decido crear todas las armas de los seres de los
infiernos? ¿quién ha formado los suelos de hierro ardiente? ¿de dónde han
surgido todas estas flamas? [8] Creaturas y objetos, todo, procede de los
pensamientos errados, ha dicho el Muni. Así, en los tres mundos, aparte del
espíritu no hay nada más que temer. [9] Si la perfección de generosidad es
erradicar la pobreza del mundo, ¿cómo los Budas de antaño la han perfeccionado,
puesto que todavía hay indigentes? [10] La perfección de la generosidad dicha
está ser el pensamiento de dar todo a todos, así como los frutos de un
pensamiento tal. Ella es, pues, simplemente un estado de ánimo. [11] No se
trata de poner al abrigo los peces y demás animales con el fin de evitar que
sean matados. La perfección de la ética consiste en la voluntad de abandonar
toda acción no virtuosa. [12] Los seres odiosos son innumerables como el
espacio, no es posible llegar a acabarlos; pero sólo triunfar sobre los
pensamientos de cólera viene a ser triunfar sobre todos los adversarios. [13]
¿Dónde encontraría bastante cuero para cubrir con él la superficie de la
tierra? El cuero de mis suelas, solo, equivale a cubrir la tierra entera. [14]
Así, no soy capaz de domeñar las cosas exteriores; pero, si no dominase más que
mi espíritu, ¿qué otra [cosa] habría que dominar? [15] El resultado de un
estado de de concentración claro, único incluso, es tomar un renacimiento en un
reino cual el de Brahma. Mis acciones físicas y orales no tendrán un efecto
tal, si mi actitud mental es débil. [16] Si el espíritu está [pensando] en otro
lugar, ha dicho el Omnisciente, la recitación y el ascetismo, incluso
practicados largamente, seguirán siendo vanos. [17] Aquellos que no comprenden
el secreto del espíritu, que constituye la esencia suprema del Dharma, errarán
siempre sin meta ni significado, incluso si desean ser felices y vencer al
sufrimiento. [18] Puesto que es así, debo tener bien a mi espíritu y
protegerlo. Aparte de la de proteger el espíritu, ¿para qué se necesitarían
varias disciplinas? [19] Como en el medio de un gentío numeroso y agitado
tendría cuidado si tuviese una herida, igual, en una muchendumbre de personas
de mentalidad baja protegeré siempre la herida de mi espíritu. [20] Si tengo
cuidado de una herida, temiendo el mínimo dolor que podría provocar, ¿por qué
no proteger mi espíritu de toda herida, por miedo de hacerme aplastar por las
montañas infiernales? [21] Si actúo siempre de esta manera, entonces, incluso
en medio de desalmados o rodeado de mujeres, mis esfuerzos por dominar[me] no
disminuirán nunca. [22] Más vale estar sin ningún bien, sin honores, sin cuerpo
y sin recursos; más vale que las demás virtudes degeneren, que dejar nunca
[uno] su espíritu degradarse. [23] Vosotros que deseais domeñar vuestro espíritu,
[con] las manos juntas os ruego: Esforzáos constantemente por cultivar la
memoria y la vigilancia. [24] Las personas turbadas por la enfermedad no pueden
hacer nada con vigor; igual, aquellos cuyo espíritu está turbado por la
confusión no pueden hacer nada con vigor. [25] Para aquellos cuyo espíritu está
desprovisto de vigilancia nada de lo que habrán escuchado, contemplado y
meditado quedará en su memoria, no más que el agua en un jarrón horadado. [26]
Si aquellos que han estudiado y tienen la fe tien el defecto de la faltar en
vigilancia, incluso si son totalmente perseverantes, su espíritu será
mancillado por las caídas morales. [27] Los ladrones que son los estados sin
vigilancia, tras la degradadación de la memoria, roban incluso los méritos que
he acumulado e iré hacia los reinos inferiores. [28] Las pasiones, esa banda de
ladronas, buscan una buena ocasión; habiéndola encontrado, hurtan las virtudes
y destruyen la fuerza vital de los renacimientos dichosos. [29] Así, no dejaré
nunca la memoria alejarse de la puerta de mi espíritu; inclusoy si se va de
ahí, recordaré las pruebas de los reinos inferiores, y la volveré a poner en su
sitio. [30] Por la compañía de los Maestros, y por el siguir las instrucciones
de los Abades, gracias [al] temor, también, la memoria nacerá fácilmente en el
espíritu de los seres fortunados que practican con respeto. [31] «-Es en [la]
presencia de los Budas y todos los Bodisattvas, que pueden todo sin obstáculo
ver, que moro siempre-». [32] Por este pensamiento se desarrolla un sentimiento
de pudor, de respeto y miedo. De esta manera, el recuerdo de los Budas surgirá
una y otra [vez]. [33] Una vez que la memoria permanece para guardar la puerta
del espíritu, vendrá también la vigilancia; e incluso lo que sa había ido
volverá. [34] Cuando al inicio de una acción me doy cuenta que mi estado de
ánimo no es correcto, es ese momento sabré quedarme tan firme como un pedazo de
madera. [35] No debo nunca de [dejar] errar mi mirada, sin fin preciso, pero,
teniendo el ánimo resuelto, debo siempre guardar los ojos bajos. [36] Con todo,
para descansar la vista puedo mirar a veces a mi alrededor, y cuando alguien
entre en mi campo de visión debo mirarlo y decirle: «-¡Bienvenida!-». [37] En
ruta, para verificar que no hay peligro, debo mirar una y otra vez en las
cuatro direcciones. Cuando quiera detenerme para reposar, debo volverme y mirar
detrás de mí. [38] Habiendo verificado, adelante y atrás, debo entonces ir, o
bien, venir. Al haber comprendido que ello es necesario, debo actuar así en todas
las ocasiones. [39] Tras haber preparado una acción, pensando: «-Así debe
tenerse mi cuerpo-», también, en el transcurso de [la] acción, hay que
verificar: «-¿Cómo se está mi cuerpo?-» [40] Debo verificar enégicamente que el
elefante loco de mi espíritu, sin perderse, se quede bien atado al gran pilar
del pensamiento espiritual. [41] Aquellos que buscan a cualquier precio la
concentración, no deben perderse ni siquiera un instante. «-¿Cómo se comporta
mi espíritu?-»: así hay que examinar todo cuanto ocurre. [42] Pero, si en caso
de miedo, fiesta religiosa u otra [ocasión] no pueda hacerlo, debo actuar lo
mejor [posible]. Igual, dicho está que en el momento de practicar la
generosidad, la práctica de la ética puede ser suspendida. [43] Quienquiera [que],
tras reflexionar, haya emprendido una tarea, debe, desde entonces, no pensar
más en ninguna otra. Guardando así sus pensamientos fijos, debe acabar por
cumplirla. [44] Actuando así, todo será hecho convenientemente; si no, ninguna
de las dos [cosas] será realizada. Así, las perturbaciones secundarias, que
están desprovistas de vigilancia, no se acrecentarán más. [45] Hay que
abandonar todo apego cuando me involucro en actividades diversas, como los
parloteos, varios e inútiles, o todo tipo de espectáculos coloreados. [46] Si,
sin razón, me pongo a escarbar la tierra, a dibujar sobre ella, o a arrancar
hierba, recordándome las instrucciones de los Sugatas, espantado, debo
inmediatamente cesar. [47] Cuando sienta la gana de moverme o de decir
alguna[s] palabra[s], me es menester primero examinar mi espíritu; luego,
firmemente, hacer lo que conviene. [48] En el momento en el que, en mi
espíritu, el apego o el deseo de airarme sobrevengan, no [les] debo dar
seguimiento, ni en acción ni en palabra, pero debo entonces quedarme
imperturbable. [49] En el momento en que sobrevenga la distracción, la
tentación de mofarme, el orgullo o la fatuidad, la gana de exponer las faltas
de los demás, el deseo de engañarlos, o la hipocrecía; [50] en el momento en
que anhele recibir elogios, o cuando quiera criticar a los demás, cuando
intente decir [algo] malo o provocar la disputa, entonces, debo permanecer
imperturbable. [51] Cuando desee bienes, honores o celebridad, cuando desee
tener domésticos y un círculo [de allegados], en le momento en que mi espíritu
desee hacerse servir, debo entonces quedarme [como] de palo. [52] Cuando
desarrolle el deseo de entrevistarme con aquellos que se han desviado del bien
de los demás y que no buscan más que su propio bien, debo entonces quedarme
[como] de palo. [53] En el momento en que surgen la impaciencia, la impudicia,
la resistencia debida a la pereza, el discurso descosido, el pensamiento que se
aferra a lo que mío es, debo entonces quedarme [como] de palo. [54] Tras haber
analizado las perturbaciones y los inútiles esfuerzos proveídos por el
espíritu, el Héroe debe entonces estabilizarlo, por [medio de] la aplicación de
los antídotos. [55] Determinado y de fe lleno, estable, respetuoso y cortés,
conocedor de la vergüenza, el temor y la paz, hay que esforzarse por hacer
felices a los demás. [56] No hay que dejarse desalentar por los caprichos
[repentinos] de aquellos iguales a críos peleones, pero [debo] comprender que
vienen de las perturbaciones, y mostrarme afectuoso para con ellos. [57] Por su
propio bien y el de los otros, hay que involucrarse en acciones virtuosas.
sabiendo que todo es como una aparición, sin orgullo, siempre hay que guardar
en mano el espíritu. [58] Pensando una y otra vez que ha sido menester de largo
tiempo para obtener esta disponibilidad suprema, hay que mantener su espíritu
inmutable como el monte Meru. [59] Si, cuando este cuerpo es despedazado aquí,
allá, por buitres ávidos de carne, tú, espíritu, no te hace desgraciado ello;
¿por qué, ahora, lo sirves con tanto cuidado? [60] Tras haber tomado este
cuerpo por «tuyo», espíritu, ¿por qué lo proteges? Si tú y él son dos, ¿de qué
podrá servirte? [61] Tú, espíritu obnubilado, ¿por qué no tomar como forma,
madera, bien limpia? ¿para qué vigilar esta máquina pútrida, que es un
amontonamiento de impurezas? [62] Mentalmente, separa primero, las capas de
piel; luego, con el arma cortante de la sabiduría separa la carne de su red de
huesos. [63] Tras haber abierto los huesos incluso, inspecciónalos hasta la
médula. Hazte tú mismo este análisis: «-¿Dónde se encuentra la esencia de todo
aquello?-» [64] Si pese a tales esfuerzos no ves allí ninguna esencia, ¿por
qué, sin embargo, velas por este cuerpo con tanto apego? [65] Si estas
substancias no son consumibles, si esta sangre no es bueno beberla, si estos
intestinos no son comestibles, ¿qué podría aportarte este cuerpo? [66] Después
de todo, apenas es bueno de conservar para alimentar a los chacales y los
buitres. de hecho, este precioso cuerpo humano que tenemos no debe ser utilizado
más que para acciones virtuosas. [67] Si, aunque, velas así por él, ¿qué harás
cuando la muerte, despojada de ternura, te lo robará para darlo a los perros y
los pájaros? [68] Si a un sirviente incompetente no das ni siquiera vestidos y
demás, ¿por qué te extenúas velando por esta carne, puesto que pese a tus
buenos cuidados tu cuerpo irá a otra parte? [69] «-Ya le he dado su salario, y
hecho presentes, que trabaje, ahora, por mi bien; mientras no me haga favores
nada le daré-». [70] Hay que considerar a este cuerpo como un navío, simple
soporte para ir y venir; que devenga, para realizar el bien de los seres, en un
cuerpo que atienda todos los deseos. [71] Así, hay que actuar con el control
pleno de su espíritu. Siempre sonriente, sin fruncir las cejas; no hay que
mostrar un rostro ceñoso: hacia todos hay que ser franco y amical. [72] No hay
que, ruidosamente y rudamente desplazar sillas y demás, ni abrir puertas
violentamente, pero siempre complacerse en ser modesto. [73] El comportamiento
del Muni ha siempre sido semejante al de la garza, el gato o el ladrón, que,
caminando sin ruido alguno cumplen lo que desean. [74] Es con reconocimiento y
respeto que hay que recibir, incluso sin haberlas buscado, las palabras útiles
de los otros, que sean hábiles para aconsejar y exhortar. De todo el mundo, hay
que ser siempre el discípulo. [75] A todos los que sostienen un discurso sabio
hay que decir: «-¡Ello está bien dicho!-». Viendo a alguien hacer una acción
meritoria, hay que alabarlo y regocijarse por ello. [76] Hay que decir algo
bueno, discretamente, y repetir lo bueno que dicho está. Cuando se trata de mis
propias cualidades, basta con comprender que tengo. [77] Todas las empresas son
la fuente de un gozo [tal] que, incluso si se vendiese, sería raro. Así, hay
que tomar siempre placer en regocijarse por las buenas acciones hechas por los
demás. [78] Así, en esta vida no perderé nada [y] en mis vidas futuras
igualmente mi dicha será grande. Lo contrario me traerá tristeza y miseria [y]
en mis vidas futuras igualmente el sufrimiento grande será. [79] Al hablar hay
que ser convincente y a propósito; el sentido debe ser claro y la palabra
placiente; hay que exilar el apego y la ira. El lenguaje debe ser suave y
moderado. [80] Al posar mi mirada sobre los seres, debo pensar: «-Dependo,
enteramente, de ellos para alcanzar la Budeidad-». Debo mirarlos con franqueza
y bondad. [81] Siendo movido siempre por la aspiración o los antídotos a las
fuerzas negativas, grandes virtudes vendrán de los campos excelentes, benéficos
y miserable. [82] Debo emprender todo lo que hago con habilidad y fervor; en lo
que toca todas mis acciones, no debo depender de nadie. [83] Las perfecciones
como la generosidad, se vuelven, conforme [crecen] más profundas; no hay que
sacrificar lo grande por lo pequeño, hay que preguntarse, sobre todo, lo que es
lo que es útil para los demás. [84] Así, es con inteligencia que hay
esforzarse, siempre, por hacer el bien de los demás. Los Grandes Compasivos,
porque ven lejos, permiten transgredir ciertas prohibiciones. [85] Hay que
compartir su alimento con aquellos sin protector, los practicantes y los seres
de los reinos inferiores; no hay que comer más que lo estrictamente necesario.
Aparte de los tres vestidos, todo puede ser dado. [86] Por un pequeño
beneficio, no hay que perjudicar este cuerpo que practica el santo Dharma. Por
hacer así, todos los anhelos de los seres serán rápidamente satisfechos. [87]
Sin una motivación, pura, de compasión, no hay que hacer donación de este
cuerpo: Por el contrario, en esta vida y las demás, hay que hacer de él la
causa de consecución de la suprema meta. [88] No hay que explicar el Dharma a
aquellos sin respeto, o turbanados como enfermos, o que sostengan sombrillas,
bastones o armas, o a aquellos que tengan la cabeza cubierta. [89] No enseñéis
lo vasto y lo profundo ni a los espíritus estrechos ni a una mujer sola, pero
practicad siempre, respetando de igual manera las enseñanzas de los Vehículos
Pequeño y Supremo. [90] No hay que llevar al Pequeño Vehículo a aquellos aptos
para recibir las vastas enseñanzas; no hay que abandonar jamás la conducta
moral ni tomar el pelo a los demás por medio de los Sûtras o de mantras. [91]
Hay que cubrir siempre los esputos o el mondadientes que haya sido tirado; es
también vergonzoso orinar y demás sobre una tierra o en aguas utilizados por
otros. [92] No hay que comer con la boca abierta, ni llenándose la boca, o
haciendo ruido. Sentado, no hay que estirar las piernas; ni frotarse las manos.
[93] No hay que compartir una montura, un lecho o una recámara con la esposa de
otro. Hay que abandonar todo lo que es percibido o sabido, que arriesgue chocar
al mundo. [94] No hay que señalar con el dedo, pero, respetuosamente, con la
mano derecha, con la mano completamente abierta; así hay que indicar el camino.
[95] No hay que hacer grandes movimientos con los brazos, pero interpelar a los
demás por [medio de] un gesto discreto, cual un chasquido con los dedos u otro
signo. Si no, mi conducta sería grosera. [96] Hay que acostarse, en la dirección
deseada, en la postura del Buda cuando pasó al parinirvana; y con vigilancia
tomar, primero, la firme decisión de levantarse prontamente. [97] De todas las
prácticas de los Bodhisattvas, que por el Buda están dichas ser ilimitadas,
habría, tanto como [sea] posible, [que] practicar, sobre todo, el
adiestramiento del espíritu. [98] Tres veces por día y tres veces por noche
recitaré el Sûtra «Triskandha»; y, apoyándome en los Budas y sus Hijos, las
últimas caídas serán purificadas. [99] En toda situación y en todo lo que hago,
ya sea para mí o para los demás, debo esforzarme por poner en práctica lo que
ha sido enseñado para este efecto. [100] No hay nada que forme parte de las
prácticas de un Bodhisattva: para aquellos habilitados para que vivir así no hay
nada que no sea meritorio. [101] Ya sea directamente o indirectamente, que no
se actúe más que por el bien de los seres. Hay que dedicar todo a la
Iluminación, únicamente por el bien de los seres. [102] Incluso a riesgo de su
vida, jamás hay que abandonar al amigo espiritual, enseñante experto del Gran
Vehículo, supremo en las prácticas de los Bodhisattvas. [103] Hay que practicar
la manera de seguir a un maestro, según la biografía de Shrisambhava. Hay que
comprender, por la lectura de los Sûtras, estos consejos, y otros, dados por el
Buda. [104] Es de los Sutras que las prácticas aparecen; por esta razón hay que
leer los Sûtras. Es el Sûtra de Akashagarbha el que hay que estudiar de
primero. [105] Absolutamente, hay que leer igualmente el Shiksha-Samuccaya, una
y otra vez, puesto que todo lo que es menester practicar constantemente está
largamente y claramente expuesto en él. [106] Además, hay que leer de cuando en
cuando el Sûtra-Samuccaya, que es menos largo, y esforzarse por estudiar,
igualmente, las dos obras escritas por Arya Nagarjuna. [107] Hay que poner en
práctica todo los que no está prohibido en esas obras y, para proteger el
espíritu del mundo, hay que aplicar correctamente lo que en ellas leemos. [108]
Analizar una y otra vez el estado del cuerpo y del espíritu, es, en resumen, la
definición del mantenimiento de la vigilancia. [109] Hay que poner en obra todo
esto. ¿Qué puede uno acabar, pronunciando palabras sólo? ¿[Acaso] los enfermos
se curan por leer sólo un manual médico? VI La paciencia [1] Cualesquiera que
sean, las acciones meritorias como la generosidad y las ofrendas a los Sugatas
acumuladas durante millones de eras cósmicas, todas, son destruidas por un sólo
instante de ira. [2] Ninguna fechoría es igual[able] a la ira y ninguna ascesis
igua[lable] a la paciencia. Es menester, entonces, por diversas maneras meditar
asiduamente en la paciencia. [3] Mientras tenga penosos pensamientos de odio,
el espíritu no conocerá la paz, y no obtendrá, tampoco, el gozo ni la dicha. El
sueño no vendrá y será precario. [4] Aquellos mismos que dependen de su bondad
para recibir bienes y servicios, amenazarán con matar a su maestro cuando su
espíritu sea habitado por el odio. [5] El desalienta a mis amigos, y aunque mi
generosidad los atraiga, no se quedan en mi compañía; en breve, aquel que tiene
ira no vivirá jamás feliz. [6a] Son los enemigos como la ira los que crean
todas las desdichas; [6b] aquel que se aplique a eliminar la ira será dichoso
en esta vida y en las demás. [7] Tras haberse nutrido de mi desazón, que surje
cuando los demás hacen lo que no deseo, o cuando me impiden obtener lo que
deseo, la ira se acrecienta, primero, y, luego, me acabará. [8] Al haber visto
eso, debo, completamente, privar a esta enemiga de su alimento, pues la ira no
tiene nada que hacer [más] que destruirme. [9] Sea lo que acontezca, no dejaré
turbar mi gozo, pues, sin gozo no lograré lo que deseo y mis virtudes
degenerarán. [10] Si existe una solución, ¿por qué estar infeliz? Si no existe
solución, ¿de qué sirve estar infeliz? [11] Para mí mismo y mis amigos no deseo
ningún sufrimiento, ningún trato despreciativo, ninguna palabra dura, nada que
sea desagradable de escuchar; ¡pero para [con] mis enemigos, es todo lo
contrario! [12] Las causas de la dicha surgen a veces, pero las causas de
sufrimiento son muy numerosas. Sin sufrimiento no hay renuncia; ¡reflexiona
pues, firmemente en ello, tú, espíritu! [13] Si ascetas y habitantes de Karnapa
soportan las sensaciones de quemaduras, heridas y demás, sin razón, ¿por qué por
la causa de la liberación carecería de valentía? [14] No existe nada que no se
vuelva más fácil por la costumbre. Entonces, habituándose a las pequeñas
contradriedades hay que aprender a soportar las grandes. [15] ¿Quién no ha
visto que es tal el caso con pequeños enojos provocados por serpientes o
insectos, sensaciones de hambre, sed o la urticaria y demás pequeñas miserias?
[16] No debo irritarme por el calor o el frío, la lluvia, el viento o las
enfermedades; ni de ser encarcelado o golpeado; pues, si no, los males
aumentan. [17] Algunos, a la vista de su propia sangre, se vuelven
particularmente valerosos y firmes; otros, al ver de la sangre de otro, se
desploman y pierden [la] consciencia. [18] Ello viene por el hecho que el
espíritu puede ser firme, o bien, sin vigor. Hay, pues, que no reparar en nada
los males y no dejarse afectar por el sufrimiento. [19] Incluso cuando sufre
los Sabios soportan sufrimientos, su espíritu permanece resuelto y no es por
ello turbado. Para quien va a la guerra contra las perturbaciones, son grandes
los destrozos causados durante la batalla. [20] Aquellos que no paran mientes
de ningún sufrimiento, para triunfar sobre los enemigos como la ira y demás,
ellos son vencedores, son héroes. Los demás combatientes no hacen más matar
cadáveres. [21] Además, el sufrimiento tiene ventajas: por el abatimiento, la
arrogancia es disipada, nace compasión para [con] los seres atrapados en la
existencia cíclica, estaremos cansados de las fechorías, y amaremos la virtud.
[22] Como no me enojo contra las mayores fuentes de mis pruebas, como la
enfermedad del hígado, ¿por qué enojarme contra los seres animados? Ellos,
también, son incitados por las condiciones. [23] Por ejemplo, así como las
enfermedades surgen aunque no sean, de ningún modo, deseadas, igual,
irresistiblemente, las perturbaciones surgen, aunque no sean, de ningún modo,
deseadas. [24] Sin pensar: «-Voy a airarme-», espontáneamente las gentes se
irritan. Sin pensar: «-Voy a manifestarme-», del mismo modo, surge la ira. [25]
Todas las faltas, cualesquiera que sean, y todas [las] suertes de fechorías
diversas surgen bajo el poder de condiciones; no hay autonomía ninguna. [26]
Estas condiciones que se reúnen no tienen la intención de producir; lo que por
ellas es producido no tiene, tampoco, la intención de ser producido. [27] Lo
que es postulado en tanto que «materia primitiva» y lo que es imputado en tanto
«ego», no surgen con la voluntad: «-Surgiré-». [28] Si aquellos, no siendo
producidos, no existen, entonces, ¿cuál puede ser el deseo de producir? Puesto
que (el «sí») es dirigido hacia sus objetos permanentemente, no cesaría nunca
(de serlo). [29] Si este «sí» es permanente, es, evidentemente, inactivo como
el espacio. Incluso si topase con otras condiciones, ¿cómo su naturaleza no
cambiante sería afectada por ello? [30] Si incluso en el momento de actuar
sobre él, se queda como antes, y si digo: «-La acción de aquello es esto-»,
¿qué (tipo de) relación habría? [31] Así, todo depende de otros factores; Que
dependen, ellos mismos, de otros factores y no tienen autonomía. Habiéndolo
comprendido, no hay que ponerse airado contra cosas que son como apariciones.
[32] «-En ese caso, ¿quién hay allí para eliminar a qué? El acto de eliminar
tampoco sería apropiado-». Es apropiado, pues está admitido que por actuar así
el sufrimiento es detenido. [33] Entonces, si veo a un enemigo, o incluso un
amigo, cometer una acción incorrecta, por pensar: «-Eso proviene de las
condiciones-», guardaré un estado de ánimo feliz. [34] Si las cosas viniesen a
exitir según nuestro deseo, como nadie anhela sufrir, ningún ser tendría que
soportar sufrimientos. [35] Por su falta de atención, algunos se hieren con
espinas y otras cosas. Algunos, por tener una mujer, por ejemplo, obsesionados,
se privarán de alimento u otras [cosas]. [36] Otros se perjudican a sí mismos
por acciones desprovistas de méritos, como ahorcarse o saltar a un precipicio,
tragar veneno, o un alimento malsanos. [37] Si dominados por las perturbaciones
se matan, aunque se amen, ¿cómo se abstendrían entonces de hacer daño al cuerpo
del otro? [38] Incluso si no desarrollo compasión por aquellos que, bajo la
influencia de las perturbaciones atentan [contra] su propia vida, al menos, que
no me ponga airado. [39] Si dañar a los demás es la naturaleza de los pueriles,
no es apropiado enojarse contra ellos; pues sería como reprochar de quemar al
fuego. [40] E incluso si este defecto fuese pasajero, al ser los seres sabios
por naturaleza, sería tan poco justicado enojarse contra ellos como reprochar al
espacio el dejar subir el humo. [41] El bastón es el que, en verdad, me golpea.
En vez de enojarme contra aquél que lo maneja, y que, a su vez es un
instrumento, puesto que [está] movido por el odio, es, pues, contra él [-el
odio-] que debiera dejarme llevar. [42] En el pasado he infligido a los seres
un mal semejante; es, pues, justo que este mal me recaiga, a mí que les he
causado entuerto. [43] Es su arma y mi cuerpo quienes, cada uno, son causas de
mis sufrimientos. Cuando de él viene el arma y de mí este cuerpo, ¿contra quién
hay que airarse? [44] Si me aferro con ciego apego a este absceso, doloroso,
con forma humana y que no soporta ningún contacto, ¿contra quién airarme cuando
es herido? [45] Los pueriles seres no desean el sufrimiento, a la vez que están
atados pasionalmente a sus causas; es, pues, culpa suya si el mal los golpea.
¿Cómo harían reproches? [46] Si, igual que los guardianes de los infiernos y el
bosque de hojas tajantes, esto es producido por mis propias acciones, ¿contra
quién airarme? [47] Incitados por mis propias acciones, aquellos que me
perjudican se manifiestan. Si a causa de ello esos seres van al infierno, ¿no
es [acaso] yo quien los destruye? [48] Gracias a ellos, ejerciendo la paciencia
purifico muchas fechorías; pero ellos, a causa de mí, sufrirán durante largo
tiempo en los infiernos. [49] Entonces, puesto que yo les cometo entuerto,
mientras que ellos me hacen [el] bien, ¿por qué tú, espíritu ilógico, te enojas
de tan erróneo modo? [50] Si tengo cualidades de espíritu no iré a los
infiernos. Pero si, así, me protejo a mí mismo, ¿qué hay de los demás? [51] Sin
embargo, si respondo al mal con el mal no es ello lo que los protegerá. Mi
propia conducta también degenerará y por consiguiente mi ascesis será
destruida. [52] Puesto que el espíritu no tiene forma física, nadie puede
destruirlo, de ningún modo. Pero, porque está pasionalmente apegado al cuerpo,
los sufrimientos físicos lo perjudican. [53] Puesto que ni el desprecio, ni las
palabras hirientes, ni los discursos desagradables, pueden perjudicar al
cuerpo, ¿por qué tú, espíritu, te pones tan airado? [54] El hecho que otros no
me quieran, ni en esta vida, ni en otra, me devorará. ¿Por qué, pues, temerlo?
[55] Si es porque me impide enriquecerme, por lo que lo temo, deberé dejar mis
bienes aquí, de todos modos, y sólo mis fechorías permanecerán inconmovibles.
[56] Más vale que muera desde ya, que tener una vida larga pero deshonesta.
Incluso si seres como yo viven largo tiempo, nos acechan los sufrimientos de la
muerte. [57] [Tanto] para aquel que de un sueño se despierta, tras haber gozado
cien años de felicidad, como para aquel que de un sueño se despierta no
habiendo de ella gozado más que un instante, [58] al despertar, ni para uno ni
para otro, la felicidad volverá. Así, [ya] sea la vida larga o corta, en el
momento de la muerte [no hay] difrencia alguna. [59] Incluso si vivo dichoso
durante largo tiempo, tras haber amasado bienes muchos, debo partir desnudo y
con las manos vacías, como si bandidos me hubiesen desvalijado. [60] «-Mis
bienes me permitirán vivir, y entonces mis fechorías disminuirán y méritos
crearé-». Pero si, a causa de los bienes, me pongo airado, ¿no disminuirán
[acaso] mis méritos?, ¿[acaso] no comenteré fechorías? [61] Si el hecho mismo
de estar con vida me trae a la degenerescencia, ¿para qué puede servir
buenamente la vida, de alguien que no hace más que el mal? [62] «-Me irrito
contra aquellos que dicen mal de mí, pues ello debilita la confianza que en mí
tienen los seres-». Entonces, ¿por qué no indignarse contra aquellos que hablan
mal de otro? [63] Si aguantas pacientemente la falta de confianza cuando a los
demás concierne, ¿por qué no eres paciente con el mal que de tí se dice, puesto
que está ligado a la aparición de las perturbaciones? [64] No es justo ponerse
airado contra aquellos que denigran las imágenes santas, los relicarios y el
Dharma, o los destruyen, pues nada puede perjudicar a los Budas. [65] Debo
detener el ponerme airado contra aquellos que perjudican a mis Maestros, mis
amigos o mi familia, tras haber visto que ello proviene de condiciones, así
como ha sido descrito precedentemente. [66] Puesto que lo animado y lo
inanimado dañan a los seres, ¿por qué dejarse ir solamente contra lo animado?
Practiquemos, pues, la paciencia hacia todo lo que nos perjudica. [67] Si
algunos hacen el mal por ignorancia y si otros, por ignorancia, se ponen
airados, ¿Quién está en el error? ¿Quién no lo está? [68] ¿Por qué he cometido
en el pasado esas acciones, causas del mal que me hacen los demás? Si todo
depende de las acciones, ¿hacia quién guardar rencor? [69] Tras haber
comprendido eso, debo, a toda costa, dedicarme a las acciones meritorias, a fin
de traer todos los seres a desarrollar un ánimo de mutuo amor. [70] Por
ejemplo, si un fuego que abrasa una vivienda se está propagando a otra, es
bueno quitar y arrojar el heno y todo lo que lo haría extenderse. [71] Igual,
cuando el fuego del odio se propaga, al haberse atado mi espíritu a algún
objeto, debo inmediatamente desembarazarme de él, por miedo que los méritos se
consuman. [72] Si, tras cortársele la mano, un condenado a muerte es liberado,
¿[acaso] no está bien? Si los sufrimientos del estado humano liberan de los
estados infiernales, ¿no está [acaso] bien? [73] Si no llego siquiera a
aguantar las desdichas presentes, ¿por qué no desembarazarme de la ira, causa
de sufrimientos infernales? [74] Por haber querido satisfacer mis deseos, he
soportado en el infierno quemaduras y demás, durante miles de eras; Sin embargo
no he cumplido ni mi propio bien ni el de los demás. [75] Comparados a los de
los infiernos, las desdichas presentes no son un mal, pues nos acercan de una
meta. Es justo, entonces, no sentir más que gozo frente a este sufrimiento, que
elimina los males de los seres. [76] Si su gozo de alabar a un ser de calidad
procura felicidad a los demás, ¿por qué no te regocijas igualmente, tú mi
espíritu, en alabarlo así? [77] La dicha de tu regocijo sería fuente de gozo, y
de ninguna manera transgresión. Es aconsejada por Aquellos de Calidad, y es también
medio supremo para atraer hacia sí los seres. [78] Los demás son, así, vueltos
dichosos, se dice. Ahora, si tú no gustas que ellos sean dichosos, cesa de
darles salario, dones y otras ventajas. ¡Pero entonces, en la vida presente y
las futuras, tu dicha se desperdiciará! [79] Cuando recibes cumplidos, quieres
que los otros estén contentos; pero cuando los otros reciben cumplidos no
quieres estar contento, tú. [80] Tras haber producido el espíritu de
Despertamiento con el anhelo que todos los seres tengan la dicha, ¿por qué
airarse cuando lo encuentran por sí mismos? [81] Si se desea que los seres
devengan en Buddhas, venerados en los tres mundos, ¿por qué estar estorbado por
verlos recibir ofrendas y honores ordinarios? [82] Si un miembro de tu familia,
del que cuidas y al que das todo lo que necesita encontrase por sí mismo su
subsistencia, ¿te enojarías, en vez de estar dichoso? [83] Si no puedes
siquiera tener ese anhelo para [con] los seres, ¿cómo desearías que alcancen el
Despertar? ¿Dónde está, pues, el espíritu de Despertamiento en aquél que se
enoja cuando los demás reciben bienes? [84] [Ya sea] que los bienes se queden
en la casa del benefactor, o que sea tu enemigo quien los reciba, desde el
momento que en ningún caso son para tí, ¿Qué importancia tiene el que sean
donados o no? [85] ¿Por qué haber dejado destruir tus méritos, la estima de
otro, y tus cualidades? Dime, ¿por qué no estás airado por no haber creado las
causas para obtener bienes? [86] No sólo no deploras las acciones negativas que
has cometido; pero, además, deseas rivalizar con aquellos que han cumplido
acciones positivas? [87] Que tu enemigo sea desdichado, incluso, ¿por qué eso
de place? No es sólo a causa de tus anhelos que le ha acaecido [el] mal. [88]
Cuando, incluso, este sufrimiento existiese a causa de tus deseos,
¿regocijarte, pues, por qué? Si respondes «-Ello me satisface-», ¿existe peor
decadencia? [89] El anzuelo lanzado por los pescadores, las perturbaciones, es
insoportablemente agu[za]do: los seres que engancha serán, seguramente, cocidos
dentro de calderos por los guardianes de los infiernos. [90] Los honores, como
los elogios y el renombre, no te traerán ni méritos, ni larga vida, ni salud,
ni fuerza. No me procurarán bienestar físico, tampoco. [91] Si entendiese cuál
es mi interés, ¿es [acaso] en todo eso que lo encontraría? Pero, si no deseo
más que distraerme, tanto igual entregarme a la bebida, al juego y demás. [92]
Si para obtener el renombre, gasto mi fortuna o sacrifico mi vida, ¿qué podrán
valer tales palabras? cuando esté muerto, ¿a quién placerán? [93] Cuando su
castillo de arena se derrumba, los niñitos dan chillidos. Igual, cuando los
elogios y el renombre se secan, mi espíritu se vuelve como un niñito. [94] El
efímero sonido, al no ser animado, no puede tener la intención de darme
cumplidos. «-Al estar los otros contentos por mí, mi renombre es fuente de
gozo-". [95] [Ya sea] que se dirijan a mí o a otros, ¿en qué puede
aprovecharme el gozo de los demás? Puesto que son ellos quienes sienten ese placer
no tendré den él la la [más] mínima parte. [96] Si estoy contento con su dicha,
debo estarlo, del mismo modo, hacia todos. Entonces, ¿por qué no soy colmado
por el placer que trae este gozo a los demás? [97] Igualmente, del todo no es
apropiado que el pensamiento «-Recibo cumplidos-», pueda procurarme
satisfacción. Este comportamiento es del todo infantil. [98] Los cumplidos y
demás me distraen, y debilitan también, mi desgana; me vuelvo celoso de
aquellos que tienen calidades y lo que era excelente es destruido. [99]
Entonces, aquellos mismos que toman gran cuidado en destruir mi reputación y
demás, haciéndolo, ¿no me evitan [acaso] caer en los reinos infortunados? [100]
Para aspirar a la Liberación, no tengo que estar encadenado ni por los honores
ni por los bienes. ¿Cómo puedo airarme contra aquellos que me libran de esas
cadenas? [101] Aquel que desea hacerme sufrir es como una bendición proveniente
de los Budas. ¿Cómo ponerme airado contra aquellos que cierran las puertas de
los reinos inferiores, para evitarme caer en ellos? [102] No es justo, tampoco,
enojarme contra aquel que me impide crear méritos. Al no ser ninguna ascesis
comparable con la paciencia, ¿no debería [acaso] ponerla en práctica? [103]
Pero, si por mi propia culpa no soy paciente hacia aquel, no soy más que yo
quien obstaculizo la práctica de lo que es fuente de méritos. [104] Sin uno, el
otro no acaece; pero, cuando uno existe, el otro también. ¿Cómo decir que uno
lo obstaculiza, puesto que es la causa del otro? [105] El mendigo, en el momento
en que se le da limosna, no es un obstáculo a la generosidad. Sería paradójico
pretender que aquellos que la dan son obstáculos a la ordenación! [106] Son
numerosos en el mundo los mendigos, pero aquellos que hacen el mal son raros.
Pues, si no he causado daño a los demás, nadie me dañará. [107] El enemigo es
como un tesoro aparecido dentro de mi casa sin que haya tenido que proveer
esfuerzo, pues me ayudad en mis prácticas de Bodhisattva. Debo, entonces,
regocijarme [por el] que sea mi enemigo. [108] Como practico la paciencia
gracias a él, es justo que le ofrezca los primeros frutos de esta práctica,
puesto que es él mismo quien es la causa. [109] «-Mi enemigo no es un objeto de
veneración, pues no tiene la intención de hacerme practicar la paciencia-». El
santo Dharma, digno de ser practicado, tampoco la tiene: ¿por qué, pues,
venerarlo? [110] «-Mi enemigo no es un objeto de veneración, puesto que tiene
la intención de perjudicarme-». Si, igual a los médicos, se esforzara por
ayudarme ¿cómo practicaría yo la paciencia? [111] Puesto que, así, la paciencia
toma nacimiento con respecto a un espíritu resueltamente hostil, este, al ser
entonces la causa de la paciencia, es digno de ser venerado al mismo título que
el santo Dharma. [112] «Es por esta razón que el campo de los seres es un campo
de Budas», ha dicho el Muni. Muchos de aquellos que los han regocijado, se han
ido, así, más allá de la perfección. [113] Como la realización de la Budeidad
proviene tanto de los seres como de los Victoriosos, ¿por qué, entonces, honrar
a los Victoriosos pero no a los seres? [114] Sus intenciones no son de igual
calidad, pero, puesto que son iguales en cuanto a los frutos, desde ese punto
de vista, los seres conscientes tienen, también, calidades. Por esta razón, son
iguales. [115] Los méritos obtenidos al venerar a aquel quien tiene un espíritu
lleno de amor, proviene de la profusión de los seres. Los méritos obtenidos por
la fe en los Budas, igualmente, proviene de la grandeza de los Budas. [116] Los
seres ostentan, en parte, las causas para alcanzar la Budeidad y, desde este
punto de vista, se los dice iguales a los Budas. Sin embargo, ninguno de ellos
es el igual a los Budas, ilimitado océano de cualidades. [117] Para venerar a
aquellos en quienes ha aparecido la más mínima fracción de estas cualidades,
del Unico Emsamblaje de Calidades, ofrendar los tres mundos no bastaría
siquiera. [118] Entonces, puesto que todos los seres ostentan una parte de las
causas de donde proceden las supremas calidades de los Budas, y, puesto que por
esta razón, les son comparables en parte, es justo venerarlos. [119] Además,
como son amigos fieles, que no hacen un bien incomparable, a menos de hacer
felices a los seres, ¿de qué otro modo agradecer a los Budas? [120] Puesto que
hacerles [el] bien paga a cambio aquellos que ofrecen su cuerpo y entran en los
peores infiernos, me comportaré, entonces, impecablemente en todo, incluso si
los seres me infligen un daño considerable. [121] Puesto que, por los seres,
aquel que es mi Maestro no tiene ningún reparo ni siquiera por su propio
cuerpo, ¿por qué mostrarme arrogante ante ellos, yo el ignorante?, ¿por qué no
hacerme, totalmente, esclavo suyo? [122] Si ellos están dichosos, los Munis se
regocijan. ¿Se los perjudica? Los Munis no están dichosos. Complaciéndolos, es
a los Munis que plazco; dañándolos, es a los Munis que lo hago. [123] Como
ningún objeto de los sentidos placería a mi espíritu si todo mi cuerpo
estuviese abrasado por el fuego, igualmente, cuando es hecho [el] mal a los
seres sensibles, no hay ningún medio de regocijar a los Grandes Compasivos.
[124] Así, como he hecho daño a los seres, que hoy, por mi confesión de cada
una de las fechorías que han provocado el desagrado de los Grandes Compasivos,
puedan los Munis perdonarme de haberlos disgustado. [125] Desde ahora, para
complacer a los Tathagatas, dominaré mi espíritu y serviré al mundo. [Ya fuese
que] el gentío me aplastase la cabeza y la golpeara, y incluso cuando [en ello]
arriesgase mi vida, que pueda regocijar a los Protectores de los seres. [126]
Aquellos cuya naturaleza es compasión, sin duda alguna consideran a todos los
seres como siendo ellos mismos. ¿Por qué no tengo respeto por estos Protectores
que vemos con el aspecto de seres? [127] He aquí lo que encanta a los Tathagatas;
he aquí lo que cumple perfectamente mi propio bien; he aquí lo que, también,
elimina los sufrimientos del mundo. Es, pues, esto, lo que debo siempre
cumplir. [128] Por ejemplo, aunque algunos hombres del rey hagan daño a toda
una muchedumbre de personas, aquellos que ven lejos no devuelven los golpes,
incluso si son capaces de ello. [129] Perciben que aquellos no están solos,
pero que son apoyados por el poder del rey. Igualmente, no debo subestimar a
los seres débiles que me hacen daño, [130] pues son, igualmente, apoyados por
los guardianes de los infiernos y todos los Grandes Compasivos. Así, [igual]
que el pueblo sirve a su ardiente rey, debo hacer felices a todos los seres
conscientes. [131] Incluso si el rey tal se airase, ¿produciría los sufrimientos
de los infiernos que voy a tener que padecer por haber hecho desdichados a los
seres? [132] Incluso si el rey estuviese contento, no podría concederme el
estado de Buddha, que voy a poder alcanzar por hacer dichosos a los seres.
[133] ¿Por qué no veo que haciendo felices a los seres, no sólo en el porvenir
obtendré la Budeidad, pero también esta misma vida, la gloria, la dicha y el
renombre? [134] Por belleza, la salud y el renombre, que provienen de la
práctica de la paciencia en el transcurso de la existencia cíclica, mi vida
será muy larga y obtendré los goces, inmensos, de un monarca universal. IV La
atención [1] Los Hijos de los Vencedores, tras haber asimilado bien el espíritu
de Despertar, deben siempre hacer esfuerzos, sin indolencia, por no apartarse
del adiestramiento. [2] Es preferible verificar si hay que ejecutar o no, lo
que se emprende a la ligera o sin haber sido bien examinado, incluso si una
promesa ha sido hecha. [3] Pero, ¿cómo podría yo volver nunca a lo que, en su
gran sabiduría, ha sido examinado por los Budas y sus Hijos, así como por mí
mismo, tantas y tantas veces? [4] Si acaso, tras haber hecho una promesa tal,
no pusiese todo en obra para cumplirla, al haber así engañado a todos los
seres, ¿qué género de renacimiento tomaré? [5] Si, como lo ha dicho el Buda,
aquel que ha decidido dar la más mínima cosa ordinaria pero no hace ese don,
devendrá en espíritu famélico, [6] Entonces, si engañase a todos los seres tras
haberlos invitado sinceramente a la felicidad insuperable, ¿cómo tendré un
renacimiento dichoso? [7] Sólo los Omniscientes pueden conocer las
impenetrables vías de los karmas, que hacen que aquellos que han abandonado el
pensamiento de Despertar alcancen, sin embargo, la liberación. [8] Para los
Bodhisattvas, de todas las caídas bien es esta la más pesada, pues, si llega a
producirse, se comprometería el bien de los seres. [9] Alguien más que, ya
fuera por un instante, obstruyese o impidiese sus acciones virtuosas, al
afectar la dicha de los seres, a sus renacimientos desdichados no vería un
final. [10] Si al destruir la dicha más que de un sólo ser, afecto a mi ser
mismo, entonces, ¿qué decir, si destruyo la dicha de todas las criaturas
encarnadas, infinitas como el espacio? [11] Entonces, aquellos que alternan la
fuerza de la caída y la fuerza del espíritu de Despertar, Permanecen, así,
implicados en la existencia cíclica y serán impedidos, por mucho tiempo, de
alcanzar las tierras. [12] Así, según la promesa que he hecho, debo resolverme
a actuar, respetuosamente. Si, desde ahora en adelante, no hago ningún
esfuerzo, caeré más bajo cada vez. [13] Aunque hayan pasado innúmeros Budas que
han obrado por el bien de todos, no me he aventajado con sus cuidados, a causa
de mis propios yerros. [14] Y si, con todo, continúo así, todavía y siempre, en
los renacimientos miserables experimentaré la enfermedad, la servidumbre, la
mutilación y el desmembramiento. [15] Si es raro [el hecho] que aparezca un
Buda, [el] que obtenga yo la fe y un cuerpo humano, y [el] que sea capaz de
cultivar la virtud, ¿cuándo, pues, los encontraré de nuevo? [16] Hoy estoy con
buena salud, tengo qué comer y no enfrento daño alguno, pero la vida es
momentánea y engañosa; este cuerpo no me ha sido prestado más que por un sólo
instante. [17] Teniendo en cuenta esta conducta, no obtendré [ya] más un cuerpo
humano. Pero fuera del estado humano, no son efectuadas más que fechorías.
Ninguna virtud. [18] Si en el momento en que tengo la oportunidad ni siquiera
actúo de manera virtuosa, ¿qué podría bien hacer, cuando seré obnubilado por
los sufrimientos de los reinos inferiores? [19] Si en vez de acumular virtudes
no acumulo más que negatividades, durante mil millones de eras cósmicas no
escucharé ni siquiera las palabras «renacimiento dichoso». [20] Por esta razón,
el Victorioso ha dicho: «-Es tan arduo obtener una vida humana, como para una
tortuga marina pasar su cuello dentro de un yugo que flote sobre el gran
océano-». [21] Si el extravío de un instante suscita los peores infiernos,
durante eras, con respecto a fechorías amasadas, desde siempre, en el samsara,
inútil [es] decir que no tendré renacimientos dichosos. [22] Ahora [bien],
haber sido zambullido en este sufrimiento total no suscita la Liberación, pues
en el transcurso de esta experiencia nacen todo tipo de otras negatividades.
[23] Entonces, si tras haber encontrado una libertad tal no me aplicara al
bien, no habría peor engaño, ni mayor locura, tampoco. [24] Y si, tras haber
comprendido eso, en mi locura continúo siendo holgazán, en el mismo momento de
mi muerte una inmensa turbación se elevará en mí. [25] Entonces, si durante
mucho tiempo mi cuerpo es quemado por los fuegos de los infiernos, tan
difíciles de soportar, el ardiente fuego de un inagotable arrepentimiento
ciertamente atormentará mi espíritu. [26] Si, tras haber alcanzado por un
concurso de circunstancias este estado benéfico, tan difícil de obtener, me
encuentro llevado a los infiernos otra vez, cuando poseo la capacidad de
comprender, [27] es que estoy como enceguecido por un embrujo, y que mi espíritu
ha dejado de funcionar. Ni siquiera yo comprendo esta locura: ¿qué ocurre,
pues, dentro de mí? [28] Mis enemigos, tales [como] el odio y el apego no
poseen ni brazos ni piernas; no son ni valerosos, ni sabios. ¿Cómo han podido
hacer de mí un esclavo? [29] Mientras habitan mi espíritu, complaciéndose en
hacerme daño, los soporto sin enfadarme. Pero esta paciencia es inconveniente y
menospreciable. [30] Incluso si todos los dioses y semidioses, como enemigos,
se volviesen contra mí, serían incapaces de conducirme a los infiernos Avici, o
a ellos hacerme entrar. [31] Pero las perturbaciones potentes, esas enemigas,
son capaces de lanzarme, en un instante, en un fuego de infierno, al contacto
del cual del monte supremo, el Meru, no quedaría[n] ni las cenizas. [32] Mis
enemigas, las perturbaciones, están en mí desde tiempos sin comienzo. Ningún
otro enemigo habría sido capaz de perdurar por tan largo tiempo. [33] Si me
remito a los demás y los honro agradablemente, me ayudarán, todos, y me harán
dichoso; pero si me remito a mis perturbaciones, en lo futuro me harán sufrir y
me dañarán. [34] ¿Cómo vivir en el samsara dichoso y sin miedo, cuando en mi
corazón están instaladas tan sólidamente estas enemigas de siempre, que por sí
solas hacen crecer el amontonamiento de mis desdichas? [35] ¿Cómo encontrar la
dicha, si en mi espíritu viven, dentro de una red del apego, los guardianes de
la prisión de la cíclica existencia, que en los infiernos serán mis asesinos y
carniceros? [36] Entonces, no aflojaré mis esfuerzos más que en el momento en
que estas enemigas hayan perecido ante mis ojos, igual como los orgullosos,
rabiantes, no duermen en tanto que no hayan lavado la [más] mínima afrenta.
[37] Si durante una batalla, deseando ardientemente vencer, todos aquellos
cuyas pasiones llevan de todas maneras al dolor de la muerte, algunos soportan
el dolor de ser traspasados por lanzas y flechas y no ceden antes de haber
vencido su resistencia, [38] inútil decir que, incluso a costa de cantidad de
sufrimientos, no debo desalentarme o descansar, ahora que me esfuerzo por
vencer definitivamente a mis naturales enemigas, desde siempre fuente[s] de mis
dedichas. [39] Si cicatrices infligidas por enemigos insignificantes son
exhibidas sobre el cuerpo como ornamentos, ¿cómo el sufrimiento me dañaría, a
mí que con rigor me esfuerzo por realizar lo que tiene un profundo significado?
[40] Si los pescadores, los cazadores, los granjeros y demás, no tienendo en
mente más que sus propios medios de subsistencia, soportan los males del calor
y el frío; por la dicha de los seres, ¿por qué carecería de aguante? [41]
Cuando he prometido liberar de sus perturbaciones a los seres que ocupan las
diez direcciones hasta los confines del espacio, no estaba librado, yo mismo,
de ellas. [42] Como no sabía si era capaz de ello, ¿una era acaso locura haber
así hablado? Así, debo renunciar jamás a triunfar sobre mis perturbaciones.
[43] Me ataré a ello firmemente, y como les guardo rencor, les daré guerra. Son
perturbaciones en apariencia, pero triunfan sobre las otras perturbaciones.
[44] Sería para mí mejor el ser quemado vivo, cortado en pedazos o asesinado,
que doblegarme jamás ante mis enemigas, las omnipresentes perturbaciones. [45]
Enemigos ordinarios, [al ser] expulsados de un país, se van para instalarse en
otro [lugar], luego vuelven tras haber repuesto fuerzas. Las perturbaciones,
esas enemigas, no actúan de esta manera. [46] ¡Vosotras, pasiones! devueltas
por el ojo de la sabiduría, expulsadas de mi espíritu, ¿adónde iríais? ¿Desde
qué lugar volveríais para dañarme? Por tener débil el espíritu, no he podido
hacer ningún esfuerzo. [47] Si las perturbaciones no residen ni en el objeto,
ni en los sentidos, ni entre estos dos, ni en otro lado, ¿dónde moran, para
dañar a los seres? Son como una ilusión; debo, entonces, ahuyentar el miedo de
mi corazón, y para abandonar las perturbaciones, debo esforzarme por
desarrollar la sabiduría. ¿Por qué sufrir los infiernos, sin razón? [48] Tras
haber reflexionado bien, debo esforzarme por poner en práctica los consejos,
tal como han sido dados; pues si el paciente no escucha al médico, ¿cómo los
remedios podrían curarlo? V La vigilancia [1] Aquellos que deseen observar las
instrucciones deben vigilar muy atentamente su espíritu. pues si no controlan
sus pensamientos no podrán mantener la ética, tampoco. [2] El elefante del
espíritu, abandonado a sí mismo, nos traerá los peores tormentos. Un simple
elefante salvaje, incluso loco e indómito no causará nunca tales destrozos. [3]
Pero si el elefante del espíritu es sólidamente atado con la cuerda de la
memoria perfecta, todos los miedos desaparecerán y todas las virtudes vendrán a
nuestras manos. [4] Los tigres, los leones, los elefantes y los osos; las
serpientes y todos los enemigos; los guardianes de los seres que viven en los
infiernos, los espíritus malhechores y los caníbales también, [5] Encadenando
nuestro espíritu los encadenamos a todos. Que nuestro espíritu sea domado, y
todos lo serán igualmente. [6] De esta manera todos los miedos y sufrimientos
inmensurables vienen del espíritu: esto es demostrado por el Enseñante perfecto
mismo. [7] ¿Quién ha decido crear todas las armas de los seres de los
infiernos? ¿quién ha formado los suelos de hierro ardiente? ¿de dónde han
surgido todas estas flamas? [8] Creaturas y objetos, todo, procede de los
pensamientos errados, ha dicho el Muni. Así, en los tres mundos, aparte del
espíritu no hay nada más que temer. [9] Si la perfección de generosidad es
erradicar la pobreza del mundo, ¿cómo los Budas de antaño la han perfeccionado,
puesto que todavía hay indigentes? [10] La perfección de la generosidad dicha
está ser el pensamiento de dar todo a todos, así como los frutos de un
pensamiento tal. Ella es, pues, simplemente un estado de ánimo. [11] No se
trata de poner al abrigo los peces y demás animales con el fin de evitar que
sean matados. La perfección de la ética consiste en la voluntad de abandonar
toda acción no virtuosa. [12] Los seres odiosos son innumerables como el
espacio, no es posible llegar a acabarlos; pero sólo triunfar sobre los
pensamientos de cólera viene a ser triunfar sobre todos los adversarios. [13]
¿Dónde encontraría bastante cuero para cubrir con él la superficie de la
tierra? El cuero de mis suelas, solo, equivale a cubrir la tierra entera. [14]
Así, no soy capaz de domeñar las cosas exteriores; pero, si no dominase más que
mi espíritu, ¿qué otra [cosa] habría que dominar? [15] El resultado de un
estado de de concentración claro, único incluso, es tomar un renacimiento en un
reino cual el de Brahma. Mis acciones físicas y orales no tendrán un efecto
tal, si mi actitud mental es débil. [16] Si el espíritu está [pensando] en otro
lugar, ha dicho el Omnisciente, la recitación y el ascetismo, incluso
practicados largamente, seguirán siendo vanos. [17] Aquellos que no comprenden
el secreto del espíritu, que constituye la esencia suprema del Dharma, errarán
siempre sin meta ni significado, incluso si desean ser felices y vencer al
sufrimiento. [18] Puesto que es así, debo tener bien a mi espíritu y protegerlo.
Aparte de la de proteger el espíritu, ¿para qué se necesitarían varias
disciplinas? [19] Como en el medio de un gentío numeroso y agitado tendría
cuidado si tuviese una herida, igual, en una muchendumbre de personas de
mentalidad baja protegeré siempre la herida de mi espíritu. [20] Si tengo
cuidado de una herida, temiendo el mínimo dolor que podría provocar, ¿por qué
no proteger mi espíritu de toda herida, por miedo de hacerme aplastar por las
montañas infiernales? [21] Si actúo siempre de esta manera, entonces, incluso
en medio de desalmados o rodeado de mujeres, mis esfuerzos por dominar[me] no
disminuirán nunca. [22] Más vale estar sin ningún bien, sin honores, sin cuerpo
y sin recursos; más vale que las demás virtudes degeneren, que dejar nunca
[uno] su espíritu degradarse. [23] Vosotros que deseais domeñar vuestro
espíritu, [con] las manos juntas os ruego: Esforzáos constantemente por
cultivar la memoria y la vigilancia. [24] Las personas turbadas por la
enfermedad no pueden hacer nada con vigor; igual, aquellos cuyo espíritu está
turbado por la confusión no pueden hacer nada con vigor. [25] Para aquellos
cuyo espíritu está desprovisto de vigilancia nada de lo que habrán escuchado,
contemplado y meditado quedará en su memoria, no más que el agua en un jarrón
horadado. [26] Si aquellos que han estudiado y tienen la fe tien el defecto de
la faltar en vigilancia, incluso si son totalmente perseverantes, su espíritu
será mancillado por las caídas morales. [27] Los ladrones que son los estados
sin vigilancia, tras la degradadación de la memoria, roban incluso los méritos
que he acumulado e iré hacia los reinos inferiores. [28] Las pasiones, esa
banda de ladronas, buscan una buena ocasión; habiéndola encontrado, hurtan las
virtudes y destruyen la fuerza vital de los renacimientos dichosos. [29] Así,
no dejaré nunca la memoria alejarse de la puerta de mi espíritu; inclusoy si se
va de ahí, recordaré las pruebas de los reinos inferiores, y la volveré a poner
en su sitio. [30] Por la compañía de los Maestros, y por el siguir las
instrucciones de los Abades, gracias [al] temor, también, la memoria nacerá
fácilmente en el espíritu de los seres fortunados que practican con respeto.
[31] «-Es en [la] presencia de los Budas y todos los Bodisattvas, que pueden
todo sin obstáculo ver, que moro siempre-». [32] Por este pensamiento se
desarrolla un sentimiento de pudor, de respeto y miedo. De esta manera, el
recuerdo de los Budas surgirá una y otra [vez]. [33] Una vez que la memoria
permanece para guardar la puerta del espíritu, vendrá también la vigilancia; e
incluso lo que sa había ido volverá. [34] Cuando al inicio de una acción me doy
cuenta que mi estado de ánimo no es correcto, es ese momento sabré quedarme tan
firme como un pedazo de madera. [35] No debo nunca de [dejar] errar mi mirada,
sin fin preciso, pero, teniendo el ánimo resuelto, debo siempre guardar los
ojos bajos. [36] Con todo, para descansar la vista puedo mirar a veces a mi
alrededor, y cuando alguien entre en mi campo de visión debo mirarlo y decirle:
«-¡Bienvenida!-». [37] En ruta, para verificar que no hay peligro, debo mirar
una y otra vez en las cuatro direcciones. Cuando quiera detenerme para reposar,
debo volverme y mirar detrás de mí. [38] Habiendo verificado, adelante y atrás,
debo entonces ir, o bien, venir. Al haber comprendido que ello es necesario,
debo actuar así en todas las ocasiones. [39] Tras haber preparado una acción,
pensando: «-Así debe tenerse mi cuerpo-», también, en el transcurso de [la]
acción, hay que verificar: «-¿Cómo se está mi cuerpo?-» [40] Debo verificar
enégicamente que el elefante loco de mi espíritu, sin perderse, se quede bien
atado al gran pilar del pensamiento espiritual. [41] Aquellos que buscan a
cualquier precio la concentración, no deben perderse ni siquiera un instante.
«-¿Cómo se comporta mi espíritu?-»: así hay que examinar todo cuanto ocurre.
[42] Pero, si en caso de miedo, fiesta religiosa u otra [ocasión] no pueda
hacerlo, debo actuar lo mejor [posible]. Igual, dicho está que en el momento de
practicar la generosidad, la práctica de la ética puede ser suspendida. [43]
Quienquiera [que], tras reflexionar, haya emprendido una tarea, debe, desde
entonces, no pensar más en ninguna otra. Guardando así sus pensamientos fijos,
debe acabar por cumplirla. [44] Actuando así, todo será hecho convenientemente;
si no, ninguna de las dos [cosas] será realizada. Así, las perturbaciones
secundarias, que están desprovistas de vigilancia, no se acrecentarán más. [45]
Hay que abandonar todo apego cuando me involucro en actividades diversas, como
los parloteos, varios e inútiles, o todo tipo de espectáculos coloreados. [46]
Si, sin razón, me pongo a escarbar la tierra, a dibujar sobre ella, o a
arrancar hierba, recordándome las instrucciones de los Sugatas, espantado, debo
inmediatamente cesar. [47] Cuando sienta la gana de moverme o de decir
alguna[s] palabra[s], me es menester primero examinar mi espíritu; luego,
firmemente, hacer lo que conviene. [48] En el momento en el que, en mi
espíritu, el apego o el deseo de airarme sobrevengan, no [les] debo dar
seguimiento, ni en acción ni en palabra, pero debo entonces quedarme
imperturbable. [49] En el momento en que sobrevenga la distracción, la
tentación de mofarme, el orgullo o la fatuidad, la gana de exponer las faltas
de los demás, el deseo de engañarlos, o la hipocrecía; [50] en el momento en
que anhele recibir elogios, o cuando quiera criticar a los demás, cuando
intente decir [algo] malo o provocar la disputa, entonces, debo permanecer
imperturbable. [51] Cuando desee bienes, honores o celebridad, cuando desee
tener domésticos y un círculo [de allegados], en le momento en que mi espíritu
desee hacerse servir, debo entonces quedarme [como] de palo. [52] Cuando
desarrolle el deseo de entrevistarme con aquellos que se han desviado del bien de
los demás y que no buscan más que su propio bien, debo entonces quedarme [como]
de palo. [53] En el momento en que surgen la impaciencia, la impudicia, la
resistencia debida a la pereza, el discurso descosido, el pensamiento que se
aferra a lo que mío es, debo entonces quedarme [como] de palo. [54] Tras haber
analizado las perturbaciones y los inútiles esfuerzos proveídos por el
espíritu, el Héroe debe entonces estabilizarlo, por [medio de] la aplicación de
los antídotos. [55] Determinado y de fe lleno, estable, respetuoso y cortés,
conocedor de la vergüenza, el temor y la paz, hay que esforzarse por hacer
felices a los demás. [56] No hay que dejarse desalentar por los caprichos
[repentinos] de aquellos iguales a críos peleones, pero [debo] comprender que
vienen de las perturbaciones, y mostrarme afectuoso para con ellos. [57] Por su
propio bien y el de los otros, hay que involucrarse en acciones virtuosas.
sabiendo que todo es como una aparición, sin orgullo, siempre hay que guardar
en mano el espíritu. [58] Pensando una y otra vez que ha sido menester de largo
tiempo para obtener esta disponibilidad suprema, hay que mantener su espíritu
inmutable como el monte Meru. [59] Si, cuando este cuerpo es despedazado aquí,
allá, por buitres ávidos de carne, tú, espíritu, no te hace desgraciado ello;
¿por qué, ahora, lo sirves con tanto cuidado? [60] Tras haber tomado este
cuerpo por «tuyo», espíritu, ¿por qué lo proteges? Si tú y él son dos, ¿de qué
podrá servirte? [61] Tú, espíritu obnubilado, ¿por qué no tomar como forma,
madera, bien limpia? ¿para qué vigilar esta máquina pútrida, que es un
amontonamiento de impurezas? [62] Mentalmente, separa primero, las capas de
piel; luego, con el arma cortante de la sabiduría separa la carne de su red de
huesos. [63] Tras haber abierto los huesos incluso, inspecciónalos hasta la
médula. Hazte tú mismo este análisis: «-¿Dónde se encuentra la esencia de todo
aquello?-» [64] Si pese a tales esfuerzos no ves allí ninguna esencia, ¿por
qué, sin embargo, velas por este cuerpo con tanto apego? [65] Si estas
substancias no son consumibles, si esta sangre no es bueno beberla, si estos
intestinos no son comestibles, ¿qué podría aportarte este cuerpo? [66] Después
de todo, apenas es bueno de conservar para alimentar a los chacales y los buitres.
de hecho, este precioso cuerpo humano que tenemos no debe ser utilizado más que
para acciones virtuosas. [67] Si, aunque, velas así por él, ¿qué harás cuando
la muerte, despojada de ternura, te lo robará para darlo a los perros y los
pájaros? [68] Si a un sirviente incompetente no das ni siquiera vestidos y
demás, ¿por qué te extenúas velando por esta carne, puesto que pese a tus
buenos cuidados tu cuerpo irá a otra parte? [69] «-Ya le he dado su salario, y
hecho presentes, que trabaje, ahora, por mi bien; mientras no me haga favores
nada le daré-». [70] Hay que considerar a este cuerpo como un navío, simple
soporte para ir y venir; que devenga, para realizar el bien de los seres, en un
cuerpo que atienda todos los deseos. [71] Así, hay que actuar con el control
pleno de su espíritu. Siempre sonriente, sin fruncir las cejas; no hay que
mostrar un rostro ceñoso: hacia todos hay que ser franco y amical. [72] No hay
que, ruidosamente y rudamente desplazar sillas y demás, ni abrir puertas
violentamente, pero siempre complacerse en ser modesto. [73] El comportamiento
del Muni ha siempre sido semejante al de la garza, el gato o el ladrón, que,
caminando sin ruido alguno cumplen lo que desean. [74] Es con reconocimiento y
respeto que hay que recibir, incluso sin haberlas buscado, las palabras útiles
de los otros, que sean hábiles para aconsejar y exhortar. De todo el mundo, hay
que ser siempre el discípulo. [75] A todos los que sostienen un discurso sabio
hay que decir: «-¡Ello está bien dicho!-». Viendo a alguien hacer una acción
meritoria, hay que alabarlo y regocijarse por ello. [76] Hay que decir algo
bueno, discretamente, y repetir lo bueno que dicho está. Cuando se trata de mis
propias cualidades, basta con comprender que tengo. [77] Todas las empresas son
la fuente de un gozo [tal] que, incluso si se vendiese, sería raro. Así, hay
que tomar siempre placer en regocijarse por las buenas acciones hechas por los
demás. [78] Así, en esta vida no perderé nada [y] en mis vidas futuras
igualmente mi dicha será grande. Lo contrario me traerá tristeza y miseria [y]
en mis vidas futuras igualmente el sufrimiento grande será. [79] Al hablar hay
que ser convincente y a propósito; el sentido debe ser claro y la palabra
placiente; hay que exilar el apego y la ira. El lenguaje debe ser suave y
moderado. [80] Al posar mi mirada sobre los seres, debo pensar: «-Dependo,
enteramente, de ellos para alcanzar la Budeidad-». Debo mirarlos con franqueza
y bondad. [81] Siendo movido siempre por la aspiración o los antídotos a las fuerzas
negativas, grandes virtudes vendrán de los campos excelentes, benéficos y
miserable. [82] Debo emprender todo lo que hago con habilidad y fervor; en lo
que toca todas mis acciones, no debo depender de nadie. [83] Las perfecciones
como la generosidad, se vuelven, conforme [crecen] más profundas; no hay que
sacrificar lo grande por lo pequeño, hay que preguntarse, sobre todo, lo que es
lo que es útil para los demás. [84] Así, es con inteligencia que hay
esforzarse, siempre, por hacer el bien de los demás. Los Grandes Compasivos,
porque ven lejos, permiten transgredir ciertas prohibiciones. [85] Hay que
compartir su alimento con aquellos sin protector, los practicantes y los seres
de los reinos inferiores; no hay que comer más que lo estrictamente necesario.
Aparte de los tres vestidos, todo puede ser dado. [86] Por un pequeño
beneficio, no hay que perjudicar este cuerpo que practica el santo Dharma. Por
hacer así, todos los anhelos de los seres serán rápidamente satisfechos. [87]
Sin una motivación, pura, de compasión, no hay que hacer donación de este
cuerpo: Por el contrario, en esta vida y las demás, hay que hacer de él la
causa de consecución de la suprema meta. [88] No hay que explicar el Dharma a
aquellos sin respeto, o turbanados como enfermos, o que sostengan sombrillas,
bastones o armas, o a aquellos que tengan la cabeza cubierta. [89] No enseñéis
lo vasto y lo profundo ni a los espíritus estrechos ni a una mujer sola, pero
practicad siempre, respetando de igual manera las enseñanzas de los Vehículos
Pequeño y Supremo. [90] No hay que llevar al Pequeño Vehículo a aquellos aptos
para recibir las vastas enseñanzas; no hay que abandonar jamás la conducta
moral ni tomar el pelo a los demás por medio de los Sûtras o de mantras. [91]
Hay que cubrir siempre los esputos o el mondadientes que haya sido tirado; es
también vergonzoso orinar y demás sobre una tierra o en aguas utilizados por
otros. [92] No hay que comer con la boca abierta, ni llenándose la boca, o
haciendo ruido. Sentado, no hay que estirar las piernas; ni frotarse las manos.
[93] No hay que compartir una montura, un lecho o una recámara con la esposa de
otro. Hay que abandonar todo lo que es percibido o sabido, que arriesgue chocar
al mundo. [94] No hay que señalar con el dedo, pero, respetuosamente, con la
mano derecha, con la mano completamente abierta; así hay que indicar el camino.
[95] No hay que hacer grandes movimientos con los brazos, pero interpelar a los
demás por [medio de] un gesto discreto, cual un chasquido con los dedos u otro signo.
Si no, mi conducta sería grosera. [96] Hay que acostarse, en la dirección
deseada, en la postura del Buda cuando pasó al parinirvana; y con vigilancia
tomar, primero, la firme decisión de levantarse prontamente. [97] De todas las
prácticas de los Bodhisattvas, que por el Buda están dichas ser ilimitadas,
habría, tanto como [sea] posible, [que] practicar, sobre todo, el
adiestramiento del espíritu. [98] Tres veces por día y tres veces por noche
recitaré el Sûtra «Triskandha»; y, apoyándome en los Budas y sus Hijos, las
últimas caídas serán purificadas. [99] En toda situación y en todo lo que hago,
ya sea para mí o para los demás, debo esforzarme por poner en práctica lo que
ha sido enseñado para este efecto. [100] No hay nada que forme parte de las prácticas
de un Bodhisattva: para aquellos habilitados para que vivir así no hay nada que
no sea meritorio. [101] Ya sea directamente o indirectamente, que no se actúe
más que por el bien de los seres. Hay que dedicar todo a la Iluminación,
únicamente por el bien de los seres. [102] Incluso a riesgo de su vida, jamás
hay que abandonar al amigo espiritual, enseñante experto del Gran Vehículo,
supremo en las prácticas de los Bodhisattvas. [103] Hay que practicar la manera
de seguir a un maestro, según la biografía de Shrisambhava. Hay que comprender,
por la lectura de los Sûtras, estos consejos, y otros, dados por el Buda. [104]
Es de los Sutras que las prácticas aparecen; por esta razón hay que leer los
Sûtras. Es el Sûtra de Akashagarbha el que hay que estudiar de primero. [105]
Absolutamente, hay que leer igualmente el Shiksha-Samuccaya, una y otra vez,
puesto que todo lo que es menester practicar constantemente está largamente y
claramente expuesto en él. [106] Además, hay que leer de cuando en cuando el
Sûtra-Samuccaya, que es menos largo, y esforzarse por estudiar, igualmente, las
dos obras escritas por Arya Nagarjuna. [107] Hay que poner en práctica todo los
que no está prohibido en esas obras y, para proteger el espíritu del mundo, hay
que aplicar correctamente lo que en ellas leemos. [108] Analizar una y otra vez
el estado del cuerpo y del espíritu, es, en resumen, la definición del
mantenimiento de la vigilancia. [109] Hay que poner en obra todo esto. ¿Qué
puede uno acabar, pronunciando palabras sólo? ¿[Acaso] los enfermos se curan
por leer sólo un manual médico? VI La paciencia [1] Cualesquiera que sean, las
acciones meritorias como la generosidad y las ofrendas a los Sugatas acumuladas
durante millones de eras cósmicas, todas, son destruidas por un sólo instante
de ira. [2] Ninguna fechoría es igual[able] a la ira y ninguna ascesis
igua[lable] a la paciencia. Es menester, entonces, por diversas maneras meditar
asiduamente en la paciencia. [3] Mientras tenga penosos pensamientos de odio,
el espíritu no conocerá la paz, y no obtendrá, tampoco, el gozo ni la dicha. El
sueño no vendrá y será precario. [4] Aquellos mismos que dependen de su bondad
para recibir bienes y servicios, amenazarán con matar a su maestro cuando su
espíritu sea habitado por el odio. [5] El desalienta a mis amigos, y aunque mi
generosidad los atraiga, no se quedan en mi compañía; en breve, aquel que tiene
ira no vivirá jamás feliz. [6a] Son los enemigos como la ira los que crean
todas las desdichas; [6b] aquel que se aplique a eliminar la ira será dichoso
en esta vida y en las demás. [7] Tras haberse nutrido de mi desazón, que surje
cuando los demás hacen lo que no deseo, o cuando me impiden obtener lo que
deseo, la ira se acrecienta, primero, y, luego, me acabará. [8] Al haber visto
eso, debo, completamente, privar a esta enemiga de su alimento, pues la ira no
tiene nada que hacer [más] que destruirme. [9] Sea lo que acontezca, no dejaré
turbar mi gozo, pues, sin gozo no lograré lo que deseo y mis virtudes
degenerarán. [10] Si existe una solución, ¿por qué estar infeliz? Si no existe
solución, ¿de qué sirve estar infeliz? [11] Para mí mismo y mis amigos no deseo
ningún sufrimiento, ningún trato despreciativo, ninguna palabra dura, nada que
sea desagradable de escuchar; ¡pero para [con] mis enemigos, es todo lo
contrario! [12] Las causas de la dicha surgen a veces, pero las causas de
sufrimiento son muy numerosas. Sin sufrimiento no hay renuncia; ¡reflexiona
pues, firmemente en ello, tú, espíritu! [13] Si ascetas y habitantes de Karnapa
soportan las sensaciones de quemaduras, heridas y demás, sin razón, ¿por qué
por la causa de la liberación carecería de valentía? [14] No existe nada que no
se vuelva más fácil por la costumbre. Entonces, habituándose a las pequeñas
contradriedades hay que aprender a soportar las grandes. [15] ¿Quién no ha
visto que es tal el caso con pequeños enojos provocados por serpientes o
insectos, sensaciones de hambre, sed o la urticaria y demás pequeñas miserias?
[16] No debo irritarme por el calor o el frío, la lluvia, el viento o las
enfermedades; ni de ser encarcelado o golpeado; pues, si no, los males
aumentan. [17] Algunos, a la vista de su propia sangre, se vuelven
particularmente valerosos y firmes; otros, al ver de la sangre de otro, se
desploman y pierden [la] consciencia. [18] Ello viene por el hecho que el
espíritu puede ser firme, o bien, sin vigor. Hay, pues, que no reparar en nada
los males y no dejarse afectar por el sufrimiento. [19] Incluso cuando sufre
los Sabios soportan sufrimientos, su espíritu permanece resuelto y no es por
ello turbado. Para quien va a la guerra contra las perturbaciones, son grandes
los destrozos causados durante la batalla. [20] Aquellos que no paran mientes
de ningún sufrimiento, para triunfar sobre los enemigos como la ira y demás, ellos
son vencedores, son héroes. Los demás combatientes no hacen más matar
cadáveres. [21] Además, el sufrimiento tiene ventajas: por el abatimiento, la
arrogancia es disipada, nace compasión para [con] los seres atrapados en la
existencia cíclica, estaremos cansados de las fechorías, y amaremos la virtud.
[22] Como no me enojo contra las mayores fuentes de mis pruebas, como la
enfermedad del hígado, ¿por qué enojarme contra los seres animados? Ellos,
también, son incitados por las condiciones. [23] Por ejemplo, así como las
enfermedades surgen aunque no sean, de ningún modo, deseadas, igual,
irresistiblemente, las perturbaciones surgen, aunque no sean, de ningún modo,
deseadas. [24] Sin pensar: «-Voy a airarme-», espontáneamente las gentes se
irritan. Sin pensar: «-Voy a manifestarme-», del mismo modo, surge la ira. [25]
Todas las faltas, cualesquiera que sean, y todas [las] suertes de fechorías
diversas surgen bajo el poder de condiciones; no hay autonomía ninguna. [26]
Estas condiciones que se reúnen no tienen la intención de producir; lo que por
ellas es producido no tiene, tampoco, la intención de ser producido. [27] Lo
que es postulado en tanto que «materia primitiva» y lo que es imputado en tanto
«ego», no surgen con la voluntad: «-Surgiré-». [28] Si aquellos, no siendo
producidos, no existen, entonces, ¿cuál puede ser el deseo de producir? Puesto
que (el «sí») es dirigido hacia sus objetos permanentemente, no cesaría nunca
(de serlo). [29] Si este «sí» es permanente, es, evidentemente, inactivo como el
espacio. Incluso si topase con otras condiciones, ¿cómo su naturaleza no
cambiante sería afectada por ello? [30] Si incluso en el momento de actuar
sobre él, se queda como antes, y si digo: «-La acción de aquello es esto-»,
¿qué (tipo de) relación habría? [31] Así, todo depende de otros factores; Que
dependen, ellos mismos, de otros factores y no tienen autonomía. Habiéndolo
comprendido, no hay que ponerse airado contra cosas que son como apariciones.
[32] «-En ese caso, ¿quién hay allí para eliminar a qué? El acto de eliminar
tampoco sería apropiado-». Es apropiado, pues está admitido que por actuar así
el sufrimiento es detenido. [33] Entonces, si veo a un enemigo, o incluso un
amigo, cometer una acción incorrecta, por pensar: «-Eso proviene de las condiciones-»,
guardaré un estado de ánimo feliz. [34] Si las cosas viniesen a exitir según
nuestro deseo, como nadie anhela sufrir, ningún ser tendría que soportar
sufrimientos. [35] Por su falta de atención, algunos se hieren con espinas y
otras cosas. Algunos, por tener una mujer, por ejemplo, obsesionados, se
privarán de alimento u otras [cosas]. [36] Otros se perjudican a sí mismos por
acciones desprovistas de méritos, como ahorcarse o saltar a un precipicio,
tragar veneno, o un alimento malsanos. [37] Si dominados por las perturbaciones
se matan, aunque se amen, ¿cómo se abstendrían entonces de hacer daño al cuerpo
del otro? [38] Incluso si no desarrollo compasión por aquellos que, bajo la
influencia de las perturbaciones atentan [contra] su propia vida, al menos, que
no me ponga airado. [39] Si dañar a los demás es la naturaleza de los pueriles,
no es apropiado enojarse contra ellos; pues sería como reprochar de quemar al
fuego. [40] E incluso si este defecto fuese pasajero, al ser los seres sabios
por naturaleza, sería tan poco justicado enojarse contra ellos como reprochar
al espacio el dejar subir el humo. [41] El bastón es el que, en verdad, me
golpea. En vez de enojarme contra aquél que lo maneja, y que, a su vez es un
instrumento, puesto que [está] movido por el odio, es, pues, contra él [-el
odio-] que debiera dejarme llevar. [42] En el pasado he infligido a los seres
un mal semejante; es, pues, justo que este mal me recaiga, a mí que les he
causado entuerto. [43] Es su arma y mi cuerpo quienes, cada uno, son causas de
mis sufrimientos. Cuando de él viene el arma y de mí este cuerpo, ¿contra quién
hay que airarse? [44] Si me aferro con ciego apego a este absceso, doloroso,
con forma humana y que no soporta ningún contacto, ¿contra quién airarme cuando
es herido? [45] Los pueriles seres no desean el sufrimiento, a la vez que están
atados pasionalmente a sus causas; es, pues, culpa suya si el mal los golpea.
¿Cómo harían reproches? [46] Si, igual que los guardianes de los infiernos y el
bosque de hojas tajantes, esto es producido por mis propias acciones, ¿contra
quién airarme? [47] Incitados por mis propias acciones, aquellos que me
perjudican se manifiestan. Si a causa de ello esos seres van al infierno, ¿no
es [acaso] yo quien los destruye? [48] Gracias a ellos, ejerciendo la paciencia
purifico muchas fechorías; pero ellos, a causa de mí, sufrirán durante largo
tiempo en los infiernos. [49] Entonces, puesto que yo les cometo entuerto,
mientras que ellos me hacen [el] bien, ¿por qué tú, espíritu ilógico, te enojas
de tan erróneo modo? [50] Si tengo cualidades de espíritu no iré a los
infiernos. Pero si, así, me protejo a mí mismo, ¿qué hay de los demás? [51] Sin
embargo, si respondo al mal con el mal no es ello lo que los protegerá. Mi
propia conducta también degenerará y por consiguiente mi ascesis será
destruida. [52] Puesto que el espíritu no tiene forma física, nadie puede
destruirlo, de ningún modo. Pero, porque está pasionalmente apegado al cuerpo,
los sufrimientos físicos lo perjudican. [53] Puesto que ni el desprecio, ni las
palabras hirientes, ni los discursos desagradables, pueden perjudicar al
cuerpo, ¿por qué tú, espíritu, te pones tan airado? [54] El hecho que otros no
me quieran, ni en esta vida, ni en otra, me devorará. ¿Por qué, pues, temerlo? [55]
Si es porque me impide enriquecerme, por lo que lo temo, deberé dejar mis
bienes aquí, de todos modos, y sólo mis fechorías permanecerán inconmovibles.
[56] Más vale que muera desde ya, que tener una vida larga pero deshonesta.
Incluso si seres como yo viven largo tiempo, nos acechan los sufrimientos de la
muerte. [57] [Tanto] para aquel que de un sueño se despierta, tras haber gozado
cien años de felicidad, como para aquel que de un sueño se despierta no
habiendo de ella gozado más que un instante, [58] al despertar, ni para uno ni
para otro, la felicidad volverá. Así, [ya] sea la vida larga o corta, en el
momento de la muerte [no hay] difrencia alguna. [59] Incluso si vivo dichoso
durante largo tiempo, tras haber amasado bienes muchos, debo partir desnudo y
con las manos vacías, como si bandidos me hubiesen desvalijado. [60] «-Mis
bienes me permitirán vivir, y entonces mis fechorías disminuirán y méritos
crearé-». Pero si, a causa de los bienes, me pongo airado, ¿no disminuirán
[acaso] mis méritos?, ¿[acaso] no comenteré fechorías? [61] Si el hecho mismo
de estar con vida me trae a la degenerescencia, ¿para qué puede servir
buenamente la vida, de alguien que no hace más que el mal? [62] «-Me irrito
contra aquellos que dicen mal de mí, pues ello debilita la confianza que en mí
tienen los seres-». Entonces, ¿por qué no indignarse contra aquellos que hablan
mal de otro? [63] Si aguantas pacientemente la falta de confianza cuando a los
demás concierne, ¿por qué no eres paciente con el mal que de tí se dice, puesto
que está ligado a la aparición de las perturbaciones? [64] No es justo ponerse
airado contra aquellos que denigran las imágenes santas, los relicarios y el
Dharma, o los destruyen, pues nada puede perjudicar a los Budas. [65] Debo
detener el ponerme airado contra aquellos que perjudican a mis Maestros, mis
amigos o mi familia, tras haber visto que ello proviene de condiciones, así
como ha sido descrito precedentemente. [66] Puesto que lo animado y lo
inanimado dañan a los seres, ¿por qué dejarse ir solamente contra lo animado?
Practiquemos, pues, la paciencia hacia todo lo que nos perjudica. [67] Si
algunos hacen el mal por ignorancia y si otros, por ignorancia, se ponen
airados, ¿Quién está en el error? ¿Quién no lo está? [68] ¿Por qué he cometido en
el pasado esas acciones, causas del mal que me hacen los demás? Si todo depende
de las acciones, ¿hacia quién guardar rencor? [69] Tras haber comprendido eso,
debo, a toda costa, dedicarme a las acciones meritorias, a fin de traer todos
los seres a desarrollar un ánimo de mutuo amor. [70] Por ejemplo, si un fuego
que abrasa una vivienda se está propagando a otra, es bueno quitar y arrojar el
heno y todo lo que lo haría extenderse. [71] Igual, cuando el fuego del odio se
propaga, al haberse atado mi espíritu a algún objeto, debo inmediatamente
desembarazarme de él, por miedo que los méritos se consuman. [72] Si, tras
cortársele la mano, un condenado a muerte es liberado, ¿[acaso] no está bien?
Si los sufrimientos del estado humano liberan de los estados infiernales, ¿no
está [acaso] bien? [73] Si no llego siquiera a aguantar las desdichas
presentes, ¿por qué no desembarazarme de la ira, causa de sufrimientos
infernales? [74] Por haber querido satisfacer mis deseos, he soportado en el
infierno quemaduras y demás, durante miles de eras; Sin embargo no he cumplido
ni mi propio bien ni el de los demás. [75] Comparados a los de los infiernos,
las desdichas presentes no son un mal, pues nos acercan de una meta. Es justo,
entonces, no sentir más que gozo frente a este sufrimiento, que elimina los
males de los seres. [76] Si su gozo de alabar a un ser de calidad procura
felicidad a los demás, ¿por qué no te regocijas igualmente, tú mi espíritu, en
alabarlo así? [77] La dicha de tu regocijo sería fuente de gozo, y de ninguna
manera transgresión. Es aconsejada por Aquellos de Calidad, y es también medio
supremo para atraer hacia sí los seres. [78] Los demás son, así, vueltos
dichosos, se dice. Ahora, si tú no gustas que ellos sean dichosos, cesa de
darles salario, dones y otras ventajas. ¡Pero entonces, en la vida presente y
las futuras, tu dicha se desperdiciará! [79] Cuando recibes cumplidos, quieres
que los otros estén contentos; pero cuando los otros reciben cumplidos no
quieres estar contento, tú. [80] Tras haber producido el espíritu de
Despertamiento con el anhelo que todos los seres tengan la dicha, ¿por qué
airarse cuando lo encuentran por sí mismos? [81] Si se desea que los seres
devengan en Buddhas, venerados en los tres mundos, ¿por qué estar estorbado por
verlos recibir ofrendas y honores ordinarios? [82] Si un miembro de tu familia,
del que cuidas y al que das todo lo que necesita encontrase por sí mismo su
subsistencia, ¿te enojarías, en vez de estar dichoso? [83] Si no puedes
siquiera tener ese anhelo para [con] los seres, ¿cómo desearías que alcancen el
Despertar? ¿Dónde está, pues, el espíritu de Despertamiento en aquél que se
enoja cuando los demás reciben bienes? [84] [Ya sea] que los bienes se queden
en la casa del benefactor, o que sea tu enemigo quien los reciba, desde el
momento que en ningún caso son para tí, ¿Qué importancia tiene el que sean
donados o no? [85] ¿Por qué haber dejado destruir tus méritos, la estima de
otro, y tus cualidades? Dime, ¿por qué no estás airado por no haber creado las
causas para obtener bienes? [86] No sólo no deploras las acciones negativas que
has cometido; pero, además, deseas rivalizar con aquellos que han cumplido
acciones positivas? [87] Que tu enemigo sea desdichado, incluso, ¿por qué eso
de place? No es sólo a causa de tus anhelos que le ha acaecido [el] mal. [88]
Cuando, incluso, este sufrimiento existiese a causa de tus deseos,
¿regocijarte, pues, por qué? Si respondes «-Ello me satisface-», ¿existe peor
decadencia? [89] El anzuelo lanzado por los pescadores, las perturbaciones, es
insoportablemente agu[za]do: los seres que engancha serán, seguramente, cocidos
dentro de calderos por los guardianes de los infiernos. [90] Los honores, como
los elogios y el renombre, no te traerán ni méritos, ni larga vida, ni salud, ni
fuerza. No me procurarán bienestar físico, tampoco. [91] Si entendiese cuál es
mi interés, ¿es [acaso] en todo eso que lo encontraría? Pero, si no deseo más
que distraerme, tanto igual entregarme a la bebida, al juego y demás. [92] Si
para obtener el renombre, gasto mi fortuna o sacrifico mi vida, ¿qué podrán
valer tales palabras? cuando esté muerto, ¿a quién placerán? [93] Cuando su
castillo de arena se derrumba, los niñitos dan chillidos. Igual, cuando los
elogios y el renombre se secan, mi espíritu se vuelve como un niñito. [94] El
efímero sonido, al no ser animado, no puede tener la intención de darme
cumplidos. «-Al estar los otros contentos por mí, mi renombre es fuente de
gozo-". [95] [Ya sea] que se dirijan a mí o a otros, ¿en qué puede aprovecharme
el gozo de los demás? Puesto que son ellos quienes sienten ese placer no tendré
den él la la [más] mínima parte. [96] Si estoy contento con su dicha, debo
estarlo, del mismo modo, hacia todos. Entonces, ¿por qué no soy colmado por el
placer que trae este gozo a los demás? [97] Igualmente, del todo no es
apropiado que el pensamiento «-Recibo cumplidos-», pueda procurarme
satisfacción. Este comportamiento es del todo infantil. [98] Los cumplidos y
demás me distraen, y debilitan también, mi desgana; me vuelvo celoso de
aquellos que tienen calidades y lo que era excelente es destruido. [99]
Entonces, aquellos mismos que toman gran cuidado en destruir mi reputación y
demás, haciéndolo, ¿no me evitan [acaso] caer en los reinos infortunados? [100]
Para aspirar a la Liberación, no tengo que estar encadenado ni por los honores
ni por los bienes. ¿Cómo puedo airarme contra aquellos que me libran de esas
cadenas? [101] Aquel que desea hacerme sufrir es como una bendición proveniente
de los Budas. ¿Cómo ponerme airado contra aquellos que cierran las puertas de
los reinos inferiores, para evitarme caer en ellos? [102] No es justo, tampoco,
enojarme contra aquel que me impide crear méritos. Al no ser ninguna ascesis
comparable con la paciencia, ¿no debería [acaso] ponerla en práctica? [103]
Pero, si por mi propia culpa no soy paciente hacia aquel, no soy más que yo
quien obstaculizo la práctica de lo que es fuente de méritos. [104] Sin uno, el
otro no acaece; pero, cuando uno existe, el otro también. ¿Cómo decir que uno lo
obstaculiza, puesto que es la causa del otro? [105] El mendigo, en el momento
en que se le da limosna, no es un obstáculo a la generosidad. Sería paradójico
pretender que aquellos que la dan son obstáculos a la ordenación! [106] Son
numerosos en el mundo los mendigos, pero aquellos que hacen el mal son raros.
Pues, si no he causado daño a los demás, nadie me dañará. [107] El enemigo es
como un tesoro aparecido dentro de mi casa sin que haya tenido que proveer
esfuerzo, pues me ayudad en mis prácticas de Bodhisattva. Debo, entonces,
regocijarme [por el] que sea mi enemigo. [108] Como practico la paciencia
gracias a él, es justo que le ofrezca los primeros frutos de esta práctica,
puesto que es él mismo quien es la causa. [109] «-Mi enemigo no es un objeto de
veneración, pues no tiene la intención de hacerme practicar la paciencia-». El
santo Dharma, digno de ser practicado, tampoco la tiene: ¿por qué, pues,
venerarlo? [110] «-Mi enemigo no es un objeto de veneración, puesto que tiene
la intención de perjudicarme-». Si, igual a los médicos, se esforzara por
ayudarme ¿cómo practicaría yo la paciencia? [111] Puesto que, así, la paciencia
toma nacimiento con respecto a un espíritu resueltamente hostil, este, al ser
entonces la causa de la paciencia, es digno de ser venerado al mismo título que
el santo Dharma. [112] «Es por esta razón que el campo de los seres es un campo
de Budas», ha dicho el Muni. Muchos de aquellos que los han regocijado, se han
ido, así, más allá de la perfección. [113] Como la realización de la Budeidad
proviene tanto de los seres como de los Victoriosos, ¿por qué, entonces, honrar
a los Victoriosos pero no a los seres? [114] Sus intenciones no son de igual
calidad, pero, puesto que son iguales en cuanto a los frutos, desde ese punto
de vista, los seres conscientes tienen, también, calidades. Por esta razón, son
iguales. [115] Los méritos obtenidos al venerar a aquel quien tiene un espíritu
lleno de amor, proviene de la profusión de los seres. Los méritos obtenidos por
la fe en los Budas, igualmente, proviene de la grandeza de los Budas. [116] Los
seres ostentan, en parte, las causas para alcanzar la Budeidad y, desde este
punto de vista, se los dice iguales a los Budas. Sin embargo, ninguno de ellos
es el igual a los Budas, ilimitado océano de cualidades. [117] Para venerar a
aquellos en quienes ha aparecido la más mínima fracción de estas cualidades,
del Unico Emsamblaje de Calidades, ofrendar los tres mundos no bastaría
siquiera. [118] Entonces, puesto que todos los seres ostentan una parte de las
causas de donde proceden las supremas calidades de los Budas, y, puesto que por
esta razón, les son comparables en parte, es justo venerarlos. [119] Además,
como son amigos fieles, que no hacen un bien incomparable, a menos de hacer
felices a los seres, ¿de qué otro modo agradecer a los Budas? [120] Puesto que
hacerles [el] bien paga a cambio aquellos que ofrecen su cuerpo y entran en los
peores infiernos, me comportaré, entonces, impecablemente en todo, incluso si
los seres me infligen un daño considerable. [121] Puesto que, por los seres,
aquel que es mi Maestro no tiene ningún reparo ni siquiera por su propio
cuerpo, ¿por qué mostrarme arrogante ante ellos, yo el ignorante?, ¿por qué no
hacerme, totalmente, esclavo suyo? [122] Si ellos están dichosos, los Munis se
regocijan. ¿Se los perjudica? Los Munis no están dichosos. Complaciéndolos, es
a los Munis que plazco; dañándolos, es a los Munis que lo hago. [123] Como
ningún objeto de los sentidos placería a mi espíritu si todo mi cuerpo
estuviese abrasado por el fuego, igualmente, cuando es hecho [el] mal a los
seres sensibles, no hay ningún medio de regocijar a los Grandes Compasivos.
[124] Así, como he hecho daño a los seres, que hoy, por mi confesión de cada
una de las fechorías que han provocado el desagrado de los Grandes Compasivos,
puedan los Munis perdonarme de haberlos disgustado. [125] Desde ahora, para
complacer a los Tathagatas, dominaré mi espíritu y serviré al mundo. [Ya fuese
que] el gentío me aplastase la cabeza y la golpeara, y incluso cuando [en ello]
arriesgase mi vida, que pueda regocijar a los Protectores de los seres. [126]
Aquellos cuya naturaleza es compasión, sin duda alguna consideran a todos los
seres como siendo ellos mismos. ¿Por qué no tengo respeto por estos Protectores
que vemos con el aspecto de seres? [127] He aquí lo que encanta a los
Tathagatas; he aquí lo que cumple perfectamente mi propio bien; he aquí lo que,
también, elimina los sufrimientos del mundo. Es, pues, esto, lo que debo
siempre cumplir. [128] Por ejemplo, aunque algunos hombres del rey hagan daño a
toda una muchedumbre de personas, aquellos que ven lejos no devuelven los
golpes, incluso si son capaces de ello. [129] Perciben que aquellos no están
solos, pero que son apoyados por el poder del rey. Igualmente, no debo
subestimar a los seres débiles que me hacen daño, [130] pues son, igualmente,
apoyados por los guardianes de los infiernos y todos los Grandes Compasivos.
Así, [igual] que el pueblo sirve a su ardiente rey, debo hacer felices a todos
los seres conscientes. [131] Incluso si el rey tal se airase, ¿produciría los
sufrimientos de los infiernos que voy a tener que padecer por haber hecho
desdichados a los seres? [132] Incluso si el rey estuviese contento, no podría
concederme el estado de Buddha, que voy a poder alcanzar por hacer dichosos a
los seres. [133] ¿Por qué no veo que haciendo felices a los seres, no sólo en
el porvenir obtendré la Budeidad, pero también esta misma vida, la gloria, la
dicha y el renombre? [134] Por belleza, la salud y el renombre, que provienen
de la práctica de la paciencia en el transcurso de la existencia cíclica, mi
vida será muy larga y obtendré los goces, inmensos, de un monarca universal.
VII La perseverancia [1] Después de la paciencia hay que desarrollar la
perseverancia: el Despertamiento no mora más que en aquellos que cultivan el
esfuerzo. Así como no hay movimiento sin viento, igual, los méritos no se
producen sin perseverancia. [2a] ¿Qué es la perseverancia? Regocijarse por el
bien. [2b] Sus factores contrarios están dichos ser: la pereza, la atracción
por el mal, y el desprecio de sí, por desánimo. [3] Por agrado hacia las
delicias de la indolencia, por el deseo de abandonarse al sueño, por falta de
desgana por los sufrimientos del samsara, ciertamente, la holgazanería surgirá.
[4] Cogido en la red de las perturbaciones, de allí, acarreado a la red de los
nacimientos, te encuentras en las fauces del Señor de la muerte. ¿cómo no eres
consciente, aún, de ello? [5] ¿Eres acaso incapaz de darte cuenta que, uno tras
otro, lo de tu especie abatidos son? Aquellos que tanto se entregan al sueño
son como búfalos delante del carnicero. [6] Es como si, tras haber bloqueado
herméticamente todas [las] salidas, el Señor de la muerte nos acechase. ¿Cómo
puedes tomar placer en el alimento?, ¿cómo puedes tomar placer en el sueño? [7]
Puesto que la hora de la muerte se acerca rápidamente, hasta entonces, debes
acumular méritos; pues, si no abandonas tu indolencia hasta aquella hora, ¿de
qué sirve? ¡Ya no es tiempo! [8] Cuando esto no está hecho, aquello está
empezado y aquello sólo terminado a medias, el Señor de la muerte te aparece de
pronto y exclamas: «-¡Miseria, acabado estoy!-». [9] Con los ojos rojos e
inflados por la fuerza de la pesadumbre, [Con] lágrimas corriendo por el rostro,
mi familia perderá toda esperanza y percibirás el rostro de los mensajeros de
la muerte. [10] Atormentado por el recuerdo de tus fechorías, escucharás, ya,
los sonidos del infierno, y, de miedo, cubrirás tu cuerpo con excrementos. ¿Qué
podrás hacer en ese estado delirante? [11] Si ya en esta vida tienes tanto
miedo como un pez vivo rodando sobre la arena, ¿qué decir de los insoportables
sufrimientos de los infiernos, que serán el resultado de tus fechorías? [12]
Tras haber creado los karmas para que tus blandas carnes, en los infiernos de
gran calor, entren en contacto con los líquidos hirvientes, ¿cómo puedes tener
el espíritu tranquilo? [13] Aquellos que desean tener resultados sin proveer
esfuerzos, o que son flojos, tendrán muchas pruebas. Aunque abrazados por la
muerte, desean la larga vida de un dios. Ah miseria, aplastados serán por el
dolor. [14] Gracias al navío que es el estado humano, atraviesa el gran río del
sufrimiento. Como, en lo porvenir, este barco será difícil de volver a
encontrar, ¡Imbécil, no te duermas, no es el momento! [15] Tras haber
abandonado el supremo gozo, el santo Dharma, fuente de dichas infinitass, ¿cómo
tomar placer en los divertimentos?, ¿por qué dejarse distraer por lo que es
causas de sufrimiento? [16] No hay que desalentarse: aunar sus esfuerzos, tener
diligencia y dominarse. Hay que ver a los demás como sus iguales y saber
permutar con ellos. [17] No hay que actuar con desaliento, diciéndose: «-¿Cómo
llegaré al Despertamiento?-», pues el Tathagata, que dice verdad, ha enseñado
esta verdad: [18] «-Si desarrollan la fuerza de la perseverancia, incluso las
moscas, [los] mosquitos, [las] abejas, [los] insectos y demás, obtendrán el
Despertamiento insuperable, y tan difícil de alcanzar-». [19] Si alguno,
nacido, como yo, de la raza humana, capaz de reconocer el bien y el mal, no se
desvía de las prácticas de los Bodhisattvas, ¿por qué no alcanzaría el
Despertar? [20] «-Tengo miedo de tener que hacer, un día, ofrenda de mis brazos
y mis piernas-». No tengo miedo más que a causa de la ignorancia, que no sabe
hacer la diferencia entre importante e insignificante. [21] Durante
innumerables millones de eras, he sido destazado, traspazado, quemado y
partido, un número infinito de veces; sin embargo, no he alcanzado el
Despertar. [22] Los sufrimientos que padezco para alcanzar el Despertamiento
tienen un límite: son como el sufrimiento de una incisión hecha para evitar el
mal de una infección profunda. [23] Los médicos curan, también, las
enfermedades con tratamientos desagradables; hay, pues, que aguantar pequeñas
contrariedades para triunfar de sufrimientos múltiples. [24] Pero el Médico
Supremo no utiliza tales tratamientos ordinarios. Cura innumerables
enfermedades graves con métodos extremadamente suaves. [25] El Guía ha dicho
[que hay que] adiestrarse primero en practicar la generosidad; luego, tras
habituarse a ella, poco a poco, [adiestrarse] en hacer don incluso de su
[propia] carne. [26] Una vez que [uno] se ha vuelto capaz de ver su cuerpo cual
legumbre, ¿qué dificultad hay, entonces, de hacer don de su propia carne? [27]
[Una vez] las fechorías abandonadas, el dolor no estará más presente. La
sabiduría [una vez] adquirida, el gozo ne faltará más, pues las concepciones
erradas y las fechorías perjudican, respectivamente, al espíritu y al cuerpo.
[28] [Al ser] el cuerpo dichoso gracias a los méritos, y el espíritu, gracias a
la sabiduría, incluso si se manifiestan en el samsara por el bien de los demás,
¿por qué los Compasivos serían contrariados? [29] Estos, por la potencia del espíritu
de Despertamiento agotan sus negatividades pasadas, y porque amasan un océano
de méritos dichos están [ser] superiores a los Oyentes. [30] Viajando de gozo
en gozo, ¿qué sabio se dejaría abatir? Cabalgando el corcel del espíritu de
Despertamiento que ahuyenta la depresión y el cansancio? [31] Para cumplir el
bien de los seres, es necesario reunir [a] la aspiración, la estabilidad, el
gozo y el reposo. La aspiración se engendrada por la contemplación de sus
propios beneficios y por el miedo al sufrimiento. [32] Así, hay que abandonar
los factores contrarios. Por las fuerzas de la aspiración, la confianza en sí,
el gozo, el reposo, la diligencia y el control de sí. hay que aplicarse a
desarrollar la perseverancia. [33] Mis propias faltas, así como las de los
demás, son innumerables y debo triunfar sobre ellas. Pasará un océano eras para
acabar cada una de ellas. [34] Pero si en mí mismo no veo ni siquiera una
parcela de esfuerzo para venir a acabarlas, puesto que soy el teatro de tantos
sufrimientos, ¿por qué mi corazón no estalla? [35] Mis propias cualidades y las
de los demás son numerosas, y debo realizarlas. ¿Debo meditar durante un océano
de eras familiarizarme con cada una de ellas? [36] Pero nunca me acostumbré a
una sola parcela de estas cualidades. Qué lástima despilfarrar este
renacimiento, encontrado por un raro concurso de circunstancias. [37] No he
hecho ofrendas a los Vencedores, no he ofrendado el placer de grandes
regocijos; no he emprendido nada por la Doctrina, no he satisfecho las necesidades
de los pobres. [38] No he ofrecido la seguridad a aquellos que tenían miedo, a
los débiles no he ofrecido la dicha; todo lo que he hecho es provocar dolores y
sufrimientos en el vientre de mi madre. [39] En el pasado, y ahora incluso,
tales desgracias han acaecido porque no tenía aspiración por el Dharma. ¿Quién
rechazaría, pues, la aspiración por el Dharma? [40] El Muni ha dicho que la
raíz de todos los aspectos de la virtud es la aspiración; ella misma tiene por
raíz la familiarización constante con la maduración de los resultados kármicos.
[41] Los sufrimientos físicos y mentales, los diferentes variedades de miedos,
el hecho de ser separado de lo que es deseado, provienen, todos, de un
comportamiento no virtuoso. [42] Por acciones virtuosas, motivadas puramente,
donde [quiera que] transmigre, gracias a mis méritos, seré celebrado,
cosechando [así] el fruto de mis esfuerzos. [43] Por acciones no virtuosas,
aunque deseando la dicha, donde [quiera que] renzca, seré derrotado, a causa de
mis errores, por las aceradas armas del sufrimiento. [44] Por acciones
virtuosas, el fresco corazón espacioso y perfumado de un loto será mi morada;
la melodiosa palabra de los Conquistadores será el alimento del que provendrá
mi radiante brillo. Dotado de un cuerpo supremo, surgiré de un loto, abierto
gracias en al brillo luminoso de los Munis, y como un Niño de los Sugatas,
permaneceré siempre ante los Victoriosos. [45] A causa de numerosas acciones no
virtuosas, cuando estaré agotado de ser desollado vivo por los hombres de Yama,
en mi cuerpo será vertido cobre líquido, quemante, derretido a gran calor.
Destazado por espadas y puñales ardientes, mi carne será estallada en cientos
de pedazos, que caerán en el brasero que es el suelo de metal en fusión. [46a]
Así, debo aspirar al bien y, acostumbrarme a él con profundo respeto. [46b]
Practicando según el «Sûtra de la bandera adamantina», debo acostumbrarme a la
confianza en sí [mismo]. [47] Primero, debo examinar mis aptitudes para ver si
hay que comenzar, o no, una tarea. Si no tengo aptitud, más vale no comenzar.
Una vez empezado [un asunto], no hay que abandonarlo. [48] Si no, en las otras
existencias, por haber tomado esta costumbre, las fechorías y los sufrimientos
se acrecentarán; los resultados se obtendrán tras un tiempo más largo y las
acciones no serán terminadas. [49] La confianza en sí [mismo] debe ser aplicada
a las accciones, a las perturbaciones y a la capacidad. Decirse: «-Actuaré
solo-» es la confianza en sí, en la acción. [50] Incapaces de controlar sus perturbaciones,
los seres de este mundo no pueden cumplir su propio bien. Puesto que no tienen
la misma capacidad que yo, lo cumpliré, pues, en su lugar. [51] Si los demás
hacen bajas tareas, ¿cómo me quedaría, ahí, sin hacer nada? Debo no actuar con
suficiencia, no tener orgullo sería mejor para mí. [52] Cuando los cuervos se
topan con una serpiente moribunda, actúan como si fueran águilas. Igual, si
carezco de confianza en mí, la más mínima debilidad moral serame nefasta. [53]
Tras haber, por timidez, renunciado a todo esfuerzo, así desprovisto, ¿cómo
encontrar la Liberación? Incluso las potentes perturbaciones no podrán subyugar
a aquél que tiene confianza en él y desarrolla el esfuerzo. [54] Por la
estabilidad de mi espíritu, debo, entonces, triunfar [sobre] las
perturbaciones. La derrota ante las perturbaciones haría ridículo mi deseo de
vencer a los tres mundos. [55] «-Voy a triunfar de todo, nada me vencerá. Soy
el Hijo de los Vencedores, esos Leones-». Debo morar en esa confianza. [56] Los
seres derrotados por la suficiencia no tienen ninguna confianza en ellos
[mismos]. Se encuentran bajo el yugo de su enemigo, el cual no puede someter a
aquellos que tienen confianza en ellos [mismos]. [57] Inflados por las
perturbaciones de la suficiencia, los seres serán, por ella, llevados a los
reinos inferiores. La gozosa fiesta que es el estado humano será destruida;
devendrán en esclavos, nutridos con los restos de otro, [58] feos, estúpidos y
mediocres, despreciados por todo el mundo. Los duros de cocer, de orgullo
inflados, también son contados entre aquellos enfermos de suficiencia. Decid,
¿qué hay de más ruin? [59] Aquel que se ase de la confianza en sí para vencer
al enemigo de la suficiencia, ese, tiene, verdaderamente, confianza en sí
mismo, es un héroe invencible. Aquel que triunfa [sobre] el enemigo de la
suficicencia y lo destruye, satizfará todas las necesidades de los migrantes y
cogerá el fruto, perfecto, de la Budeidad. [60] Si me encuentro entre una
multitud de perturbaciones, las soportaré de un millar de modos. Como un león
entre las zorras, no seré alcanzado por esta asamblea. [61] Igual como los
hombres se protegen los ojos cuando un gran peligro surge, no me dejaré
controlar jamás por las perturbaciones, incluso en tiempo de crisis. [62] ¡Más
vale hacerse quemar, hacerse matar o la cabeza cortar, que doblar, jamás, la
espalda ante estas enemigas: las perturbaciones. Del mismo modo, en toda
circunstancia, no debo hacer más que lo que conviene. [63] Como aquellos que
aman el placer que procuran los juegos, cualquiera que sea el trabajo que
emprendan, los Bodhisattvas se sienten atraídos por ello. Ello los hace
felices, y nunca tienen abastanza. [64] Aquellos que trabajan por encontrar la
dicha, no están, del todo, ciertos de obtenerla. Pero, como para el Bodhisattva
todo trabajo es dicha, ¿cómo estaría feliz sin hacer trabajo? [65] Si los
objetos de gozo, semejantes a la miel sobre una hoja de navaja, no me colamn,
¿cómo estaré satisfecho por los méritos, cuyo resultados madurantes son la
dicha y la paz? [66] Entonces, para llevar a bien mi tarea, me involucraré en
ella como el elefante que, atormentado por el sol de mediodía, se zambulle en
un refrescante lago. [67] Cuando mis fuerzas declinen, cesaré de actuar, con el
fin de retomar mi trabajo más tarde. Tras haber llevado a bien una tarea,
comenzaré la siguiente; volviéndome hacia la siguiente, abandonaré la
precedente. [68] Como un viejo guerrero enfrenta la espada de un enemigo sobre
el campo de batalla, esquivaré las armas de las perturbaciones y esas enemigas
serán neutralizadas. [69] Aquel que deja caer su arma en el campo de batalla,
de miedo la recoge inmediatamente. Igual, cuando el arma de la atención se
pierda, recuérdate los infiernos, y reásela de inmediato. [70] Igual que el
veneno, cuando [ya] está en la sangre, se extiende por todo el cuerpo, el vicio
se difunde por todo el espíritu desde que una ocasión se presenta. [71] El
practicante debe ser tan estable como aquel que porta, espantado, un recipiente
lleno de aceite de mostaza, mientras un hombre armado con una espada, cerca de
él, amenaza con matarlo si vierte una sóla gota. [72] Como me levantaría de un
salto si una serpiente viniese sobre mis rodillas, así mismo, cuando el sueño y
la indolencia sobrevengan debo recharzarlos inmediatamente. [73] Si cometo
acciones negativas, debo, cada vez, criticarme y guardar, durante largo tiempo,
el pensamiento: «-Debo hacer de modo que eso no vuelva a suceder-». [74] Por el
pensamiento: «-Debo, en todas las circunstancias, familiarizarme con el factor
mental de la memoria-», Sentiré el deseo de encontrar[me con] un Maestro, o
actuar según las instrucciones. [75] Con el fin de tener el vigor necesario
para todo, antes de emprender lo que sea, que me recuerde los consejos a
propósito de la atención, y que enseguida me involucre en ello, con gozo. [76]
Exactamente como el viento dirige las idas y venidas de un copo de algodón,
debo dejarme dirigir por el gozo, y cumplir, así, las acciones virtuosas. VIII
La concentración [1] Tras haber desarrollado, así, la perseverancia, hay que
colocar el espíritu en concentración. Un ser humano cuyo espíritu está
distraído permanece entre los colmillos de las perturbaciones. [2] Al
permanecer en soledad, mi espíritu y mi cuerpo no serán, en nada, distraídos.
Así, debo renunciar a toda vida mundana y abandonar completamente las
fabricaciones mentales. [3] La vida mundana no es abandonada, a causa de la
avidez: el apego a las personas y el deseo de tener bienes. Hay, también, que
renunciar a ello completamente. Es así como deben comportarse los Sabios. [4]
Tras haber comprendido que la vista profunda, unida a la calma mental, destruye
completamente las pertirbaciones, hay que, primero, desarrollar la calma
mental, la que proviene del gran gozo de estar libre de todo apego al mundo.
[5] Por el apego extremo que [yo], ser efímero, tengo por otros seres efímeros,
durante miles y miles de existencias no veré más a los que amo. [6] Si no los
veo, soy desdichado, y no llego a guardar mi espíritu en equilibrio. Pero,
incluso si los veo, ello no me satisface y sufro, con el mismo torturante deseo
que antes. [7] Mientras quede mi fuerte apego a los seres, la realidad
permanecerá totalmente velada; toda desgana de la existencia cíclica es
aniquilada y seré devorado por la turbación. [8] Puesto que no pienso más que
en ello, mi vida fluye, sin valor tener. A causa de mis amigos, de mi familia,
temporales todos, incluso el Dharma, que lleva a la Liberación, es aniquilado.
[9] Si imito el comportamiento de los seres pueriles, tendré, certeramente,
renacimientos inferiores. Si me conducen al infortunio, ¿por qué hacerles
compañía? [10] En un sólo instante aquellos que eran mis amigos pueden, de
pronto, devenir en mis enemigos. Como se enojan incluso cuando hay lugar de
reír; es difícil halagar a los seres ordinarios. [11] Las palabras provechosas
les irritan; además, me desvían del bien. Si no los escucho se enojan, y así,
irán hacia renacimientos desdichados. [12] Celosos de los superiores, hacen
[la] competencia a los iguales; arrogantes hacia los inferiores, achispados por
las alabanzas, se encolerizan cuando un discurso no les gusta. De los seres
pueriles no vendrá ningún bien. [13] Por la compañía de los seres pueriles,
Ocurrirán, ciertamente, todos tipos de fechorías, tales [como] alabarse
rebajando a los demás, o hablar de los placeres de la existencia cíclica. [14]
Así, si frecuento a otros pueriles seres ello no me aportará más que desdichas,
pues ellos no me hacen bien y yo no se los hago, tampoco. [15] Debo, entonces,
escabullirme lejos de los seres pueriles. Cuando tope con ellos, los halagaré
por mi alegría, pero no debo volverme demasiado familiar; hay que actura
correctamente, como ordinariamente. [16] [Así] como una abeja toma la miel de
las flores, no debo tomar más que lo que sirve a la práctica. Como nunca antes
los había visto, debo, con todos, permanecer distante. [17] «-Tengo bienes y
honores, numerosos son los que me quieren-». Si desarrollo una arrogancia tal,
tras la muerte sobrevendrá el miedo. [18] Así, espíritu mío, tan oscurecido,
preocupándote de todo a lo que tanto te apegas, creas miles de sufrimientos por
venir. [19] Así, los Sabios no deben apegarse, pues del apego nace el miedo.
Hay que comprender, firmemente, que todo esto es de [la] naturaleza de ser
abandonado. [20] Pese a que mucho bien sea dicho de mí, que tenga posesiones y
la celebridad, esa reputación y esos bienes amasados no podrán seguirme allá
donde debo ir. [21] En tanto otros me denigren, ¿cómo estar feliz por los
elogios? En tanto otros me alaben, ¿cómo estar desdichado por los
denigramientos? [22] Si incluso el Victorioso no gustaba a todos los seres, de
tendencias diversas, entonces, ¿qué decir [tiene], entonces de un ser malo como
yo? Debo desechar al pensamiento de mezclarme al mundo. [23] Denigran a
aquellos que no tienen bienes y dicen [el] mal de aquellos que tienen. ¿Cómo
podrán, aquellos que son tan difíciles para [con]vivir, estar, jamás, contentos
de mí? [24] Porque los seres pueriles no están contentos cuando no pueden
obtener lo que quieren, no hay que tomar en amistad a ninguno de ellos. Esto ha
sido dicho por los Tathagatas. [25] Que pueda, al fin, permanecer en el bosque,
donde ni los animales salvajes, ni los pájaros, ni los árboles, dicen la [más]
mínima palabra disgustante. Vivir junto [con ellos] es tan agradable. [26] Al
morar dentro de una gruta, bajo un árbol, o, también, en un templo vacío, ¡que
nunca mire hacia atrás, que sea sin apego! [27] Que pueda, en fin, permanecer
en lugares desprovistos de propietario, naturalmente espaciosos, de los cuales
aprovecharé, sin apego. [28] Que pueda, en fin, vivir sin miedo alguno, con
sólo mi tazón y algunos útiles, teniendo por vestidos lo que los demás tiran,
sin tener necesidad de esconder mi cuerpo. [29] Tras recorrer los carneros, que
pueda, al fin, que mi cuerpo y el esqueleto de los demás, están, igualmente,
sujetos a [la] descomposición? [30] A causa de su olor, ni los chacales se
acercarán a mi propio cuerpo, tampoco. He allí lo que sucederá con él. [31]
Este cuerpo aparece como un todo. Sin embargo, la carne y los huesos, incluso
si se han formado juntos, una vez descompuestos, se separarán pedazo a pedazo.
Entonces, ¿qué decir de los demás amigos? [32] Estamos solos al nacimiento.
Estamos solos cuando morimos. Si los otros no comparten este sufrimiento, ¿para
qué amigos, hacedores de obstáculos? [33] Igualmente como aquellos que viajan
pasan de un lugar a otro, aquellos que toman las rutas de la existencia pasan
de un nacimiento a otro. [34] Antes mi cuerpo sea llevado por cuatro [empleados
de pompas] fúnebres, rodeándolo los seres mundanos, afligidos, antes de eso,
parto hacia el bosque. [35] Sin amigos y sin rencor, este cuerpo permanecerá en
[la] soledad. Si soy contado ya como muerto, incluso cuando muera no seré
llorado. [36] Como no habrá nadie alrededor de mí que me perturbe con su pena,
nadie podrá, entonces, distraerme cuando me recordaré del Buddha. [37] Así,
debo permanecer solo en el frescor del gozoso bosque; feliz y no teniendo más
que pocas inquietudes; apaciguada toda distracción. [38] Tras haber abandonado
todo otro pensamiento, no estando motivado más que por una sola intención, me
esforzaré por guardar mi espíritu en equilibrio (meditativo) y domarlo. [39] En
este mundo y los siguientes, el deseo es fuente de grandes miserias. En esta
vida, homicidio, cadenas, mutilación; en la vida siguiente, renacimientos
desgraciados. [40] Primero, alcahuetes y alcahuetas son enviadas para hacer
peticiones. no evitando, por ella, ni las fechorías ni la pérdida de mi
reputación. [41] Cometo acciones terribles, dilapido incluso toda mi fortuna.
Pero con lo que copulo y me da tanto placer, [42] no es más nada que un
esqueleto, sin autonomía y desprovisto de un sí. En vez de apegarme a él y
tanto desearlo, ¿por qué no ir, mejor, al nirvana? [43] Primero, me esforcé por
levantar su rostro; [una vez] su rostro levantado, tímidamente, bajó ella los
ojos. Antes [de esto], ya fuese vista o no, una tela cubría su rostro. [44]
Ahora, ¿por qué te escabulles al ver con tus propios ojos ese rostro, causa de
tanta perturbación, desnudado por los buitres? [45] ¿Por qué, avaro, no lo
proteges ahora que se hace devorar por ellos? Cuando otros lo miraban, sin
embargo, tú lo protegías cuidadosamente. [46] Si los buitres y demás devoran
esa masa de carne, que ves, ¿por qué ofrecer guirnaldas, sándalo y alhajas, lo
que será el alimento de otro? [47] Si tienes miedo de los esqueletos, incluso
cuadno no se mueven, ¿por qué no tienes miedo de ese cadáver ambulante, movido
por algunos impulsos? [48] Si tienes apego por él cuando está cubierto, ¿por
qué no tener ningún deseo cuando no lo está? Si, entonces, no sientes la
necesidad [de ello], ¿por qué abrazarlo cuando está cubierto? [49] Si el
alimento es el único origen de los excrementos y la saliva, ¿por qué no amas
los excrementos, mientras que gustas de la saliva? [50] De tu almohada no te
prendas, aunque el algodón sea suave al tacto. ¡Dices que un cuerpo no suelta
mal olor! Estás equivocado sobre lo que es impuro. [51] «-Aunque mi almohada
sea suave al tacto, no puedo unirme a ella-», piensan aquellos que son
lascivos, negativos y confundidos, y se desinteresan por él. [52] Si no tienes
apego por lo que es impuro, ¿por qué acoplarte con el cuerpo de otro, que no es
sino una armazón de huesos, unida por tendones y escayolada con un barro de
carne? [53] Tú mismo, contienes muchas impurezas; tal experimentas
constantemente. y, sin embargo, por pasión por lo que es impuro, deseas a otros
sacos de inmundicias. [54] «-Es en la carne en lo que tomo placer-». Si es eso
lo que deseas tocar y mirar, ¿por qué no tienes ningún deseo por la carne
misma, que está, por naturaleza, desprovista de espíritu? [55] Si es el
espíritu [lo] que tú deseas, no puedes tocarlo, ni mirarlo. Si pudieras
tocarlo, no sería una consciencia. ¿Por qué ese coito insensato? [56] No es muy
sorprendente ignorar que el cuerpo de otro es impuro por naturaleza; pero no
comprender que su propio cuerpo es totalmente impuro, ello es soprendente. [57]
Tras haber abandonado el joven loto abierto bajo los rayos de un sol sin nubes,
¿cómo, movido por su inclinación por lo que es impuro, el espíritu encuentra
placer en una cajuela de inmundicias? [58] Si no deseas tocar un lugar cubierto
con excrementos, ¿cómo deseas tocar un cuerpo del que las dejecciones han
salido? [59] Si no tienes apego por lo que es impuro, ¿por qué copular con el
cuerpo de otro, salido de un campo sucio, y nacido de la semilla que contenía?
[60] Mientras que un gusanito, nacido de inmundicias, no suscita en ti el más
mínimo deseo, codicias un cuerpo extremadamente sucio por naturaleza, que ha,
él también, nacido de inmundicias. [61] No solamente no criticas tus propias
suciedades, pero, por pasión por lo que es impuro, experimentas deseo por otros
sacos de inmundicias. [62] Puestas en la boca [y] escupidas luego, incluso las
cosas placenteras, como el alcanfor, la papilla de arroz o de legumbres,
ensucian la tierra, y cayendo a ella, la vuelven puerca. [63] Aunque una tal
impureza sea evidente, si dudas aún, ve, entonces, al cementerio a mirar la
podredumbre de los otros cuerpos, allí abandonados. [64] Al haber constatado
que son espeluznantes cuando su piel se parte, ¿cómo semejante cosa podrá
procurarme gozo todavía? [65] Ese perfume del que está embadurnado el cuerpo
del otro es, por ejemplo, el del sándalo y no el suyo. ¿por qué apegarse tanto
a cuerpos de los demás a causa de perfumes que no son los suyos? [66] Puesto
que el cuerpo tiene naturalmente mal olor, ¿no sería mejor [acaso] desviarse de
él cuerpo? ¿Por qué aquellos tan apegados a las futilidades de este mundo lo
embadurnan con perfumes deliciosos? [67] Ahora [bien], al ser este delicioso
olor el [del] sándalo, ¿cómo provendría del cuerpo? ¿Por qué tanto apego a los
cuerpos de los demás, a causa de estos perfumes que no son los de ellos? [68]
El cuerpo desnudo, en su estado natural, es de los más espeluznantes: cabellos
y uñas largos, dientes amarillos y [un] mal aliento, impregnación del olor a
mugre... [69] ¿Por qué tanto esfuerzo en lustrarlo cual un arma que acabará por
golpearte? La tierra entera está agitada por la locura nacida de los esfuerzos
de aquellos que se equivocan sobre sí mismos. [70] Cuando tú estás turbado por
no haber visto más que esqueletos en el cementerio, ¿encuentras placer en la
ciudad-cementerio poblada de esqueletos ambulantes? [71] Esos cuerpos impuros
no son, tampoco, encontrados sin tener que dar el precio. Para obtenerlos te
agotas y serás atormentado en los infiernos. [72] El niño no puede acumular
riquezas. ¿Cómo las aprovecharía un noven adulto? Al final de la vida, tras
haber hecho fortuna, marcado por el tiempo, ¿para qué haré el deseo? [73]
Esclavos de sus deseos, algunos se agotan trabajando todo el día. Cuando
finalmente vuelven a sus casas, su cuerpo agotado se queda tendido como un
cadáver. [74] Otras sufren por haberse ido lejos y extarañan su país. Aunque
tengan gana de abrazar a una mujer, no tendrán oportunidad. [75] Otras más
desean servir a sus propios intereses y, en su confusión, se venden por ello
incluso. Pero no obtienen lo que desean y son llevados, sin provecho, por el
viento de las acciones de otro. [76] Algunos venden su propio cuerpo y, sin
autonomía, son explotados por otros. Cuando sus mujeres dan a luz, sus nenes
viene al mundo bajo un árbol, o en un lugar aislado, en cualquier sitio. [77]
Ciertos imbéciles, cegados por sus deseos, Pensando encontrar un medio de
asegurar su subsistencia, se vuelven mercenarios, aunque teman por sus vidas,
o, por la carnada de la ganancia, se hecen esclavos. [78] A causa de sus
deseos, ciertos [otros] mutilarán su cuerpo; otros serán empalados sobre una
pica; algunos se atravezarán con un puñal, y otros se inmolarán. Tal es
evidente. [79] Por los tormentos que me causan la adquisición, la protección o
la pérdida de mis bienes, debo comprender que serán, siempre, mi ruina. Quien
está distraído por el apego a los bienes, no tendrá la ocasión de librarse de
los sufrimientos de la existencia. [80] Los esclavos del deseo tendrán muchos
trajines y poco placer, igual como las bestias que tiran un carro no pueden
pacer más que unos manojos de hierba. [81] Nosotros que sufrimos por los frutos
de nuestras accioness pasadas, despilfarramos una vida calificada, perfecta y
difícil de reencontrar, por lo que es ordinario y de poca importancia, [lo] que
incluso un animal puede obtener. [82] Es certero que los objetos de deseo van a
perecer, y que me harán caer en los reinos inferiores. Mientras que la Budeidad
es alcanzada por un esfuerzo millones de veces menor. [83] Con el fin de
satisfacerlos, continuamente se agota uno por lo que no tinene grandeza. Los
esclavos del deseo tienen sufrimientos más grandes que aquellos [otros] que
obran por el Despertar; pero Despertamiento no tienen. [84] Las armas, el
veneno, el fuego, los precipicios y los enemigos del mundo del deseo, no son en
nada comparables a los sufrimientos de los reinos inferiores, cuando se los
contempla. [85] Al haber desarrollado, así, desgana por el deseo, hagamos nacer
el gozo de la vida solitaria. Los afortunados se pasean en los apacibles bosques,
sin causa de disputas o perturbaciones. [86] Grandes piedras planas les hacen
casas placenteras, refrescadas por el claro de luna que embalsama a sándalo. la
brisa del silencioso bosque y apacible los abanica, y caminan reflexionando en
el bien del otro. [87] Viven donde quieran, bajo un árbol, en una cueva, en
casas vacías, el tiempo que deseen. Exentos del sufrimiento ligado a la
protección o al apego, permanecen libres y sin inquietudes. [88] Llevan una
vida independiente, sin apego, en un lugar desprovisto de contacto humano;
tales dichas y tales satisfacciones son difíciles de encontrar, incluso para
Indra. [89] Tras haber contemplado así todas las cualidades de la vida
solitaria, hay que apaciguar las fabricaciones mentales y meditar sobre el espíritu
de Despertamiento. [90] Primero, hay que hacer el esfuerzo por habituarse a la
igualdad de sí mismo y otro; puesto que ante los embates y las desdichas somos
iguales, hay que proteger a todos los seres como si fuesen nosotros mismos.
[91] Aunque el cuerpo tenga muchos aspectos y partes, como las manos, cuidamos
de él como si fuera una única entidad. Así, aunque los seres vivan dichas y
sufrimientos diferentes, buscan, como yo, la dicha: somos en ello idénticos.
[92] «-El sufrimiento que es [el] mío no perjudica al cuerpo de otro-». El
[sufrimiento] es mío, con todo, pues mi prensión del "yo" me lo
vuelve intolerable. [93] Igual, aunque el sufrimiento de los demás no recaiga,
tampoco, sobre mí, sin embargo, debo eliminarlo, tras considerar a los otros
como "yo", él debería serme insoportable. [94] Como lo hago por el
mío [propio], debo eliminar el sufrimiento del otro, porque es sufrimiento.
Como lo hago por mi propio cuerpo, debo tomar cuidado de los demás, porque son
seres. [95] Puesto que yo mismo y los otros somos semejantes en nuestra
búsqueda de la dicha, ¿qué tengo, pues, tan extraordinario? ¿Por qué buscar la
dicha para mí sólo? [96] Puesto que yo mismo y los otros somos semejantes en
nuestro deseo de evitar el sufrimiento, ¿qué tengo, pues, tan extraordinario?
¿Por qué protegerme y no a los otros? [97] «-Pero, ¿por qué protegerlos, puesto
que su dolor no me alcanza?-» El sufrimiento de las vidas futuras, tampoco me
perjudica verdaderamente; ¿por qué preservarme de ello? [98] Sería una vista
errada concebir que soy yo [mismo] quien haré experiencia de ello, puesto que
la persona que muere es otra [distinta] a la que retoma nacimiento. [99]
«-Aquel que sufre, ¿no debiera protegerse a sí mismo del sufrimiento?-» La mano
no sufre el dolor del pie; entonces, ¿por qué lo protege? [100] «-Aunque no sea
coherente, ella lo hace a causa de la prensión de un "yo"-». Todo lo
que no es funda[menta]do para mí mismo o para los demás debe, a toda costa, ser
abandonado. [101] Lo que es llamado "continuo" y "agregado"
es ilusorio, como [lo es] un rosario o un ejército. El poseedor de sufrimiento
no tiene existencia en sí; ¿quién hay, pues, allí para experimentarlo? [102]
Como no existe verdadero poseedor de los sufrimientos, ninguno de ellos existe
individualmente. Pero, puesto que que ellos son sufrimiento, hay que
eliminarlos; ¿por qué estar tan seguro de (no tener que apartar más que los
suyos [propios])? [103] «-¿Porqué combatir el sufrimiento de todos?-». ¡Inútil
debatirlo! ¡Si combato (el mío [propio], debo) combatir(los) todos! Si no, ¿por
qué combatir únicamente el mío? Yo también formo parte de los seres. [104]
«-Puesto que el ejercicio de la compasión acarrea muchas penas, ¿por qué hacer
tantos esfuerzos para desarrollarla?-» Cuando contemplo los tormentos de los
seres, ¿cómo mi sufrimiento sería grande, al ejercer la compasión? [105] Si por
un sólo sufrimiento pudieran ser evitados numerosos sufrimientos, para ella
misma y para el otro, una persona de buen corazón debería provocarlo. [106] Así
[hizo] el Bodhisattva Supusha-Chandra: aunque haya sabido que el rey le haría
[un] mal, con el fin de aliviar así el sufrimiento de muchos seres, no [se] ha
ahorrado el suyo. [107] Puesto que se regocija en apaciguar el sufrimiento de
los seres, aquel cuyo espíritu está así acostumbrado, entrará en los infiernos
Avici, incluso, cual una oca salvaje se zambulle en un lago de lotos. [108] El
océano de gozo que surje cuando todos los seres son liberados, ¿no me bastaría
[acaso]? ¿Para qué desear la Liberación individual? [109] Así, incluso al obrar
por el bien de otro, no debo tener ni orgullo ni pretensión, no teniendo en el
corazón más que el bien de los demás, no tendré ninguna esperaranza de un
resultado madurante. [110] Así, como me protejo de la más mínima palabra
desagradable, igual, debo desarrollar un espíritu compasivo y el pensamiento de
proteger a los demás. [111] Por hábito, aunque no haya ahí ninguna sustancia
que sea "mía", considero a las gotas de esperma y sangre de otras
personas como siendo "yo". [112] Así, ¿por qué no considerar al
cuerpo de otro como siendo "yo"? No será difícil, entonces, reconocer
a mi propio cuerpo como siendo "[el] otro". [113] Al comprender que
el egotismo comporta [un] número de faltas y que el altruismo posee un océano
de cualidades, debo meditar sobre el abandono total de la prensión de un
"sí", e identificarme con el otro. [114] Igual que las manos, entre
otros, son consideradas como miembros del cuerpo, ¿por qué no considerar a los
seres como miembros de un mismo conjunto? [115] Igual que, por hábito, surje la
idea de un "sí" a propósito de este cuerpo desprovisto de
"sí", ¿por qué no generarla, igualmente, por hábito, hacia los demás
seres? [116] Al ver así las cosas,no tendré ni orgullo ni pretensión, incluso
al hacer el bien de[l] otro, igual que no espero ninguna recompensa cuando
preparo una comida, para mí mismo. [117] Igual como me protejo de la más mínma
palabra desagradable, debo familiarizarme con el espíritu compasivo y con el
pensamiento de proteger a los seres. [118] Así, el Protector Avalokiteshvara,
en su gran compasión, ha bendecido su propio nombre para preservar a los seres
del miedo suscitado por el gentío. [119] No debe hacerme recular ninguna
dificultad, pues, por el poder del habituamiento, sufro la ausencia de una persona
del que, antes, el simple nombre me hacía estremecerme. [120] Quienquiera desee
dar rápidamente protección a sí mismo y a los demás debe emprender la santa
práctica secreta de permutarse con [el] otro. [121] Por apego a mi propio
cuerpo, espantado soy a la menor ocasión. ¿Quién no detestaría, como a un
enemigo, a este cuerpo, que provoca tales pavores? [122] Buscando los medios de
aliviar el hambre, la sed y las enfermedades del cuerpo, mato pájaros, peces y
presas, y me hago salteador de grandes caminos. [123] Quienquiera que, por la
ganancia y los honores, llega hasta matar a su padre y su madre, y roba las
posesiones de las Tres Joyas, arderá en los infiernos más profundos. [124] ¿Qué
sabio podría desear este cuerpo, protegerlo y honrrarlo? ¿Quién no lo miraría
como a un enemigo? ¿Quién no lo despreciaría? [125] «-Si doy, ¿qué quedará para
mi disfrute?-» Este pensamiento interesado es [un] hecho de los demonios. «-Si
gozo de ello, ¿qué quedará para dar?-» Este pensamiento altruista es la
práctica de los devas. [126] Si, por egoísmo, perjudico a los otros, sufriré
los tormentos de los reinos inferiores. Si, por altruismo, me perjudico, mi
dicha será perfecta. [127] Aquellos que desean darse importancia, tendrán
renacimientos inferiores; serán feos y estúpidos. Pero, si transfieren este
deseo a los demás, tendrán renacimientos superiores y recibirán honores. [128]
Si, por mi propia cuenta exploto a los demás, experimentaré la servidumbre.
Pero, si obro por cuenta de[l] otro, accederé al rango de señor. [129]
Cualquiera que sea, toda dicha de este mundo proviene del deseo de ver dichosos
a los demás; toda desdicha de este mundo, cualquiera que sea, proviene del
deseo de verse uno mismo dichoso. [130] De ello no hay necesidad de decir más.
Los seres pueriles actúan para su propio bien, los Munis, obran por el bien de
los demás. ¡Mirad la diferencia! [131] Si no intercambio efectivamente mi
propia dicha contra el sufrimiento de[l] otro, no realizaré el Despertar.
Incluso, en la existencia cíclica, no tendré dicha alguna. [132] Sin hablar de
las vidas futuras, incluso en esta vida mis necesidades no serán satisfechas,
puesto que mis empleados no harán su trabajo y mis empleadores no me pagarán.
[133] Por desinteresarse de esta práctica, de donde deriva todo gozo presente y
futuro, excluiré la dicha perfecta. Como seré, así, conducido a hacer sufrir a
los demás, en mi confusión atraeré sobre mí sufrimientos insoportables. [134]
Si todo el mal del mundo, todos los miedos y todos los sufrimientos que
existen, provienen de la prensión de un sí, ¿de qué me sirve este demonio?
[135] Amén de redchazar, completamente, esta prensión, no sabré eliminar el
sufrimiento, igual que no escaparé de la quemadura amén de tirar el fuego,
lejos de mí. [136] Luego, para apaciguar lo que me hace sufrir y aliviar los
sufrimientos de[l] otro, me daré a los demás, y los consideraré como yo mismo.
[137] «-Estoy al servicio de los demás-», está seguro de ello, tú, mi espíritu.
No tengas ningún otro pensamiento ahora, si no es el de hacer el bien de[l]
otro. [138] Puesto que se consagran a los demás, es incorrecto utilizar mis
ojos y demás órganos por mi propia cuenta. No es correcto, tampoco, utilizarlos
para actuar contra el bien de[l] otro. [139] Al ser los seres mi mayor
preocupación, debo tomar todo lo que veo sobre mi cuerpo y utilizarlo para
venir en ayuda de los demás. [140] Considerando a los seres inferiores y demás
como "yo"; considerándome yo mismo como "[el] otro", sin
fabricaciones mentales, debo meditar sobre la codicia, la competividad y la
suficiencia. [141] «-Tiene los honores, no yo; no tengo tantos bienes como él;
es alabado y yo recibo críticas; es él dichoso, pero sufro yo-». [142] «-Soy yo
quien hace todo el trabajo; él, no toma más que holganza; en el mundo, es
reconocido como grande, yo, como insignificante y sin calidades-. [143] ¿Qué
significa "sin calidades"? El, y todos los seres, tenemos cualidades.
comparado con algunos, él es inferior, ¡cierto es! Comparado con otros, soy
superior, ¡cierto es, también! [144] La declinación de mi moralidad y de mis
vistas filosóficas es debida a la fuerza de mis perturbaciones; no puedo hacer
nada [por impedirlo]. Cuidarme debe en la medida de que lo pueda; de buen
talante aceptaré los inconvenientes de ello. [145] Pero, de hecho, no soy yo
objeto de sus cuidados, ¿por qué me desprecia? Aunque posea calidades, ¿de qué
me sirven, si no me ayuda? [146] Este ser, sin compasión por aquellos que están
presos en el hocico envenenado de los renacimientos inferiores, orgulloso de
exhibir sus cualidades ante los demás, desea medirse con los Sabios-». [147]
«-En cuanto a los que son mis iguales, con el fin de sobrepasarlos me [las]
arreglaré certeramente para volverme rico y estimado, incluso si ello acarrea
disputas. [148] A toda costa, exhibiré mis cualidades ante el mundo todo. Pero
haré de [tal] modo que de las cualidades de los demás nunuca nadie escuche
hablar. [149] Igual, esconderé mis faltas, seré adulado, pero ellos no. Desde
ahora, amasaré bienes muchos, seré honrado, pero ellos no. [150] Durante largo
tiempo, con placer, miraré su infortunio; serán el hazme reír de todos, cada
uno les hará reproches-». [151] «-Este perturbado ser está dicho querer
rivalizar conmigo. Pero, en instrucción, sabiduría, belleza, familia o
riquezas, ¿cómo podría ser mi igual? [152] Así, escuchar hablar de mis
cualidades, por todos conocidas, me hará estremecer de holganza, será una dicha
perfecta. [153] Si, alguna vez, trabaja para mí, incluso si posee algunos
bienes, le dejaré justo con qué vivir, y le quitaré el resto, a la fuerza.
[154] Echaré a perder su dicha, y siempre lo haré endosar mis propias penas;
pues cientos de veces me ha perjudicado durante la existencia cíclica-». [155]
Puesto que buscas tu propio bien, espíritu mío, aunque hayan pasado edades sin
número, agotándote completamente, no has recogido más que sufrimientos. [156]
También, hay que involucrarse, sin titubear, a obrar plenamente por el bien
de[l] otro. Puesto que la palabra del Muni no engaña nunca, las ventajas se
verán en las vidas futuras. [157] Si tú hubieras, en el pasado, actuado siempre
así, tu situación actual, que no es la felicidad perfecta de la Budeidad, no
habría podico producirse. [158] Enntonces, igual como miras las gotas de
esperma y sangre de otros como siendo "yo", así debes habituarte,
igualmente, a mirar ahora a los demás. [159] Tras haber analizado,
minuciosamente, si tu comportamiento perjudica a los demás o no, debes tomar
todo lo que aparece sobre tu cuerpo y utilizarlo para ayudar a los demás. [160]
«-Soy dichoso, pero no los otros; estoy arriba de la escalera, los demás están
abajo; me doy provecho, pero no los demás-». ¿Por qué no estar envidioso de mí?
[161] Debo actuar sin pensar en mi propia dicha y asumir el sufrimiento del
otro. Cuando cometa un a fechoría, debo preguntarme el porqué de mi acto. Así,
debo examinar mis faltas. [162] Debo transformar en mías las fechorías
cometidas por otro; debo revelar a los demás la [más] mínima fechoría por mí
cometida. [163] Al exaltar el renombre de otro, el mío será eclipsado. Como el
último de los esclavos, debo servir al bien de todos. [164] Que no alabe mis
algunas calidades pasajeras puesto que naturalmente estoy lleno de defectos.
Que haga de modo [tal] que absolutamente nadie conozca mis cualidades. [165] En
breve, que pueda todo el mal que has causado a los otros por tu bien propio,
espíritu mío, recaer sobre mi misma persona, por el bien de todos los seres.
[166] No hay que ser descarado, ni actuar con suficiencia, pero a la menera de
una joven novia, hay que ser tímido, modesto y reservado. [167] ¡Así actúa,
espíritu mío! ¡Quédate así! ¡Si no actúas por el bien de[l] otro te haré pasar
bajo mi control. Si haces caso omiso, te plegaré. [168] Pues bien: si pese a
mis consejos, tú, espíritu, no actúas así, como eres el soporte de todos los
defectos, no me queda más que acabarte. [169] En el pasado me perdías, pero ese
tiempo ya pasó. Te veo, ahora, ¿dónde más puedes ir? Toda tu altivez destruiré.
[170] Además, ¡abandona toda intención de obrar para tu propio bien! Puestro
que te he vendido a los otros, no te desalientes, ponte a su servicio. [171] Si
por falta de atención no te ofrendo a todos los seres vivientes, es certero que
es a mí a quien entregarás a los guardianes de los infiernos. [172] En el
pasado me has entregado así; largo tiempo he sufrido por ello. Ahora, te guardo
por ello rencor, triunfaré sobre tus intenciones egoístas [173] También, si
dichoso deseo ser, no debo quererme a mí mismo. Por demás, si protegido deseo
ser, debo siempre proteger a[l] otro. [174] Cuanto más cuidado tome de este
cuerpo, más caeré en un estado en el que no soportaré ni siquiera el más mínimo
sufrimiento. [175] Tras haber caído en un estado tal, si nada en esta Tierra
tiene el poder de satisfacer mis ganas, ¿quién podrá contentarlas? [176] De los
deseos que no pueden ser satisfechos nacen las perturbaciones y el descontento;
Pero aquel que no depende de nada, conocerá la dicha perfecta, inagotable.
[177] También, a los deseos del cuerpo no daré ninguna ocasión de crecer; el mejor
objeto es aquel que no considero como deseable. [178] Esta forma impura,
destinada a volverse polvo incapa de moverse sola, propulsada por otros y que
es tan difícil de soportar, ¿por qué tomarla por "yo"? [179] [Ya sea]
que viva o muera, ¿de qué podría servirme esta máquina?, ¿en qué es diferente
de un terrón? ¡Miseria! ¿Por qué no correr este orgullo? [180] Al apurarme por
responder al más mínimo deseo del cuerpo, he acumulado sufrimientos, sin razón.
¿Para qué apegos e iras por lo es semejante a un pedazo de madera? [181] [Ya]
sea, así, objeto de mis cuidados, o [ya] sea devorado por los buitres, si por
ello no tiene ni apego ni ira, ¿por qué razón apegarse a él? [182] Si no conoce
ni la ira cuando es criticado, ni el gozo cuando es alabado, ¿por qué razón me
agotaría por él? [183] «-Pero yo amo a este cuerpo; somos amigos, él y yo-».
Puesto que todos los seres aman su cuerpo, ¿por qué no tomar placer por ellos?
[184] Así, para hacer el bien de los seres, debo renunciar a mi cuerpo, sin
apego; Pese a sus numerosos defectos, lo utilizaré como instrumento de trabajo.
[185] ¡No más comportamiento pueril, basta ya! seguiré el ejemplo de los
Sabios. Habiéndome recordado los consejos sobre la atención, rechazaré el sueño
y la torpeza. [186] Como los Hijos compasivos de los Vencedores, aceptaré
pacientemente lo que tenga que hacer; pues, si no hago esfuerzos día y noche,
¿cuándo vendré al cabo de mis sufrimientos? [187] Así, con el fin de eliminar
los velos, haré salir a mi espíritu de las vías erradas, y lo pondré, siempre,
en equilibrio meditativo sobre el objeto perfecto. IX La perfección de la
Sabiduría [1a]Todas estas partes de las enseñanzas han sido expuestas por los
Munis, con el fin de desarrollar la sabiduría. [1c] Así, todos aquellos que
anhelen pacificar el sufrimiento deben hacer nacer la sabiduría. [2a] Lo
convencional y lo último son postulados como siendo las dos verdades. [2c] Lo
último no es un objeto experimentado por el espíritu, pero aquí,
"espíritu" quiere decir "espíritu convencional". [3a] En
cuando a ello, en el mundo se codean dos tipos de seres: los yoguis y los seres
ordinarios. [3c] (La vista de) los seres ordinarios es invalidada por (la de)
los yoguis. [4a] Inclusive, entre los yoguis, puesto que existe[n] diferencias
de comprensión, las vistas de los más avanzados invalidan las de los menos
avanzados. [4c] Las dos (categorías) aceptan (la ausencia de existencia
inherente del sueño y otros, utilizados como) ejemplos. Para obtener
resultados, (la práctica es hecha) sin (aplicar) este análisis. [5] Puesto que
las escuelas inferiores ven (los fenómenos) como reales, que los conciben
plenamente y no como ilusiones, un debate existe entre los yoguis y los seres
ordinarios. [6a] Aunque las formas y otros sean percibidos directamente, son
establecidos por consenso y no por una percepción válida. [6c] Son falsos, de
la misma manera que lo impuro es establecido como puro, por consenso. [7a] El
Protector ha enseñado (la momentaneidad) de las cosas, para introducir a los
seres del mundo a la vacuidad. [7c] no son ellas (absolutamente) momentáneas;
-Convencionalmente, incluso, sería una contradicción. [8a] -No hay error,
puesto que el yogui (lo ve por su percepción) convencional. Comparado a (la
vista) mundana, es él quien ve (justo). [8b] Si no, (la comprensión) que (el
cuerpo) de las mujeres es impuro sería invalidada por los seres mundanos. [9a]
-Nuestros méritos (provienen de la veneración) de un Buda ilusorio, [9b] así
como (los vuestros provienen de la veneración) de un (Buda) que tiene una existencia
verdadera. [9c] -Si los seres sensibles son como ilusiones, ¿cómo, tras su
muerte, retoman nacimiento? [10a] -La ilusión surgirá, por tanto tiempo como
las condiciones se amontonen. [10c] ¿por qué, simplemente porque (duran) largo
tiempo, los seres sensibles tendrían una existencia verdadera? [11a] -Matar a
un ser ilusorio no es una fechoría, puesto que no tiene espíritu. [11c] -Pero
méritos y fechorías son producidos con respecto a aquellos que poseen un
espíritu, ilusorio. [12a] Un espíritu ilusorio no aparece, puesto que los
encantamientos y demás (prácticas mágicas) no tienen la capacidad (de
producirlo). [12c] De una variedad de condiciones surje una variedad de
ilusiones; no existe ninguna condición única que tenga la capacidad (de
producir todo). [13] -Si (desde el punto de vista) último todo es el nirvana, y
(desde el punto de vista) convencional todo es la existencia cíclica, puesto
que el Buda, también, estaría dentro de la existencia cíclica, ¿para qué
serviría la conducta del Bodhisattva? [14a] -Si la continuidad de las
condiciones no es interrumpida, tampoco las ilusiones cesarán. [14c] Pero
cuando la continuidad de las condiciones es interrumpida, la existencia cíclica
no acaecerá más, ni siquiera convencionalmente. [15] -Si incluso las consciencias
falaces no existen, ¿qué es lo que percibe (las ilusiones)? [16] -Si para
vosotros las ilusiones mismas no existen, ¿qué (queda por) percibir? -Existen
ellas de otra manera: el aspecto (de la forma) es (la sustancia) del espíritu
mismo. [17] -Si el espíritu y (el objeto ilusorio) (tienen la misma sustancia,
¿qué es lo que es visto, y por quién? El Protector del mundo ha dicho que el
espíritu no (puede) ser visto por el espíritu; como la hoja de una espada no
(puede) tajarse a sí misma, así ocurre con el espíritu. [18] -Es, exactamente,
como una lámpara que se ilumina a sí misma. -(La luz de) la lámpara no se
ilumina (a sí misma), pues la obscuridad no se vela (a sí misma). [19] -El azul
no depende de otra cosa para ser azul, como el (caso) del cristal. Así, es
visto que (la percepcián de formas y demás) depende de otras, pero no (la
percepción del espíritu). [20] -El azul no es azul sin causa, no se ha hecho
azul él mismo. [21] Vosotros afirmáis que la lámpara ilumina y que eso la
percibe consciencia; Pero, cuando decís que el espíritu percibe, según
vosotros, ¿percibido será por qué? [22] Si el espírirtu no es percibido por
nada, [ya sea] que ilumine o no, es tan inútil discutir de ello como del
aspecto que tendría la hija de una mujer estéril. [23] -Si la auto-percepción
no existiese, ¿cómo recordarse de las consciencias? -El recuerdo acaece con
respecto a otra experiencia, como (el caso de la mordida) venenosa del roedor.
[24] -En otras circunstancias (es posible) ver (el espíritu de los demás); (entonces,
el espíritu debe poder) iluminarse a sí mismo. -Por untar los ojos con un
ungüento mágico, el jarrón (de los tesoros) será visto, (pero) no el ungüento.
[25] Así, no se trata de refutar lo que es visto, escuchado o percibido. Hay
que rechazar, aquí, la concepción de su existencia verdadera, causa del
sufrimiento. [26] -Esas ilusiones no son otras [más] que el espíritu, ellas no
son concebidas, tampoco, como no-otras. -Si son reales, ¿cómo son no-otras? Si
decís que son no-otras, no tendrán realidad. [27] Las ilusiones son objetos de
percepción, aunque no tengan verdadera existencia; igual ocurre con lo que
percibe. -La existencia cíclica tiene una base real, si no, sería como el
espacio. [28] El samsara no es real. Si dependiese de una (base) real, ¿cómo
podría tener efectos? Este espíritu (del cual habláis), al ser no-acompañado,
estaría solitario. [29] Si el espíritu (estuviese) despojado de objeto,
entonces, todos (serían) Tathagatas. Así, ¿qué ventaja hay en considerar que
(todo) no es más que espíritu? [30] -Incluso sabiendo que (todos los fenómenos)
son como ilusiones, ¿cómo eliminar las perturbaciones? Aquel mismo que ha
creado una mujer ilusoria, (puede) generar deseo hacia ella. [31] Aquel que la
ha creado, no ha abandonado las huellas de las perturbaciones con respecto a
los objetos de conocimiento: entonces, cuando la ve, su capacidad (de ver su)
vacuidad es muy débil. [32] Habituándose al espíritu que realiza la vacuidad,
la tendencia a asir la existencia real será abandonada. Habituándose a la idea
que, del todo, nada existe verdaderamente, a la larga, incluso la (prensión de
la existencia real de la vacuidad) será abandonada. [33] Cuando dicho está que
nada existe, es que la cosa por investigar no es percibida. En ese momento, al
estar sin base real, ¿cómo puede aparecer al espíritu? [34] Cuando ni (la
base), ni su vacuidad aparecen al espíritu, puesto que no existe ninguna otra
alternativa, el espíritu, al estar sin objeto, será totalmente pacificado. [35]
Como la joya y el árbol que atienden los deseos colman, completamente, las
esperanzas, igual, por el poder (de los méritos) de los discípulos [y] de las
plegarias, el cuerpo de un Victorioso aparece. [36] Por ejemplo, bastante largo
tiempo después de la muerte de aquel que lo había producido, Un relicario de
garuda neutraliza [todavía] los venenos y otros. [37] Igual, el relicario que
es el cuerpo de un Victorioso, obtenido en concordancia con sus accions de
Bodhisattva, cumple acciones por el bien de todos, aunque el Bodhisattva se
haya ido al nirvana (sin morada). [38a] -¿Cómo, aquel que hace ofrendas (al
Buda, que no tiene espíritu (conceptual), obtiene resultados? -[Ya sea] que
esté presente o [haya] pasado al parinirvana, está dicho (que los frutos son)
los mismos. [39] Según las escrituras, [ya sea] que para nosotros esas ofrendas
existan convencionalmente o últimamente, tienen efectos. Ello es como los
frutos que vienen, por ejemplo, (de las ofrendas hechas) a un Buda verazmente
existente. [40a] -Ver las (Cuatro Nobles) Verdades nos libera; ¿de qué nos
serviría ver la vacuidad? [40c] -Está dicho en las escrituras que fuera de este
camino no hay iluminación. [41a] -Las escrituras del Mahayana no son
auténticas. -¿Vuestras propias escrituras lo son [acaso]? [41c] -Son auténticas
para nosotros dos. -Entonces, para vosotros no estaban establecidas así. [42]
Las razones de tener confianza en vuestras escrituras se aplican, igualmente, a
las del Mahayana. Además, si (una cosa) es verdadera desde que dos (personas)
la aceptan, los Vedas y otros serían verdaderos, igualmente. [43a] -(Las
escrituras del) Mahayana son impugnadas. [43b] -Puesto que (todas vuestras)
escrituras son impugnadas por los no budistas, y algunas por vosotros mismos y
otros (mahayanistas), deben ellas ser rechazadas, también. [44a] -Aceptmos como
enseñanzas del Buda toda palabra comprendida dentro del Tripitaka. [44c] -Casi
todas las enseñanzas del Mahayana son iguales a vuestros Sûtras, ¿por qué,
entonces, no los aceptáis? [45] Si criticáis todas las enseñanzas del Mahayana
porque uno sólo no contiene (los tres adiestramientos superiores), puesto que
uno sólo (de nuestros) Sûtra no los contiene todos los tres, como (los
vuestros), ¿por qué no serían todos (los demás) las palabras del Buda? [46] Si
incluso el gran Kasyapa y los demás no han podido (medir) la profundidad de
(esas) enseñanzas, ¿quién, pues, las consideraría como inaceptables,
(simplemente) porque vosotros no las comprendéis? [47] Si [bien] los monjes
plenamente ordenados son la raíz de la Doctrina, es poco probable (, sin
embargo,) que esos monjes hayan realizado la vacuidad. Para aquellos cuyo
espíritu ase (la existencia verdadera), el nirvana es poco probable, también.
[48a] -Tras haber abandonado las perturbaciones, se han liberado. -¿(Pensáis)
que alcanzan (el nirvana) inmediatamente después de este (abandono)! [48c] (Sin
embargo,) aunque no tengan [ya] más perturbaciones, su potencial kármico se
manifestará una y otra vez. [49a] -Su abandono del apego por los agregados
contaminados no es temporal, (la Liberación) es certera. -Aunque este apego no
sea una perturbación, ¿por qué no sería semejante a la ignorancia? [50] El
apego se desarrolla a partir de la sensación; [y] esos Arhats tienen, aún,
sensaciones. (En tanto que el espíritu tenga la prensión (de la existencia
verídica), tendrá (apego) por ciertos objetos. [51] En el espíritu que no ha
realizado la vacuidad, lo que había cesado (momentáneamente) resurgirá de
nuevo; ello es como la absorción no-discriminatoria. Hay, pues, que meditar
[en] la vacuidad. [52] Para hacer el bien de aquellos que la confusión hace
sufrir, los Bodhisattvas permanecen en la existencia cíclica, libres de los
extremos de apego y de miedo: tal es el resultado de la realización de la
vacuidad. [53] No sería correcto, entonces, refutar la vacuidad. También, es
ella [lo] que hay, sin titubeo, que meditar. [54] La vacuidad es el antídoto a
los obscurecimientos que velan la Liberación y la Omnisciencia. ¿Cómo, aquellos
que desean rápidamente alcanzar el estado de Omnisciencia, no la meditarían?
[55] Si es menester temer lo que produce el sufrimiento, (es decir) la prensión
de la existencia real, ¿cómo temer la vacuidad, que lo pacifica? [56] Si
existiese algo tal como el «sí», sería justificado temer [de] cualquier cosa;
pero, puesto que éste no existe, ¿quién hay allí para ser espantado? [57] Los
dientes, los cabellos, las uñas, no son el «sí»; el «sí» no es [ni] los huesos
ni la sangre, no es la mucosidad, no es la flema. No es la linfa ni el pus.
[58] El «sí» no es la grasa, ni la transpiración. Ni los pulmones, ni el
hígado, son el «sí»; Los demás órganos internos no son, tampoco, el «sí». El
«sí» no es ni la orina, ni los excrementos. [59] La carne y la piel no son el
«sí»; el calor y los aires no son, tampoco, el «sí». Las cavidades del cuerpo,
tampoco, y, de ninguna manera, las seis consciencias. [60] Si el («sí»
consciente) que aprehende el sonido fuese permanente, aprehendería el sonido en
todo momento. En la ausencia de un objeto de consciencia, ¿por qué razón puede
ser llamado una consciencia que aprehende el sonido? [61] Si la consciencia
(-sujeto) existiese objeto, se seguiría que incluso un pedazo de madera sería
consciencia. Podemos, entonces, decir con certeza que, sin objeto, la
consciencia no existe. [62a] -(En ausencia de sonido,) aprehende la forma
visual. -En ese momento, ¿por qué no escucha (sonido)? [62c] -El sonido no está
próximo. -Entonces, no existe tampoco consciencia que lo aprehenda. [63a] ¿Cómo
lo que tiene la naturaleza de aprehender el sonido puede aprehender la forma
visual? [63c] -Una sola (persona puede ser designada) como padre y como hijo.
-Ello (no) es (más que) una imputación, no es correcto. [64a] Sattva, rajas y
tama no (pueden) ser ni el hijo ni el padre. Lo que aprehende la forma no tiene
la naturaleza de aprehender el sonido, puesto que una consciencia tal no es
percibida por una percepción válida. [65a] -Como un actor (cambia de papel, el
sí que aprehende el sonido) es visto de otra manera. -Entonces, no es
permanente. [65c] -Sí. Es (simplemente) una otra manera. -¡He allí una unicidad
nunca antes vista! [66a] -Es otra manera, (pero) ella no tiene (existencia)
verídica. -Entonces, decid, ¿cuál es su verdadera naturaleza? -El «sí»
consciente. -Ello implica que todos los seres son uno. [67a] Además, lo animado
y lo inanimado serían uno, pues [son] de existencia similar. Si los aspectos
particulares son falsos, ¿cómo pueden tener un soporte similar? [68a] -Lo que
no tiene espíritu, no es, tampoco, el «sí», porque es inanimado, como un
jarrón. [68c] -(Aunque sea materia) está ligado al espíritu. -Si (se vuelve)
consciente (de un objeto), ello implica que el (sí) no consciente perece. [69a]
Si, según vosotros, el «sí» es inmutable, ¿cómo puede el espíritu actuar sobre
él? [69c] Al ser inconsciente e inactivo, el espacio, también, será un «sí».
[70a] -Si no existiese [un] «sí», no sería lógico postular una relación entre
las acciones y sus frutos. [70c] Si (el sujeto actante) pereciese tras haber
cumplido la acción, ¿quién experimentaría el resultado kármico? [71] -Las
acciones y sus frutos tienen bases distintas. Y, como está establecido para
ambos (que en el momento de experimentar el resultado) el individuo que ha
cometido la acción no está más (allí), ¿no es [acaso] inútil debatir sobre
ello? [72a] No es posible ver, al mismo tiempo, aquel que comete la acción
causal y aquel que experimentará los resultados que son los frutos de ello.
[72c] Está enseñado que el agente y aquel que experimenta resultados están
soportados por la misma continuidad. [73] Ni el espíritu del pasado, ni el
espíritu del futuro son el «sí», puesto que no existen. Si el espíritu
producido (actualmente) fuese el «sí», al desaparecer el espíritu, el «sí» no
estaría allí más. [74] Por ejemplo, cuando se desmantela el tronco de un
bananero nada queda. Igual, si (el «sí») es buscado a través de un análisis
preciso [se ve que] tampoco él existe verídicamente. [75a] -Si los seres no
tienen existencia (verídica), ¿para [con] quién (habráse de) desarrollar
compasión? [75c] -Hacia aquellos designados por el espíritu el confuso que ha
prometido alcanzar ese resultado. [76a] -Si los seres no existen, ¿quién
obtendrá el resultado? -Ello es verdadero (desde el punto de vista último),
pero (desde el punto de vista de un espíritu confundido, aceptamos (esas)
acciones. [76c] No es necesario rechazar la confusión en cuanto a los
resultados. [77a] El orgullo, que es la confusión en cuanto al «sí» es la causa
del sufrimiento, y lo aumenta. [77c] -No hay ningún medio para rechazarlo. -Sí.
¡La meditación sobre el «no-ego» es (el remedio) supremo! [78] Si el cuerpo no
es los pies, ni las pantorrillas; si ni los muslos, ni las caderas son el
cuerpo; si el vientre o la espalda no son, tampoco, el cuerpo, y si el pecho y
los hombros no son el cuerpo; [79] si las costillas y las manos, no son el
cuerpo; si las axilas y la nuca no son el cuerpo; si todos los órganos
internos, no son el cuerpo, tampoco, [y] si ni la cabeza, ni el cuello son el
cuerpo, entonces, en (todo) esto, ¿dónde reside el cuerpo? [80] Si el cuerpo mora
(parcialmente) en todos (los miembros), en todas las direcciones, entonces,
todas las partes moran, seguramente, en las partes, Pero el cuerpo mismo,
¿dónde mora? [81] Si el cuerpo entero, morase en todas las partes, como las
manos, (en tal caso) tendría tantos cuerpos como hay manos y demás. [82] Si el
cuerpo no existe ni en el exterior, ni en el interior, ¿cómo puede existir un
cuerpo (verídico) en las manos y demás (miembros)? Y si fuera (de las partes),
como las manos, no existe nada más, ¿cómo puede tener una existencia
(verídica)? [83] Así, aunqeu el cuerpo no existe (verídicamente), a causa de la
confusión en cuanto a las manos y demás, (la idea de) un cuerpo (verídico)
viene al espíritu, igual que el espíritu (toma) por un individuo a una pila de piedras,
a causa de su forma particular. [84] (Esta pila de piedras) aparecerá como un
individuo por [tan] largo tiempo como las condiciones se apilen. Igual, por
[tan] largo tiempo como exista manos y demás, (sobre esa base) el cuerpo
aparecerá. [85] Igual, puesto que ella es un ensamblaje de dedos, ¿cómo tendría
la mano una existencia (verídica)? Los (dedos) son, igualmente, un ensamblaje
de articulaciones y las articulaciones mismas, al estar divididas en sus
partes, (no tienen) tampoco (existencia inherente). [86] Esas partes (no tienen
existencia verídica) tampoco, pues se dividen en partículas, las que, a su vez,
(se dividen) en partes direccionales. Como estas partes direccionales no tienen
partes, son como el espacio; luego, las partículas ínfimas no existen
(verídicamente) tampoco. [87] Entonces, ¿qué persona juiciosa se apegaría a
esta forma, que es como un sueño? Si, así, el cuerpo no existe (verídicamente),
¿quién (sería) entonces el hombre?, ¿quién la mujer? [88] Si (las sensaciones)
de dolor existen (verídicamente), ¿por qué aquellos que sienten un gran gozo no
son afectados [por ello]? Si las sensaciones de placer existen verídicamente,
¿por qué un sabroso manjar no place a aquellos presa del pesar? [89a] -(Cuando
la sensación de placer) es fuerte, eclipsa (la sensación de dolor). Entonces
este último no es sentido. [89c] -¿Cómo lo que no tiene la naturaleza de ser
sentido puede ser una sensación? [90a] -Existe, como un sufrimiento muy sutil.
Su aspecto grosero es apartado, ¿no es así? Es liviana con respecto a la otra.
[90d] -(Incluso) sutil, (es,) ella también, (una sensación) de (placer). [91a]
-El sufrimiento no es producido cuando condiciones contrarias acaecen.
-Entonces, tomarlo por una sensación (verídica), puede ser llamado una concepción
(errada), ¿no es cierto? [92] Así, como antídoto a esto, hay que cultivar la
meditación analítica; La absorción surgida del campo de análisis es el alimento
del yogui. [93] Si un intervalo existe entre los órganos de los sentidos y sus
objetos, ¿cómo pueden entrar en contacto? Y si no existe ningún espacio, son
uno. Por consiguiente, ¿qué es lo que entra en contacto con qué? [94] Una
partícula no puede penetrar a otra, pues ellas no tienen espacio (interno) y
son del mismo tamaño. Sin interpenetración no pueden mezclarse; sin mezclarse,
no (pueden) entrar en contacto. [95] ¿Cómo estaría justificado decir que,
aunque no teniendo partes, entran en contacto? Si alguna vez veis ([a]
partículas) entrar en contacto sin tener partes, ¡mostrád[nos]las! [96a] La consciencia,
al no ser física, no puede, lógicamente, entrar en contacto (con partículas
físicas). [96c] (En lo que concierne) los agregados (groseros), tampoco ellos
tienen realidad, como lo hemos (demostrado en nuestro) precedente análisis.
[97a] Si, así, el contacto no existe (verídicamente), ¿de dónde vendría la
sensación? ¿Por qué agotarse así?; ¿qué es lo que podría perjudicar a quién?
[98] Si ni la sensación ni aquel que la experimenta tienen la [más] mínima
existencia (verídica), ¿por qué, entonces, tras haber econocido la situación,
no desviarse de la sed (por la sensación)? [99a] Todo lo que veo y lo que toco
es como un sueño, semejante a una ilusión. [99c] Las sensaciones no son
percibidas por el espíritu puesto que [ambos] nacen simultáneamente. [100]
Aunque las sensaciones pasadas y futuras sean producidas, (el espíritu presente
no) tiene de ello (más que) el recuerdo, o no las ha sentido aún. (La
sensación) no se siente a sí misma, y (ella) no es sentida por otros. [101] No
existe (ninguna) persona (real) para sentir la sensación; y, entonces, ninguna
sensación (verídica) existe. ¿Cómo, entonces, podrían perjudicar a una
colección (de agregados) sin identidad? [102] La consciencia mental no reside
en los órganos de los sentidos, ni en (los objetos) tales [como] la forma; ella
no existe entre los dos. El espíritu no será encontrado al interior (del
cuerpo), ni al exterior, ni en otro lugar. [103] El espíritu no es el cuerpo ni
otro; ni confundido con el cuerpo, ni separado, tampoco. No tiene la [más] mínima
existencia (verídica): luego, (la ausencia de existencia verídica del espíritu)
de los seres es el nirvana natural. [104] Si la consciencia es anterior a su
objeto, ¿de la observación de qué objetos es nacida? Si la consciencia y su
objeto son simultáneos, ¿de la observación de qué objeto es nacida? [105] Y si
ella es posterior a su objeto, ¿de qué es nacida? De esta manera, podemos
comprender que ningún fenómeno nace (verídicamente). [106a] -(Si nada existe
verídicamente,) nada existe convencionalmente, tampoco. ¿Cómo existiría[n] las
dos verdades? [106c] Además, (si los fenómenos no existen [más] que en tanto)
convenciones, (designadas) por otros, ¿cómo los seres van al nirvana? [107]
-Esto no es [más] que la concepción errada de los demás; no es nuestra propia
(vista de la) verdad convencional. (Para nosotros, una convención), no existe
más [que] si es certificada por un espíritu válido; si no, no es una
convención. [108] La concepción y lo que ella concibe tienen una relación de
interdependencia. Todo análisis se expresa sobre la base de esta convención del
sentido común. [109] -Si el espíritu que analiza fuese, él mismo, sometido a[l]
análisis, habría que analizar a este último [espíritu], y, así, ello sería sin
fin. [110] -Si el objeto de[l] análisis es analizado, lo que analiza (será un
ser) sin un soporte (verídico). al ser sin soporte, (será visto como) no
surgiendo (verídicamente); ello es llamado nirvana natural. [111a] Según
algunos (el espíritu y su objeto) tienen, ambos, una existencia verídica; pero
ello es una posición muy difícil (de sostener). [111c] -(La existencia verídica
d)el objeto es establecida sobre la base (de la existencia verídica) de la
consciencia. -Entonces, ¿qué prueba tenéis (de la existencia de la existencia
verídica) de la consciencia? [112a] (La existencia verídica) de la consciencia
es establecida sobre la base (de la existencia verídica) del objeto. Entonces,
¿qué prueba tenéis (de la existencia de la existencia verídica del objeto)?
[112c] Luego, puesto que tienen una relación de dependencia mutua, ninguno de
los dos existe (verídicamente). [113] Si no hay padre, no hay hijo, pues, ¿de
dónde vendría el hijo? Si no hay hijo, no hay padre; igual, (la consciencia y
su objeto) no tienen existencia (verídica). [114] -El brote (verídico) proviene
de una semilla, y así, es comprendida la existencia (verídica) de la semilla.
Igual, puesto que la consciencia (verídica) proviene de un objeto, ¿cómo no
comprender que (este último) tiene una existencia (verídica)? [115] -Si la existencia
(verídica) de la semilla puede ser comprendida por una consciencia que es otra
que (el brote), ¿de dónde viene la comprensión de la existencia (verídica) de
la consciencia que conoce el objeto? [116] A veces, la multiplicidad de causas
es visible incluso para la percepción directa de un ser mundano. Diferentes
efectos, tales como los tallos de los lotos, son producidos por una variedad de
causas. [117a] -¿Qué es lo que ha creado esa variedad de causas? -Por una
variedad de causas anteriores [es creada]. [117c] -¿Cómo puede una causa
producir un efecto? -Por el poder de causas anteriores. [118a] Si (sostenéis)
que Ishvara es la causa de los seres, decidnos, primero, ¿quién es Ishvara?
[118c] Si respondéis «-Son los elementos los que son Ishvara-», ¿por qué
cansaros por lo que justo un nombre? [119] ¡Veamos! Los elementos, tales como
la tierra, múltiples son; no permanentes, sin intención. Y no son dioses; los
tratamos con el pie y no son limpios. Luego, Ishvara, no son. [120a] Ishvara no
es tampoco el espacio, pues este último es sin intención. No es el «sí»: lo
hemos refutado ya. [120c] Si el creador (Ishvara) es inconcebible, ¿para qué
decribir lo inconcebible? [121] ¿Qué se supone [que] produce? ¿El «sí»? Pero la
naturaleza de aquél, así como [la] de los elementos tales como la tierra y [la]
de Ishvara, ¿no es [acaso] permanente? [122a] La consciencia nace del objeto, y
desde tiempos inmemoriales el placer y el dolor vienen del karma. [122c] Decid
luego, ¿qué puede crear [Ishvara]? Si la causa no tiene comienzo, ¿dónde
tendrían su origen los efectos? [123a] ¿Por qué (las sensaciones) no son
producidas en permanencia, puesto que (Ishvara) no depende de nada más? [123c]
Si no existe nada que no sea producido por él, ¿De qué dependen, pues, sus
producciones? [124a] Si dependiesen (de condiciones), su causa sería la
acumulación (de las condiciones), y no Ishvara.0 [124c] Si las condiciones
estuviesen acumuladas, sería incapaz de no crear; si ellas no lo estuviesen,
sería incapaz de crear. [125] Si Ishvara crea sin tener deseo [de hacerlo], por
consiguiente, está gobernado por otros; si crea por deseo, depende de este
último. (Luego,) incluso si (todo) es producido (por sus deseos), ¿cómo sería
Ishvara (el creador)? [126a] Aquellos que dicen que las partículas son
permanentes ya han sido contradichos antes. [126c] Los samkhyas suponen una
materia primitiva permanente, causa de la existencia transmigratoria. [127] Sus
calidades, llamadas luz, actividad y oscuridad, En equilibrio, son dichas ser
la materia primitiva; en desequilibrio, la existencia transmigratoria. [128a]
Que una cosa única tenga una naturaleza triple no es lógico; luego, (la materia
primitiva) no existe. [128c] Igual, sus calidades no existen (verídicamente).
[129a] Si las calidades no existen, los sonidos y demás están, también, lejos
de existir. [129c] Los vestidos y demás, al no estar animados, no pueden tener
(calidades) tal[es como] el placer. [130a] Si [acaso] decís que las cosas
tienen la naturaleza de su causa, ¿no hemos [acaso] analizado ya las cosas?
[130c] De la causa que (postuláis), tal [como] el placer, una tela no puede
surgir. [131a] (Si decís que) el placer viene de las cosas, como la tela,
(entonces,) cuando no hay (tela), el placer y demás (no existen, luego),
tampoco. [131c] La permanencia del placer y demás no sido, aún, jamás vista.
[132a] Si decís que el placer es (siempre) manifiesto, ¿por qué no es sentido
(durante el dolor)? [132c] Si decís que se vuelve sutil, ¿cómo sería (primero)
grosero y (luego) sutil? [133] Si abandona su estado grosero para volverse
sutil, esos estados, grosero y sutil, son no permanentes. ¿Por qué no aceptar
que todas las cosas, del mismo modo, son impermanentes? [134a] Si el estado
grosero no es [otro] más que el placer, la impermanencia del placer debe ser
evidente. [134c] -Si (decís que el efecto) no existe (en el momento de la
causa), nada podría ser producido, puesto que nada existiría. [135a] -Aunque no
aceptéis la (nueva) producción de (fenómenos precedentemente) no manifiestos,
(insistís) [en] que permanecen (en el tiempo de la causa). [135c] Pero, si los
efectos permaneciesen en el tiempo de la causa, al comer alimentos comeríamos
excremento. [136a] Por el precio del tejido, [más] vale comprar semillas de
algodón y vestirse con ellas. [136c] -En su confusión, los seres mundanos no lo
ven -Pero el Omnisciente lo ha postulado así. [137a] (Puesto que decís que)
está presente su conocimiento, también, en los seres mundanos, ¿por qué no lo
ven? [137c] -Las percepciones de las (seres) mundanos no son válidas.
-(Entonces,) es falsa su percepción de lo que es manifiesto, también. [138] -Si
para vosotros las percepciones válidas no son válidas, lo que ellas perciban,
¿no será [acaso] igualmente falso? Así, la meditación sobre la vacuidad como
verdad última no sería aceptable. [139] -Sin haber tocado con el dedo la
existencia verídica imputada, la ausencia de existencia verídica no es
aprehendida. Así, si la existencia verídica (de un fenómeno) es falsa, la
ausencia de existencia verídica es claramente falsa. [140] Así, en el momento
de soñar [con] la muerte de un niño, el pensamiento (no verídico) que concibe
su ausencia hace cesar el pensamiento que concibe su presencia; pero él es,
igualmente, no verídico. [141a] Luego, tras un análisis tal, (se ve que) nada
existe sin causa, [141c] y que, tampoco, nada depende (verídicamente) de
condiciones, [ya] sean individuales o colectivas. [142a] Nada viene de otra
parte; nada permanece, nada se va. [142b] Entre una ilusión y lo que los seres
confusos toman por la realidad, ¿cuál es la diferencia? [143] Todo lo que es
creado por la ilusión y lo que lo es por causas, debe ser analizado, (para
saber[se]) de dónde viene ello, y adónde va. [144] Este (efecto) no es visto
[más] que por la proximidad de una (causa): cuando la última no existe,
entonces el primero tampoco [es]. ¿cómo, estos (fenómenos) artificiales,
semejantes a reflejos, tendrían una existencia verídica? [145] Para una cosa
que existe (intrínsecamente), ¿qué necesidad hay de una causa? Además, para una
cosa que no existe, ¿qué necesidad hay de una causa? [146] Incluso miles de
millones de causas no pueden modificar el estado de no-cosa. En el momento de
ser, (¿cómo una no-cosa pasaría [a ser una]) cosa? ¿Qué más podría volverse
[una] cosa? [147a] Si, en el momento de ser no-cosa, ella no puede ser [una]
cosa, ¿cuándo, exactamente, se volvería [una] cosa? [147c] En tanto que no haya
devenido en cosa, ella no estará apartada de su estado de no-cosa. [148] Si
ella no es apartada de su estado de no-cosa, el estado de cosa no es posible,
en ese momento. Una cosa no puede devenir en no-cosa, tampoco, pues la
consecuencia sería que tendría una naturaleza doble. [149a] Así, la cesación
(intrínseca) no existe, puesto que las cosas (intrínsecas) tampoco existen.
[149c] Ningún ser ha jamás tomado nacimiento, ni tenido cesación. [150a] La
existencia transmigratoria es como un sueño. Analizado, es como el bananero.
Ultimamente, nada distingue los estados que están más allá del sufrimiento y
los que no lo están. [151] Entonces, ¿qué hay por ganar, o por perder, de cosas
vacías de existencia intrínseca? ¿Quién está allí para rendirme honores, o para
desprecio mostrar? [152] ¿De dónde provienen la dicha y el sufrimiento? ¿De qué
regocijarse o entristecerse? Cuando busco su naturaleza última, ¿quién está
allí para ser apegado?, ¿de qué apegarse? [153] Al analizar este mundo de seres
vivientes, ¿quién hay allí para morir aquí? ¿qué llega?, ¿qué advendrá? ¿quién
es el amigo?, ¿quién el pariente? [154a] Todo ello es como el espacio.
Vosotros, que sois como yo, practicad así. [154c] Aquellos que buscan la dicha
están tan turbados por causas de disputas [y] tan divertidos por causas de
regocijo. [155] Sufren y se esfuerzan por encontrar (la dicha): se disputan y
se torturan, se apuñalan unos a otros. A causa de sus fechorías, es muy dura su
vida. [156] Una y otra vez tienen renacimientos dichosos, pero, tras haber
probado innúmeros placeres, tras su muerte vuelven a caer en le sufrimiento
interminable e insoportable de los reinos inferiores. [157] Este mundo está
sembrado de precipicios; la verdad última no es [en él] (comprendida). Puesto
que la ignorancia y la realización de la realidad son incompatibles, en el
mundo, la realización de la vacuidad no existe. [158a] Existe allí el océano de
los sufrimientos, indescriptibles, insoportables e infinitos. [158c] Débil es,
allí, el poder de cumplir la virtud; igualmente, corta es, allí, la vida. [159]
Está, allí, la necesidad de proteger su [propia] vida y su salud, la de
combatir el hambre y el agotamiento, de encontrar el sueño, y la violencia
evitar, [la] de atarse con una insensata amistad a los necios. [160] Así
vivida, una vida [así] es vana y corre rauda; es difícil encontrar (una
ocasión) de análisis. en este estado de cosas, ¿dónde encontrar el método para
contrarrestar la habitual distracción? [161] Aquí, los maras hacen esfuerzos
por hacernos caer en los renacimientos inferiores. Allí, existe[n bastantes]
vías erradas, que hacen nacer dudas difíciles de vencer. [162a] Es duro obtener
otra vez una tal disponibilidad, la presencia de un Buda es muy difícil de
encontrar. [162c] Atravesar el río de las perturbaciones arduo es... ¡Ay, el
sufrimiento continuará aún! [163] ¡Oh miseria! Hay, verdaderamente, que
entristecerse por todos aquellos que permanecen dentro de este río de
sufrimiento y que, aunqeu sufran extremamente, no reconocen su propio miserable
estado. [164] Por ejemplo, algunos (ascetas) entran en el fuego, muchas y
muchas veces, tras haber hecho numerosas abluciones; y, aunque sufran, así,
extremadamente, se imaginan en estado de felicidad. [165] Así, aquellos que
actúan como arhats, como si no hubiese ni envejecimiento ni muerte, después de
haber sido, primero, matados, caerán en los inaguantables sufrimientos de los
renacimientos inferiores. [166] ¿Cuándo podré, al fin, apaciguar el dolor de
aquellos que atormenta el fuego del sufrimiento, por la lluvia de mi propia
felicidad acumulada, que caiga de grandes nubes de méritos? [167] ¿Cuándo, tras
haber respetuosamente acumulado los méritos, realizando a la vez la ausencia de
existencia verídica, podré, al fin, enseñar la vacuidad a aquellos, perdidos a
causa de su prensión de la existencia verídica? X Dedicatoria [1] [Que] por las
virtudes acumuladas al componer este texto, «La entrada en las prácticas del
Bodhisattva», puedan todos los seres, igualmente, involucrarse en esas
prácticas. [2] [Que,] en todas las direcciones, puedan todos los seres que
sufren en su cuerpo y su espíritu, obtener océanos de gozo y de dicha, por los
méritos que he creado así. [3] [Que] en tanto dure la existencia cíclica, la
dicha de los seres nunca mengüe; que accedan, sin interrupción, a la felicidad
insuperable de un bodhisattva. [4] [Que] puedan todos los seres encarnados que,
en toda parte en el universo padecen los sufrimientos de los infiernos, probar
la sublime dicha de Sukhavati. [5] Que aquellos ateridos por el frío encuentren
el calor, y que, por los oleajes de agua vertidos sin cesar por las nubes de
compasión de los Bodhisattvas, sean refrescados los seres quemados por el
calor. [6] [Que] pueda el bosque de hojas cortantes devenir en un bosquecillo
encantador; y que puedan los árboles de cuchillos y espadas devenir en árboles
para colmar los anhelos. [7] Que las tierras de los infiernos se vuelvan
regiones dichosas, de grandes lagos perfumados por los lotos y embellecidos con
los melodiosos cantos de los patos, las ocas y los cisnes salvajes [8] Que los
carbones incandescentes se transformen en gemas, que el piso de hierro candente
devenga en un empavesado de cristal, y las montañas de los infiernos
triturantes devengan en celestiales lugares de culto, poblados por Sugatas. [9]
[Que] puedan las lluvias de lava, piedras quemantes y armas, a partir de ahora,
devenir en lluvias de flores, y [que] puedan, aquellos que se pelean con sus
armas, jugar, desde ahora, a la guerra de flores. [10] Que aquellos que se
ahogan en el río de ácido quemante, con su carne hendida, [con] sus huesos
blancos como el lis, obtengan un cuerpo divino por el poder de mis virtudes, y
moren entre las diosas en un apacible río. [11] «-¿Qué temen los hombres de
Yama, los halcones y buitres insoportables? ¿De quién nos viene esta noble
fuerza [que] aclara las negras tinieblas y nos aporta el gozo?-». [Que] al
mirar a lo alto, en los cielos, perciban la radiante forma de Vajrapani; Que su
gozo, potente, los libere del mal, y que moren en su presencia. [12] [Que,]
cuando vean las incandescentes lavas infiernales [ser] apagadas por una lluvia
de flores mezclada con agua perfumada, instantáneamente satisfechos, busquen la
razón... [Que] puedan todos los seres de los infiernos ver, así, a Padmapani.
[13] «-Abandonad vuestros temores, amigos míos; volved rápido hacia nosotros;
¿quién huiría, pues, cuando el joven Portador de Trenzas está ahí, apartando
nuestros miedos, él, cuya fuerza disipa todo sufrimiento y nos aporta una
gozosa energía, el perfecto Protector de todos los seres, Bodhisattva de
amoroso corazón? [14] Ved, un centenar de divinidades vienen a venerar sus pies
de loto con sus diademas; una lluvia de variadas flores cae sobre su cabeza:
tiene los ojos húmedos de compasión; su vasto y encantador palacio resuena
[las] alabanzas entonadas por milles de diosas-». [Que,] percibiendo así a
Manyugosha, puedan los seres de los infiernos gritar de gozo. [15] [Que] así,
tras haber podido ver, [a] part[ir d]e las raíces de mis virtudes, una lluvia
perfumadas y refrescante caer de[sde] gozosas nubes creadas por los
Bodhisattvas Samantabhadra y los demás, tal [como] Sarvanivarana-viskambini,
puedan los seres de los infiernos conocer un real gozo. [16] [Que] puedan todos
los animales ser liberados del miedo de comerse unos a otros; [que] puedan los
espíritus ávidos ser tan felices como los habitantes del continente norteño.
[17] [Que] por el incesante flujo de leche que cae de las manos del arya
Avalokiteshvara los espíritus ávidos sean satisfechos, y que, por bañarse en
él, sean por siempre refrescados. [18] Que los ciegos vean las formas, que los
sordos escuchen los sonidos, y que todas las mujeres encintas, como Mayadevi,
den a luz sin dolor. [19] Que aquellos que están desnudos sean vestidos, que
aquellos que tienen hambre sean alimentados; que los sedientos puedan encontar
agua pura y deliciosas bebidas. [20] Que los indigentes encuentren riquezas, y
que aquellos postrados por el pesar vuelvan a encontrar el gozo; que los
desesperados vuelvan a encontrar la esperanza, la estabilidad y una prosperidad
perfecta. [21] Que todos los enfermos, tantos como sean, rápidamente de su mal
liberados sean, y que los seres no conozcan [ya] más ninguna enfermedad. [22]
Que los temerosos estén sin miedo siempre; que los encadenados sean liberados.
Que los débiles vuelvan a encontrar la fuerza, [que] puedan los seres hacerse
amigos. [23] Que la dicha venga a todos los viajeros, en todas las direcciones
que recorran; cualquiera que sea la meta de su viaje, que se cumpla sin
esfuerzo alguno. [24] Que aquellos que navegan obtengan lo que habían ido a
buscar; [que], regresados sanos y salvos, puedan tener el gozo de volverse a
encontrar a sus amigos y su familia. [25] Que todos los viajeros perdidos
encuentren compañeros de camino: que su ruta sea fácil y sin fatiga, sin temer
tigres ni bandoleros. [26] Que aquellos errantes en los lugares desiertos o
peligrosos, los niños, los ancianos, los desprovistos de protector, los
minusválidos y los alienados, sean protegidos por los seres divinos. [27] Que
los seres sean librados de los ocho estados sin libertad; que conozcan la fe,
la sabiduría y el amor. Que tengan alimento y una excelente conducta, y que
recuerden todas sus vidas. [28] Que tengan todos riquezas ilimitadas como las
de la «mina de los tesoros del espacio». [que] puedan disponer de ellas
libremente, sin disputas ni violencia. [29] Que los seres desprovistos de
esplendor se vuelvan resplandecientes; que aquellos cuyo cuerpo está gastado
por las pruebas vuelvan a encontrar un cuerpo perfecto, brilloso de salud. [30]
Que las mujeres de este mundo, tantas como sean, tengan un renacimiento
masculino. Que aquellos de modesto origen obtengan la grandeza, y que los
orgullosos sean hechos humildes. [31] [Que] por los méritos que he acumulado
aquí, puedan todos los seres, sin excepción, abandonar las fechorías y
practicar siempre el bien. [32] Que no sean jamás apartados del espíritu de
Despertar, pero que sigan la práctica de los bodhisattvas; que sean
perfectamente guiados por los Budas, y que abandonen las obras de los maras.
[33] Que todos los seres puedan tener una duración de vida incommensurable. Que
puedan, siempre, vivir dichosos, sin siquiera escuchar la palabra
"morir". [34] Que en todos los rincones swl universo haya parques con
árboles que atienden los anhelos, llenos del delicioso canto del Dharma
enseñado por los Budas y los Bodhisattvas. [35] [Que] la tierra pueda ser, en
todo lugar, pura y sin asperezas, llana como la palma de la mano, lisa por
naturaleza, como el lapislázuli. [36] [Que] puedan cortejos, formas de
numerosos bodhisattvas embellecer la tierra con sus excelentes cualidades. [37]
Que el sonido del Dharma, que resuena en el canto de las aves, en el rumor de
los árboles, en los rayos de luz, e incluso en el espacio, sea escuchado, sin
cesar, por todos los seres (encarnados). [38] [Que] puedan siempre encontrarse
[con] los Budas y los Bodhisattvas; [que] puedan los Maestros de este mundo ser
venerados con immensas nubes de ofrendas. [39] [Que] por la gracia de los
dioses pueda caer la lluvia en el momento oportuno; [que] pueda ser abundante
la cosecha. [Que] los reyes puedan actuar según el Dharma, y los habitantes del
mundo prosperar. [40] Que todos los medicamentos sean potentes; que la
recitación de mantra sea eficaz; que las dakinis y los caníbales y demás,
tengan un espíritu compasivo. [41] Que ningún ser conozca el sufrimiento, ni el
miedo; que no conozcan el desprecio. Que no sean desdichados jamás. [42] [Que]
en todos los templos, pueda la lectura de los textos y la recitación, prosperar
y permanecer. [que] la comunidad monástica pueda ser armoniosa, y [que] pueda
cumplir sus metas. [43] Que todos los monjes plenamente ordenados que deseen
practicar, encuentren un lugar solitario; y [que], liberados de toda
distracción mental, mediten allí, con suavidad de espíritu. [44] Que las monjas
plenamente ordenadas no carezcan de nada. Que no se querellen y no sufran
violencia alguna. Así, que la comunidad monástica no deje jamás degenerar la
ética. [45] Que aquellos que han transgredido la ética lo lamenten, y que
borren todas sus fechorías. [Que] obtengan renacimientos dichosos, y que
tampoco allí degenere su disciplina. [46] Que los eruditos puedan recibir
marcas de honor y ofrendas; que su espíritu esté completamente puro y que sean
conocidos en todas las direcciones. [47] Que no padezcan jamás los sufrimientos
de los reinos inferiores, ni ninguna dificultad; y que, con un cuerpo superior
al de un dios, alcancen, rápidamente, la Budeidad. [48] [Que] puedan los seres
hacer ofrendas a todos los Budas, una y otra vez. [Que] puedan tener la dicha
de probar, siempre, la inconcebible felicidad de los Budas. [49] Que los
Bodhisattvas puedan cumplir el bien de los migrantes, según sus anhelos. Que
los seres puedan recibir todo lo que los Protectores les destinan. [50] Que
todos los realizadores solitarios y los oyentes, alcancen, igualmente, la
dicha. [51] [Que] por la gracia de Manyugosha, hasta que alcance la «Tierra Muy
Gozosa», recuerde todas mis vidas, y que sea, siempre, ordenado [monje]. [52]
[Que] pueda vivir, simplemente, de alimento frugal. [Que] en todas mis vidas,
pueda obtener perfectas moradas solitarias. [53] [Que] cuando tenga gana de
estudiar las Escrituras, o de hacer la [más] mínima pregunta, pueda ver, sin
obstrucción, al Protector Manyughosa mismo. [54] [Que] con el fin de obrar por
el bien de los seres que ocupan hasta los linderos del espacio, pueda mi
conducta parecerse a la de Manyughosa. [55] Por tan largo tiempo como
permanezca el espacio, y por tan largo tiempo como permanezcan los seres, [que]
permanezca, también yo, para eliminar su sufrimiento. [56] Cualquiera que sea
el sufrimiento de los seres, que sea en mí que madure. Que, todos los seres
prueben la dicha, por el poder de la asamblea de los Bodhisattvas. [57] Que
aquella que es es el único remedio para los males de los seres, la fuente
profunda de toda dicha: la Doctrina, reciba homenajes y riquezas y que pueda
permanecer largo tiempo. [58] Rindo homenaje a Manyughosa, por cuya gracia
tengo un espíritu virtuoso. Rindo, igualmente, homenaje a mi Maestro
espiritual, por cuya gracia me desarrollo. [Colofón:] Así acaba el texto llamado
Bodhisattvacharyavatara, compuesto por el gran Maestro Shantideva. *** In:
Guéshé Lobsang Tengyé, Sur l'Océan du Mahayana; commentaire du
Bodhisattvacharyavatara de Shantideva [traducción del texto de Shantideva de la
bikhsuni Thubten Chödron {Ineke Beretty} Instituto Vajra Yogini(ISBN 2-
9500961-4-X) Marzens: Editions Vajra Yogini 1993 Terminado de traducir en
Heredia, Costa Rica, por el ignorante lobsang dawa, el duodécimo día del
segundo mes del año tigre-tierra. sarvamangalambhavantu Índice glosado del
bodhisattvacharyâvatâra para el texto según la traducción del tibetano de
Georges Driessens ------------------------------------ amor II, 6; V, 80; VIII,
181; X, 13 maitrî, byams pa amabilidad, benevolencia [Fischer-S.] amor es el
deseo de unirse a todos los seres vivos en la felicidad [K.J. Wangpo] Voluntad
de aportar la dicha a todos los seres [Jacquemart et al.]. Una de las
pricnipales virtudes budistas; maitrî es la benevolencia hacia todos los seres,
que está libre de apego... Es uno de los cuatro divinos estados de morar (, o
"cuatro inmensurables estados de un buda", brahma-vihâras, o
"moradas de Brahma") [Fischer-S.] En este sentido, bondad amorosa
(yid'ong gi byams pa), (amour bienveillant], fr. loving kindness, ingl.) El budismo
discierne cuatro formas de amor, cuya traducción del sánscrito es difícil:
maitrî, el amor benevolente; karunâ, la compasión, o amor actuante; muditâ el
amor gozoso, simpatía, o felicidad por el otro; y upek(s)hâ, la ecuanimidad en
la que cada persona (de primera entrada amigo, enemigo,o neutro) recibe el
mismo total amor [Supalak Vises]. Sobre los tres tipos de maitrî-karunâ, v.
Fisher-S. v. compasión apego II, 38, 54; V, 45, 48, 64; VI, 44, 71; VIII, 3, 5,
19, 180 manifiesto IX, 51 al cuerpo VI, 52; VIII, 121 al mal VII, 2 a las
riquezas VIII, 79por la dicha IX, 52 perturbación de, IX, 31 la red del, IV, 35
no, VIII, 4 sin, VIII, 184 râga, 'dod chags "pasión, deseo" pasión,
amor [Turner], apego [Driessens a, Teundroup] zhen pa, apego [Cornu a]: uno de
los tres fundamentales venenos, junto con la ignorancia y la cólera. Está
ligado a la prensión y apropiación de los objetos [id. b]. Sinónimo de lobha,
es -junto con el odio (dosa) y el error (moha)- una de las actitudes que,
adoptadas frente a los fenómenos y objetos, retrasan la entrada al nirvâna
[Wolpin]. Aquí, sinónimo de "sed [por los agregados]" (V, 28; VIII,
6; IX, 49-50, 98). cfr. aferramiento (cfr. "autoaferramiento" in
Gordi & Moll, passim) (attachement, fr. grasping, [desirous] attachment,
ingl.) rang gces 'dzin: self-cherising [Manjushri], apego al "yo". v.
deseo Aquel(los) ido(s) al gozo I, 1, 9, 33; III, 23; V, 46; X, 8 sugata, bde
[bar] gshegs [pa] "ido a la dicha" [Driessens a]; "ido a la
bienaventuranza" [Batchelor] "llegado a la felicidad", un
sinónimo de Buda [Padmakara]. "Feliz, beato" (sic), "bien
ido", alguien que ha atravesado la corriente de la existencia, desde el
lado de la ignorancia al de la sabiduría. Es un epíteto del Buda, sinónimo de
'feliz' [Wolpin]. Epíteto de los budas que significa "ido en la
felicidad" [Jacquemart et al.] Léese a veces "el Bendito" o
"el Bienhadado" (le Bienheureux, the Blissful One) v. Despierto
Aquel(los) ido(s) así, II, 1, 11, 22; III, 34; IV, 15; VI, 1, 125, 127; VII,
17; VIII, 24 tathâgata, bde bzhin gshegs pa "el que así se ha ido"
"ido así" [Driessens a]. "el así ido (así venido y así
perfeccionado)" [Fischer-S.] "llegado a la Asidad", sinónimo de
buda [Padmakara]. Alguien que devino iluminado (sic), "aquel que se ha ido
de esa manera", el que se ha ido a la "otra orilla" del ciclo de
reencarnaciones incesantes, el Buda [Wolpin] Epíteto para el Buda [Batchelor].
Uno de los diez títulos que usó el Buda cuando hablaba de sí mismo o de los
otros budas (perfecto [A.i.a.], santo, completamente iluminado, dotado de conocimiento
y conducta, bien ido, conocedor de los mundos, insuperado maestro de los
hombres, enseñante de dioses y hombres, despierto, sublime) [Fischer-S.]. Alude
a uno que ha alcanzado sobre la vía de la verdad la suprema iluminación.
(l'ainsi allé, fr. he thus gone, ingl.) En IX, 29: "Despiertos así
idos". v. Despierto Aquel que habla Verdad V, 6 Epíteto para Buda (el
Verídico, dice el comité Padmakara), v. Shâkyamuni árbol(es) de anhelos II, 4;
III, 20; X, 6, 34 kalpadruma Los cinco árboles celestiales que dan como fruto
todas las cosas que se deseen [Padmakara] (arbres à souhaits, fr. wish-granting
trees, ingl.) cfr. árbol de los anhelos árbol de los anhelos, el IX, 35
kalpavrksha [Padmakara] una de las maravillas celestiales [id.]. kalpataru, el
"árbol de la vida" que satisface todos los deseos [Wolpin] v.
supra.Asamblea de los Héroes para el despertar II, 26, 48 Aquí, sinónimo de
sangha. v. comunidad Asidad IX, 8, 136-8, 152, 157 Buda, "conocedor de
la", V, 16 tathatâ, de bzhin nyid de kho na nyid [Wolpin] El "así
es" o "talidad" (de las cosas) [Humphreys]. El hecho de ser
"tal" o "así". Denota la imposibilidad de determinar la
realidad última por medio de conceptos. Sin embargo, se utiliza el término
"asidad" en un contexto en el cual vehicula implícitamente la idea
que esa ausencia de determinación está dotada con todas las calidades del
despertar [bodhi] y no es una simple vacuidad. [] La naturaleza verdadera de
las cosas,tal como se presenta al espíritu cuando trasciende la dualidad ligada
a los conceptos de "sujeto" y "objeto" [Padmakara].
"asidad", noción central del mahâyâna que apunta a la verdadera, la
absoluta naturaleza de todas las cosas... Es lo opuesto a "lo que es
aparente" (los fenómenos)... thatatâ, el así ser de las coas y su no
dualidad, es percibido a través de la comprensión de la identidad de sujeto y
objeto en el despertamiento (bodhi) de la suprema iluminación... Similar en
sentido a tathâgata-garbha, dharmakâya, dharmatâ [Fischer-S.]. Se relaciona a
veces con el epíteto tatâgatha, "así ido" o "ido a la
asidad" [cfr. Lodö Chöpel] Sinónimo: quididad [Jacquemart et al.] (tel
quel, talité, telleité [Cornu], ainsité [Teundrup], fr. suchness, thatness
ingl.) tattva, de kho na nyid, de nyid asidad, realidad [Driessens a]; solamente
ello, lo que es verdaderamente [Cornu a] La naturaleza absoluta que trasciende
la dualidad ligada a los conceptos de sujeto y objeto [Padmakara] aversión II,
38; IV, 28; VI, 4, 7, 20, 41; VIII, 181 (el) espíritu de, V, 14 el fuego de la,
VI, 71 una gran, VI, 111 sin, V, 79 dvêsa, zhe sdang odio, aversión, disgusto,
repulsión [Wolpin] Manifestación de la mente, que repele o desea separarse de
un objeto, apud H.P. Blavatsky [id.] Uno de los "tres venenos", v.
ira, deseo, apego bodhisattva II, 22 amigo espiritual, b. practicante V, 102
byang chub sems dpa' "buda por ser", o "ser prometido a la
iluminación" Un aspirante a Buda. Novena de las diez divisiones posibles
de la existencia [Wolpin] Un ser de grado espiritual inferior al Buda y que
aspira a serlo (sic) [Wolpin] Ser [sattva] prometido a la Iluminación [bodhi],
poseedor de la bodhicitta que pospone la liberación para sí mismo con el fin de
ayudar a los demás seres a alcanzarla antes que él. Aspirante a la Budeidad -el
estado de buda- cuyas acciones y pensamientos están motivadas por bodhicitta
únicamente [Dreyfus]. Un ser que, tras haber desarrollado la mente despertante,
dedica su vida a la tarea de de lograr la Budeidad en aras de todos los seres
sensibles [Batchelor]. Un ser que ha generado la mente espontánea de la bodhicitta;
desde el primer momento en que el practicante genera la bodhicitta no
artificial -o genuina- se vuelve un bodhisattva, y entra en el "sendero de
acumulación". Un bodhisattva ordinario es alguien que aún no ha realizado
(sic) la vacuidad directamente. Un bodhisattva superior es quien ha obtenido
una realización (sic) directa del vacío [Gordi & Moll]. v. espíritu de
despertamiento, héroe para el Despertar boteros, los IX, 43 tîrthika, mu stegs
pa los que intentaban vadear la corriente [K.J. Wangpo]. Los herejes o
disidentes [Wolpin]. Esto es los no budistas, caracterizados por doctrinas [ya
sea] amorales y antisociales, [ya sea] materialistas o nihilistas
(escepticismo, atomismo, determinismo) []. No se puede negar que esas
filosofías tendían a degenerar en el nihilismo y en la decadencia moral. En
este particular, el Buda difería de aquellos pensadores, ya que su doctrina no
contenía ningún elemento antisocial [Wolpin] (les passeurs, fr. the oarsmen,
ingl.) Budeidad VI, 132 buddhatta, sangs rgyas kyi go 'phang el estado de buda
[Padmakara] Reconocimiento y actualización del estado de Buda en cada ser
humano [Supalak Vises]. ...Se ve por ende cuán alejado está el estado de buda
de ser una especie de fusión en la nada, como lo han pensado algunos eruditos
occidentales. Lo que un buda verdaderamente es sobrepasa ampliamente nuestras
facultades de comprensión [Jacquemart & al.]. El estado de buda [o
budeidad] es entonces un estado completo y perfecto, desprovisto de todo
condicionamiento, y omnisciente [Cornu b] Para Gordi & Moll, Budeidad:
Iluminación, nirvâna superior. Algunos glosarios confunden B., "estado de
Buda", y "naturaleza de Buda" (tathagatagarbha, de gshegs snying
po), v. gr.: "B., la naturaleza búdica subyacente en todos los seres"
[Wolpin] (bouddheité, fr. buddhahood, ingl.) calma continua, la VIII, 4
shâmatha, zhi gnas Calma mental; estado de concentración en el cual el espíritu
ya no es distraído por las percepciones, y permanece sin vacilar sobre el
objeto de su meditación. Es el fundamento de toda concentración [Padmakara]. Un
estado de concentración en el cual la mente puede permanecer -sin esfuerzo y
unipuntualmente- en el objeto de meditación [Batchelor] (calm abiding, ingl.)
ciclo de las apariencias dualistas IX, 28 Sinónimo de "prisión
samsárica" o c. de las existencias, v. ciclo (de las existencias) I, 9,
17; II, 9, 28; III, 30, 33; IV, 11, 21, 34-5; VI, 21, 98, 134; VII, 28; VIII,
7, 131, 154; IX, 13-5, 49, 52; X, 3 la base del, IX, 29 las carreteras del,
VIII, 33 los abismos del, IX, 157 los gozos del, VIII, 13 los males del, III, 2
los miedos del II, 48 los sufrimientos del, VII, 3, VIII, 79 samsâra, khor wa
que sufre transmigración [Turner] el círculo vicioso [Cornu b], ciclo de las
existencias [Cornu a]. Ciclo, ciclo de las existencias, existencia cíclica
[Driessens a]. Rotación, serie renovada de la existencia, ronda de
renacimientos [Wolpin]. Término que abarca todos los modos de existencia
vividos bajo el imperio de la ignorancia y el karma, susceptibles de producir
sufrimiento. En tanto que no se haya actualizado el despertar hay
transmigración del principio consciencia -cargado de huellas kármicas de vida
en vida-. La vida en el samsâra se describe como erranza sin fin [Cornu b]. El
ciclo de las existencias, donde reinan el sufrimiento y la frustración
engendradas por la ignorancia y las emociones conflictivas que resultan de
ella. El s. comprende los tres mundos inferiores de [los seres de] los
infiernos, los espíritus famélicos y los animales; y los tres mundos
superiores, de los hombres, antidioses y dioses. se dicen inferiores y
superiores no por juicio valorativo, pero en función de la intensidad del
sufrimiento que en ellos impera. La humana condición es el único estado de [la]
existencia [cíclica] donde el sufrimiento es lo suficientemente intenso como
para que nazca en nosotros el deseo de escapar del s., sin que nos quite toda
posiblidad de seguir una vía espiritual que lleve a la liberación [Padmakara].
Estado de consciencia caracterizado por la Ignorancia [avidyâ], que provoca un
ciclo continuo de renacimiento sin libertad de elección y bajo la dependencia
del karma [acción-reacción] [Dreyfus]. La existencia cíclica se divide en tres
esferas y nueve niveles. El primer nivel es la esfera del deseo. Los cuatro
niveles siguientes sonlas cuatro divisiones de la la esfera de la forma,
llamadas las cuatro concentraciones. Los últimos cuatro niveles son las
divisiones de la esfera de la carencia de forma, llamadas las cuatro
absorciones amorfas (sic) [K. Jigmé Wangpo] Sin. "ronda de las existencias
concomitantes". (cycle des existences, existence cyclique, fr. cyclic
existence, ingl.) Los "guardianes de la prisión del ciclo" (III, 34),
¿quienes son? cfr. Fischer-S. "naraka" Compasivo[s] VI, 130; VII, 28,
VIII, 105, 186 gran[des] Compasivo[s] II, 51; VI, 123, 124 [mâha] karunîka,
snying rje [chen po] Posseedor de la gran compasión universal (mahâkarunâ,
snying rje chen po) Epíteto de Budas y Aryabodhisattvas, cfr. II, 27;
Compasión, karunâ, snying rje: "simpatía activa", "afecto amoroso";
la calidad sobresaliente de todos los bodhisattvas y budas; una de los cuatro
brahma- vihâras... La virtud de la compasión está personificada en el
bodhisattva Avalokiteshvara [Fischer-S.]. La voluntad de liberar a todos los
seres del sufrimiento y las causas del sufrimiento -los actos negativos y la
ignorancia- [Padmakara] Comunidad, la Suprema II, 24 samgha, dge 'dun
literalmente "los que aspiran a la virtud", los seres realizados que
asisten en el desarrollo espiritual de uno [Batchelor]. La comunidad budista;
en un sentido más restricto la s. consiste en los monjes, las monjas y los
novicios [Fischer-S.]. Tercera Gema (del refugio budista), la s., la asamblea
de aquellos que han recorrido la vía toda; los Hijos de los budas son los
Supremos bodhisattvas, la preciosa asamblea del gran Vehículo -que tienden
hacia el nivel más allá del cual no hay nada más por realizar-. Los oyentes,
los budas por sí mismos y los ahrats constituyen la asamblea del pequeño
Vehículo. Los maestros y amigos espirituales también forman parte del s.; es a
ellos que hace alusión Shântideva cuando habla de las "venerables
personas" [I,1] [S.S.Dalai Lama]. "Suprema" indica la s.
sublime. El comité Padmakara define como sangha la s. convencional: "asamblea
de todos los practicantes del budismo, desde los seres ordinarios hasta los
bodhisattvas". Comunidad de los Héroes para el despertar II, 48; X, 56
Asamblea de los Héroes para el despertar II, 26 Esta es la comunidad de
bodhisattvas. v. supra Conocedor de la Asidad, el V, 16 Epíteto para Buda. v.
Asidad, Shâkyamuni consecuencialista(s) IX, 6, 8, 9-10, 14, 16-7, 19-20, 23,
24-6, 28, 35, 38, 40-3, 46, 48-9, 62-3, 65-6, 68, 71-3,87- 90, 96, 103, 106,
108, 112, 114, 117-8, 121, 123, 130, 132, 134, 136-7, 146 prâsangika, thal
'gyur ba "usar las consecuencias" [Fischer-S.] que hace uso de las
consecuencias, consecuencialista [Driessens 2] Adherente a las tesis "ad
consecuentiam" de la teoría filosófica mâdhyamika fundada por Nâgârjuna.
Subescuela de los mâdhyamikas fundada por el sabio budista Buddhapâlita,
discípulo de Nâgârjuna [Fischer-S.]. La definición de un p. es: alguien que
afirma la no entidad y que no acepta que los fenómenos existan por su propia
naturaleza -ni [siquiera] convencionalmente-. Como ejemplos tenemos a Buddhapâlita,
Chandrakîrti y Shântideva [...] Son llamados p. (los que emplean las
consecuencias) porque afirman que un conocimiento ilativo que comprende la
tesis (de que los fenómenos no existen inherentemente) puede ser generado, en
el continuum [mental] de otro (exponiéndole la absurda) consecuencia [prâsanga]
(de su propia proposición) [K. Jigme Wangpo]. Afirman que ningún objeto existe
por su propia naturaleza porque todos los objetos son, solamente, imputaciones
del pensamiento [idem]. Los tres Vehículos [yâna] no tienen distintos tipos de
sabiduría, pues todos los Superiores [arya, poseedores de la realización de la
Visión de la vacuidad], afirman los p., captan -directamente- la ausencia de
entidad de los fenómenos [idem]. La característica principal de los p. consiste
en que, basándose en [el] que los fenómenos (internos y externos) son imputados
en dependencia, rechazan [el] que existan por su propia naturaleza. Aún así, al
interior de su propio sistema y sin tener que apoyarse en otros, establecen
-sin dudar, servidumbre y liberación, causa y efector, conocido y conocedor,
etcétera, convencionalmente; sólo de modo nominal, como existentes por sola
imputación [id.] mâdhyamika-prâsanghika dbu ma thal 'gyur [Cornu a] cuerpo del
Dharma I, 1 dharmakâya, chös ku honorable cuerpo de la Ley [Driessens a] El más
esencial de los cuerpos del Buda, el que se halla identificado con la realidad
suprema [Wolpin] El estado puro interno de los seres iluminados, que tiene dos
aspectos: sabiduría pura y la naturaleza última pura de la mente de un Ser
Iluminado (sic) [Gordi & Moll] Cuerpo de la Sabiduría de la Verdad [id].
Cuerpo absoluto; la dimensión absoluta de los budas - o "Cuerpo de
vacuidad"-, sin formas ni conceptos, de donde brotan los Cuerpos formales
[los dos cuerpos provistos de forma de un ser omnisciente: el Cuerpo de
disfrute -sambhogakâya- y el Cuerpo de aparición -nirmânakâya-] [Cornu] Ultimo
y esencial cuerpo de Buda. Comprende dos aspectos: cesaciónn total de todos los
obstáculos a la perfecta iluminación y omnisciencia del espíritu [Dreyfus]. El
"cuerpo absoluto" que designa al ser más allá de toda determinación
espacial, temporal u otra; y corresponde a la vacuidad [dharmata?] [Jacquemart
et al.]. La mente totalmente despierta y entendida de Buda [Batchelor] Sobre
los dos modos de comentar el pasaje, v. Padmakara, nota 23.(corps de vérité,
fr. truth body, ingl.) chârvâkas IX, 117 rgyan 'phang pa tshu rol mdzes pa
[Driessens] "materialista" hedonista, nihilista [Driessens a]. Los
"materialistas" indios [wisdom-eye nº16] Escuela filosófica india no
budista, que considera la materia como única realidad, extensiva a las
manifestaciones (sic) espirituales, ya que el hombre está [, según afirman,]
compuesto por los cuatro elementos (agua, aire, fuego, tierra) [Wolpin]. Era
una tesis común en la India antigua [Batchelor] El único sistema hindú [de
pensamiento filosófico] que profesara vistas de aniquilación -o nihilistas-, en
el sentido que rechaza la causalidad (no aceptando más que la percepción
directa) y el ciclo indefinido de los renacimientos... [Driessens] v.
naiyâyika, boteros dâkinîs X, 40 mkha' 'dro.ma, 'kha 'gro ma [Batchelor]
"viajera celeste" Sirviente femenina de Kâlî [Turner] Forma de
entidad en algo semejante a un hada o una ninfa. Algunas existen dentro de la
existencia cíclica, otras fuera de ella [Batchelor]. El vocablo en tibetano se
compone de kha, "espacio celestial", dro, que denota moverse o
caminar, y ma, que indica un ente femenino: el principio femenino de la
iluminación [bodhi] [Gordi & Moll], representado por una femínea figura que
se mueve en el más alto nivel de la realidad. Su desnudez simboliza
conocimiento develizado de la verdad. En el contexto del budismo vajrayâna, las
d. son deidades de meditación [ishtadevatta] que simbolizan el poder inspirador
de la conciencia, encargadas de integrar los poderes liberados por el
practicante en el proceso de visualización, o medio de culminación [sâdhana].
Dícese que su patria es la mítica región de Urgyén. [Fischer-S.] Jacquermart y
Batchelor recuerdan que, si bien la mayoría de las d. está liberada del samsâra
(ciclo de renacimientos concomitantes), hay otras dentro de él. (voyageuse
céleste, fr. sky goer, sky walker, ingl.) demonio(s) VIII, 125; IX, 161
caníbales, X, 40 mara, 'dud Hay cuatro géneros de demonios o fuerzas demónicas:
la muerte, las concepciones perturbantes, los agregados del cuerpo y la mente,
y el demonio celestial Devaputra [Batchelor] deseo I, 6, 22; II, 47, 79; VI,
87, 132; VII, 3; VIII, 39, 60, 77, 80, 122, 129, 173, 175, 177; IX, 31, 125; X,
24 kâma deseo, amor, amor sexual [Turner] râga, 'dod chags: apego, deseo-apego
[Töndrup] hdod chags: pasión, deseo; sinónimo de lobha [Wolpin].
"deseo", véase "apego" [Driessens a]. Uno de las pasiones,
o kleshas, venenos internos (deseo, odio, ignorancia, orgullo, codicia...)
[Padmakara] v. apego, ira Despierto(s) VIII, 157; IX, 8, 15, 19, 34, 41, 162;
X, 32, 34, 38, 48 Despierto ilusorio IX, 39 Despierto real IX, 38 el cuerpo de
un, IX, 36 el poder del, I, 5 el pensamiento en el, VIII, 36 la naturaleza de
un, VI, 126 la palabra expresada por el, IX, 44 la palabra del, IX, 45-6 las
enseñanzas del, V, 103 las calidades de un, VIII, 113 -(sublimes) VIII, 118
Despiertos VI, 81 Idos así, IX, 29 buddha, sangs rgyas conocido, comprendido,
despierto, consciente, prudente [Turner]; Despierto, vigilante [Eliade &
Couliano]; Iluminado [Wolpin]. Antes de designar a una persona, el término buda
es, primero, un adjetivo que significa "despierto". La palabra es
entonces ambivalente, designando [ya sea] un estado [ya sea] una persona que ha
alcanzado ese estado; tanto "el despertar", como un
"despierto" [Jaquemart et al.] Como sustantivo, el individuo que ha
adquirido todas las calidades y eliminado todas las faltas, espíritu totalmente
despierto, llegado a la omnisciencia [Péma Dordjé et al.]. Un buda es un ser
plenamente despierto. Ha purificado [sangs] todas las pasiones y ha
desarrollado [rgyas] todas las potencialidades. El estado de buda es, pues, un
estado integral y perfecto, desprovisto de todo condicionamiento y omnisciente
[Cornu] Ser despierto o iluminado, definido como que ha alcanzado la cima del
devenir por el desarrollar su sabiduría y su compasión a lo largo de
existencias innúmeras, hasta que la una y la otra han alcanzado la perfección.
La sabiduría es perfecta cuando comprende ella todas las cosas, y la compasión
es perfecta cuando todos los seres son, por ella, liberados. Se dice que un
Buda es el ser que no ha comprendido solamente lo que interesaba a sí mismo,
pero que ha respondido [perfectamente] a las necesidades de los demás, también.
[] En sentido histórico, el "sabio (o silente) de[l clan de] los
shakya": Shâkyamuni Buda, cuarto de mil buddha que han de manifestarse en
esta era favorable; Maestro que ha enseñado -de tan sólo cuatro que lo harán-
el método adamantino [vajrayâna] o vehículo del secreto mantra [mantrayâna] [].
Uno que es totalmente purificado de todos los errabundeos [mentales] (sangs) y
que ha comprendido todo lo que puede ser sabido (gyas) [Batchelor]. Aquél que
ha disipado la obscuridad de los dos velos (el velo de las emociones y el velo
que enmascara el conocimiento) y desarrollado los dos tipos de conocimiento: el
conocimiento de la naturaleza de toda cosa y el conocimiento de la totalidad de
los fenómenos [Padmakara]. Estado existente en todo ser viviente, siendo la
meta de la vida desvelarlo quitando todas la escoria que lo recubre [Supalak
Vises] (L'éveillé, fr. awakened one, ingl.) v. buddhatta, estado de buda. v.
Shâkyamuni, Buda bodhi, byan chub; el Despertar, la Iluminación [Wolpin]. Logro
del estado perfecto del ser... Despertamiento último; la Iluminación en sí; el
estado [de un] iluminado []. Despiertos, los I, 27; II, 24, 26-7; III, 5; IV,
3, 13; V, 31; VI, 64, 114-6 , amigos sinceros VI, 119 el campo de, VI, 112 el
recuerdo de, V, 32 la familia de, III, 26 las olas de gracia de, VI, 101 v.
Despierto(Despiertos) así idos, IX, 29 tathâgata buddha v. Aquel así ido
Despiertos para sí X, 50 pratyekabuddha, rang rgyal (rang sangs rgyas)
literalmente, despierto solitario [Fischer-S.] Despierto para sí [Driessens b],
realizador solitario [Driessens a]. Buda individual [Töndrup]. Creyente
solitario [K. Jigmé Wangpo]. El que alcanza la iluminación sólo para sí mismo
[Wolpin?]; Buda aislado [Wolpin] Un ser que alcanza la Iluminación por sus
propios medios []. Denomina a un seguidor del vehículo menor [hînayâna] notado
por vivir en aislamiento [Batchelor]. Realizador solitario del estado de Buda,
sin que dé enseñanza [Supalak Vises]. El tercer giro -por el Buda Shâkyamuni- de
la Rueda de la Buena Ley [Dharma], es a intención de los hînayânistas
"budas silentes" []. El vehículo que toman: pratyekabuddhayâna (rang
rgyal theg pa) [Cornu D]. El vehículo para los budas-para-sí o "realizados
solitarios", [por] donde se alcanza el nivel de arhat, llamado
"unicornio" (buda solitario semejante al unicornio, bse ru lta bu'i
rang sangs rgyas [Cornu a]) o "rinoceronte". (éveillé pour soi, fr.
solitary realizer, ingl.) destructores del enemigo IX, 45, 47-8, 50 arhat (arhant),
dgra bcom pa santo, liberado [Wolpin] [Aquel] que ha vencido el enemigo de las
pasiones [Dreyfus, Cornu a]. Estado de realización [espiritual] en los
vehículos fundamentales de hînayâna [id]. "Merecedor"; el que ha
alcanzado el más alto nivel del hînayâna supramundano, ârya-mârga) y que posee
la certeza que todos los defilements (asrava) y pasiones (klesha) han sido
extinguidos -y no se levantarán en el futuro-. El disfrute del estado de arhat
es el nirvâna con residuo de condiciones (sopadishesha-nirvâna) [Fischer-S.].
En tibetano, "Destructor del enemigo", [...] designa un nivel de
consumación en el que el enemigo -es decir, el apego egótico y pasional- ha
sido conquistado. [Kalu Rinpoché]. "El benemérito". Aquel que ha
recorrido el Octuple sendero hasta llegar a la meta, [el] nirvâna [la
cesación]. [Humphreys] (destructeur-de-l'ennemi, fr. foe destroyer,ingl.) v.
Despierto para sí, Oyentes, srâvaka(yâna), destructor del enemigo "con
resto" IX, 48 bse ru ltai bu'i rang sangs rgyas Variante del precedente (al
tener, los arhats del hînayâna, obstáculos sutiles a la omnisciencia). cfr.
Liberación personal del sufrimiento, nirvâna menor [Gordi & Moll] v.
Despierto para sí, srâvaka, srâvakayâna dios I, 9 diosas X, 10, 14 dioses I,
23; III, 34; IV, 30; VII, 13; X, 14, 26, 39, 47 deva, lha literalmente,
"brillante": ser celestial o dios; habitantes de uno de los buenos
modos de existencia, que viven en afortunados reinos celestes, pero están
sujetos al ciclo del renacimiento, como todos los demás seres... En el budismo
hay veintiocho dominios celestiales (seis en el reino del deseo, dieciocho en
el reino de la forma sin deseo, y cuatro en el reino de los sin cuerpo
[Fischer-S.]. El más elevado [renacimiento] de las seis clases de seres en el
samsâra [Gordi & Moll, SL]. Ser que no tiene un cuerpo humano y está
situado en un estado más elevado que el nuestro [Dreyfus]. Espíritu de las
esferas más elevadas (sic) [Wolpin]. Es mejor considerar a una deidad en tanto
que una función (tal como el don de la fertilidad, la salud, la protección
contra los demonios, etcétera), siempre ejecutada por un ser sobrenatural
(deva) que aún no ha sido liberado [Jansen]. v. ciclo de las existencias dioses
celosos III, 34; IV, 30 âsura, lha ma yin demonio, espíritu maligno; los
"titanes", uno de los seis modos de existencia ... refiere a los
dioses más bajos, que moran en las laderas -o la cima- de la montaña del mundo,
sumeru, o en castillos aéreos [Fischer-S.] Titanes o dioses orgullosos; una de
las diez esferas del mundo existencial [Wolpin] A veces "semidioses".
(dieux jaloux, antidieux [Cornu], fr. demigods, titans, ingl.) v. monte Meru
Doctrina, la (sublime) II, 1, 21, 24, 26, 48; III, 17; IV, 75; V, 89; VI, 64,
109; VII, 37, 39; VIII, 16; X, 39 inferior, V, 90 Santa, III, 32; IV, 86; VII,
15 Suprema, VI, 111 vasta V, 90 la tea de, III, 5 la reflexión en, III, 41 mi,
VIII, 145 la melodía de, X, 34 el sonido de, X, 37 Sinónimo de Enseñanza (V,
89; IX, 47; X, 57) dharma, chos "llevar", "sostener" La ley
cósmica, la "gran norma"; la enseñanza del Buda, quien reconociera y
reformulara esta "ley". Así, la enseñanza que expresa la verdad
universal. En este sentido, el d. existía ya antes del nacimiento del buda
histórico, quien no es más que una manifestación de ella. Es en el d. en este
sentido que el budista toma refugio [sharana] [Fischer-S.]. Generalmente,
religión. Aquí, la doctrina del Buda [Batchelor]. Se refiere a las enseñanzas
de Buda, y a las realizaciones internas que se generan practicando estas
enseñanzas [Gordi & Moll]. El conjunto de las enseñanzas expresadas por los
budas y los maestros realizados que muestran el camino del Despertar. Existen
de él dos aspectos: el D. de las escrituras, que es el soporte de la
enseñanzas, y el D. de la realización, que es el resultado de la práctica
espiritual [Padmakara]. edades I, 7; III, 6; VIII, 155 edades cósmicas VII, 35
kalpa, bskal pa edad [Driessens], período [Wolpin], ciclo cósmico [Töndrup].
eón (sic): espacio de tiempo muy largo, intraducible en cifras [Gordi &
Moll]. Según la cosmología budista, los mundos (châkravala) están sometidos a
un proceso alterno de formación y disolución. El período que corre entre el
comienzo de un mundo y la formación del siguiente, es llamado mahakalpa (gran
ciclo). Este está formado por cuatro períodos inmensurables (asankhyeya-kalpa)
que corresponden a las cuatro fases de formación, duración, disolución del
mundo y el período intermedio de caos que precede la formación de un nuevo
mundo. Cada asankhyeya-kalpa contiene veinte antara-kalpa. Un antara-kalpa es
el período durante el cual la duración de la vida humana -que es de diez años
al inicio- crece hasta alcanzar la duración de un asankhyeya-kalpa, para
menguar de nuevo hasta [ser de] diez años. El final de cada antara-kalpa está
señalado con siete días de guerra, siete meses de epidemia y siete años de
hambruna [Padmakara]. Wolpin también usa el anglicismo 'eón'. El texto (en I,
19, 34; y VIII, 155) usa 'era(s) cósmica(s)' (eras, traducción de kalpa o
mahakalpa [id.]), y también períodos cósmicos, v. Enseñanza, la V, 89; IX, 47;
X, 57 v. Doctrina era(s) cósmica(s) I, 19, 34; VIII, 155 v. edades espíritu
passim citta, sems Para el budismo el espíritu no es una entidad real, pero una
sucesión de instantes de consciencia que le da una apariencia de continuidad.
La naturaleza última del espíritu tiene dos aspectos indisociables: la vacuidad
y la claridad, que es su facultad de conocer [Padmakara]. espíritu de
despertamiento I, 6, 8-13, 15; III, 4, 23-5, 28; IV, 1, 7, 11; VI, 80, 83; VII,
29-30; VIII, 89; X, 32 espíritu de vigilia II, 25 bodhichitta, byang.chub [kyi]
sems Espíritu de despertamiento, de iluminación [Driessens a]. El espíritu de
vigilia [Cornu]; mente despertante [Batchelor]. La "mente dirigida hacia
la iluminación" [Fischer-S.]. Una mente imbuida de la aspiración de lograr
el estado de budeidad en aras de todos los seres sensibles. Es ella el acceso a
-y la motivación tras- el modo de vida del bodhisattva [Batchelor]. Aspiración
y voto de alcanzar la iluminación, el despertar (bodhi) del espíritu (citta), para
beneficio de todos los seres [S]. Pensamiento del Despertar (traducido también
por "espíritu de despertamiento"): el voto de alcanzar el Despertar
con la única meta de librar del sufrimiento a todos los seres y conducirles al
estado de buda [Padmakara]. Aquel que hace experiencia de bodhicitta siente
nacer en él el deseo de asumir la carga de llevar a todos los seres a la
Liberación. Es para la realización de este ideal que quiere él devenir en Buda.
Esta voluntad, desprovista de vanidad, es designada por la expresión
"nacimiento de bodhi" en el [continuum] mental, bodhicittopada [Dl].
La bodhicitta relativa surge de la meditación del practicante en (y de la
compasión por) todos los seres sintientes (sic) [sattva]. Esto produce
vislumbres de la bodhicitta última, la última naturaleza, verdadera, de la
realidad. A su vez, esto inspira más compasión por los seres y la intención de
librarlos del samsâra [Ll]. El término "citta" se traduce
frecuentemente como "mente", pero significa en realidad una
experiencia mental emotional total, de la que uno es consciente así como de la
uno no es consciente. Abarca sensaciones (placentero, doloroso o neutro),
percepción, memoria (de objetos visuales, audibles, olibles, gustables,
tangibles, y objectos mentales), activitdades volitivas (tales como aquellas
asociadas o disociadas de la consciencia), y la consciencia. Cuando traducimos
"chitta" como "mente", debe recordarse este significado
budista implicado [we,nº55,158] (esprit d'évéil, esprit d'illumination,
[Driessens a] [att. h in D], fr. mind of enlightenment, awakening mind,
awakened attitude, ingl.) v. héroe para el despertar, bodhisattva espíritu de
vigilia II, 25 v. espíritu de despertamiento garuda VII, 52 khyung Nombre de un
ser mítico\místico, mitad hombre (tronco y brazos) mitad ave (alas, patas con
garras, cabeza de pájaro) el "el rey de las aves devorador de
serpientes". Simboliza la sabiduría [Jacquemart et al.] o la temeridad de
las profundas enseñanzas del Buda y, en especial, las enseñanzas (del) vajrayâna.
[Lodö Chöpel] gran Vehículo V, 102; IX, 41-6 mahâyana, theg pa chen po (la)
"gran búsqueda espiritual" del bodhisattva [Batchelor] Fundamentado
en la compasión, es el vehículo de los bodhisattvas, que desean alcanzar el
Despertar con el fin de poder liberar a la infinidad de los seres [Padmakara].
Vehículo de aquellos que, motivados por la bodhicitta, buscan la iluminación
total para provecho de todos los seres. Una de las dos divisiones principales
del budismo, que a su vez se divide en pâramitâyâna y vajrayâna []. El mahâyana
es así llamado porque la meta de esta Vía es la Liberación de todos los seres
[Dl]. (El) Vehículo Universal. El mahâyana, o la forma mesiánica del budismo,
que pone el acento en el amor y la compasión, implicaciones inevitables de la sabiduría
del "no-yo" [anâtman]. Elaborado a partir del vehículo Individual o
monástico [hînayâna o theravada], [que es] concebido para llevar {porter} a los
seres un por uno, provee él una enseñanza social y un medio para transportar a
todos los seres hasta la iluminación [T]. Las dos (escuelas) del mahayâna son
la cittamatra (o Sólo Mente) y la mâdhyamika [G. Tamding Gyatso, in Gordi &
Moll] héroe(s) para el despertar II, 26-7, 48; III, 24; IV, 8; V, 31, 54, 84,
90, 98; VII, 19, 44, 63; IX, 35, 37, 75; X, 1, 3, 5, 13, 15, 32, 36, 49, 56
Asamblea de los, I, 31; II, 48 bodhisattva, byang chub sems pa Héroe para el
despertamiento [Driessens a] Héroe del espíritu de despertamiento [o vigilia]
[Cornu a]; Ser iluminado [Fischer-S.]. Un ser que ha generado la mente
espontánea de la bodhicitta. Desde el primer momento en que el practicante
genera la bodhicitta no artificial -o genuina- se vuelve un b. y entra en el
sendero de acumulación. Un b. ordinario es alguien que aún no ha realizado la
vacuidad directamente. Un b. superior, es quien ha obtenido una realización
directa del vacío [Gordi & Moll]. Se libera del ciclo de las existencias
por el realizar todas las calidades del Despertar, pero al mismo tiempo se
manifiesta en él por compasión, para ayudar a los seres. Jamás actúa por
personal interés; todas sus acciones, palabras y pensamientos están consagradas
al bien del otro [Padmakara]. v. espíritu de despertamiento hijo(s) de Aquellos
idos así II, 11, 22 hijos de Aquellos idos al gozo I, 1, 9 hijo(s) de Despierto
III, 26; IV, 3 Hijo(s) de (los) Buda(s). v. Aquellos idos así, Aquellos idos al
gozo hijo(s) de los Vencedores I, 34-5; II, 1, 6, 8; III, 3; IV, 1; V, 100;
VII, 55; Hijos de los Vencedores muy Compasivos VIII, 186 Hijo del Vencedor
semejante al León, un VII, 55 jinâputra, rgyal sras Hijo[s] de los Triunfadores
[Driessens a]. v. bodhisattva humano(s) VII, 57; X, 16 cuerpo, IV, 15, 17
destino, III, 26 el cuerpo de los, V, 66 , sufrimientos VI, 72-3 manusya, mi
idealista IX, 15-6, 18-9, 23-24, 26-7; chittamâtra, sems tsam pa Defensor del
solo pensamiento [Driessens] "sólo espíritu", ver idealismo
[Driessens a]; "mente sólo" [Batchelor]. idealismo, idealista
[Driessens a]. Escuela [filosófica mahâyanista] del "sólo espíritu",
fundada por Asanga (Maitreya), que establece la vacuidad como una ausencia de
sujeto-objeto, pero afirma la existencia del espíritu []. Asanga (siglo IV), de
casta brahmánica, convertido por la escuela mahîshâsaka, se orientó hacia el
mahâyâna, e influenciado por la escuela sarvâstivâda se apartó de la vista de
Nâgârjuna... y propuso una doctrina idealista... (bajo) la teoría que todo es
producido por la mente, pura "ideación" [Fischer-S.]. Profesan [el
dogma] que todos los fenómenos son justo de la naturaleza del espíritu o pensamiento
[citta] [Driessens] vijnaptivadin, vijnanavadin, "idealistas"
ignorancia I, 28; II, 29, 38, 63; VI, 67 las brumas de la, III, 63 los
ignorantes IX, 142 avidyâ, ma rig pa "la ausenca de rig pa; el primero y
central veneno del espíritu, que ha provocado el obscurecimiento de la
consciencia y el dualismo [Cornu 2]."ignorancia, desconocimiento".
Constituye la raíz del sufrimiento dentro de la enseñanza sobre el surgimiento
dependente [pratitya-samutpada]...Así {, en el mâdhyamika,} a. es el no
reconocimiento de la verdadera naturaleza del mundo -la que es vacuidad
(shûnyatâ)-, y la equivocada comprensión de la naturaleza de los fenómenos. De
este modo, tiene una doble función: [por un lado,] la ignorancia vela la
verdadera naturaleza y [por otro,] construye la apariencia ilusoria: ambas se
condicionan mutuamente. En este sistema [filosófico] a, caracteriza la
"verdad convencional" [Fischer-S.] infierno(s) I, 34; IV, 25-6, 30,
35; VI, 47, 50, 72; VII, 12, 69; VIII, 39, 71, 82, 126; X, 4, 12, 15 las
montañas del, VI, 20 las mujeres de los, V, 107 los clamores del VII, 10 los
fuegos del, VI, 74 los guardianes de los VI, 46, 130 los seres de los, V, 107;
X, 4 los suplicios de los, VIII, 84 los verdugos del, IV, 47 narak, dmyal ba
Lugar de intensos sufrimientos que crea, tras la muerte, nuestro propio
espíritu en consecuencia de actos particularmente negativos. Aunque los i. no
tengan realidad propia, se experimentan en ellos los sufrimientos -a modo de
una especie de gigantesca pesadilla cuya irrealidad no sería hallada- [Jacquemart
et al.] Según la explicación tradicional de los reinos infernales, hay
dieciocho lugares diferentes en los que podemos renacer. Ocho infiernos
calientes ("revivir", "líneas negras",
"compresión", "aullidos", "grandes aullidos",
"infierno caliente", "muy caliente", y "sufrimiento
continuo e incesante"), ocho infiernos fríos ("ampollas",
"ampollas en erupción", "temblores", "gemidos",
"castañear de dientes", "reventar de frío",
"reventar" y "grandes llagas"), cuatro fronterizos
("brasas y cenizas", "el pantano de cieno maloliente",
"aquel donde crecen cuchillas afiladas", y "el de agua sin
fin"), y uno ocasional [G. Tamding Gyatso] El texto cita dos i., avîci,
"el insoportable" o "intolerable", v.- y el i.
"calores extremos" (VII, 12)infierno Calor extremo, el VII, 12 El
séptimo de los ocho infiernos calientes. v. infierno(s)infierno Intolerable, el
V, 2; VI, 120; VIII, 107, 123avîchi, mnar med [pa] "infierno
intolerable" [Driessens a] El último de los ocho infiernos del hinduismo
[Wolpin]. Avîci es el más intenso de los ocho infiernos calientes [Padmakara].
El más profundo y más doloroso de todos los infiernos. Sin embargo, no es
eterno: se termina cuando se agota el mal karma que lo ha producido [Jacquemart
et al.]. v. infierno(s) ira III, 16; IV, 36; V, 12, 14, 48; VI, 1-3, 5- 6, 24,
32, 40, 65, 67, 73; VIII, 180, 182 khon khro [=odio, Moll] Uno de los
"tres venenos fundamentales del espíritu", las tres pasiones
primarias (deseo, ira e ignorancia) que animan y condicionan el espíritu ordinario,
correspondientes a las tres relaciones: atracción, repulsión e indiferencia
[Kalu Rinpoché in Töndrup, cit. p.60] v. deseo Joya que atiende los deseos, la
IX, 35 cintâmani la piedra milagrosa.La joya que atiende los anhelos, atributo
de varios bodhisattvas. Símbolo de la mente liberada [Fischer-S.]. Tiene el
poder de concretar nuestros pensamientos [Padmakara] kûtashalmalî, los árboles
X, 6 los árboles del Infierno "armas aguzadas". En el infierno de las
cuchillas afiladas los caminos están llenos de filos sobre los que debes
caminar y que van cortando tu cuerpo en rodajas, una y otra vez, sin que te
mueras. Hay también bosques en los que experimentas el mismo tipo de
sufrimiento [G. Tamding Gyatso]. En los infiernos los adúlteros sienten un
irresistible impulso de trepar al gigantesco árbol kûtashalmalî, en donde
mujeres con dientes de hierro los abrazan y despedazan [Padmakara]. cfr. VI,
46b: "el bosque cuyas hojas son espadas"; v. infierno[s] "La
antología de los sûtras" V, 106 Un compendio de los discursos, un
compendio de los sûtras [Padmakara] sûtrasamucchaya, mdo kun las btus pa [mdo
sde kun btus, Padmakara] shastra [tratado] por Nâgârjuna P.5330, [vol.] 66, 137
idem, mdo sde kun btus; obra de Sântideva, perdida. "La antología sobre
los adiestramientos" V, 105 Compendio de las instrucciones [Padmakara]
shiksâsamuccaya, bslab pa kun las btus pa [bslab pa kun btus, Padmakara] obra
de Shântideva, T.3939, P. p.87, 89 Es un texto -compilado por Shântideva mismo
a partir de varios sûtra del mahayâna- como un volumen complementario al
bodhicaryâvatâra [Batchelor, nota 20] idem, shâstra, por Nâgârjuna Shântideva
[sic] [Padmakara] P.5336, [vol.] 47, 264, 398 "la liberación de
Shrisambhava" V, 103 Srisambhava vimoksa,
[...]legs.par.bshad.pa'i.rgya.mtsho [La biografía de Shrisambhava] sûtra. La
biografía de Shrisambhava, incluida en el "sûtra gandhavyûha"
[Batchelor, nota 19, cita el pasaje]. "La biografía del glorioso
Sambhava" ...es un capítulo del gandhavyûha-sûtra [Padmakara]. La
Perfección de Sabiduría, las escrituras de IX, 40 Prajnapâramitâ sûtra, phar
phyin gyi mdo prajñapâramitâ sûtra, shes rab kyi pa rol tu phyin pa
literalmente "(gran) sûtra de la Sabiduría que alcanza la otra orilla
(i.e. que es trascendental o liberante)" [Fischer-S.] Discurso de "la
perfección de la sabiduría" Edición del tripitaka (triple canon) tibetano
por la Tibetan Tripitaka Research Foundation; Tokyo\Kyoto, 1956 P[ekín] 133,
239, 316, 317, 320, 336 Uno de los principales sûtra del gran Vehículo, que
expone la vista de la vacuidad [Padmakara] Una serie de alrededor de cuarenta
sûtras mahâyânas, reunidos todos bajo ese nombre pues todos tratan de la
comprensión de prañjâ (sabiduría trascendente) [Fischer-S.] "las preguntas
de Subâhu" I, 20 [(el) sûtra de las preguntas de Subâhu] subâhuparipriccha-sûtra
Aquí Shântideva cita el "discurso pedido por Subahu", donde el Buda
demostró a los discípulos del pequeño Vehículo (shravaka) los beneficios del
espíritu de despertamiento ... El Buda los incita a superar su desaliento y a
practicar según la vía del gran Vehículo, en la que los practicantes se
involucran en alcanzar la iluminación para el bien de todos [G. Lobsang
Tengyé]. El original sánscrito se perdió. [Se conserva en el tangyur tibetano,]
retraducido del chino (T. 70) [P. nota 30, p.129] Batchelor cita [nota nº4] el
pasaje, apud Togmé Zangpo. liberación I, 2; IV, 22; VI, 13, 100; VIII, 108; IX,
75 la liberación de los seres VIII, 108 moksa, thar pa "liberación"
El libramiento del samsâra, el logro del despertar [Cornu?]. Cesación, por la
práctica del Camino, del sufrimiento y sus causas, del karma y los klesha;
sinónimo de nirvâna [Dreyfus]. El hecho de liberarse del sufrimiento y el ciclo
de las existencias; no es el logro último de la Budeidad [Padmakara]. grol ba:
liberación, libertad, libre [Cornu a], pero liberación: thar pa [Cornu b]
nirôda sería un mero control, o "confiamiento" (Turner) de la ronda
de los renacimientos -cual la del destructor-del-enemigo-, y nirvâna la
"emancipación final" [Turner], o l. definitiva. nirvâna, mya ngan las'
das pa El estado de liberación de la condición sufriente de la existencia
cíclica; a veces es usado este término como un sinónimo de vacuidad
[Batchelor]. Estado más allá del sufrimiento [Padmakara] mi gnas pai myang
'das, nirvâna sin morada: cesación del sufrimiento en el continuum de un
arya-buddha [G. Lobsang Tengyé p.291]. Wolpin dice "mig nas pa hi mya ngan
la das pa", extinción, apagamiento, y (etimológicamente) desaparición. v.
Budeidad loto(s) II, 5, 15; VII, 44; VIII, 107; X, 7 ,de oro II, 17 el joven,
VIII, 57 los tallos del, IX, 116 un gran, VII, 44 pies de, X, 14 padma, pe me
Las flores de la familia de las ninfáceas (nenúfar blanco, rojo o amarillo) o
del género Nelumbo (loto azul de Egipto). v. utpala mandâra II, 15 El árbol de
coral, Erythrina fulgens, que es considerado ser también uno de los cinco
árboles celestes [Turner] mantra V, 90; X, 12; X, 40 de logros, un III, 20
sngags Serie de sílabas que contiene generalmente el nombre de un Buda. Como lo
indica su etimología, "protege el espíritu" de las manifestaciones de
la ignorancia [Padmakara]. Fórmula sagrada enunciada en sánscrito que
frecuentemente se recita muy numerosas veces. Es indisociable de una divinidad
de la cual expresa, plenamente, la realidad. El m. vehicula la potencia de la
divinidad [Jacquemart et al.]. Fórmula sánscrita, o (escrita) en otra lengua
mística, destinada a ser repetida por el yogui para producir un efecto por la
energía del sonido. m. significa "lo que protege el espíritu". Cada
deidad de práctica [yóguica] posee su o sus mantras, que son su personificación
sonora, su Verbo. Existen m. de purificación, de larga vida, de aproximación,
de logro, de actividad ["mantras de acción"], etcétera [Cl?]. Un
grupo de sílabas que expresan de manera condensada y simbólica las cualidades
esenciales de una deidad [Gordi & Moll]. Fórmula sagrada correspondiente a
cada divinidad, en sánscrito en el Tíbet, que pone eal recitante en contacto
con las calidades y energías de la divinidad y que protege su espíritu [Supalak
Vises]. Palabras de poder, palabras o sílabas en sánscrito recitadas en el
transcurso de ciertas prácticas de meditación [DS] mensajeros de Yama, los
Enfermedad, vejez y muerte inminente. v. Yama método de Vajradhvaja, el VII, 46
El vajradhvaja-sûtra, "sûtra de la bandera adamantina" es [, a su
vez,] una parte del avatamsaka-sûtra (T. 44) [Padmakara]. En el sûtra
Vajradhvaja el Buda precisó que el poder de la estabilidad se desarrolla sobre
la base de la confianza en sí (mismo) [G. Lobsang Tengyé] Batchelor, nota 28,
cita el pasaje según Togmé Zangpo. migrantes, los II, 47; III, 30, 32; IV, 6,
41; VI, 83, 126; VIII, 91, 146, 184; IX, 149; X, I, 13, 49, 55-6 el bien de,
III, 24 el Guía único de, I, 11 la dicha de, I, 26 los deseos de, VII, 59 los
sufrimientos de, X, 104 jagat, 'gro ba Los que migran de un plano existencial a
otro, es decir, los seres sensibles. v. ciclo de las existencias, seres monarca
universal VI, 134 chakravartin, khor sgyur un gobernante universal [Turner]
literalmente, "gobernante de [la] rueda"; un gobernante del que se
dice que "las ruedas de su carruaje doquiera ruedan sin obstrucción":
un gobernante mundial. Se distinguen cuatro clases de c., simbolizados por
ruedas de oro, plata, cobre e hierro [Fischer-S.]. En la mitología hindú,
monarca que reina sobre un universo entero [Jacquemart et al.]. [Sus] siete
atributos característicos son los siete atributos reales: la rueda de mil
radios, la "joya que atiende los anhelos", la preciosa reina, el
precioso ministro, el elefante blanco, el sublime caballo, y el precioso
general [id.]. [...]No se han entronizado ni por el azote ni por la espada,
sino por la justicia [Wolpin] 'khor lo bsgyur pa'i rgyal po: rey chakra: ser
celestial dotado de tremendo poder y riquezas [Batchelor] monte Meru IV, 31; V,
58 sumeru, ri rab Nombre de la "cima cósmica", gigantesca montaña
central, eje de este universo según la antigua cosmología india, adoptada por
la budista. En un espacio que se considera plano, alrededor del Meru -hecho de
cristal en el este, de safiro el sur, de rubí en el oeste y de fino oro al
norte [Padmakara]-, circundado por siete mares concéntricos, se ordenan los
cuatro continentes mayores y sus subcontinentes respectivos (dos por
continente). Sólo en el continente sur - jambudvîpa- donde se encuentra la
Tierra, hay posibilidad de practicar religión o desarrollo espiritual []. Según
la cosmología budista, montaña gigante que se haya en el centro del universo.
Es considerablemente mayor que la tierra (sic) y el hogar de las dos clases de
dioses inferiores del Reino del deseo [Gordi & Moll]. Se dice que el sol y
la luna dan la vuelta y desaparecen para ir[se] detrás [del M.], cuando no se
les ve más. Cuando se encuentra [uno con] "el Monte M." en un texto
búdico puédese comprenderlo como correspondiente al eje del planeta en la
cosmología moderna [Thurman] naiyâyika IX, 68, 118, 121, 123 rigs.pa.can
"lógico" Llámase así al seguidor del brahmán Aksipada. Su escuela
comparte los principios generales de la -también eternalista- escuela
particularista [Hopkins]. Los naiyâyikas dicen que el âtman es inmutable e
inanimado, que está presente -como el espacio-en cada ser; capaz, sin embargo,
de percibir los fenómenos e involucrarse en la acción, cuando se asocia a una
consciencia [Padmakara] v. particularistas, vaishesika nubes I, 5; VIII, 57; X,
15 de beneficios X, 5 de [...]himnos II, 33 de incienso X, 16 de (mis) méritos
VIII, 166 de ofrendas II, 20; X, 38 oyentes VII, 29; IX, 38; X, 50 s[h]râvaka,
nyan thos "un oyente", seguidor de la tradición hînayâna connotada
por se vivir en comunidades [Batchelor] Un discípulo incapaz aún de progresar
independientemente (sic) [Wolpin] v. srâvaka particularista(s) IX, 40-1, 43,
45, 48-9 vaibhâshika, phyi.don.du.smra.ba bye brag smra ba
"particularista" [Driessens a] bye brag smra ba: escuela vaibhâshika
[Cornu a] literalmente "adherentes al mahâvibhâshâ" [Fischer-S.]. Una
de las cuatro clases de srâvakas [Padmakara] [Llámanse así] las escuelas
filosóficas hînayânistas de los vaibâshikas y los sautrântikas [Batchelor],
pero: vaibashika, bye brag smra ba: seguidor de una escuela de filosofía hindú
(sic) [id.] Término con que se denomina la fase tardía de los sarvâstivâda
"la escuela que enseña que todo es". V. se deriva del título de los
textos que fundamentan esta escuela de pensamiento: vibhâsâ (de Kâtyâyaniputra)
y mahâvibhâshâ (último de los siete libros del abhidharmapitaka) [Fischer-S.].
Los vaibhâsikas sostienen que ellos evitan el extremo de la permanencia porque
afirman que cuando se produce un efecto cesa la causa. Dicen que también evitan
el extremo de la aniquilación porque afirman que que un efecto surge tras la
terminación de un causa [K. Jigmé Wangpo] sautrântika, rang rgyud pa (sdo sde
pa?, mdo sde spyod pa?): autónomo defensor de los discursos [Driessens a] svatantrika,
rang gyud pa, autónomo. Propugnante del mâdhyamika que postula la ausencia de
entidad y afirma la existencia -por su propia naturaleza aunque no de un modo
básico- convencional de los fenómenos [K. Jigme Wangpo] Se dividen en dos
sistemas: yogâchâra-svatantrika-mâdhyamika y sautrântikasvatantrika-mâdhyamika
[id.] yogâchâra, mdo sde spyod pa: autónomo practicante de la unión [Driessens
a] v. realistas pequeño Vehículo III, 2 hînayâna, theg pa dman (pa), theg dman
[Batchelor] vehículo [más] pequeño, vehículo menor La "búsqueda espiritual
menor" de los shrâvaka y los pratyeka apuntada sólo hacia la liberación
personal [Batchelor]. Fundamentado en la renunciación, se dirige a aquellos que
buscan la liberación individual con el fin de poner término a sus propios
sufrimientos. Vehículo de los oyentes, los budas por sí mismos y los arhats
[Padmakara]. La escuela Hînayâna se desarrolló entre la muerte del Buda y el
final del primer siglo A.C. la "enseñanza de los mayores" theravâda,
es la la única escuela existente hoy día [Fischer-S.] Las dos escuelas del
vehículo fundamental o Hinayana son la Vaibhashika y la Sautrantika [G. Tamding
Gyatso in Gordi & Moll]. La práctica básica del hînayâna se describe en la
enseñanza sobre el sendero óctuple [Fischer-S.] períodos cósmicos IV, 19; VI,
1; VII, 21, 33 Respetivamente, cientos de millones, mil, miríadas y un océano
de ellos, v. edadesPotente(s) Señor(es) I, 7 muni, thub dbang muni, thub pa:
Poderoso; epíteto para un buda, específicamente para Shâkyamuni Buddha, aquí [Batchelor].
Puissant Seigneur [Driessens a] v. Despierto practicantes para el despertar
VIII, 83 Sinónimo de Héroes para el despertar, v. Protector, el V, 96; IX, 7del
mundo IX, 17 Los Protectores II, 7, 22, 29, 42, 64-5; III, 3, 34; V, 9; VI,
125; X, 49 Los Protectores del mundo VI, 126 Epíteto que se aplica a budas y
bodhisattvas superiores []. Vajrapâni, Mañjushrî y Avalokiteshvara son los tres
bodhisattvas llamados "Protectores de las tres Familias" [Padmakara]
v. Avalokiteshvara, Mañjushrî realistas IX, 6-10, 13, 111-2, 114 sarvâstivâdim,
dngos por smra ba "realistas" [Wolpin] Seguidores de la escuela
sarvâstivâda. sarvâstivâda grosso modo: "la enseñanza que dice que todo
Es"; escuela de los hînayânas separada de los sthaviras bajo el reino de
Ashoka. El nombre de esta escuela viene de su premisa básica que todo (pasado,
presente y futuro) existe simultáneamente. Prevaleció esta escuela en Kashmir y
Gandhâra. Constituye un estadio transitivo entre el hînayâna y el mahâyâna. Los
sarvâstivâdins poseen su propio canon, redactado en sánscrito... Sus obras más
importantes son el abhidharmkosha de Vasubandhu y el mahâvibhâsâ ("gran
exégesis") -redactado bajo la supervisión de Vasumitra en el concilio de
Kashmir- a la cual debe esta escuela el nombre de vaibhâshika, nombre por el
cual también se la conoce [Fisher-S.] bhutavadin, dngos smra ba: realistas
[Batchelor] bhutavadin, dngos smra ba, materialistas: aquellos que mantienen
que todos o algunos fenómenos tienen verdadera existencia. Ello incluye a los
no budistas, los vaibâshikas, los sautrântikas y los chittamâtrin. Puesto que
los últimos están incluidos, este término [-realista-] no debe entenderse como
un antónimo de "idealista" [id.] v. particularistas, chârvakas
relicario\garuda del brahmán Sanku, el IX, 36 El comité Padmakara escribe
"la Pagoda del Garuda" sâmkhya IX, 62-3, 65-6, 126, 130, 132, 134,
136-8 grangs can pa "los enumerador[es]", "los que cuentan"
Llámase s. a los seguidores del sabio indio Kapila (v.). Afirman que todos los
objetos de conocimiento están enumerados en veinticinco categorías (y, en
concordancia con Bhavaviveka en su Tarkayvala -Llamarada de razonamientos-,
afirman que uno se libera por la comprensión de las ramificaciones de esa
enumeración) [K. Jigme Wangpo] Defienden la existencia de un "principio
general", o "naturaleza fundamental" [prakrti] que es causa y no
efecto. [id.] Los s. no teístas afirman que todos los objetos manifiestos son
transformaciones de la naturaleza fundamental. Los s. teístas creen que Ishvara
[v.] y la misma naturaleza fundamental son las causas que producen todos los
fenómenos manifiestos []. Sankhya (sic); una de las vertientes ortodoxas del
hinduismo. Sistema filosófico fundado por Asuri y sistematizado por Ishvara
Krsna (s. III), pero por algunos postulados (prakriti, purusha, gunas) recuerda
ciertas doctrinas contenidas en textos más antiguos, por ejemplo los upanishads
[...] Henri Arvon sostiene que esta denominación deriva del sustantivo s. que
significa "número", "cuenta", pero [que] también recibe[n]
el apelativo satkaryavada, porque es una teoría (vada) que admite la realidad
(sat) de los productos (karya) [Wolpin] v. sattva, rajas, tamassattva, rajas,
tamas IX, 64 "los tres gunas" guna, rkyen: condición, causa
secundaria, circunstancia [Cornu]. Calidades, cualidades, condiciones,
atributos de las sustancias; disposiciones de la existencia; categorías de la
naturaleza [...] Estas tres gunas pertenecen al sistema filosófico sâmkhya. La
escuela vaisheshika elabora veinticuatro gunas descriptivas de las cualidades
inherentes a las sustancias [Wolpin]. guna: "dieciocho cualidades de un
Despierto" [Driessens Z] seres, los I, 7-8, 18, 21, 24-5, 27; II, 9; III,
1-2, 5, 7, 12, 19, 31; IV, 13; VI, 34; VI, 40, 42, 66, 81, 113-6, 118-20,
123-5, 127, 130-2; VIII, 7, 22, 103, 114-5, 139; IX, 9-11, 13, 29, 66, 75-6,
103, 106, 118, 163, 167; X, 27, 29, 31, 33, 37, 47-9, 56 infernales, V, 7
innumerables, III, 21 amados VIII, 7 atemorizados VII, 38 debilitados VII, 38
de aspiración inferior I, 20 de los infiernos, X, 12, 14-5 de mundos
inferiores, I, 18 del ciclo, VI, 21 efímeros VIII, 5 mediocres V, 89 nobles II,
13; VIII, 9 ordinarios VIII, 10 sublimes II, 12 sufrientes IX, 52 supremos II,
6 el campo de, VI, 112el conjunto de, V, 10, 12 el contentamiento de VI, 133 el
espíritu de, V, 107 el bien de los, III, 11; IV, 8-9; V, 12, 57, 70, 101 el
bien de todos, VIII, 137; X, 54 el interés de, VI, 121; VIII, 165 la confianza
de otros, VI, 62 la dicha de todos, III, 4; VI, 80 la liberación de, VIII, 108
la naturaleza de, VI, 126 las esperanzas de, IX, 35 los anhelos de, I, 33; V,
86 los mundos de, III, 22 los sufrimientos de, II, 20 los sufrimientos de
muchos, VIII, 106 los seres conscientes VI, 22 los seres vivos, VIII, 94
sattva, sems.cam ser [Driessens a], ser vivo ser sintiente (sic) [Lama Lodö],
es decir, ser sensible. seres sensibles, sattva, sems can Se dice de todo ser
vivo dotado de un espíritu. Las plantas se excluyen de esta categoría, pero
pueden ser la morada de seres sensibles [Cornu]. Seres conscientes [K. Jigmé
Wangpo].Los s. son el objeto de la compasión de los bodhisattvas. v. migrantes
shrâvaka IX, 38; X, 50 nyan thos pa "los auditores" u
"oyentes" nyan-thos[-pa]: que escucha con el corazón [Wolpin]
shrâvakayâna, nyan.thos kyi the.pa: "vehículo de los oyentes", el
primer vehículo, que se apoya en la escucha y la puesta en práctica de las
cuatro (nobles) verdades [Cornu] Llamado a veces hînayâna, el que es, sin
embargo, un término disgustante de historia más bien dudosa, por lo cual es
mejor evitarlo cuando se pueda. S., (o) el "Vehículo de los
Discípulos", es mucho mejor, puesto que en todas las tierras budistas se
honra a los srâvakas -o grandes discípulos del Señor Buda- tales como el
Venerable Shâriputra y el Venerable Maugalyâyana [Dalai Lama]. v. oyentes
sistema del Medio IX, 106 mâdhyamika defensores del Medio IX, 6 tenientes del
Medio IX, 138 La vista filosófica más elevada del gran Vehículo, llamada así
porque no cae en ningún extremo: ni en el nihilismo ni en la creencia en la
realidad de los fenómenos [Padmakara]. v. consecuencialistas sol I, 32; VIII,
57 de mediodía VI, 66 surya, ny ma stûpa VI, 64 chos.rten Monumento simbólico
considerado como soporte del espíritu de los budas y que hace las funciones de
"difusor" de energía espiritual [Cllex]. Término [...] que designa un
edificio de arquitectura formal que contiene reliquias preciosas y acopios de
mantras. Su simbolismo detallado representa las cualidades del Buda, del Dharma
y la Sangha en general y del espíritu Despierto en particular. Hay ocho tipos
de stupas que corresponden a los ocho aconteciminetos cruciales de la vida del
Buda Shâkyamuni [DK]. Los s. son túmulos funerarios de mampostería que
contienen los restos de un santo [nº85cdl] [Wolpin] sûtra(s) V, 90, 103-4; IX,
44, 45 mdo hilo, cuerda [Turner] "discurso" Un discurso predicado por
Buda [Batchelor]. Texto que consigna la palabra del Buda Shâkyamuni. Los s.
pueden ser mirados como la enseñanza exotérica del Buda y los tantras como su
enseñanza esotérica [Jacquemart et al.] Sermón, discurso, diálogo del Buda con
sus discípulos [Wolpin]. Las palabras del Buda transcritas por sus discípulos
[Padmakara]. El discurso del Buda Shâkyamuni; el decurso pretántrico del estado
[actual] del budismo [histórico] [DS] "sûtra de Akashagarbha", el V,
104 sûtra de la esencia del cielo (sic) [Padmakara]"sûtra de las tres
colecciones", el V, 98 o "sûtra en tres partes",
triskanda-sûtra, phung.po.gsum. pa'i.mdo [Batchelor] T.284 [Padmakara]. Está
compuesto por la confesión ante los treinta y cinco budas [de confesión], la
apreciación de las virtudes y la dedicatoria de todos los méritos [id.] tesoro
del espacio, un X, 28 Gaganagañja"la tesorería espacial", o
"tesoro del espacio" Nombre de un bodhisattva; cfr.
Lalistavara(-sûtra), capítulo XX [Padmakara] "que tengan tesoros
inagotables, como Gaganagañja" (X, 28) [id.] Nombre de la cuarta absorción
meditativa, también. tierra "Felicidad", la X, 5 sukhâvatî, bde ba
can Tierra Felicidad [Driessens 1]; el "Campo puro Felicidad"
[Driessens 2] Nombre de un cielo budista, o "tierra pura"
[Batchelor]. "La bienhadada"; se llama así al paraíso del oeste, la
"tierra pura" del oeste, uno de los campos de budas más importantes
de los que aparecen en el mahâyana. Es el señorío del buda Amithâba quien lo
creara por su mérito virtuoso [...] Vive y proclama la Doctrina en su centro,
junto a Avalokiteshvara y Mahâstâmaprâpta] [FischerS.]. La "Tierra
feliz", el reino occidental donde impera Amithâba [Wolpin]. Las prácticas
y los votos que con ella se asocian dirigen allí el espíritu en el momento de
la muerte y permiten renacer en s., liberado uno del samsâra [Töndrup] Campo
puro, tierra pura, zhing khams; campo puro [Cornu a, b]. "puras
tierras", o reinos de budas, o paraísos de buda[s] [Fischer-S.]. Campo de
Buda: designa una asamblea de bodhisattva alrededor de un buda [Dreyfus]. Se
dice de una dimensión o esfera pura, creada por el pensamiento de un buda. Los
seres sensibles que llegan a ellos tienen la posibilidad de iluminarse sin
obstáculos. Sukhâvatî, el Campo puro occidental de Amithâba es el más célebre
de ellos [Cornu b]. Tierra pura: es un medio ambiente puro, sin sufrimiento;
hay muchas t. p.: Sukhavati es la de Amithaba y thagpa Kacho la de Vajra
Yoguini [Gordi & Moll]. Campos de Buda: los mundos donde los budas parecen
y enseñan. Hay una infinidad, fuera del mundo terrestre, considerado como el
Campo del Buda Shâkyamuni [Padmakara]. Entornos (ambientales) libres de
sufrimiento donde un renacimiento prodigioso permite al bodhisattva continuar
su práctica en presencia de grandes seres [bodhisattvas mahasattvas] []. Sin
embargo, las t.p. no son el estadio final sobre la vía, son el estadio previo
al nirvâna, el cual será realizado en el nacimiento subsiguiente. Con todo, en
una tierra pura la retrogradación no es posible [Fischer-S.]. No se trata de
lugares, pero de grados sucesivos de sabiduría, por los que pasa un bodhissatva
antes de llegar al Estado de Buda [Dreyfus]. En otro lugar del texto se cita el
Campo de los Despiertos (VI, 112), campo de budas. (terre pure, champ pur, fr.
pure land, pure realm, ingl.) tierra "Gozosa", la X, 51 pramuditâ,
rab tu dga'bai sa "grandemente regocijante" Primera de las "diez
tierras de bodisattvas". La [tierra] "grandemente regocijante"
[Wolpin] cfr. dasabhumika bhûmi. (terre joyeuse, fr.). Diferenciar de tushita,
dga' ldan, Tierra Gozosa [Km] "Muy gozosa" (dga' ba, gozo) [id.] gozo
supremo [Cornu a], el Campo puro del buda Maitreya. v. Maitreya, Tierras de los
bodhisattvas Tierras de los bodhisattvas, las IV, 11 boddhisattvabhûmi o (las)
diez tierras, dasabhûmi, sa bcu Las diez etapas de progresión, desde el ser
ordinario hasta el perfecto despertar [Cornu] Niveles de realización de los
bodhisattva, que acceden a ellas desde el instante de la percepción directa de
la ausencia de naturaleza propia [Driessens]. bhumis, los diferentes grados en
la progresión del bodhisattva, desde la primera Tierra, donde comprende el
sentido de la vacuidad, hasta la décima, tras la cual deviene en buddha
[Padmakara]. El texto (III, 3) usa el sinónimo "Tierras de los Hijos de
los Vencedores". utpala II, 15 flor (nymphea), loto apincelado. El loto
azul [nilotpada] de la compasión; atributo de Padmapani v. Avalokiteshvara.
uttarâkuru X, 16 sgra mi snyan Uno de los cuatro Continentes (el del norte) que
rodean al monte Meru [Padmakara] Región circundante -o continente- del Norte,
según la cosmología india y budista arcaicas []. Continente norteño, en el
universo que habitamos [] En el diccionario de Turner, sólo uttarârdhá,
"la parte norte", o uttarârdhíya, norteño(a). v. Meru vacuidad IX,
31-32, 47-48, 52-55, 158, 167 de los fenómenos IX, 32 comprenderla IX, 157 la
meditación de la, IX, 139 meditar en la, IX, 139 realización de la, IX, 51 una
visión de la, IX, 40 shûnyatâ, stong pa nyid Vacuidad. No debe ser tomarse en
el sentido de [la] nada; la vacuidad es la naturaleza última de todos los
fenómenos, sea, su ausencia de existencia intrínseca. Técnicamente, s. es el
resultado obtenido tras una refutación lógica de la posibilidad que los
fenómenos sean existencias separadas, existentes por su propio poder, sin
depender de causas y condiciones y de la designación mental por la cual son
nombrados y reconocidos [Dreyfus]. Es la enseñanza según la cual todos los
fenómenos -y el yo- están vacíos de toda realidad autónoma. La experiencia de
s. es como el espacio, increada y sin fin [Kalu Rinpoché] Noción compleja -y
frecuentemente mal comprendida- explicada en los sûtra de la Prajñapâramitâ
[Supalak Vises] Vacío, la mera ausencia de existencia inherente o intrínseca;
la naturaleza última de los fenómenos [Gordi & Moll] vaishesh(-)ika IX, 126
vaisesh-ika, a (î) [Turner] El sistema vaiseh-ika de Kanâda (de visesha:
superior, peculiar, específico, distinguido, preeminente [id.] Doctrina fundada
por Kanâda Kasyapa (siglos I-III) de carácter científico que trata de las
visheshas (diferencias, particularidades {es decir, las porciones de materia
que, combinadas, dan origen a las diferentes cualidades de las sustancias}) que
distinguen a los seres, desarrollando una concepción atomista de la naturaleza,
bajo un espíritu positivo y empírico [Wolpin]. Partidarios de la eternidad del
átomo, los mîmânsakas y vaisheshikas son refutados en IX, 87 [Padmakara] vedas,
los IX, 42 veda, rig byed Corpus literario-filosófico del período arcaico de la
cultura india y del sánscrito, fundamento de las religiones hindúes [].
Antiguos himnos indios, creídos ser de origen divino [Batchelor] Vencedor, el
IV, 44; IX, 9, 45 trascendente, un IV, 20 la dulce palabra del, VII, 44 el
fruto de un, VII, 59 la forma de un, I, 10 realmente existente, un IX, 37
semejante a ilusión, un IX, 37 Vencedores, los V, 98; VII, 44; VIII, 22 la
veneración de, VI, 113 los trascendentes, II, 6, 8, 22; III, 6; V, 98; VI, 113;
VII,37 jina, rgyal ba uno de los nombres atribuidos a los budas [Cornu]
Sinónimo de Buda [Padmakara] v. hijo[s] de los Vencedores visión penetrante, la
VIII, 4 vipashyanâ, hlag mthong Perspicacia, introversión, claro ver, cognición
intuitiva de las "tres señas" de la existencia (a saber: impermanencia,
sufrimiento y ausencia de ego -de todos los fenómenos, físicos y mentales-)...
V. es uno de los dos factores esenciales para el logro de la iluminación
(bodhi): el otro es shamatha (aquietar la mente) [Fischer-S.]. Vista
penetrante: el análisis a profundidad del espíritu y de todos los fenómenos,
que revela su naturaleza: la vacuidad [Padmakara]. Introspección especial: la
potenciada facultad analítica mental que conoce la impermanencia sutil y la
vacuidad [Batchelor]. Es practicada después de dominar la calma mental, v.
---------------------- Onomasticón Akashagarbha II, 51 nam.kha'i snying.po
"esencia [garbha] del espacio [âkâsha]" [DT] "Corazón del
espacio" [Batchelor]. Uno de los ocho grandes bodhisattvas [Teundrop]
contemporáneos al Buda Shâkyamuni, de quien fueron discípulos personales.
Driessens los denomina "Los ocho hijos cercanos" [del Buda]. La
estrofa V, 104 cita El sûtra de Akashagarbha, v. Avalokiteshvara, el Protector
II, 50; VIII, 118 slyan.ras.gzigs "el Señor [ishvara] que no aparta los
ojos [avalokita] del sufrimiento" "el Señor que todo lo ve (con
compasión)". "Señor que mira abajo", o "aquél que escucha
los sonidos del mundo", o "Sonido que ilumina al mundo". Uno de
los más importantes bodhisattvas del mahâyâna [Fischer-S.]. Nombre del
bodhisattva de la compasión (mahakarunâ) universal de los Despiertos. Los dalaï
lama son considerados ser emanaciones de A. Los tibetanos tienen a Chenrézig
por 'jig.rten.dbang.phyug "señor del mundo" [Batchelor], protector de
Bod Yül (Tíbet), y conservan un particular ligamen con él. El buda de la
compasión; es el patrono y protector de Tíbet y también una deidad de
meditación, cuya práctica está muy difundida [Töndrup] Wcdl.nº80 v. Lokeshvara,
Padmapani Brahma I, 23 el mundo de, V, 15 tshangs pa Una poderosa deidad que
reside en el reino de [la] forma {rupadhâtu} [Batchelor] Gran dios cuyo estado
corresponde a uno de los niveles del mundo de la forma pura [Töndrup] Para el
brahmanismo, creador del universo [Driessens] Ishvara IX, 118-125 dbang.phyug
Un dios [deva] que mora en el cielo "desde donde se controlan las
emanaciones de los demás", el plano más elevado de existencia de la
existencia condicionada. Ishvara posee poderes milagrosos -contaminados y
limitados- que lo hacen el más poderoso ser del reino del deseo [kâmadhatû]
[Gordi & Moll] Según algunas escuelas hindúes, pasa por ser el creador del
mundo y sus habitantes [Batchelor] Kapila, el rishi IX, 136 Según la tradición
hindú, los rishis son los sabios inspirados que han oído la palabra del veda y
la han transmitido al mundo. Forman una clase distinta entre la de los dioses y
la de los hombres [Padmakara]. v. sâmkhya Karnapa VI, 13 Nombre de un lugar de
la India antigua, donde se hacían competencias para ver quién podía soportar el
más grande dolor [Batchelor] Kashyapa IX, 45-46 'od srungs v.
MahakashyapaKsitigarbha II, 51 sa'i snying.po "el corazón de la
tierra", nombre de un Bodhisattva [Batchelor] que procura salvar aún a los
que están en el infierno. También el que oficia de redentor de la Humanidad
entre la desaparición del Buda Shâkyamuni y el advenimiento de Maitreya
[Wolpin]. Literalmente "vientre de la tierra", bodhisattva que la
creencia popular venera como salvador de los tormentos infernales y intercesor
por los niños muertos. A veces visto también como protector de los viajeros. Es
el único bodhisattva representado como monje... [Fischer-S.] Lokeshvara II, 13
hjig.rten wang.phyuk [S] literalmente, "Señor del mundo", nombre de
un buda y de Avaloviteshvara [Fischer-S.] Diminutivo de Avalokiteshvara [S], v.
Mahakashyapa IX, 45, 46 "el gran Kashyapa" un arhat que fuera
discípulo personal del Buda Shâkyamuni [Batchelor] sobresaliente estudiante del
Buda histórico [...] renombrado por su autodisciplina ascética y su moralidad
estricta, gracias a estas calidades tomó el liderazgo de la sangha (comunidad
monástica) tras la muerte del Buda [FischerS]. v. Maitreya I, 14 byams.pa
"el Amoroso" [Fischer-S.] el próximo Buda [Wolpin 225]. De maitrî,
bondad [W nº79cdl]; retomará la difusión de la Doctrina en el futuro [Wolpin].
M., Señor del Dharma, es un gran Bodhisattva [mahabodhisattva] cuyo nombre
significa "Aquel que ama". En este momento su principal encarnación
mora en el paraíso tushita -(dga' ldan), Tierra gozosa {dga' ba, gozo} [Km]
"La gozosa" [Fischer-S.]- , de donde desciende sobre [la] tierra,
bajo numerosas apariencias, para bien de los seres [Thurman]. El buda del
porvenir, que se manifestará al principio del próximo ciclo cósmico. Su
enseñanza dará continuación a la de Shâkyamuni, una vez que ésta haya desaparecido
[Töndrup]. v. campo puro Mañjug(h)osha II, 13, 22 'jam dbyangs "el suave
melodioso" Nombre del bodhisattva de la sabiduría [Batchelor] Ríndese
homenaje a Mañjushrî con el nombre de Manjughosha ("el de suave
voz"), al inicio de textos filosóficos, mâdhyamikas especialmente. Así
pues, es el símbolo de la experiencia de la iluminación manifiesta como
exposición intelectual [Fischer-S.] v. Mañjushrî Mañjushrî II, 49; X, 14, 51,
54, 58 el Juvenil, X, 13 el Protector, X, 53 'jam dphal dbyangs "aquél que
es noble y suave", el bodhisattva de la sabiduría, una de las figuras más
importantes del panteón budista [Fischer-S.]. Nombre del [arya]bodhisattva del
conocimiento [Jacquemart et al.], es decir, la incorporación de la inteligencia
y la sabiduría perfectas de la mente omnisciente. Después [de] Avalokiteshava,
el bodhisattva más popular es M. [Jansen]. Se considera que Shântideva -como
Tsongkhapa, mil años despuésera una manifestación de M. v. Mañjughosha
Maudgalyâyana IX, 48 el Destructor del enemigo (arhat) M. Uno de los [diez] más
importantes alumnos del Buda Shâkyamuni. Proveniente de una familia de
brahmanes, M. ingresó en la comunidad budista junto con su amigo de juventud,
Shâriputra. Hízose pronto famoso por sus destrezas sobrenaturales (clarividencia
y magia) [Fischer-Schreiber]. Shâriputra y M. eran -inicialmente- discípulos de
uno de los seis grandes maestros religiosos de la época del Buda Shâkyamuni.
Dejáronle para seguir al Buda Shâkyamuni y se convirtieron en sus principales
oyentes [v.]: Shâriputra era el más eminente en el conocimiento transcendente y
M. [el más eminente] en los prodigios [Töndrup]. El primero de los que poseen
los poderes milagrosos y uno de los principales alumnos del Despierto
Shâkyamuni [Driessens] Mayadevi X, 18lha mo sgyu 'phrul La madre de Buda
Shâkyamuni [Batchelor] dio a luz de modo sobrenatural, indoloramente, asida a
un árbol en el bosquecillo de Lumbini: el Predestinado nació atravezando un
costado del vientre de la reina e inmediatamente dio siete pasos mientras anunciaba
sus [doce] actos de buda. La reina Maya murió siete días después del parto.
Nâgârjuna V, 106 klu sgrub Sabio budista, quien junto a Asanga, ayudara a
reavivar el mahayâna; connotado por su elucidación de la filosofía mâdhyamaka
de la vacuidad [Batchelor]. Nombre con el que se conoce uno de los "Dos
supremos" maestros indios (Asanga, fundador del linaje de las vastas obras
y N., fundador del linaje de la vista profunda) cuya actividad -repartida a lo
largo de unos seiscientos años- tuvo mayor apogeo entre los siglos II y III
[Töndrup] Hijo de una familia de brahmanes de Vidarbha (sur de la India), se
ordenó monje en Nalanda y rápidamente llegó a ser el Abad de la universidad
[id.]. Gran filósofo, cuyos notables comentarios sobre la verdad relativa y la
verdad absoluta están al origen de las escuelas que se agrupan con el nombre de
"vía del Medio", o mâdhyamika. En lo concerniente a la época de su
nacimiento las opiniones difieren (212 A.C.- 482 D.C.) [Padmakara] El canon
tibetano cuenta ciento ochenta obras que le son atribuidas; compuso numerosos
textos fundamentados en el Prajñapâramitâsûtra, pero su principal contribución
fue (la creación de la corriente exegética) mâdhyamaka, con sus Seis
colecciones de la lógica, que se convirtieron en sus tratados fundamentales [].
Padmapani X, 12, 17 phyag na pad mo "[El] portador del loto" Otro
nombre de Avalokiteshvara [Batchelor]. Una de las ciento ocho manifestaciones
de Avalokiteshvara [Wolpin] De todas las manifestaciones de Avalokiteshvara, P.
es probablemente la más vieja [Jansen] Samantabhadra II, 13, 49; X, 15 kun tu
bzang po "el todo bueno" "aquél que es todo-penetrantemente
bueno", o "aquél cuyo beneficencia está en toda parte": uno de
los bodhisattvas más importantes del budismo mahâyâna [Fischer-S.]. Nombre de
un aryâbodhisattva que simboliza la plegaria y la ofrenda sin límite [Padmakara
nota 36, p.130]. También existe un S. azul, Buda primordial, el Cuerpo absoluto
inmutable de todos los buddhas, su aspecto "vacuidad" y la esencial
primordial pura del tathagatagarbha. Es simbolizado desnudo y [color] azul
oscuro [Cornu] Sanku, el brahmán IX, 36 {brahmin, bram ze} El texto cita su
relicario-garuda neutralizador de los venenos. ¿un gau (relicario portátil)?
cfr. PadmakaraSarvanivarana-viskambin X, 15 Nombre de uno de los "ocho
Hijos cercanos" [Driessens]. Los Grandes [maha] seres [sattva] o
Bodhisattvas superiores [aryabodhisattva] son: Akashagarba, Avalokiteshvara,
Manjushrî, Vajrapani, Ksitigarbha, Sarvanivaranaviskambin, Maitreya y Samantabhadra
[F]. Shâkyamuni, (el Buda) X, 18 sa kya thub pa "Sabio del clan
shâkya" Epíteto de Siddhârta Gautama... el buda histórico [Padmakara].
Nombre del cuarto buda de nuestra era [skal pa], que se manifestó -como sus
predecesoresen las Doce obras. Inició las enseñanzas búdicas transmitidas hasta
hoy [Töndrup]. Es el cuarto de mil budas que aparecerán en este mundo. Los tres
primeros fueron Krakuchchhanda, Kanakamuni y Kashyapa. El siguiente será
Maitreya [Gordi & Moll] En el texto se lo designa con los sinónimos: el
Conocedor de la asidad, el Despierto, el Ido así, el Ido al gozo, el Potente
(señor), el Que habla Verdad, el Vencedor, v. Subâhu I, 20 lab bzang Uno de los
diez primeros discípulos del Buda, hijo de una familia de notables indios
[Teundrop]. En el texto se cita el sûtra "Las preguntas de Subahu",
v. Sudhana I, 14 Héroe del sûtra "árboles ornados" (gandhavyûha), [a
su vez una] parte del sûtra buddhavatamsaka [Driessens] Supushpachandra VIII,
106 me tog zla mdzes El nombre de un bodhisattva cuyos actos se narran en el
samâdhirâja-sûtra [Batchelor] Vajradhvaja VII, 46 rdo rje rgyal mtshan Nombre
de un bodhisattva mencionado en el avatamsaka-sûtra [Batchelor]v. método de
Vajradhvaja, el Vajrapani II, 52; X, 11 phyag na rdo rje literalmente "el
tenedor del vajra", nombre del Bodhisattva del poder [Batchelor] Nombre
del bodisattva al cual es asociada la noción de potencia [Jacquemart et al.]
V., junto con Mañjushrî y Avalokiteshvara [...] son llamados "[los]
Protectores de los tres mundos" [Padmakara] Yama, los mensajeros de II,
41, 44, 52; VII, 9 los compañeros de, VII, 45 los sirvientes de, X, 11
yama[râja], gshin rje el amo de la muerte [Batchelor] el gobernante de los
infiernos en la mitología budista [Fischer-S.]. Es el "Señor de la
muerte" hindú, el de los Vedas. Se lo describe, popularmente, como el juez
de los muertos que está en la[s] puerta[s] del infierno, [el] que pesa sus
buenas o malas acciones, frutos de su devenir y [el] que decide su destino. A
la [hora de la] muerte, sus sirvientes [se] llevan el alma [del difunto] y le
hacen descender al reino de Yama: se los llama "las divinidades de
Yama" [Thurman]. Gobernante de los infiernos, es auxiliado por ocho
generales y un séquito de ochenta mil lacayos. Se trata de un antiguo rey de
Vaishali, que formuló -en una sangrienta guerra- el voto de nacer como rey del
infierno.
Envía
a los humanos, para prevenirlos de una vida frívola e inmoral, sus mensajeros:
vejez, enfermedad y muerte inminente [Fischer-S.] Por ello sostiene -en la
iconografía- la rueda del devenir [bhavachakra] con los colmillos de su boca y
las garras de sus manos y pies, como Yama, amo de la muerte.
------------------------
EL CAMINO AL DESPERTAR SHAMAR RINPOCHE
Sumario Prefacio de la traductora Nota
sobre la trascripción INTRODUCCIÓN: LAS ENSEÑANZAS DE BUDA TEXTO RAIZ HOMENAJE
AL GRAN COMPASIVO! APRENDER LOS PRELIMINARES ENTRENARSE EN LAS DOS BODHICITTAS
TRANSFORMAR LA ADVERSIDAD EN EL CAMINO DEL DESPERTAR APLICAR El. ENTRENAMIENTO
DE LA MENTE EN ESTA VIDA EVALUACIÓN DEL ENTRENAMIENTO DE LA MENTE COMPROMISOS
DEL ENTRENAMIENTO DE LA MEN- TE CONSEJOS PARA EL ENIRENAMIENTO DE LA MEN- TE
CONCLUSIÓN COMENTARIOS FINALES Glosario Bibliografía Índice
Prefacio de la traductora Atisha ( DC)
representa uno de los raros personajes de la historia tibetana sobre quien no
existe controversia alguna. Respetado por todos y recordado por sus numerosas
contribuciones al proceso de revitalización del budismo en los comienzos del
Renacimiento que tuvo lugar en Tíbet del año 950 al 1200 DC. Estas contribuciones
todavía ocupan un lugar crucial en la actualidad en todas las escuelas del
budismo tibetano. De todo el legado de Atisha, sus enseñanzas sobre el
entrenamiento de la mente, conocidas también como lodjong, que introdujo en el
mundo religioso tibetano constituyen uno de los aspectos más imperecederos.
Al entrenar al practicante en la
compasión y el desarrollo de la sabiduría, las enseñanzas de lodjong producen
una transformación profunda en la mente. Concretas y profundas a la vez, estas
enseñanzas no han perdido popularidad ni vigencia a pesar de los dramáticos
cambios que ha sufrido el contexto cultural en el transcurso de los últimos mil
años. Como cabe esperar de una sociedad intelectual, desde la época de Atisha
ha habido una abundante proliferación de literatura sobre el lodjong tibetano
que se ha materializado en una colección incontable de aforismos condensados,
poemas y comentarios en prosa. Algunos se mantienen vigentes, como la forma en
que Chekawa Yeshe Dorje (DC) ha condensado en siete puntos las enseñanzas de
Atisha. Estos siete puntos se componen de una serie de versos-raíces cuyo
origen se atribuye a Atisha en persona, lo que no impide que se desarrollen un
gran número de versiones de lodjong cuyas diferencias residen no solamente en la
forma, sino también en el contenido. Un estudio de los distintos textos raíces
revela que la reformulación de las frases originales se trata, en realidad, de
una consagrada tradición entre los maestros de lodjong; estas modificaciones
son reflejo de su propia comprensión de lo que constituye el método más eficaz
y pedagógico de transmitir las enseñanzas del entrenamiento de la mente. De
acuerdo con la todavía próspera cultura intelectual y religiosa de los
tibetanos, la producción literaria relativa al lodjong prevalece en la
actualidad, y por ese motivo acepté con gran entusiasmo la invitación de S.S.
el XIV Shamar Rinpoche para traducir su propia presentación de los versos
raíces así como su comentario detallado sobre los Siete 4
5 Puntos del Entrenamiento de la
Mente de Chekawa Yeshe Dorje. Me siento profundamente agradecida por la
oportunidad que me ha sido brindada de estudiar de cerca la obra de un maestro
con semejante talento, y de comenzar a comprender trabajando con un gran lama
en un nuevo comentario de lodjong actual cómo la práctica de lodjong y la
literatura al respecto se han desarrollado a lo largo del milenio pasado.
Espero que los lectores disfruten tanto como yo el texto de Shamar Rinpoche
sobre el entrenamiento de la mente, El Camino al Despertar. Como en todo
trabajo de traducción puede haber errores y malinterpretaciones. Si fuese el
caso, me disculpo ante Shamar Rinpoche y ante los lectores de este libro. La
consumación de este trabajo no hubiese sido posible sin la inestimable ayuda y soporte
de un gran número de personas. Me gustaría agradecer a algunas en particular (a
pesar de que seguramente estoy omitiendo a personas significativas y me
disculpo de antemano): Carol Gehardt por su paciente dedicación en el diseño de
este libro; Derek Hanger, Thule y Philippe Jedar por su ayuda con las
fotografías; Neeraj Khatri Chettri por su asistencia en la coordinación entre
las muchas personas implicadas en este proyecto y por entregar las copias de
cada borrador a las personas adecuadas; Bart Mendel por detectar tantos errores
tipográficos; Shanin Parhami por mejorar las imágenes; Pamela Gayle White por
sus sugerencias; y Sylvia Wong por todo su trabajo en el primer borrador.
Gracias a todos los que habéis invertido tiempo y esfuerzo para que este libro
resulte lo mejor posible. Lara Braitstein (McGill University, 2009) 5
6 EL CAMINO AL DESPERTAR
Introducción: Las enseñanzas de Buda Shakyamuni, el Buda de nuestra era, enseñó
práctica-mente sin interrupción durante los últimos 45 años de su vida, una vez
alcanzado el completo despertar. Fueron numerosos los seres sensibles' que se
beneficiaron de sus enseñanzas, y sus obras, a las que tenemos acceso hoy día,
han sido transmitidas desde la época de sus discípulos más directos. El Buda en
realidad ofreció gran variedad de enseñanzas con distintos métodos, y no se
limitó a enseñar únicamente a los seres humanos. El poder del despertar es tal
que la compasión de un ser despierto le permite manifestarse simultáneamente
bajo todo tipo de aspectos, permitiéndole así acceder a cualquier ser presente.
Sea humano, animal, semihumano o divino, si posee la disposición kármica
necesaria va a percibir el cuerpo y la palabra de un buda bajo una forma que le
resulte familiar y agradable. Nosotros los humanos, por ejemplo, tenemos una
cabeza, dos brazos, dos piernas, etcétera, y cuando el Buda vivía y enseñaba en
la sociedad humana era percibido bajo una forma humana. Pero los seres no son
idénticos en todos los sitios. En ciertos mundos los seres pueden tener un
cuerpo hueco, desprovisto de órganos internos, o estar dotados de cuatro
cabezas y cuatro brazos, o bien comunicarse sin mover los labios ni emitiendo
sonidos. Si tales seres asistiesen a las enseñanzas del Buda, éste se
manifestaría bajo la forma de estos seres, y su discurso no se pronunciaría en
un idioma del género humano sino que estos seres escucharían la enseñanza en su
propio lenguaje. Tal es el poder del despertar. A pesar de su asombrosa
inmensidad, las enseñanzas de Buda o dharma pueden dividirse en tres compendios
o temas, también conocidos como los Tres Giros de la Rueda del Dharma. Dos de
ellos están asociados a una época y a un lugar concreto, considerándose el
tercero como más genérico. El Buda giró por primera vez la rueda del dharma en
lo que es la actual ciudad de Sarnat, cerca de Benarés; son las primeras
enseñanzas que impartió tras su 6
7 despertar. Se dirigió a cinco
discípulos humanos con quienes previamente había practicado el ascetismo y a
una multitud de seres celestiales y semi-humanos que se reunieron para escuchar
sus palabras, pero a quienes los cinco humanos no pudieron percibir. El segundo
giro de la rueda tuvo lugar en Rajagriha (el actual Rajgir) donde el Buda
enseñó a sus más avanzados discípulos, numerosos arhats y bodhisattvas, entre
quienes se encontraba Manjushri que en esa época se manifestaba bajo forma
humana. En esta asamblea había nuevamente innumerables seres celestiales. En
cuanto al tercer giro de la rueda del dharma, no se ubica en una época y ni en
un lugar preciso, ni en relación a una audiencia concreta. En lugar de eso, se
entiende que el Buda dio el tercer giro de la rueda ininterrumpidamente a lo
largo de su vida. El primer giro de la rueda consistía en instrucciones
fundamentalmente destinadas a adiestrar el cuerpo, la palabra y la mente. El
segundo giro tenía por objeto esencial los samadhis, o estados de profunda
absorción meditativa. Las enseñanzas del tercer giro de la rueda estaban
basadas en las Tres Naturalezas (trisvabhava en sánscrito): la naturaleza imaginaria,
que es la división dualista de la experiencia -yo y el otro-; la naturaleza
dependiente, que es la indivisible corriente de la experiencia; y la naturaleza
perfecta, que es la naturaleza dependiente libre de la imaginaria. Las
profundas enseñanzas sobre las tres naturalezas abren la puerta a múltiples e
inmensas cualidades de sabiduría que, para un observador no experimentado, no
resultan evidentes ni se manifiestan fácilmente. Cuando el Buda abandonó su
cuerpo los Mahapanditas o Grandes Eruditos, intérpretes cualificados del
dharma, clasificaron todas sus enseñanzas en tres yanas o vehículos. El primer
vehículo se caracteriza por el hecho de que sus enseñanzas giran alrededor de
la ausencia del yo (anatman). Se adopta una perspectiva del no yo y su práctica
consiste en meditar sobre este no-yo. La conducta de los practicantes de este
vehículo se apoya en el código de disciplina monástica, el vinaya, en cuyas
reglas se contempla el estricto celibato. En realidad, la sexualidad es la
causa del renacimiento tanto en el sentido de constituir el medio de
reproducción como en términos de implantación de la semilla en tu mente cuyo
resultado es tu propio renacimiento. Renunciando a esa causa y siguiendo la vía
directa de la meditación, el practicante alcanzará la plena realización del
no-yo. 7
8 El segundo y tercer vehículos
están ambos destinados a los bodhisattvas, practicantes comprometidos con su
intención altruista de ayudar a todos los seres sensibles. La óptica de estos
dos vehículos es la vacuidad, o shunyata: la comprensión de que el mundo, tal y
como lo experimentamos, dividido entre sujeto y objeto entre el que percibe y
aquello que es percibido, no existen realmente como tal. Porque todo lo que
experimentamos está desprovisto de una existencia inherente, hecho que abre la
posibilidad a que todo pueda suceder. La meditación practicada dentro del
segundo y tercer vehículos te permite experimentar esta visión de la vacuidad y
te entrena, por tanto, a utilizar las ilusiones de los seres sensibles para
beneficiarles. Se puede emplear así la ilusión de las apariencias dualistas con
un propósito positivo. De hecho, se puede aprender a tener mejores
renacimientos una y otra vez rodeado de todo tipo de seres con el fin de serles
útil. El mérito generado por ayudar a los demás constantemente, cada vez con
mayor habilidad, es comparable a una mina ilimitada de tesoros cuyo resultado
final será el perfecto despertar, el más fructífero y el más próspero de todos
los estados. En estos dos vehículos no se hace hincapié en lo mismo, y es
precisamente lo que les diferencia: mientras que el segundo vehículo comporta
numerosas enseñanzas sobre la vacuidad, en el tercero se enfatiza aquello que
surge de la vacuidad. En realidad, el tercer vehículo es útil para todo tipo de
practicantes: los shravakas o "auditores", los pratyekabudas o los
realizados en solitario, y los bodhisattvas. El estudio de estos temas no
resulta suficiente para alcanzar el despertar. Para llegar al objetivo también
se necesita la clave. Y la clave no es más que las instrucciones esenciales que
revelan el corazón de las enseñanzas. Cada práctica posee una clave que no
siempre es explícita. Aquellos que poseen la clave son unos pocos practicantes
dedicados que recibieron la transmisión a través del extenso linaje de los más
experimentados maestros de meditación. En realidad, podemos deducir cuatro
tipos de maestros: los eruditos que no tienen clave, los que poseen
instrucciones clave pero carecen de formación y aptitudes académicas, los
maestros que tiene ambos, la clave y el conocimiento, y por supuesto, también
existen maestros que no tienen entrenamiento académico ni clave! De los cuatro,
solamente los últimos deben evitarse a toda costa. Con el resto, se trata de
averiguar hasta que punto un 8
9 maestro es digno de confianza,
independientemente de la materia o el vehículo al que pertenezca. Si sigues
únicamente el dharma explicado de forma académica, está bien. Si sigues las
instrucciones clave sin formación académica está muy bien. Pero si sigues
ambas, la formación académica y las instrucciones clave es lo supremo. Quizás
no sea necesario mencionar que no tener acceso al dharma a través del estudio,
ni instrucciones claves no trae nada bueno! Pero en todos los casos, para
alcanzar la meta necesitas la clave. Existen también cuatro tipos de
estudiantes capaces de corresponder a los diferentes tipos de maestros. Para el
público general con necesidad de instrucciones básicas, el tipo de maestro
entrenado únicamente en lo académico es excelente. Para practicantes muy
avanzados comprometidos con una práctica intensa, el maestro que solamente
posee instrucciones clave es perfectamente adecuado. Por último, la combinación
de erudición y posesión de las claves es perfecto para cualquier nivel o tipo
de estudiante. El cuarto tipo de maestro, el que carece de erudición e
instrucciones clave, en efecto no es aconsejable para nadie. Valga la ironía,
es el tipo de maestro a quien muchos se ven tentados de seguir! El
entrenamiento de la mente, o lodjong, es una práctica completa que conviene a
todo tipo de estudiantes. Contiene todo el camino y no depende del recorrido
anterior de la persona que lo practica ni de la afiliación a una tradición. Su
puesta en práctica con diligencia será suficiente para conducirte a lo largo de
todo el camino hasta el despertar. Los Siete Puntos del Entrenamiento de la
Mente fueron concebidos en su origen por Chekawa, con la intención de
proporcionar a sus discípulos notas condensadas que les permitiesen recordar la
esencia de sus más importantes instrucciones. Con el tiempo, distintos maestros
han hecho sus propios comentarios sobre los siete puntos. Algunos se han
recogido por escrito, y otros se han transmitido oralmente desde la época de
Chekawa. Los lectores familiarizados con los textos sobre el entrenamiento de
la mente se habrán percatado de que los aforismos que constituyen los siete
puntos varían de un texto raíz a otro. Forma parte de la tradición de los
maestros que transmiten los siete puntos decidir 9
10 sobre el orden y el contenido
de los aforismos. Algunas versiones son más largas, otras más complejas, pero
todas traen consigo el poder y la simplicidad de los siete puntos de Chekawa,
los cuales no varían. Lo que sigue la introducción es el texto raíz de esta
enseñanza sobre lodjong, en tibetano y español. Está compuesto por los Siete
Puntos del Entrenamiento de la Mente de Chekawa en los cuales se incluyen
numerosos aforismos que actúan como comentarios condensados. Asimismo, se
intercalan mis propias anotaciones adicionales para clarificar la organización
del texto raíz. Después del texto raíz, mi propio comentario detallado,
relativo a cada uno de los puntos y aforismos, constituye el resto de este
libro. Los Siete Puntos desarrollados por Chekawa pueden dividirse en cuatro
etapas: los preliminares, cultivar la meditación de la visión superior
(sánscrito: vipashyana; tibetano: lhak tong), la meditación de dar y tomar
(tibetano: tonglen) y las causas y condiciones para desarrollar este dar y
tomar. Como se va a explicar a continuación en detalle, los preliminares
consisten en adquirir una compresión de los fundamentos de las enseñanzas de
Buda y el desarrollo de una mente estable a través de la práctica de shiné, o
la meditación de la calma mental (sánscrito: shamatha). La comprensión de la
vacuidad y de la naturaleza nonata de la mente se adquiere posteriormente a
través de la meditación de la visión superior, conocida como vipashyana en
sánscrito. Después viene la práctica principal, tonglen, que significa dar y
tomar. Aquel que sea diligente y experto en la práctica de tonglen será capaz
de alcanzar en una sola vida el primer nivel de bodhisattva, o bhumi. El
entrenamiento de la mente es una práctica que sustenta y cultiva la Naturaleza
de Buda, esa semilla pura de despertar que es inherente a todos los seres sensibles.
Posee, incluso, el poder de transformar el aferramiento al yo en altruismo. Por
esta razón, los practicantes del entrenamiento de la mente dicen que el
aferramiento al yo contiene la Naturaleza de Buda. Su verdadera naturaleza es
la ausencia de ego. Por último, el cuarto aspecto es la comprensión de las
causas y condiciones requeridas para la realización de la práctica de tonglen.
En su origen, este libro fue escrito como parte del programa de estudio de los
Centros Bodhi Path que he fundado por todas 10
11 partes en Norteamérica, Asia y
Europa. Mi objetivo es fomentar una práctica eficaz y transformadora que no
dependa de divisiones sectarias. Por este motivo, considero, tanto este
programa de estudios como los centros Bodhi Path, completamente rimé, o no
sectarios. Habiéndose implantado el budismo tibetano con solidez en el exterior
del Tíbet, no existe beneficio alguno en mantener las rígidas divisiones
sectarias que formaban gran parte del budismo en el mismo Tíbet. De esta forma
los tibetanos pueden beneficiarse de ser menos sectarios e, indudable-mente,
los que no son tibetanos no tienen ninguna necesidad de tales distinciones.
Prefacio al texto raíz A causa de la cantidad de versiones existentes sobre el
textoraíz de los Siete Puntos del Entrenamiento de la Mente los estudiantes
encontraban serias dificultades en consagrarse a su práctica. Lo que me ha
llevado a sumergirme en este tema y a estudiar los distintos comentarios, entre
ellos, el compuesto por el V Shamarpa incluido en el Dam Ngak Dzo, el
comentario de Ngulchu Tokmé, el del omnisciente Taranatha, el de Jamgón Lodró
Thaye, el de Lamrimpa, etcétera. Así -yo, el Shamarpa Chókyi Lodró- con la
única intención de facilitar a mis discípulos el acceso a estas profundas
enseñanzas, he orado a mi yidam y, con su permiso, he organizado los versos
originales de esta forma. Este hecho tuvo lugar el quinceavo día del quinto mes
del año del Cerdo de Fuego (2134); el trigésimo día del sexto mes del año dos
mil siete en el calendario occidental. En caso de que hubiese algún error, me
disculpo ante todos los maestros auténticos. Texto raíz Homenaje al Gran
Compasivo! Instrucciones sobre el linaje: He aquí la instrucción clave, el
néctar esencial generado por Serlingpa. Grandeza de la práctica: 11
12 Las cinco degeneraciones que
están ocurriendo deberías convertirlas en el camino del despertar. Es la
disciplina principal siempre tan preciosa como el diamante, el sol, el árbol
medicinal. Primer punto: Aprende los preliminares y, además, entrénate en no
conceptualizar las tres esferas. En primer lugar, adiéstrate en los
preliminares. Piensa que todos los fenómenos son como un sueño. Segundo punto:
Instrucciones clave para el entrena-miento en las dos bodhicittas, comenzando
por la bodhicitta última. Analiza la naturaleza nonata de la mente. Purifica
primero la emoción negativa más fuerte. El remedio mismo se libera
espontáneamente. Permanece en la esencia de la mente, la base de todo. Durante
la post-meditación, comprende que todos los fenómenos son ilusorios. Abandona
toda expectativa de resultados. Después, las instrucciones sobre la forma de
unir la bodhicitta convencional y la bodhicitta última: Practica alternando dar
y tomar. Asienta ambas en la respiración. Tres objetos, tres venenos, tres
raíces de virtud. Adiestra tu conducta por medio de los aforismos. Tercer
punto: Convierte las adversidades en el camino del despertar. Este punto
comprende una instrucción general y tres instrucciones particulares. La
instrucción general: Cuando los seres y el mundo estén repletos de negatividad,
convierte las adversidades en el camino del despertar. Las tres instrucciones
particulares: cómo la bodhicitta convencional sirve para transformar las
adversidades en el camino del despertar 12
13 Considera una sola falta como
responsable de todos los infortunios. Reflexiona sobre la gran bondad de todos
los seres. cómo la bodhicitta última sirve para transformar las adversidades en
el camino del despertar: Medita en las apariencias ilusorias como siendo los
cuatro kayas. La vacuidad es la protección insuperable. Las tres visiones son
como el tesoro del cielo, la insuperable protección del yoga. Instrucción
especifica para transformar la adversidad en el camino del despertar: Dominar
las cuatro prácticas es el método supremo. Todo lo que encuentres en cada
momento, intégralo en tu meditación. Cuarto punto: Aplica el entrenamiento de
la mente en esta vida. Condensadas en su esencia, he aquí las instrucciones:
Entrénate en los cinco poderes. Las enseñanzas sobre la muerte del Gran Vehículo
son los cinco poderes mismos, tu conducta es crucial. Quinto punto: La
evaluación del entrenamiento de la mente. Todas las enseñanzas del dharma están
dirigidas a un mismo objetivo. Confia en lo mejor de los dos testigos. Apóyate
constantemente en el júbilo de la mente. Estarás bien entrenado si puedes
incluso sobrellevar la distracción. Sexto punto: Compromisos vinculados al
entrenamiento de la mente. Respeta siempre los tres principios de base.
Transforma tu actitud permaneciendo natural. No hables de los defectos de
otros. 13
14 No importa cuáles sean los
defectos de los demás, no los contemples. Abandona la comida envenenada. No
ayudes a los demás en función de los favores que les debes. No descubras los
defectos de los demás para irritarles. No esperes al acecho. Nunca golpees en
el corazón. No coloques la carga de un buey en una vaca. No busques ser el
mejor. No hagas mal uso del remedio. No te sirvas de los dioses para propósitos
negativos. Ante todo, compórtate como un humilde servidor. No disfrutes del
sufrimiento ajeno. Séptimo punto: Consejos para el entrenamiento de la mente.
Practica todos los yogas con un solo propósito. Vence todos los obstáculos con
un solo método. Al principio y al final, dos acciones a realizar. Sé paciente
con cualquiera de ambas que surja. Preserva ambos, incluso al precio de tu
propia vida. Entrénate en las tres dificultades. Guarda las tres causas
principales. Cultiva los tres sin menoscabo alguno. Torna inseparables a los
tres. Practica con imparcialidad. Todo el entrenamiento debe ser profundo e
impregnarte. Medita con perseverancia ante toda circunstancia. No dependas de
las condiciones externas. De ahora en adelante practicar es la máxima
prioridad. No te permitas estar mal orientado. No seas inconstante. Entrénate
sin interrupción. Libérate a través del examen y el análisis. No busques
reconocimiento. No te aferres a la ira. No seas voluble. No busques el
agradecimiento. 14
15 Las palabras del autor sobre su
certeza dirigida a alentar a otros: Gracias a la fuerza de mi intención y
resolución, He obviado mi propio sufrimiento y mi mala reputación Y he obtenido
las instrucciones para vencer mi propio aferramiento al yo. Ahora, sin
remordimiento ninguno, podría morir en este mismo instante. 15
16 HOMENAJE AL GRAN COM- PASIVO!
El autor del texto raíz, Ja Chekawa Yeshe Dorje, comienza rindiendo homenaje a
Avalokiteshvara, el gran Ser Despierto considerado como la encarnación misma de
la compasión de todos los Budas. Instrucciones sobre el linaje: HE AQUÍ LA
INSTRUCCIÓN CLAVE, EL NÉCTAR ESENCIAL GENERADO POR SERLINGPA Hemos llegado al
tema principal: los Siete Puntos del Entrenamiento de la Mente. Constituyen la
instrucción clave de la escuela kadampa, el linaje que proviene de Atisha
Dipamkara Srijnana ( ). Si bien este método clave obviamente proviene del Buda,
ha sido transmitido como una tradición oral y secreta a lo largo de un extenso
linaje de grandes bodhisattvas. Esta instrucción clave se denomina dütsi
nyingpo, o néctar esencial. El néctar es un líquido tan puro que incluso una
gota tiene la capacidad de purificar gran cantidad de agua. Estas enseñanzas
son como la esencia misma de este néctar curativo y purificador. Este néctar no
sólo tiene la capacidad de purificar la mente; en efecto, Atisha, al recibir
estas instrucciones, logró también purificar con eficacia la transmisión del
budismo. En el siglo XI, tal y como el Buda lo había anunciado, el budismo en
India comenzó su declive lentamente. Cuando enseñaba, el Buda, a menudo,
insistía a sus discípulos en la desaparición definitiva de sus enseñanzas,
resultando así de vital importancia que practicasen de inmediato y con
diligencia. Advertencia que renovaba en cada sodjong (ceremonia para purificar
los preceptos monásticos). Y, de hecho, en la época de Atisha surgieron
indicios de que esta desaparición de las enseñanzas de Buda comenzaba a
producirse en India. Por ejemplo, la unión de los linajes depositarios de los
votos de bodhisattva el linaje de Maitreya/Asanga y el linaje de Nagarjuna ya
habían desaparecido de India en tiempos de Atisha. Todos practicaban uno u
otro, pero no ambos simultáneamente. 16
17 Como un gran bodhisattva,
Atisha vio que podía beneficiar a los seres en Tíbet antes de que el budismo
degenerase en India. Comprendió que plantar las semillas del dharma de Buda en
Tíbet era una forma de mantenerlo vivo, a pesar del declive en India. Con ese
objetivo emprendió un largo viaje hasta Indonesia para encontrar a Serlingpa,
el único maestro que todavía mantenía la unión de linajes para los votos de bodhisattva.
Atisha, segundo hijo de un rey local, nació en una región situada a lo largo de
la frontera entre la India actual y Bangladesh. Sus padres le pusieron de
nombre Chandragarbha, que significa Esencia de Luna. Cuando tenía veinte años,
recibió todos los votos vinaya (votos monásticos) y adoptó el nombre de
Dipamkara Srijnana. No fue hasta muchos años después, en la época que enseñaba
en Tíbet, que se le conoció por el nombre de Atisha. Atisha se dirigió en barco
a Sumatra, en un viaje que duró más de un año. A lo largo de este periplo, tuvo
que enfrentarse a terribles obstáculos como tormentas y agresivas criaturas
marinas. En un momento dado, se vio atacado por Maheshvara que tomó la forma de
un gigantesco y terrorífico monstruo, causando una peligrosa tormenta que
abatió la embarcación: con truenos, relámpagos, gran oleaje y un enorme
torbellino que estuvo cerca de causar el hundimiento del navío. En el seno del
remolino, emergió un monstruo marino amenazando con devorar a la tripulación.
Atisha permaneció en una profunda y estable meditación, generando amor y
compasión. Las súplicas de los aterrados compañeros de viaje, junto al inmenso
mérito de Atisha, provocaron la manifestación de Amrita Kundali, una deidad
budista de' forma airada, que destruyó al monstruo marino. En su ira, los rayos
generados por Yamantaka abatieron incluso Pashupatinath (el antiguo complejo de
templos dedicados a Shiva en Katmandú), el reino bón de Shangshung y a los
invasores mongoles que estaban decididos a atacar Bodhgaya. Final-mente,
sobrecogido por el amor de Atisha y los rayos de Yamantaka, Maheshvara adoptó
la forma de un chico joven e imploró su perdón. Acontecimientos semejantes
acompañaron sin cesar el viaje de Atisha que al final llegó con éxito a su
destino. Una vez en Sumatra, Serlingpa, un príncipe que se había convertido en
maestro budista, le confirió una calurosa bienvenida. Atisha, siendo él mismo
príncipe, permaneció doce años allí y recibió todas las enseñanzas de
Serlingpa, incluyendo obviamente 17
18 sus instrucciones clave. Las
enseñanzas del entrenamiento de la mente contenidas en este libro son
precisamente estas instrucciones clave y, en particular, las relativas al
intercambio por el otro. Es importante mencionar que incluso en la actualidad
algunos aspectos se mantienen en secreto y sólo se revelan a los practicantes
más comprometidos. Así, cuando las enseñanzas traten sobre la bodhicitta
última, habrá muchas cosas que quedarán sin escribir. Antes de que Atisha
regresase a India, Serlingpa le premió con seis textos que contienen la esencia
del Mahayana (Gran Vehículo) de forma condensada. Versado tanto en los sutras
como en los tantras (enseñanzas exotéricas y esotéricas del Buda), Atisha se
dio cuenta de que, efectivamente, había recibido las llaves del tesoro de las
enseñanzas de Buda. Experimentó una profunda gratitud hacia su mentor
espiritual y se regocijó de la gran fortuna de los seres sensibles. A partir de
ese momento Atisha siempre viajó con los seis textos. Atisha tenía ya sesenta
años cuando los reyes locales de Tíbet le invitaron a su país. Después de
muchas súplicas, Atisha se dirigió allí para enseñar. El príncipe tibetano,
Jangchup 0, le insistió sobre la urgente necesidad de reinstaurar el budismo en
su reino que había degenerado con charlatanes y magos que engañaban a su
pueblo. El príncipe rogó a Atisha que pusiese fin a los conceptos erróneos y a
las supersticiones. En particular, le pidió que las enseñanzas se presentasen
de forma simple y secular para poder beneficiar al pueblo. Atisha condensó las
enseñanzas a partir de los seis textos del Maestro Serlingpa. Compuso en pocas
hojas de papel los 68 versos del ahora célebre texto Una antorcha para el
camino del despertar (Bodhipathapradipa en sánscrito). Este tipo de enseñanzas
también se conoce como Lam Rim (Lam: camino; Rim: etapas), o El camino gradual
al despertar. Uno de los dos principales discípulos de Atisha era Dromtonpa (
). Juntos tradujeron el texto de Serlingpa, La rueda de armas afiladas que da
acertadamente con el corazón del enemigo, del sánscrito al tibetano. En un
principio, Atisha solamente enseñaba lam rim a algunos discípulos elegidos y
Dromtonpa era uno de ellos. Cuando Dromtonpa preguntó la razón, Atisha le
respondió que únicamente él era un receptáculo digno y cualificado. Después de
la muerte de Atisha, Dromtonpa estructurará las transmisiones que había
recibido de su maestro y fundará el linaje 18
19 conocido como kadam. El
entrenamiento de la mente era el mismo corazón de estas enseñanzas kadam, que
en un principio se mantuvieron en secreto, transmitiéndose oralmente de maestro
a discípulo. Grandeza de la práctica: LAS CINCO DEGENERACIONES QUE ESTÁN OCU-
RRIENDO DEBERÍAS CONVERTIRLAS EN EL CAMINO DEL DESPERTAR Actualmente
atravesamos la era de las cinco degeneraciones, una época en la cual el eón
favorable está terminando. Cuando hablo de "nosotros", no me estoy
refiriendo a nuestra generación, o incluso a una época que incluye una
generación o dos anteriores a la nuestra. Nuestra era es la misma que la del
Buda Shakyamuni; él también nació y enseñó en estos tiempos degenerados. El eón
favorable ha tenido sus propios Budas, los cuatro primeros. Somos
extremadamente afortunados de que un buda se haya manifestado en este dificil
eón. Durante numerosas y numerosas generaciones los seres han vivido, y lo
continúan haciendo, bajo condiciones muy difíciles. Las condiciones adversas
han sido denominadas `las cinco degeneraciones' o las cinco crisis. Hoy día
prevalecen al igual que lo hacían hace dos mil años: La vida física: la
duración de la vida humana se limita aproximadamente a los cien años. A pesar
de los avances de la medicina moderna y la disponibilidad de comida saludable,
esta esperanza de vida todavía permanece limitada. Nuestro cuerpo fisico está
sujeto a múltiples enfermedades que pueden acortar nuestra existencia. La
época: estamos sometidos a condiciones medioambientales precarias, resultantes
de nuestro karma colectivo. Tenemos que afrontar muchos desastres naturales que
pueden sacudirnos en cualquier momento, tales como huracanes, tornados,
terremotos, inundaciones, fuegos y guerras repentinas generadas por insensatos.
La imperfección de los seres: nuestro modo de ser actual no es perfecto. A
pesar de que tenemos el potencial de desarrollarnos de manera positiva,
tendemos a no hacerlo debido a que nuestras 19
20 numerosas imperfecciones, tales
como la agresividad, obstaculizan las posibilidades de mejorar. Vivimos en una
época en la cual la mayoría de las personas se dañan entre ellas. Nos
encontramos en medio de guerras, violencia y explotación. Mucha gente sufre de
terribles atrocidades perpetradas por sus semejantes. Somos igual-mente crueles
con los animales, y los animales mismos se atacan entre ellos. El daño que los
seres vivos se infligen mutua-mente está en sus peores momentos. Los conceptos
erróneos: los puntos de vista erróneos generan muchos problemas en el mundo.
Los conceptos equívocos de la gente están enraizados en el aferramiento al yo,
la confusión y el egoísmo. Estos errores de pensamiento perpetúan la injusticia
y la discriminación nefasta en la sociedad. Por desgracia, los conceptos
erróneos se han instalado en todas las facetas nuestra vida tanto en los
sistemas sociales como en los religiosos, culturales, políticos y legales.
Emociones perturbadoras: en todas partes las personas están dominadas por las
emociones negativas. De hecho, las emociones perturbadoras aparecen
constantemente y de forma espontánea. Aun existiendo remedios para combatirlas,
la aplicación de los mismos ha demostrado ser una tarea muy costosa. En caso de
querer desarrollar la mínima virtud, el esfuerzo para ello es grande ya que la
mayoría del tiempo las emociones negativas simplemente nos superan. Podemos
observar que nuestra época es especialmente negativa. Prácticamente todos los
seres vivos actúan, casi exclusivamente, motivados por una mente llena de
aflicciones. La mayoría del tiempo, hasta el primer impulso para actuar está
fundado en una mente afligida y esta vinculado a un karma negativo. Aquello que
llevamos a cabo lo hacemos unicamente para nuestro propio beneficio. Hasta los
que intentan hacer el bien en sus vidas, practicando el dharma o realizando
alguna otra acción positiva, van a encontrarse con numerosos obstáculos en su
existencia. Si los comparamos con aquellos que viven deshonrosamente y están
motivados por la negatividad, vemos que los últimos tienden a disfrutar de una
vida longeva y a conocer el éxito. Por ejemplo, un líder espantoso puede ser
reelegido! En esta época oscura prácticamente no existe ningún método del
dharma que pueda actuar como remedio, a excepción de la práctica del
intercambio de 20
21 uno mismo por el otro. De
manera que, esta instrucción clave de intercambiarse con el otro es la única
forma de que incluso las cinco degeneraciones puedan utilizarse para progresar
en el camino al despertar. Sabiendo esto, todo es útil; incluso las cosas que
normalmente hubieses juzgado como malas, de repente son buenas y pueden
emplearse para obtener un resultado positivo. Lo que a su vez significa que
este método vencerá el karma negativo tanto como los estados mentales afligidos
y sus consecuencias. Todo puede asumirse y ser utilizado para el despertar.
Todo se transformara, y lo encontraras rindiéndote al despertar. ES LA
DISCIPLINA PRINCIPAL SIEMPRE TAN PRECIOSA COMO EL DIAMANTE, EL SOL, EL ARBOL
MEDICI- NAL. El Buda ha impartido numerosas enseñanzas e instrucciones,
diferentes en funcion de las capacidades e inclinaciones de sus estudiantes.
Los métodos varían en cuanto al nivel de dificultad y de realization, pero
entre las innumerables practicas del dharma el lodjong es la mejor de las
clisciplinas, tan inestimable como un perfecto diamante. Su valor es
inconmensurable porque es la verdadera llave que abre la puerta interior al
despertar. Otro símil ilustra el esplendor del lodjong: como se ha dicho, estas
enseñanzas preciosas brillan tanto como el mismo sol. Tenemos a nuestra
disposición gran variedad de luces artificiales, tales como las velas, las
lámparas de gas o la luz eléctrica. Pero frente al sol, todas estas luces
artificiales son superfluas. El sol disipa completamente la oscuridad y en su
presencia todo se revela claramente. De la misma forma, el lodjong disipa la
ignorancia de nuestra mente y muestra todo tal y como es. Un tercer símil subraya
el poder especial del lodjong de acelerar nuestra progresión en el camino: el
entrenamiento de la mente es comparable a las raíces de un árbol medicinal. Las
raíces contienen todos los elementos activos, y estas esencias curativas
impregnan a su vez al árbol entero: tronco, ramas, hojas, etcétera. Cada célula
del árbol contiene los reme-dios y podemos recolectarlos en cualquier parte del
árbol. Asimismo el entrenamiento de la mente constituye la mejor raíz de toda
la práctica de dharma. Una vez el lodjong ha tomado raíz en nosotros, impregna
toda práctica que hagamos con un mismo poder capaz de conducirnos rápidamente
hasta el despertar. A través de estos tres símiles deberías comprender, saber y
recordar las cualidades superiores del lodjong, éstas dan testimonio de que el
entrenamiento de la mente va a ser la más valiosa y significativa práctica de
tu vida.
Aprender los preliminares PRIMER PUNTO:
APRENDE LOS PRELIMINARES Y, ADEMÁS, ENTRÉNATE EN NO CONCEPTUALIZAR LAS TRES
ESFERAS Toda explicación sobre las instrucciones preliminares debe incluir una
compresión de la pureza de las tres esferas, es decir, el agente, el objeto
sobre el que se actúa y la acción misma. Hay que entender que estos tres
elementos no se consideran como sustancialmente reales. En cualquier acción
llevada a cabo, las tres esferas no deben conceptualizarse como realmente
existentes. Este punto se clarificará en breve. EN PRIMER LUGAR, ADIÉSTRATE EN
LOS PRELIMI- NARES. PIENSA QUE TODOS LOS FENÓMENOS SON COMO UN SUEÑO. La
primera etapa hacia el despertar consiste en tomar refugio en las Tres Joyas:
el Buda, el Dharma y la Sangha. No obstante, aun antes de dar este primer paso
de tomar refugio, debes cultivar los cuatro pensamientos que dirigen la mente
hacia el despertar: el precioso nacimiento humano, la impermanencia, el karma,
y los defectos del samsara. Es importante reflexionar realmente en ellos para
obtener beneficios duraderos. Tienes que comprender el sentido de los Cuatro
Pensamientos porque te conciernen. Qué sentido tienen en este momento en tu
vida? Mira la diferencia cuando reflexionas sobre ellos y los aplicas a las
situaciones cotidianas. Será así como comenzarás a apreciar sus cualidades. Las
explicaciones detalladas sobre los Cuatro Pensamientos están disponibles en muchos
textos, de forma que aquí voy a presentarlos sólo de manera general. 23
24 La preciosa existencia humana
Las enseñanzas del dharma explican en detalle lo que constituye una preciosa
existencia humana. No se trata única-mente de una generalización, sino más bien
que la preciosa existencia humana se refiere a ti. Puedes practicar el dharma y
así tu vida será preciosa: tú tienes la opción de seguir el dharma; tú dispones
de tiempo para asistir a enseñanzas de dharma; tú tienes el intelecto necesario
para entender el sentido; y tú eres físicamente capaz de practicar. Esto te
permite darte cuenta de lo afortunado que eres. La siguiente historia
tradicional es una buena metáfora que ilustra cuán preciosa es nuestra
existencia humana: Una vez un mendigo se encontró un enorme rubí al borde del
camino. Desconocía su valor y que podía obtener mucho dinero a cambio del
mismo. Así que continuó mendigando todo ese tiempo para alimentarse mientras el
rubí seguía en su bolsillo. Al final, murió siendo mendigo. No hizo uso de esta
piedra preciosa, de manera que para él no tuvo ningún valor. Esta historia tan
sencilla señala que si no te das cuenta de lo increíblemente preciosa que es tu
vida ahora, va a ser igual de valiosa que tener un rubí escondido en el
bolsillo. La impermanencia Pensar en la impermanencia, en lo inevitable de la
transformación y la muerte, cambia la forma de relacionarte con todo. Es
importante ser consciente de ello. Los momentos que pasan se convierten en
días, los días en meses, los meses en años, y los años que pasan se convierten
rápidamente en nuestra vida misma que pasa. Hay tantas cosas que queremos
experimentar y hacer a lo largo de nuestra vida, pero tan poco de eso llevamos
a cabo. Piensa en cuantos años pueden pasar sin ni siquiera terminar un libro
que tienes apartado para leér! La vida es así. Simplemente pasa sin darte
cuenta. Puesto que esta vida en particular es tan preciosa, no deberíamos
malgastar nuestro tiempo siguiendo los caprichos de nuestra mente errante.
Teniendo en cuenta que desconocemos el tiempo que viviremos, y sin ninguna
garantía de 24
25 disfrutar de renacimientos
futuros favorables, debemos valorar el tiempo precioso que tenemos ahora mismo
y no desperdiciarlo. El karma Respecto al karma, deberías examinar de cerca las
causas y consecuencias que se revelan por sí mismas en las distintas
situaciones que atraviesas. Todo proviene de una causa. En la medida que
comprendas que las causas negativas producen siempre resultados negativos,
tomarás la decisión de actuar positivamente. Entender cómo las semillas
kármicas se plantan y maduran puede ayudarte a comprender cómo funciona el
karma. Fundamentalmente, la mente presa de la ilusión es el origen de cada
vida, y su experiencia del reino de existencia particular en el cual vuelve a
nacer es la ilusión que esta proyecta. En todo el curso de la vida, la
experiencia de cada instante y de cada impresión depende de tu conciencia. Las
enseñanzas explican que hay una conciencia distinta para cada órgano sensorial:
hay una conciencia visual, una conciencia auditiva, una conciencia gustativa,
una conciencia olfativa y una conciencia del tacto. Además, hay una conciencia
mental. Todo lo que ves depende del funcionamiento de tu conciencia visual, lo
que hueles de tu conciencia olfativa, etcétera, y lo que piensas depende de tu
conciencia mental. Todas las conciencias asociadas a los órganos físicos rinden
cuentas, por así decirlo, a la conciencia mental; así, las impresiones
visuales, auditivas, gustativas, son recogidas por las conciencias de los
órganos sensoriales, y transmitidas a la conciencia mental. Ésta las reúne para
formar todo tipo de objetos mentales completos imágenes, pensamientos,
conceptos. Esta conciencia mental, a su vez, comprende el espacio en el cual
quedan plantadas las semillas o impresiones kármicas. Esa es la base de todo.
Factores como la ignorancia, el egocentrismo, el orgullo, la ira, la envidia y
el odio plantarán semillas negativas, mientras que las positivas tendrán por
origen cosas como la ausencia de ego, la compasión y el amor bondadoso. Entre
los resultados de estas semillas positivas está el precioso renacimiento
humano. La intensidad de los resultados de cual-quiera de estas semillas va a
depender mayormente de la intensidad de tu motivación. Intenta, por un tiempo
determinado, pensar únicamente en positivo y rápidamente te vas a dar cuenta de
hasta qué punto los estados mentales negativos aparecen mucho más fácilmente
que los positivos. Hace falta una enorme voluntad 25
26 para pensar en positivo, y no
se necesita hacer ningún esfuerzo para dejar a la mente permanecer en la
negatividad. Ahora piensa cuantas veces tú y otros, espontáneamente y sin
esfuerzo, habéis plantado semillas negativas en vuestra corriente mental desde
tiempos sin comienzo. Resulta imposible enumerar las semillas negativas, son
incontables y poderosas; actúan como una multitud insistente que empuja los
estados mentales positivos fuera de su camino. Esto se vuelve especialmente
acusado después de la muerte, en el bardo (estado intermedio), entre el final
de una vida y el renacimiento de la siguiente. En este momento tan inseguro y
crítico, antes de que el próximo renacimiento esté asegurado, esta multitud
insistente de karmas negativos va a abrirse paso hasta el primer plano de tu
experiencia, dificultándote las cosas. Los poderosos métodos del entrenamiento
de la mente pueden eliminar estas semillas negativas; y esta práctica debe-ría
asumirse ahora, en esta muy preciada vida humana. Si no haces uso de estos
potentes métodos, una oportunidad tan buena como tu situación actual puede no
volver a presentarse en billones de vidas. Los defectos del samsara Si bien la
naturaleza insatisfactoria del samsara, reflexionando sobre ella, es una
evidencia, no obstante, te tienes que convencer a ti mismo para hacerlo.
Podemos examinar el samsara en términos de una experiencia individual o
colectiva. Empecemos con la individual. Cada ser humano de este planeta aspira
a la felicidad. Todos queremos ser lo más felices posible. De dónde imaginamos
que viene la felicidad? En general, la asociamos a una deliciosa comida, a una
historia de amor, a la sexualidad, a la fama y al poder. El hombre o la mujer
más increíblemente ricos del planeta no puede obtener más que una buena comida,
un romance, la fama y el poder. Si examinamos donde nos conduce cada una de
estas cosas, los resultados son interesantes. La buena comida con el tiempo
hará que enfermes - enfermedades cardíacas, diabetes, aumento de peso, y la
lista continúa. La relación amorosa depende inevitablemente de las emociones de
tu pareja. Dado que cada persona tiene su propio ego, al igual que emociones
negativas en abundancia, el romance nunca parece durar lo suficiente!
Terminarás por estar insatisfecho y caer en la depresión y la ansiedad. Aunque
tengas la suerte de disfrutar de una relación amorosa de larga duración,
llegará a su fin cuando te hagas mayor 26
27 y te mueras. La fama siempre
atrae enemigos a causa de la envidia que suscita en los demás. La vida de una
persona famosa está llena de incomodidad, desprovista de libertad y carente de
intimidad. La fama no tiene un objetivo final, se reduce a un precario estado
presente con un final inevitable. Igualmente, el poder y el privilegio generan
enemigos. Una vida de poder es una vida de lucha: la lucha para mantenerlo,
para protegerlo y para no permitir que se escape. Tampoco tiene ningún objetivo
último. Entonces uno puede preguntarse: aparte de estas cosas, qué hay de bueno
en el samsara? Examinemos ahora la experiencia colectiva, comenzando por la de
los seres humanos. La vida transcurre cada día. Tu vida y la de los demás, ya
sean amigos, enemigos, familiares, etcétera, se va evadiendo. Ésta es la
experiencia del género humano que mencionábamos en más detalle previa-mente.
Pero además hay otros reinos a tener en cuenta. Tal es el caso de la
experiencia samsárica de los animales. Sus vivencias son exactamente las que
vemos - siempre están listos para atacar o ser atacados. Sus existencias están
repletas de miedo y sufrimiento, y dirigen sus vidas bajo el peso de la
ignorancia hasta llegar a su fin. Su única esperanza es disfrutar de un futuro
renacimiento más favorable. Asimismo, hay muchos otros reinos, bastante
cercanos al de los seres humanos y los animales, pero a la vez, muy diferentes.
Entre otros, los espíritus ávidos, esos seres desafortunados que viven
constantemente atormentados por la sed y el hambre que nunca puede ser
satisfecho. Así como el sufrimiento ilimitado de los seres en los reinos
infernales. En el lado opuesto, también encontramos muchos seres que han nacido
en reinos de existencia mucho más confortables que el nuestro, tales como los
dioses y los semidioses. Pero este tipo de renacimiento se produce
exclusivamente sobre la base de un karma positivo que, una vez agotado, se verá
expulsado fuera del camino por la multitud insistente de karma negativo,
provocando la caída de estos seres en los reinos infernales después de su
muerte. La impermanencia es ineluctable e inevitable, independientemente del
reino en el que hayas nacido. Y, desde tiempos sin principio, durante tanto
tiempo como el que hayas permanecido en la ignorancia y en el aferramiento al
yo, has estado acumulando karma. De modo que una vez encontradas las
directrices claras para salir del samsara, no debes dejar pasar la oportunidad!
27
28 Si te entrenas en integrar los
cuatro pensamientos en tu visión, tu comprensión será más profunda y tu
compromiso le seguirá como consecuencia. Es bueno reflexionar sobre las
biografias de los Mahabodhisattvas (Atisha, Shantideva, Milárepa, por ejemplo)
porque sus excelentes cualidades te pueden inspirar a querer desarrollar lo
mismo, tales como su gran paciencia y su determinación. Una vez que hayas
reflexionado lo suficiente sobre estos cuatro pensamientos, es el momento de
considerar las cualidades de los objetos de refugio. Haciendo esto se plantan
poderosas semillas kármicas en la mente. Reforzadas por el poder de la toma de
refugio, estas semillas saludables se abrirán camino hasta el primer plano de
tu vida, en cada una de tus existencias. En todas y cada una de tus vidas vas a
encontrar el camino que te conduzca a las enseñanzas. Para una profunda
reflexión sobre las cualidades de las Tres Joyas lo mejor es leer el sutra que
recuerda las cualidades de las Tres Joyas (dkon mchog gsum rjes su dran pa 'i
mdo en tibetano). Aquí simplemente voy a dar una breve explicación. Buda Cuando
se obtiene algún beneficio siempre es doble: para uno mismo y para los demás.
Convertirse en un buda conlleva el mayor beneficio posible para uno mismo ya que
estarás completamente iluminado. Toda ignorancia será arrancada de raíz y
habrás alcanzado plenamente el nivel de dharmakaya, o cuerpo de la naturaleza
de la verdad que es la sabiduría intemporal y despierta de un buda. Para los
demás, el beneficio es igual de espléndido: manifestando el sambhogakaya y el
nirmanakaya, los cuerpos formales que cumplen los deseos y el júbilo de todos
los seres; un buda, de manera espontánea y sin esfuerzo, ayuda y beneficia a
los demás de acuerdo a sus necesidades. Ese es el estado de buda. El beneficio
último de tomar refugio en el Buda, por tanto, es plantar las semillas de tu
propia obtención de la budeidad. El beneficio temporal e inmediato es que esta
semilla de budeidad va a permitirte acumular todo el mérito necesario para
alcanzar el despertar. Dharma El dharma es a la vez la experiencia de la
realización y las explicaciones que constituyen la palabra de Buda. El
significado 28
29 del dharma es perfecto, su
formulación inmejorable y responde perfectamente a las necesidades de los seres
sensibles en el camino al despertar. Cuando tomas refugio en el dharma, el
beneficio último es que se siembra la semilla en tu corazón para poder dirigir
a todos los seres sensibles a la budeidad gracias al poder ilimitado y perfecto
de la palabra. Proporcionarás instrucciones completas e insuperables a todos
los seres. En efecto, no existe fenómeno alguno que no pueda ser explicado por
un buda. El beneficio temporal es el mérito del propio dharma: en todas tus
vidas escucharás el dharma y lo comprenderás. Nunca abandonarás el camino del
despertar. Sangha Sangha es el término que se utiliza para designar a la
perfecta comunidad de practicantes. Existen dos: la sangha ordinaria y la
sangha suprema. La sangha ordinaria, en realidad, no es ordinaria en absoluto.
La sangha ordinaria está compuesta por aquellos que respetan la disciplina
vinaya perfectamente, con sus 253 votos. Su mente está bien entre-nada en las
prácticas de shiné (la meditación de la calma mental, shamatha en sánscrito) y
lhaktong (la meditación de la visión superior, vipashyana en sánscrito), y su
motivación para el despertar es grande. Allá donde haya cuatro o más de ellos
reunidos, todo el potencial de mérito de la sangha estará presente. Lo que
significa que si alguien ofrece algo para ellos, obtiene el mérito resultante
de ofrecérselo a la sangha perfecta, aunque no hayan alcanzado aún un alto
nivel de realización. La sangha suprema, o no ordinaria, se compone de aquellos
que poseen los dos votos de bodhicitta, la aspiración altruista, y que
practican intensamente y con destreza las seis paramitas o perfecciones. Esto
significa que se han comprometido con la perfecta conducta de un bodhisattva, y
que esta conducta perfecta no depende de los 253 votos. La sangha suprema está
compuesta de arhats, pratyekabudas y bodhisattvas que ya han alcanzado el
camino de la visión. Cuando tomas refugio en la Sangha, el beneficio último es
que en cada una de tus vidas encontrarás maestros supremos. En última instancia
obtendrás el despertar. El beneficio temporal es que estarás protegido de no
ser bien guiado. Además el mérito resultante de ser un respetable discípulo de
la sangha trae por 29
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